Aunque primero os pongo una sorpresa: Como bien sabíais si me habíais preguntado últimamente, he tenido muchas (muchísimas en realidad) dificultades a la hora de ponerle título a esta historia.
Sé que normalmente el título es lo último que se pone pero costa historia sentía que le faltaba algo sino se lo poía ya.
Pues bien, las musas hoy han estado generosas conmigo y me lo han concedido.
Se titula Me robaste el corazón y va muy acorde a la sinopsis del libro.
Personalmente (y no es porque se haya ocurrido) me gusta mucho.
El segundo motivo por el cual quería saber el título era por esto:
¡SÍIIIII! ¡SORPRESA! ¡ESTA ES LA PORTADA OFICIALÍSIMA!
Tampoco es porque la haya hecho yo pero... Me piace molto!
Y ahora, sin más... que me lío, me lío y no lo pongo: Segundo capítulo. Enjoy!
Y infierno se desató.
Literalmente.
Pero ya no solo porque una ola de frío sin precedentes azotaba
Londres; que también.
Yo me refiero al infierno personal de Thon.
¿Por qué?
Porque efectivamente, su hermano Henry tenía razón: su brazo
no estaba recuperado del todo. Así se lo confirmó el doctor Thompson; sino que
además sus peores temores y pesadillas se hicieron realidad y le concedieron
vacaciones.
En realidad, el término correcto que utilizaron fue período
de retiro y descanso pero ése no era sino una enorme retahíla y cantidad de
palabras con las que intentaron enmascarar la palabra vacaciones sabiendo de
antemano lo poco que le gustaba.
¿Qué hacía un hombre que habitualmente apenas si tenía
tiempo para comer o charlar de algún tema insustancial con su familia o
conocidos cuando de repente no tenía que hacer nada?
Algunos se hubieran deprimido, eso seguro.
No fue el caso de Anthony, pues él hizo de todo… antes de
deprimirse por supuesto.
Aunque sin duda, de todas las ideas absurdas y disparatadas
que dicho estado le había llevado a cometer, la que sin duda se llevaba la
palma y ganaba con un amplísimo margen de distancia a las demás fue hacerse
caso de su cuñada Sarah.
Parecía ser que la pequeña mujer con complejo de periodista
(ya que decía escribir en un periódico aunque él nunca había leído nada escrito
y firmado por su mano); en contra de lo que le sucedía al resto de mujeres tenía mucho tiempo libre durante su
maternidad y por eso, en la siguiente visita a la consulta de su médico decidió
ayudarle ofreciéndole la solución definitiva a su hastío: le propuso realizar
hobbies.
¡Hobbies!
¡Él!
Un absurdo.
No obstante, sus niveles de aburrimiento alcanzaron tales
cotas que, sin que Henry lo supiera (pues eso hubiera sido aceptar y reconocer
su fracaso después de tan vehementes negativas delante de él) aceptó seguir sus
indicaciones y sugerencias.
La primera de las mismas consistió en ir de pesca. O más
bien aprender (intentar) a pescar pues él nunca había ido de pesca de joven.
Tampoco fue de pesca siendo un adulto, pues precisamente el
día que escogió para ir de pesca fue el día que empezó el temporal.
Sarah lo arregló rápidamente modificando levemente su plan
inicial sugiriendo que pescase en el pequeño estanque a modo de compluvium que
la familia Harper tenía en su jardín trasero.
Pero no era lo mismo.
Primero, porque resultó que los peces que compró amañados
para su pesca eran bastante grandes y llamativos para tan pequeño receptáculo.
Segundo, porque estos mismos peces parecían ser los más estúpidos de cuantos
tipos de peces existían en el mundo ya que, por mucho que tuvieran el cebo
delante jamás picaban (cabe reseñar a este respecto y sacar una lanza a favor de
los peces y plantear la posible teoría de que Anthony no hubiera colocado bien
el cebo…) y tercero, se centró tanto en
la consecución del objetivo de pescar un pez que se olvidó de todo lo demás.
Y cuando digo todo lo demás me refiero a la alimentación y a
la bebida, básicos para una buena subsistencia y sobre todo a las prendas de
abrigo. Un olvido que a punto estuvo de costarle un buen resfriado.
