CAPÍTULO X
Una
conversación interesante
(…)He contemplado el cielo del
oeste
Y su matiz peculiar de verde amarillento.
Aún lo contemplo.
¡Y con qué mirada inexpresiva!
(…)
A todas veo
Tan majestuosamente hermosas
¡Veo que hermosas son, mas no lo siento!
Melancolía, Samuel Taylor Coleridge (1772-1864)
Las aguas parecían
haber vuelto a su cauce tras la fiesta de la noche anterior.
Verónica no era el
tema de conversación del artículo de Christina Thousand Eyes (dicho “honor”
volvía a corresponder a Penélope) y, gracias a la intervención de Jeremy,
podría decirse que Katherine y ella habían hecho las paces.
Sin embargo, Jeremy
no estaba muy seguro de esto último, al menos por parte de su hermana y decidió
regresar al hogar familiar de los Gold en Abermale Street por lo que pudiera
pasar.
Se había levantado
tarde y era perfectamente consciente de ello. O mejor, se había vuelto a
despertar tarde. Lo cierto era que en ningún momento había pensado regresar por
la mañana a la casa familiar; él había pensado en realizar la “mudanza” oficial
por la tarde pero, cuando regresaba a su hogar conyugal tras haber pasado la
noche con la viuda Fleur Flags; (una de sus múltiples conquistas del período de
luto transcurrido inmediatamente después a su viudez) apasionada hasta el
extremo e insaciable sexualmente tras largos períodos de abstinencia Jeremy se
sentía agotado y lo que quería era irse a dormir.
El destino sin
embargo, había reservado otros planes para él esa mañana porque justo cuando
caminaba hacia Cork Street se encontró con William Crawford; el novato y uno de
sus íntimos amigos nobles, pese a que también le sacaba ocho años de edad.
Mismo William Crawford que se había negado a asistir a cualquier tipo de evento
social y con el que solo coincidía en las sesiones parlamentarias. Ese novato
que entendía por diversión (propia de su tierna edad por otra parte) irse a
tomar unas copas fuesen las horas que fuesen.
No pudo negarse.
Su problema esa
mañana era que la diferencia entre lo que había comido y bebido era considerable.
De nada a todo para ser exactos. Y por eso, cuando terminaron su reunión, se
sintió y notó más perjudicado del grado de alcoholismo al que estaba
acostumbrado, por lo que, como su la residencia Gold estaba más cerca del club
que la suya propia y dudaba del grado de integridad física que podría alcanzar
si lo intentaba si quiera, tomó la decisión más inteligente.
No sabía que iba a
dormirse tan profundamente cuando por fin se tumbó sobre su mullido
colchón. Solo hubo una cosa buena de su siesta
de media mañana: no había tenido pesadillas con Rebecca y eso siempre era un
hecho por el cual alegrarse.
Sin embargo, el
optimismo se borró de su cabeza cuando fue sustituido por dolorosos pinchazos
en la cabeza, resultado y manifestación de una incipiente resaca.
“Has bebido por la
mañana” se dijo. “Has bebido por la mañana” se repitió para crearse mala
conciencia.
Beber tanto por la
mañana estaba mal. Era cosa de alcohólicos.
“Y tú no eres
alcohólico” se recordó. “Estuviste a punto de serlo, pero lo superaste” añadió.
Aunque al instante modificó su línea de pensamiento del reproche a la
justificación: “No has bebido demasiado… lo que ocurre es que la ingesta de
alcohol y el saltarse el desayuno no son buena combinación” pensó antes de
abrir la puerta del salón a la espera, creyendo que entraría nuevamente en un
campo de batalla, por la crispada relación entre su hermana y la invitada.
Parecía no obstante
que tendría que reconsiderar su opinión acerca de la actual relación de ambas.
Sobre todo, cuando entró en el salón del té y las encontró riendo como gallinas
cluecas y con sonrisas francas y sinceras en sus rostros mientras admiraban
cómo los escasos rayos de sol primaverales se filtraban por la ventana. Signo
inequívoco de que estaban haciendo (o mejor dicho) perdiendo tiempo antes de
comer.
-
¿Madrugando
hermanito? – le preguntó Katherine, burlándose de él y sus tardías horas de
despertarse.