Y todo el mundo sabe lo que conlleva un buen catarro: dificultades
para respirar por la nariz, dolores de cabeza, moqueo continuo, ojos llorosos,
mal humor, escozor en los alrededores de la nariz y en la zona del bigote, cansancio
continuo y voz gangosa. Síntomas que en casos muy extremos o graves, añadían y
exigían un período de reposo en cama.
¡Justo lo que le hacía falta a Anthony Harper!
Afortunadamente para él y, para todos los que estaban a su
alrededor, la cosa no pasó a mayores y sólo fue un simulacro de constipado.
Anthony creyó que con el fracaso estrepitoso de su primer
intento por acercarle al maravilloso mundo del ocio y tiempo libre, Sarah se
habría dado por vencida y habría tirado la toalla. Pero se equivocó. La mujer
era obstinada como el demonio y le propuso un sinfín de nuevas distracciones
que realizar en el interior de su propia residencia; algunas de las cuales
practicó solo para contentarla y otras cuantas las rechazó de pleno.
Una de las que rechazó sin lugar a dudas en cuanto se la
propuso fue la costura. O punto, como quisiera llamarse.
¿Estaba de broma?
¡Eso era una cosa de mujeres!
¿Qué sería lo siguiente, tomar el té a diario?
Además, aunque hubiese mostrado un mínimo interés en
aprender a realizar dicha actividad no podía hacerla porque funcionaba a medias
y solo tenía un brazo útil.
Lo cierto es que Sarah no se había detenido bastante a
pensar en el hobbie que le había propuesto a Anthony pues continuaba
regodeándose y echándose en cara aún el fracaso de su plan de aprender a pescar.
De hecho, solo fue realmente consciente de la tontería que acababa de decir y
de la metedura de para que acababa de realizar cuando observó la cara de
asesino pérfido con la que su cuñado le miró.
Nuevamente abochornada, decidió desaparecer de su vista un
par de días para dejar que se calmara y recuperase la impresión ¿favorable? que
tenía de ella. Por otra parte, ella necesitaba tiempo para pensar en nuevas
ideas y no favorecer que su marido empezara a sospechar motivos por los que pasaba
tanto tiempo fuera de casa.
Pero en ningún momento se dio por vencida. Eso seguro.
Era absolutamente imposible que Anthony no tuviera hobbies:
todas las personas tenían uno al menos. Y el trabajo no contaba como uno.
Anthony tenía un hobbie, solo que no sabía cuál era y eso
era todo. Pero ella no iba a darse por vencida y acabaría por encontrárselo.
La segunda actividad que le propuso fue una que combinaba
inteligencia y para la cual sólo era necesario un brazo: el ajedrez. A priori
era perfecto.
A posteriori otro fracaso porque Sarah descubrió que: uno,
no era tan mala jugadora como creía y dos, Anthony tenía un pésimo mal perder.
Viendo su reacción, ni siquiera le planteó algún juego de
cartas.
Las tornas cambiaron con su tercera proposición.
No estuvo muy segura de planteárselo dado que desconocía
todos y cada uno de sus gustos, aún así se arriesgó y le propuso que iniciase
la lectura de algún libro que le escogiera. De la temática que le gustase, no
importaba. Lo único a destacar era si lo haría y la actitud que tomaría con
respecto a ello.
De entrada y, para su total sorpresa, la reacción no fue
mala. Al contrario, fue la sugerencia que mejor acató. No puede decirse que lo
hiciera con entusiasmo puesto que la reacción de su rostro fue una ligera
sonrisa, pero ese gesto ya fue mucho más que en el resto de ocasiones.
A Anthony le gustaba leer.
Claro que le gustaba leer.
Además, no eran necesarios los dos brazos en perfectas
condiciones para llevarlo a cabo y su salud no corría grave peligro ya que
podía hacerlo junto al calor del fuego de la chimenea.
El problema en este caso derivaba de la temática por la que
sentía preferencia. Una temática únicamente: la de misterios y asesinatos. ¡Qué
raro!
Y ¿qué era lo que pasaba cuando leía obras de esta temática
como La piedra lunar o El misterio de Edwin Drood pese a estar inconclusa?
Pues que se metía de tal forma en las historias que él mismo
deseaba darles solución. Cuando ya por fin caía en la cuenta de que eran obras
de ficción era demasiado tarde y sus ganas de volver a su trabajo regresaban,
con mayor intensidad que antes si cabe y debía abandonar la lectura. Claro que,
de todos los hobbies (excéntricos o no) el de leer era el único que le agradaba
e incluso le proporcionaba cierta satisfacción y por eso, retomar la lectura en
el punto donde lo dejó para más tarde, repetir las mismas sensaciones y darlo
de lado entrando así en un círculo y una espiral autodestructiva de la que
parecía poco probable no salir enfadado otra vez.
Con todo el dolor de su corazón, tuvo que dejar de lado esta
afición.
Sarah siguió sin darse por vencida y recurrió a su última
baza: la familia. Y dentro de la familia, aquellos miembros que tampoco tenían
gran cosa que hacer durante el día.
¿Las mujeres? ¿Edward junior?
¡No!
Sus sobrinos.
Esas pequeñas personitas que por edad (puesto que Penélope,
la mayor sólo tenía tres años) no podían realizar casi ninguna acción y
necesitaban atención permanente y vigilancia continua de un adulto. Perfecto
para alguien en la situación de Anthony.
O eso creyó, ya que esta nueva proposición en realidad
también podría haberse incluido y enfocado desde la perspectiva de Grey y haberlo
considerado un experimento científico porque el único resultado confirmable del
todo en dicha situación fue la ausencia de instinto paternal e inutilidad
absoluta de Anthony en el cuidado de niños pequeños.
Simplemente, no encajaban ni encontraban el tema en común
del que partir.
Pero eso Anthony ya lo sabía.
Si apenas tenía capacidad de trato con las personas adultas
¿cómo demonios iba a tratar con personas que para empezar, ni siquiera eran
capaces de comunicarse con palabras?
Estaba clarísimo: él no estaba hecho para ser padre; como su
hermana Rosamund.
Bien pensado, ella no era un buen modelo a seguir. Al menos
su hermana actual; la casada porque ella predicaba y se llenaba la boca con la
frase de su negativa rotunda con respecto a la maternidad y a día de hoy era
madre de dos preciosas niñas y acababa de comunicarles la noticia de un nuevo
embarazo. Por tanto, debía olvidarse de
Rosamund como referente vital en este aspecto y buscarse a otro.
Claro que… ¿no había una frase popular que decía nunca digas
nunca?
No debía mostrase tan intransigente y vehemente con respecto
a este tema porque debido al más mínimo descuido podía convertirse en padre. Quizás en algún momento de su futuro bastante
lejano su opinión a este respecto sería bastante distinta e incluso, se
dedicaría de forma concienzuda a buscar una esposa con la que traer niños al
mundo.
Pero no ahora.
En este momento su única y última prioridad era su trabajo.
Punto y final.
Por tanto, ¿qué iba a hacer sin un hobbie específico que
practicar y sin un trabajo al que acudir por obligación médica?
Deprimirse.
Después de deprimirse durante una semana completa. Acción de
la que también acabó cansándose (con lo cual confirmaba que era un ser de lo
más inconstante) decidió volver a investigar.
Pero no a los malhechores, pues lo tenía prohibido.
Se dedicó a investigar a aquellas personas que estaban mucho
más cerca de él y que resultaron ser ni más ni menos que sus hermanos.
Especialmente a dos de ellos (básicamente porque eran los
únicos que continuaban viviendo en la residencia Harper): Edward junior y a su
propio gemelo, Joseph.
Mientras lo hacía, llegó a la conclusión de que apenas sabía
nada acerca de ellos y viceversa; lo cual dificultaba enormemente la creación de
lazos y la unión familiar. Por eso, se propuso averiguar y descubrir más acerca
de ellos y (hasta tales límites llegaba su aburrimiento) darles a conocer
ciertos aspectos de su vida.
Comenzó su intento de acercamiento con el menor de todos,
Edward junior.
Con él, estaban claros los motivos de su ausencia de
relación: la diferencia de edad y sobre todo, la incompatibilidad de horarios.
Despejado el motivo principal de la ecuación, se propuso pasar una semana entera
haciendo las mismas cosas y viviendo exactamente del mismo modo que su hermano
menor.
No aguantó ni tres días.
El ritmo de vida de junior era frenético y le fue imposible
seguirlo. Quizás era porque ya estaba demasiado mayor para ese ajetreo… Aunque
también tuvo mucho que ver en su abandono prematuro el tipo de actividades y
los lugares que frecuentaba.