-
Soy un
viejo Kat; cada vez me cuesta más dormirme y he de recuperar mis horas de sueño
de alguna manera – explicó, inventándose la historia sobre la marcha y
pronunciando con excesivo cuidado y detalle todas y cada una de las sílabas
mientras rezaba porque no se le trabase la lengua. Acto seguido, sin esperar
invitación, se sentó (o más bien se tiró) sobre el único sillón libre; el cual
estaba situado justo enfrente del de Verónica, incapaz de permanecer de pie más
tiempo de tanto como giraba la estancia a su alrededor. Cuando por fin su mundo
se detuvo, levantó la vista para mirarla y desearle unos buenos días de manera
silenciosa. Gesto al que ella correspondió con una sonrisa amable; sin duda
agradecida por la situación compartida la noche anterior.
Pero si realmente
conociera el carácter de los pensamientos que había albergado sobre ella, esa
sonrisa hubiera desaparecido de su cara.
-
¡Uff! –
exclamó Katherine con disgusto, moviendo las manos por delante de su nariz para
espantarle el mal olor que en breves comenzaría a impregnar toda la estancia al
carecer de ventilación. – Has bebido – le acusó.
-
Eh… sí –
respondió él rascándose la nuca, sintiendo en todo la mirada inquisitorial de
Verónica; quien había enarcado una sola ceja de incredulidad desde la acusación
de Katherine. – Pero en mi defensa, he de agregar que yo no quería – se
defendió de la mejor manera que pudo; sin convencer a ninguna de las mujeres.
-
¿Cómo se
te ocurre beber por las mañanas? – le recriminó Katherine enfadada. – El
protocolo dice… -
-
Sé muy
bien lo que dice el protocolo al respecto – le interrumpió él.
-
¿Entonces?
– preguntó Katherine, aún más enfadada que antes por haber interrumpido su
turno de palabra (otra infracción protocolaria). - ¿Qué motivo te ha llevado a
beber a tan tempranas horas de la mañana? – quiso saber.
-
Pero ¿no
decías que era muy tarde? – preguntó con ironía, provocando una sonrisa en
Verónica.
Katherine gruñó y contuvo sus irrefrenables ganas de abofetear a su
hermano mayor, sobre todo porque no era acción para señoritas. En su lugar,
suspiró y le preguntó con los dientes apretados:
-
¿Es que
acaso tenías algo que celebrar? - ¿Una victoria parlamentaria? – dejó caer,
sabiendo la imposibilidad de este hecho.
-
Muy
graciosa Kat – dijo él, sacándole la lengua. – No, más bien William Crawford y
yo salimos a lamer las heridas de la derrota liberal de la sesión parlamentaria
– explicó.
-
Alto –
dijo Katherine poniéndose de pie plantando la palma de su mano extendida justo
delante de su rostro. - ¿Has dicho
William Crawford? – preguntó, retirando la mano para conocer su respuesta.
-
He dicho
William Crawford – respondió. – Tal y como has escuchado la primera vez –
agregó, para picarla.
-
¿Y le
has hablado de mí? – preguntó sentándose en la alfombra con una sonrisa ansiosa
en el rostro.
Antes de que Jeremy
respondiese a la pregunta, una Verónica que se había perdido durante el
transcurso de la conversación se atrevió a preguntar:
-
¿Quién
es William Crawford? –
-
Pues es…
- inició Katherine dando palmadas de entusiasmo.
-
Un amigo
mío que es el culmen de todas las aspiraciones matrimoniales y características
físicas ideales que un hombre debe poseer según mi hermana y la inmensa mayoría
de la población femenina – explicó Jeremy; interrumpiendo por segunda vez a su
hermana en la conversación.
-
Y
además… es el duque de Silversword - dijo Katherine mientras volvía a ponerse
en pie y arqueaba sus cejas a la vez varias veces a la vez mirando directamente
a Verónica; quien entendió el mensaje oculto de la frase de su amiga, no así
Jeremy.
-
Ah –
exclamó de manera suave recostándose en el sillón y posando las manos sobre su
tripa para evitar que le sonaran y revelasen el hambre canina que tenía. –
Ahora está todo mucho más claro – añadió, asintiendo lentamente.
-
¿Volviste
a perder contra papá? – preguntó, elevando el tono de su voz. - ¿Podrías
considerar retirarte de la política por favor? – le pidió, avergonzada.
-
Pues sí,
Katherine – dijo asintiendo, dedicándole una sonrisa de falsa gratitud por sus
palabras de ánimo a su hermana. – Me temo que los liberales volvimos a perder
contra los conservadores – explicó. – Tendremos que esperar a la próxima sesión
parlamentaria para recortar ventaja – concluyó resignado.
-
¿Liberales?
– preguntó Verónica extrañada. - ¿Has dicho liberales? – volvió a preguntar;
aún más extrañada que antes .Jeremy asintió con la cabeza, sin entender a qué
se debía su gesto de extrañeza. – Pero Jem… tú no puedes ser liberal – concluyó
Verónica negando con la cabeza y apenas un hilo de voz; de tanta confusión como
le había creado la revelación de Jeremy.
El mero hecho de
escuchar a Verónica pronunciar su apócope cariñoso provocó una sonrisa en Jeremy;
quien respondió:
-
No solo
puedo, sino que lo soy –
-
Pp…ppero
– tartamudeó ella. – Tú – dijo, señalándole con el dedo índice. – Tú siempre
has sido conservador – concluyó. – Como tu padre, tu abuelo y el resto de
varones de tu familia – agregó. – Además, el hecho de que fueses conservador
fue lo que llevó al padre de Rebecca a decantarse por ti y escogerte como su
yerno. – Ya sabes – dijo asintiendo dos veces con la cabeza para que recordase.
– Por intereses políticos comunes – concluyó encogiendo los hombros y
permaneciendo a la espera de una respuesta.
Una respuesta que él
no quiso darle, pues el mero hecho de mencionar a Rebecca en la conversación
provocaba que aún sintiese dolorosos pinchazos en su corazón y que la rabia
comenzase a brotar en su interior. Por eso, solo le respondió de forma brusca;
deseoso de poner punto y final a la conversación cuanto antes:
-
Verónica,
eso fue hace mucho tiempo y las personas cambian -.
-
Las
personas correcto – rebatió ella; quien no iba a dejar pasar la conversación. -
¿Tú? – preguntó. – En absoluto – se respondió. – Tú eres un hombre de rígidas
costumbres Jem – añadió, volviéndole a señalar con el dedo índice. - ¡Por Dios!
– exclamó. – Aún recuerdo que siempre visitabas a tu hermana los días dos y
diecisiete de cada mes y siempre le comprabas algún regalo porque eres pésimo a
la hora de recordar las fechas y de esa forma siempre coincidiría con su
cumpleaños – añadió. – Lo hiciste durante cuatro años – explicó. - ¡Cuatro
años! – exclamó, sacando cuatro dedos de su mano para ayudarle a recordar de
forma mucho más nítida. - ¿No te da eso una idea del tipo de persona que eres?
– le preguntó con ironía. – Tú has sido conservador desde jovencito y lo
seguirás siendo el resto de tu vida así que por favor, no intentes contarme
historias para intentar convencerme de que desde hace ocho años te has vuelto
liberal porque no me lo creo – concluyó.
-
Está
bien – gruñó en voz baja. – Está bien – repitió elevando mínimamente el tono de
su voz. - ¡Esta bien! – exclamó una tercera vez poniéndose en pie. - ¿Sabes
qué? – le preguntó acusándola con el dedo índice. – Tienes razón – respondió
mesándose el bigote. – Al principio no era liberal en absoluto – confesó. – Fue
un gesto de rebeldía y venganza contra los Fitzgerald que una ideología
compartida… -
-
Lo sabía
– le interrumpió Verónica satisfecha y sonriendo con autosuficiencia; aunque se
ganó otra mirada de reprobación por parte de Katherine al haber interrumpido la
explicación de Jeremy.
-
Pero…
superada la rebeldía inicial, descubrí que muchos de mis pensamientos eran
bastante similares a los planteamientos defendidos por los liberales,
especialmente los relacionados con las mujeres – dijo señalándolas. – Así que
decidí continuar en el partido para ayudarles lo más que pudiera – explicó,
satisfecho.
Ya está.
Ya lo había dicho.
Llevaba ocho años
sin explicarle a nadie los motivos reales acerca de su repentino y radical
cambio de ideología política. Acción y noticia que causó disgusto y estupor a
partes iguales en su familia y círculo de amistades íntimas además de una
profunda incomprensión.