Las actividades de Edward junior en un día normal eran:
dormir hasta pasada (y bastante) la hora de comer, arreglarse, vestirse, cenar
poco, irse de juerga a timbas o demás clubes de caballeros, meterse en peleas o
duelos, ejecutarlos y… fornicar. Fornicar varias veces a lo largo de la noche y
no siempre con la misma mujer. En consecuencia, los lugares que frecuentaban no
gozaban de demasiada buena fama dentro de la ciudad; al igual que las personas
que solían ir allí. Muchas de las cuales él había detenido personalmente, lo
cual era una paradoja.
Así que ¿cómo iba a ir a divertirse en semejante ambiente?
¡Era ir provocando y meterse en la boca del lobo!
No.
De ninguna manera.
Descartado Junior, todas sus esperanzas e ilusiones se
volvieron, giraron y enfocaron hacia Joseph; su gemelo.
Era otra creencia popular reconocida universalmente el dicho
y el pensamiento de que los hermanos gemelos tenían una conexión mental
especial y más poderosa que entre personas que no lo eran.
Bien, pues ambos eran la excepción que confirmaba la regla
(si era posible considerarla como tal). La había visto entre Rosamund y Henry; a
quienes en numerosas ocasiones no les hacía falta abrir la boca para saber qué
era lo que uno y otro debían hacer pero ¿ellos? ¡Si apenas cruzaban palabra a
lo largo del día!
¿Cómo iban a tener una conexión? si prácticamente eran ¡dos
desconocidos!
Decidió averiguar si la la tenían o no siguiéndole.
El problema en este caso era que Joseph era extremadamente
sigiloso y escurridizo; lo cual no hizo otra cosa que aumentar la curiosidad
acerca de su enigmática persona.
¿Adónde se dirigía cada mañana tan temprano?
Y especialmente en esos días, con un tiempo tan horrible.
Su mente, hasta ahora engarrotada, nuevamente volvió a
funcionar y comenzó a divagar y elaborar teorías acerca de su persona.
Todas giraban acerca de una única persona. O más bien,
personaje: Sthealthy Owl.
El famoso ladrón, hoy ya figura legendaria en el imaginario
y colectivo de la población (especialmente la del Soho) que robaba a algunos
miembros destacados de la aristocracia londinense y el cual, hasta la fecha,
era su único caso fallido.
Sthealthy Owl; quien una vez estuvo frente a sus narices
pero se le escurrió de las manos. Era una persona solitaria, silenciosa,
enigmática, sigilosa y escurridiza.
Justo como Joseph.
Pero era imposible que Joseph fuera Sthealthy Owl ¿verdad?
Porque si resultaba serlo al final, sería el culmen de la
burla hacia su persona. Al fin y al cabo, habría tenido todo el tiempo a su
mejor enemigo en casa y nunca había sido consciente de ese hecho.
Principalmente por eso decidió aventurarse en el escondite secreto
de su hermano. Escondite que parecía sacado de una novela gótica de ficción
pues tenía que cruzar una iglesia situada casi al final de la ciudad, sortear el
obstáculo que suponía contorsionarse bajo el altar mayor, descender una
empinada escalera de caracol y… dar con la solución a un acertijo (que era la
contraseña) para poder acceder al interior.
Bastante satisfecho consigo mismo por haber realizado todas
esas actividades sólo con un brazo útil, entró en el recinto de un salto que
hizo notar su presencia.
Emergiendo de las tinieblas a la luz esperó encontrar el
clásico escondite secreto de malhechor con sus rufianes y las enormes
cantidades de botines y riquezas acumuladas por los años apiladas a ambos lados
de la misma hasta llegar hasta el techo.
Una imagen la de su mente bastante novelesca. Cierto.
Pero sólo había leído una novela de aventuras en toda su
vida (El conde Montecristo) y ésta le había marcado para siempre.
Su decepción fue inmensa cuando no solo no vio nada de lo
que su mente había elucubrado sino que lo había allí abajo era prácticamente
todo lo contrario. Concretamente lo que allí había era una gran cantidad de
velas y una enorme máquina impresora vigilada atentamente por Joseph.
Más tarde, sería el propio Joseph quien le explicó que él
era el editor del periódico de mayor tirada de todo Londres; The Chronichle y
que el motivo por el cual se editaba desde ese lugar correspondía a un expreso
deseo de sus colaboradores, quienes deseaban permanecer en el anonimato.
Se acabó el misterio.
El gran secreto de su hermano “solo” era un periódico.
Nada ilegal.
Y encima, en un periódico se llevaban a cabo tareas que él
no podía realizar según su actual condición. Tareas como escribir (algo que por
otra parte, nunca se le dio demasiado bien) o presionar a los anónimos
colaboradores.
Su gozo en un pozo.
En un pozo depresivo, concretamente.
Su ataque de depresión fue más grave en esta ocasión, pues
estuvo varios días en la cama y no salió de su estancia para nada en absoluto. Fue
en mitad de ese ataque cuando su padre, hasta entonces ausente de Londres por
estar visitando las tierras del ducado de Harper, situado en el condado de
Shropshire, regresó. Sus hermanos creían que dormía, pero estaban muy
equivocados.
Era incapaz de dormir. Al menos de dormir muchas horas al
día.
Estaba habituado a su horario de Bow Street.
Por otra parte, tampoco podía (ni quería) pasarse todo el
día en la cama. Así que se levantó, se vistió, desayunó y como estaba nevando
hacía mucho frío, echó a andar por el interior de su casa.
Y de esa manera, una acción que se inició de forma
involuntaria y sin pensar se convirtió en una rutina para Anthony; quien no
dejaba de caminar y vagar por los pasillos y las estancias de su casa como si
de una figura fantasmagórica se tratase; poniendo los pelos de punta y tensando
los nervios de propios y extraños.
Tres semanas fue el tiempo total que Edward Harper aguantó
tan extraño comportamiento de su hijo mayor. En el límite de su paciencia, lo
llamó e hizo pasar a su despacho de la única manera con la que sabría que no le
opondría resistencia: el del ejército.
- -¿Cuánto tiempo piensas seguir así para que
podamos considerar a Harper Manor como una casa encantada? – le preguntó,
enfadado.
Anthony miró a su padre ceñudo; quien continuó manifestando
su enfado con él.
- - Cuando hacía un tiempo de mil demonios pasaba
pero ahora que hace bueno deberías salir a la calle – añadió. – Necesitas que
te dé el aire y tomar algo de sol – le informó. – Siempre tuviste el tono de
piel más bronceado que el resto de la familia pero gracias a tu encierro
voluntario estás adquiriendo un tono blanco lechoso que te da aspecto de
moribundo… - dejó caer.
- - ¿Salir a la calle papá? – preguntó, mientras
miraba por la ventana y obsrevaba como poco a poco los últimos rayos de sol se
iban escondiendo. - ¡Mírame! – le pidió, señalando su brazo vendado. - ¿Qué
quieres que haga en la calle? – le preguntó, también enfadado ahora.
- - Anthony no estás muerto – le recordó. – Mínimo puedes hacer lo que aquí: pasear. El resto ya… es cosa tuya – añadió.
- - Si solo voy a pasear en la calle aquí estoy
bien, gracias – replicó.
- - ¡Eres tan testarudo como tu…! – exclamó,
apretando la mandíbula.
- - ¿Cómo tú papá? – preguntó acercándose a él. -
¿Era eso lo que ibas a decir? – añadió.
Edward Harper calló porque su
hijo mayor tenía razón. La cabezonería extrema era algo que habían heredado
todos sus hijos gracias a él. Ese punto lo había ganado.
- - Quizás fui demasiado duro y exigente contigo de
niño al recalcarte continuamente que debías ser un hombre fuerte y centrado y
sugerirte que buscaras un empleo para curtirte… - se dijo para sí en voz alta.
- - No lo fuiste papá – le cortó, apretándole el
hombro. – Al contrario, gracias – añadió. – Me gusta mucho mi trabajo – concluyó,
con una sonrisa de satisfacción.
- - Ese es el precisamente el problema Anthony –
dijo, apesadumbrado. – Que te gusta tanto tu trabajo que solo – dijo, alargando
las –o de esta palabra te gusta ser uno de los ocho de Bow Street. Nada más –
añadió. – Apenas conozco amigos tuyos
jamás he oído hablar de tus escarceos amorosos y eso no debería ser así –
añadió con firmeza. – No quiero que llegues a los límites de Edward pero qué
menos que algún comentario sobre ti ¿no te parece?. Es lo mínimo que se exige
para un marqués – concluyó.