Y ahora llegaba
Verónica y con una simple pregunta había conseguido sonsacarle la respuesta
(omitiendo los detalles oscuros del engranaje de la historia, eso sí). ¿Cómo no
estrangularla por ello? ¡Este hecho venía a demostrar la facilidad que aún
tenía para hablar con ella y del control que ejercía sobre él sin ser
consciente de ello!
No podía echarle la
culpa al alcohol porque ya era demasiado mayor para tan párvula excusa. Se
había confesado con ella porque había querido; quizás harto ya de guardar
durante tanto tiempo esa información.
Siempre había creído
que el alcohol sacaba a relucir la verdadera naturaleza oculta y
controlada de la naturaleza al
desinhibirnos. Por eso no afectaba de la misma manera a todos y aparecían
bebedores parlanchines, violentos y graciosos. A él sin embargo, le
desarrollaba su ya de por sí sincera lengua; confirmando el dicho popular que
niños y borrachos siempre dicen la verdad.
Sin embargo, su
repentino y liberador ataque de sinceridad no era sinónimo de felicidad. Todo
lo contrario. Estaba enfadado consigo mismo y con Verónica porque lo que hace
años parecía gracioso y curioso ya no lo era. De hecho, no le hacía ni pizca de
gracia porque si Verónica continuaba hurgando y preguntando sobre su cambio
radical de actitud podría acabar consiguiendo que se lo revelase todo y él no
quería convertirse de nuevo en el centro de atención de la corte y que todos
volvieran a sentir lástima y compasión por él.
Tenía que conseguir
alejarse de ella a través de comportamientos nada educados. El problema que se
le planteaba era cómo hacerlo cuando se había proclamado en privado su
protector.
Situación que le
frustraba y enfadaba a partes iguales.
Pero no solo él
estaba enfadado en el salón. También su hermana Katherine compartía el mismo
estado. Y además, por el mismo motivo.
“Ocho años” pensó.
“Ocho años de incansable acoso, con amenazas, “torturas” y desaparición de
objetos de vital de sus aposentos para que me contara todo esto y nada” añadió.
“Y a Verónica se lo cuenta todo tan solo con una simple pregunta” agregó.
“Increíble” concluyó, mirando con envidia a su amiga.
Cierto era que de su
familia era la menos entendida en política; pero este era un tema con el que
ganarse la atención de nuevos pretendientes; sobre todo si se demostraba buena
base de conocimientos. Y cuando Jeremy se cambió de bando político, numerosos
hombres recurrieron a ella para que les explicase los motivos que pudieron
haber provocado un giro tan radical en él. Pero no pudo hacerlo; ya no por no
entender bien el entramado político (aunque las nociones básicas de Penélope y
Rosamund le fueron muy útiles) sino porque a su hermano no le dio la gana de
hacerlo.
Bien pensado, no
tenía sentido enfadarse con Verónica; quien no sabía nada de nada. Debía
enfadarse con Jeremy y su mutismo; posibles causantes de su actual soltería.
Pero ya sabía cómo iba a vengarse de él.
“Nadie ignora a
propósito durante tanto tiempo a Katherine Gold; incomparable de su generación”
pensó con malicia.
Su venganza
consistiría en romperle a Verónica la imagen de perfección e idealismo errónea
e irreal que se había creado gracias a sus recuerdos infantiles y de primera
juventud gracias a los años en que no
había estado en contacto directo con él. Imagen que para nada se correspondía
con la realidad y que demostraba realmente era que, le estaba haciendo un
favor.
-
No
olvides a las viudas, querido – dijo.
-
¿Las
viudas? – preguntó Verónica, con otro gesto de extrañeza.
-
¡Oh sí!
– exclamó Katherine asintiendo con vehemencia. – Querida Verónica – inició con
tono condescendiente. – Mi querido hermano Jeremy aquí presente – dijo
señalándole con la palma de la mano extendida. - … Se ha convertido en el
paladín público de las viudas – concluyó. - ¡Pobres y desconsoladas viudas
londinenses! – exclamó en un falso tono lastimero mientas sonreía con malicia y
llevaba su mano a la frente, imitando los sobreactuados gestos teatrales en el
que se indicaba que la persona que lo ejecutaba iba a sufrir un desmayo.
Verónica suponía que
las palabras de su amiga encerraban un significado oculto, pero no adivinaba a
averiguar cuál era; por lo que no pudo hacer otra cosa que continuar mirándola
con gesto interrogativo.
-
¿Aún no
lo entiendes? – le preguntó, algo frustrada. Y en susurros añadió: - Mi hermano
defiende a las viudas públicamente porque desde que murió Rebecca no ha hecho
otra cosa que buscarse amantes viudas -.
La revelación de Katherine
provocó que Verónica diese un respingo en el propio sillón y retrocediera
horrorizada. Desde luego que ese comportamiento y actitud no eran propios del
Jeremy que conoció antaño. Por otra parte, creía a Katherine pero… su amiga en
ciertas ocasiones un carácter caprichoso e infantil impropio de una mujer de su
edad, así que…decidió despejar sus dudas preguntándoselo directamente:
-
¿Lo
haces? -.
“Mira tú por dónde
me va a venir bien la intervención de mi hermana pequeña…” pensó Jeremy,
agradeciendo su repentina buena suerte sin abrir la boca y por tanto, sin
conceder una respuesta a su pregunta.
No hizo falta más,
la impasibilidad e inexpresividad del rostro de Jeremy se lo confirmaron.
Katherine por tanto decía la verdad.
-
¡Oh Dios
mío! ¡Lo haces! – exclamó elevando la voz y abriendo mucho los ojos por la
sorpresa del descubrimiento.
Una de las
características que toda incomparable debía tener era un perfecto saber estar y
conocimiento del momento exacto en el que debía retirarse y abandonar una
conversación. Como buena incomparable, Katherine hizo precisamente eso;
desaparecer, pues era consciente de que ambos tenían que ponerse al día en
muchos temas. Y si tenían que tirarse los trastos a la cabeza, no quería ser
quien estuviera en medio de ambos.
Solo cuando
Katherine abandonó la estancia; con toda la pompa y ceremoniosidad que le
caracterizaba, Verónica se atrevió a preguntarle a Jeremy en voz muy baja,
aunque incapaz de borrar la expresión de desdén en su rostro:
-
¿Por qué
viudas? –
-
Fácil –
dijo él poniéndose de pie y comenzando a caminar. – Aunque te advierto Verónica
que mi hermana no te ha informado completamente de todo bien – añadió. – En
ocasiones, también disfruto de la compañía de las infelices e insatisfechas
mujeres casadas británicas – aclaró. – Son relaciones muy satisfactorias
también, pero con un único problema: sus maridos – se lamentó.- Decidí
decantarme por las viudas tras descartar a las jovencitas debutantes; quienes,
por muy espibiladas que sean en materia sexual, lo único que ven en un hombre
es un proyecto matrimonial. A las casadas las descarté tras verme envuelto en
varias situaciones comprometidas con los señores esposos de dos de ellas que me
llevaron incluso a arriesgar la vida en sendos duelos de pistolas al amanecer.
Tras eso, lo vi claro: las viudas. Las viudas son mujeres libres, sin cargos e
independientes económicamente hablando. Además están faltas de cariño y amor,
por lo que son vulnerables y fáciles de convencer o sugestionar a la hora de
tomar decisiones debido a sus recientes pérdidas – explicó Jeremy; maravillado
por la facilidad con la que estas
palabras; que lo convertirían en un animal de la peor calaña a ojos de Verónica,
salían de su boca. Aunque quizá salían tan rápido y tan fácilmente porque eran
ciertas.
-
No me puedo creer que acabes de decir esas
palabras – dijo Verónica, poniéndose en pie y justo enfrente de él para encarar
y descubrir si realmente o no, había sinceridad en sus palabras.
“Inocente…Aún cree
que soy el joven inmaduro de antaño…” pensó Jeremy. “Voy a tener que continuar
dándote detalles de mi vida actual…” se lamentó.
-
Hablo completamente
en serio Verónica – dijo. – El escoger amantes viudas es la mejor decisión que
he tomado en mucho tiempo: no tengo que preocuparme nada más que por saber
cuándo están disponibles y preparadas para pasar un buen rato y, de los
caprichos que desee comprarle cuando me plazca en recompensa por mis servicios
– añadió, antes de suspirar y agregar su puntilla final: - No ahora porque te
vas a casar y además, desconozco la edad que tiene tu actual prometido pero… si
algún día te quedas viuda y decides visitar Gran Bretaña, no dudes en recurrir
a mí para proporcionarte ayuda – añadió. - Con lo que sea - concluyó, son voz seductora y arqueando las
cejas, dejándole claro que se refería a asuntos de tipo sexual; como si le
quedase alguna duda.