- - ¡Yo no soy marqués! – exclamó.
- - Pero lo serás – replicó él. – Cuando yo muera te
convertirás en el próximo marqués de Harper y desde ese momento, el marquesado
pasará a ser tu único deber y obligación personal – añadió. – Y, o mucho
cambian las cosas o vas a ser un marqués pésimo – se lamentó. – Deberíamos habernos
centrado en el marquesado y no tanto en Bow Street – concluyó, mirándole
directamente a los ojos. – Afortunadamente, aún estamos a tiempo – murmuró.
- - ¿Qué quieres decir con eso? – preguntó Anthony
extrañado temiendo la idea o plan que su padre había elucubrado.
- - Vamos a recuperar el tiempo perdido en ese
aspecto – informó. – Vas a ir a Clun a conocer y a hacerte cargo personalmente
de nuestras propiedades – añadió.
- - ¿Qué?- gritó. – No pienso moverme de aquí –
añadió, enfurruñado y con los brazos cruzados.
- - Pero ¡por supuesto que irás! – replicó su padre
igual de molesto que el hijo. – Además ¿cuánto hace que vas a Clun? – le preguntó
con sorna. - ¿Es que tienes algo mejor que hacer? – añadió, sabiendo de antemano
la respuesta.
“Punto para mí” pensó con
satisfacción.
Anthony sabía porque conocía a su padre y sobre todo, por la
mirada de superioridad que le estaba lanzando en ese mismo momento que tendría
batallar duro si quería hacer cambiar de opinión a su padre. En su opinión
podía ser ambas cosas a la vez sin problemas. Difícil pero no imposible. En
cuanto a lo de ir a Clun….
¿Clun?
¡Si eso era un lugar apartado y aislado del mundo!
¿Por qué pensaba sino que no iba desde que tenía unos quince
años? Él era un hombre de ciudad ¿Cómo demonios quería su padre que fuese allí?
¿Es que pensaba que la vida campestre iba a ser beneficiosa para él? Pues
estaba muy equivocado.
No iría.
No señor.
- - Pero dejemos Clun a un lado de momento – dijo, quitándole
importancia al propio tema que él había iniciado momentos antes. – Es momento
ahora de tener la conversación que tú y yo deberíamos haber tenido hace tiempo –
añadió, indicándole con gestos que se acercara y se sentara cerca de él.
Anthony, atónito e inseguro sobre
lo que podría pasar, obedeció y se sentó junto a su padre arrastrando los pies.
- - No saltaremos el tema de la iniciación sexual
porque… tu ya lo has experimentado ¿verdad? – le preguntó.
- - ¡Papá! – exclamó, indignado y horrorizado ante
su, de repente, excesivamente cotilla, progenitor. Bufó – Por supuesto que me he
iniciado – dijo altivo. - Tengo treinta y cinco años. Si a esta edad no me he
iniciado no sé yo qué podría esperarse de mí – protestó entre dientes.
- - Muy bien muy bien hijo – le felicitó lord Harper
asintiendo. – Entonces ¿cuándo piensas darme nietos? – le preguntó.
- - ¡Lo sabía! - exclamó enfadado poniéndose en pie y haciendo
aspaviento con un brazo. – ¡Sabía que esta conversación iría dirigida al
matrimonio y a los hijos! – añadió, acusándole con el dedo.
- - ¡Eh! – exclamó ofendido levantando las manos en
señal de inocencia. – En ningún momento te he sugerido que te cases –
apostilló. – Quiero pruebas – añadió. – Pruebas – repitió. – Quiero nietos –
aclaró. – Y cuando digo nietos digo nietos varones – recalcó. – Nietos varones
tuyos – concluyó. – Adoro a las niñas y al pequeño Victor pero tú serás mi
heredero y por eso quiero un heredero tuyo – concluyó.
- - ¿Quieres que me ponga ahora? – le preguntó con
sorna ante tanta insistencia.
- - No te atrevas a burlarte de tu padre – le advirtió.
– Y sí, ahora es tan buen momento como cualquier otro – añadió, dejándole
descolocado.
- - ¿Estás insinuando que…? – preguntó incrédulo.