-
Sei un…
- dijo con los dientes apretados antes de cruzarle el rostro con dos bofetadas
que quedaron su marca en sendos carrillos. – Stronzo[1] – concluyó, algo más
calmada tras el gesto.
“Me las merezco”
pensó Jeremy resignado y dolorido.
-
Por eso,
si tengo que convertirme en su paladín político público para defenderlas, que
tengan más ventajas legales y unas mejores condiciones de vida, con gusto lo
haré – continuó, ignorando las altas temperaturas que sus mejillas tenían en
ese momento y sobre todo, el dolor que emanaba de ellas. – Si ellas están
felices y contentas, yo me veré recompensado – concluyó.
Verónica se apartó
de Jeremy para procesar toda la información que éste le había proporcionado
sobre su yo actual en tan poco tiempo y palabras.
No podía ser.
Este no podía ser el
mismo Jeremy que ella conoció y del que estuvo enamorada tanto tiempo. Se
negaba a creerlo.
Quizás si le
presionaba algo más, podía llegar a saber de dónde procedía tanto desprecio
hacia las mujeres. Debía intentarlo, aun a riesgo de poner su integridad física
en peligro, pes ya había oído el mal genio que se gastaba últimamente y por el
cual era bastante impopular entre los miembros de la aristocracia masculina.
-
Así que
bajo toda esa fachada de honorabilidad y buenas intenciones escondes tus
propios intereses – le reprochó. Y ante el orgullo que parecieron causarle
estas palabras, decidió ir más allá. – Eres un egoísta Jeremy Gold, un egoísta
– le insultó. – Tú nunca fuiste un hombre que pensase o tratase a las mujeres
como meros objetos de adorno, así que deduzco que tu cambio de actitud debió
producirse mientras estuviste casado ¿me equivoco? – le preguntó.
-
¡Ah, el
matrimonio! – exclamó emitiendo un suspiro muy suave mientras asentía. – El
matrimonio es el cementerio del amor – estableció esta vez de forma muy
tajante, ante el asombro de Verónica. – No me mires así – le pidió con acritud.
– Solo hablo en mi caso, espero que a ti las cosas te vayan bien, de veras –
añadió, tocándole el hombro.
“Así que fue por
Rebecca” pensó con disgusto hacia ella. “¿Qué pudo pasar entre ellos que diera
como resultado esto?” se preguntó, curiosa.
-
Jeremy…
¿Qué sucedió en tu matrimonio con Rebecca para que cambiaras tanto? - le preguntó temerosa sin atreverse a
mirarle. - ¡Tú antes eras un romántico convencido! – exclamó en voz muy alta;
intentando hacerle recordar y despertar de su aletargamiento mental.
“Rebecca…” pensó
asqueado.
Jeremy no sabía que
pasaba pero, cada vez que alguien mencionaba su nombre asociado a él, algo se
activaba en su mente. Algo violento que era incapaz de controlar y que lo
enajenaba de sí mismo y su alrededor por completo. Por eso, antes siquiera de
que fuera consciente de lo que estaba realmente haciendo, comenzó a zarandear y
sacudir con fuerza a Verónica.
-
¡No
vuelvas a hablar de Rebecca y de mí en mi presencia! – le exigió. - ¿Me has
entendido? – le preguntó, desgarrado parte de la tela de la mana de su vestido
de la fuerza y presión a la que estaba sometiendo al cuerpo de Verónica.
Por primera vez
desde su regreso, ella tuvo miedo de la faceta violenta de Jeremy. Eso por no
hablar del daño que le estaba haciendo y que bien podría provocarle que poco
tiempo después le salieran moratones en los brazos. Sin embargo, lo peor de
todo era que no sabía cuándo iba a acabar con ella y, si como parecía, iba a
acabar por golpearla por hablar demasiado.
-
Por
favor – suplicó con ojos cristalinos. – Suéltame Jeremy – susurró.
En cuanto vio su
reflejo; o mejor el reflejo del animal en el que había convertidos en los
aterrorizados iris cristalinos de Verónica, Jeremy la soltó de inmediato y le
dio la espalda para serenarse y pensar qué tipo de disculpa debía darle por el
incontrolable comportamiento que acababa de tener con ella y que tanto daño le
había causado.