- - Me da igual con quien lo tengas, solo asegúrate
que es tuyo – respondió. – Con eso me basta – añadió.
- - ¡Pero bueno! – volvió a exclamar enfadado. -
¡Qué obsesión tenéis todos en esta familia con que me vaya de prostitutas! –
añadió, golpeando el pie con el suelo, aunque sus intenciones eran golpear la
pared con el puño; todo sea dicho.
- - ¿Qué pasa? – preguntó lord Harper. - ¿Qué tienes
tú en contra de las prostitutas? – quiso saber.
- - Papá, soy el jefe de los ocho de Bow Street –
explicó. – Simplemente no puedo ir de burdel en burdel – añadió, con los
dientes apretados.
- - No entiendo a qué bien tanta reticencia – dijo,
como si nada. – Al fin y al cabo, las prostitutas no djan de prestar un
servicio a la comunidad masculina a un módico precio – añadió, con leves gestos
de la cabeza.
A Anthony se le desencajó la
mandíbula de tanto como abrió la boca por la información proporcionada por su
padre.
- - ¿M…me estás diciendo que tú…? – preguntó,
señalándole sin dejar de cerrar la boca. - ¡No! ¡Olvídalo! – exclamo, negando
con la cabeza y con las manos, no quiero saberlo – recalcó varias veces.
- - Deberías probar – le recomendó. – De hecho, me
han dicho que el salón de Miss Naughty es el mejor en ese campo – le informó,
instándole con la mirada.
-
He dicho que no voy a ir a ningún prostíbulo –
dijo, entre dientes, conteniendo las ganas de gritar que tenía. – Ni ahora ni
nunca – añadió, para dejarlo bien claro.
- - ¿Te gustan las mujeres? – preguntó ahora su
padre.
Si a duras penas había conseguido
cerrar la boca e intentado no imaginar a su padre retozando con otras mujeres,
al escuchar la nueva pregunta que salió de su boca. Le descolocó por completo.
- - ¡Claro que me gustan las mujeres! – exclamó.
- - Hijo, no sé… - dijo, con un encogimiento de
hombros. – Como en Bow Street sois todos hombres… - añadió. – Yo te querría
igual y seguirías siendo mi hijo – le aseguró, llevándose la mano en el pecho a
modo de juramento. – Pero… sería mucho más difícil encontrar a una mujer para
que se case contigo – concluyó, pensativo.
- - Papá – dijo, agitando la mano hacia un lado y
hacia el otro para sacarle de su ensimismamiento. – Me gustan las mujeres –
añadió. – Mucho – concluyó, para despejar dudas.
Un tremendo suspiro que agitó los
pelos de su bigote salió de los orificios nasales de lord Harper; quien dijo
para explicar a su hijo su anterior intervención.
-
Bow Street en los más parecido al ejército en la
ciudad que tenemos y te aseguro que en tiempos de guerra he visto de todo entre
los miembros de los batallones -La cara de sorpresa y repulsión que puso
Anthony ante esa información fue impagable a ojos de Anthony. – Y entonces ¿por
qué no te casas? – le preguntó contrariado.
¿Cómo explicarle cómo era su
vida? ¿Cómo decirle que apenas tenía relaciones sociales ni amigos sin que
sintiera lástima por él? Decidió contarle una verdad a medias: - Porque creo,
papá, que no existe la mujer adecuada para mí -.
- - ¡Tonterías!
– replicó al momento su padre, indignado. – Siempre la hay – le dijo, con voz
firme. – Mírame a mi por ejemplo. O mira a Rosie… ¡nadie hubiera pensado que
estaría felizmente casada debido al difícil carácter que tiene! – añadió. – La hay
– repitió. – Puede que incluso ya la hayas conocido – le informó, misterioso.
- - Creo que no papá – dijo él, sabiendo
perfectamente de qué estaba hablando (dado que le atañía personalmente) – Y quizás
sea entonces ese el problema, que mis niveles de exigencia a la hora de
encontrar a una mujer sean tan elevados que puede que no exista – le dijo.
- - Ve a Clun – le dijo su padre. – Puede que la
mujer que a ti te haga falta no sea una chica de ciudad – explicó. – Quizás tu
mujer indicada sea una alegre chica de campo – dijo, imitando el acento
campestre.
- - ¡No por Dios! – exclamó horrorizado.