“¡Oh Dios mío!”
pensó Verónica. “Aún está enamorado de Rebecca y no ha superado su muerte”
añadió. “No solo viste de negro, realmente todo su ser continúa de luto y
probablemente siga furioso con ella y con el mundo porque se marchó y le dejó
aquí solo” añadió; comprendiendo su situación. “Debo ayudarlo a superarlo”
estableció con firmeza. “Ya no solo por la ayuda que me prestó ayer, sino por
nuestra antigua amistad” agregó. “Antes de que me marche Gran Bretaña debo
haberle ayudado a superar la muerte de Rebecca y, si me lo permite, buscarle
otra mujer con la que sea feliz. Lo juro” concluyó.
-
Jeremy –
pronunció su nombre con un tono de voz neutro, aunque no por ello menos firme.
Tanto, que éste se giró hacia ella al instante. – No sé qué es lo que te
ocurrió durante mi ausencia pero sé que el Jeremy de hace un momento no eres tú
realmente – añadió, acariciándole la mejilla mientras este se dejaba acariciar;
cual si de un animalillo pequeño se tratase.
-
Verónica
– dijo él, saliendo de su ensoñación y su breve período de calma; poniendo
nuevamente distancia entre ellos. – Deja de idolatrarme por favor – le pidió,
esta vez con suavidad. – Tú no me conoces y no tienes idea de quién soy yo
actualmente – concluyó, rehuyéndole la mirada por segunda vez.
-
Cuéntamelo
– le instó ella esbozando una sonrisa sincera; provocando que el fijara su
mirada en sus carnosos labios y sintiera una urgente necesidad de besárselos.
“¡Cómo si fuera tan
fácil!” pensó, resignado.
Podría hacerlo y
poner punto y final a su largo período de sufrimiento en solitario. Pero ¿para
qué? ¿Para que el mundo sintiera lástima de él o que incluso se burlaran de su
persona y llenasen entre otras cosas cornudo? No gracias. Prefería dejar las
cosas tal y como estaban.
-
No –
dijo con rotundidad, aunque su mente estaba flaqueando por segundos.
-
¿Qué te
ha pasado? – preguntó ella con dificultad, incapaz de creerse el rechazo al que
acababa de ser sometida.
-
La vida
me ha pasado – respondió él críptico. – Maduré – añadió, intentando clarificar
su razonamiento en la mente y ojos de ella.
-
Muy bien
– dijo ella, aceptando su derrota aunque sin comprender el comportamiento de
hoy de Jeremy con ella, sobre todo cuando había sido tan tierno y amable con
ella la noche anterior cuando la reconfortó y le inspiró fortaleza tras el
desagradable incidente de los grabados.
– Veo que aún nos estás listo, esperaré a que el señor que no será duque
por su propia declinación esté listo para contármelo – añadió, antes de
marcharse y dejarle solo en el salón del té.
El propósito de Jeremy
se había cumplido.
Por las palabras y,
sobre todo, por la forma en que las había pronunciado, Verónica no solo se
había enfadado con él sino que además le temía y le causaba asco a partes
iguales.
Eso la mantendría a
ella alejada de él y a él de ella al menos hasta el siguiente evento al que
tendrían que asistir juntos como familia; donde él ejercería de su protector y
vigilante en la sombra. Pero ya se enfrentaría a eso cuando ocurriese.
Debería estar sino
contento, al menos satisfecho consigo mismo.
Sin embargo no lo
estaba.
¡Joder!
Él no era alcohólico
ni acostumbraba a beber por las mañanas.
Entonces ¿por qué su
maldita conciencia clamaba por un buen vaso de whisky para mantenerla callada?