- - ¿Qué pierdes por intentarlo? – le retó. – Nunca lo
sabrás si lo pruebas – le hizo saber.
-
Por última vez y para que quede claro para
siempre: no voy a ir a Clun – dijo con tono firme y seguro. - Ya me has sugerido
antes que fuera y te he dicho que no, me lo dices ahora y te digo que no y
probablemente me lo dirás mañana y mi respuesta seguirá siendo la misma: no –
repitió. - ¿Ya? – le preguntó.
-
En realidad Anthony eso de que te lo he sugerido…
- dejó caer. – Lo cierto es que ahora mismo te están haciendo el equipaje – le informó.
– Sales mañana a primera hora – añadió, poniéndose en pie y saliendo de la
habitación mientras escuchaba a su hijo refunfuñar y maldecir su estupidez por
haber caído en su estúpido plan como una presa en una tela de araña otra vez
sin ser consciente de ello.
Al día siguiente, desde la penumbra de su habitación lord
Harper observó la partida de su hijo mayor hacia tierras de Shropshire. Mientras
lo hacía, se permitió esbozar una sonrisa y murmurar junto a la cristales de la
ventana:
- - Disfruta del viaje, Anthony. Estoy seguro de que
no te arrepentirás… -
Te voy leyendo y sigo mi costumbre de siempre, comentando a la vez... :) que luego se me olvidan las cosas...
ResponderEliminar1. Creo que es el único hombre al que no le gustan las vacaciones, en serio... se tendría que relajar más... jaja
2. Pregunta: es la segunda o tercera vez que veo que llamas a Anthony: Jeremi, pq??
3. No se pq, pero según he leído que se iba de pesca he dicho... "acaba en el agua..." XD a ver que le pasa...
4. jajajajajaja me he imaginado jugando al ajedrez a los dos, el uno cabreado y la otra intentando perder
5. Investigar a su familia?? Cotilla!!!!
6. A este hombre el no trabajar le sienta muuuyyy pero que muuuyyy mal eh?
7. jajajajajaja me meo con lo de la iniciacion sexual!!! que se piensa, que es virgen?? que solo es un aburrido que no sabe entretenerse sin el trabajo!!! XD
8. Me quedo con la frase: "quieres que me ponga ahora?" ahí ha estado agudo XD
9. jajajajajaja no puedo!!! primero lo manda de putas y luego le dice que si le gustan las mujeres!! pero esstoooo queeee esss??? XDXD
10. Enigmatico :P
PD: me gusta mucho la portada :)
eso de me pongo ahora ha sido buenisimo me he reido lo q he querido y mas las lagrimas se me han saltado!! xD y si a este le relajaba yo como vamos como me llamo signorina ristori xD y jessy killer yo tambn me he quedado zas en toda la boca cuando el padre le manda de putas y le dice q si es gay!! ha sido genial!! xD
Eliminarbueno bueno bueno q gran noche estoy pasando gracias a las dos x estos peazos de capis q me habeis puesto las dos y ahora centrandome en el de chin xq eri esta q se mea con el suyo xD decir q quiero saber maaaaaas pandora y su caja de curiosidades ha sido abierta jiji pero tendre paciencia y como me va a pasar con jeremy con thon creo q chato me vas a dar unos momentazos de los mejores q gracioso q eres y sobre todo ya que me duele la mandibula de reirme, no he podido con el momentazo de charla de padre e hijo sobre mujeres sexo y rock and roll jjiji q meaba con la imaginacion de thon sobre su papaito haciendo cosas... xD y el pobrecito mio me da pena de lo solino q siempre esta en ese aspecto me dan unas ganas de aputurrarlo y de ser su amiga para q no este solo q no veas y otra de las cosas q me ha hecho mucha gracia esq me lo he imaginado de hecho pescando asi ensimismado y enfurruñao estilo pitufo poniendose azul cuando no era capaz de pescar y un sin fin mas jiji lo dicho thon me has enamorado peeeeeeeeeero mi willy willy aaaaaaiiis es insuperable pero me has conquistado y la sorpresa mi piacce molto chin è bellisima!! =)
ResponderEliminarla portada q se me ha pasado aunq te he puesto q es molto bellisima y mi piacce molto molto el titulo acorde al maximo con lo q va a ser el libro original y el paraje de donde es¿?¿? es precioso el puente y tan bubolico!! =)
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