[1] “Gilipollas” Aunque también tiene otras
connotaciones en situaciones diferentes; siempre de insulto eso sí. No
obstante, dado que Verónica es una señorita he optado por el significado más
“suave”.
chin chin chu tu eres muy pero que muy mala malisima malota malvada malefica maligna que tu grado sumamente alto de malignidad maleficiente perversa no conoce limite alguno pero... COMO ME PUEDES DEJAR SIEMPRE ASI A MEDIAS¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿? PORQUE LO HACES PEQUEÑA MALVADA SHEREZADE EEEE PORQUE¿?¿?¿?¿?¿? NO ME PUEDES DEJAR ASI ALE VENGA FIESTA CON LOS OJOS COMO PLATOS Y LA MANDIBULA DESENCAJADA ANTE TALES HECHOS QUE HAN OCURRIDO ENTRE ESTA EXPLOSIVA PAREJA EEEEEEEE COMO COMO¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿ NO ME LO EXPLICO
ResponderEliminarY TRAS ESTA SARTA DE ELOGIOS Y ALABANZAS HACIA TU GRAN PERSONA PROCEDO A COMENTAR DE FORMA GENERICA CON ALGUNA PEQUEÑA SALIDA DE TONO DE LAS MIAS QUE SOLO VA A SER UNA PERO EL RESTO TODO DE FORMA GENERICA ASI QUE AHI VOY:
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIS MI WILLY WILLY QUE ME LO COMO MAAAADRE COMO ESTA ESTE CHICO POR DIOS MENUDA APARICION ESTELAR ME HA HECHO EL SR QUE HACIA MUCHO TIEMPO QUE NO HACIA APARICIONES ESTELARES DE ESTE TIPO AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIISS MADRE QUE SUSPIRO POR SUS HUESOS QUE TENDRA ESTE HOMBRE QUE LO HACE PERFECTISIMO PERFECTISIMO AAAAIIIS Y QUE ME HACE CHOCHEAR Y BABEAR POR EL AAAAAAAAAAAAAIIIIISSS AAAAAIIIISSS MAAADRE QUE WENO QUE TA EL SR AAAAIIIIISS
-HOY JEM ME HA CAIDO MUY PERO QUE MUY PERO QUE MUY MAL ES MAS AL FINALIZAR EL CAPI DE MI LINDA BOCA HA SALIDO LA PALABRA MALSONANTE DE CAP... Y AHORA PREGUNTO YO Y PORQUE LAS MAYUSCULAS NO SON MAS GRANDES QUE SI NO LO HARIA: PERO COMO TE ATREVES A HABLARLE ASI A RONNIE EEE A VER COMO TE ATREVES DESGRACIA HUMANA EEE COMO TE ATREVES¿?¿?¿ ENCIMA QUE TE QUIERE AYUDAR CACHO DE MAMELUCO POR NO SOLTARTE OTRO EPITETO MAS MALSONANTE Y PORQUE NO SE ME OCURRE NINGUNO ASI QUE ME PLAZCA PARA LLAMARTE Y CREO QUE ME HE PERDIDO PONIENDOTE QUE NO HAY POR DONDE COGERTE ASI YA REVUELVO EN EL ARGUMENTO PORQUE LE CUENTAS TUS AFFEIRES AMOROSOS A RONNIE CUANDO AMBOS DOS CHURRIS MIOS ESTAIS QUE OS MORIS EL UNO POR EL OTRO Y SOBRE TODO Y JEM QUE ES VERLA Y TE HIERVE LA SANGRE EEE COMO TE ATREVES A HACERLE ESE DAÑO A LA POBRE MUJER AYUDADO POR TU CAPRICHOSA XQ CHIN KATE ES CAPRICHOSA Y (OJO TU E KATE A WILLY WILLY NI TOCARLO EEE QUE ES DE LOPS Y DE CHIN Y MIO EE OJO QUE TE CORTO LA CABEZA EEE MUCHO CUIDADO QUE ME PONGO CHUNGA EEE OJITO GUAPITA DE CARA EE OJITO) ENCIMA PINCHA PARA ALEJARLOS POBRE RONNIE NO SE COMO PUEDE SEGUIR PILLADA POR EL AUNQ CLARO LO HACE PARA MANTENERLA LEJOS PORQUE LAS CHISPAS SALTAN QUE NO VEAS Y TENGO GANAS DE CARNAZA DE ESTOS DOS PERO MUCHAS GANAS XD
-POR CIERTO QUE LISTISIMA QUE ES RONNIE SI SR ME HA GUSTADO MUCHO COMO LE HA SONSACADO EL SECRETO A JEM ASI SIN MAS MOLA MUCHO ADORO A ESTA MUJER DESPUES DE LOPS SIP ME MOLA
CONCLUSION: QUIERO MAAAAS QUE AHORA ESTA LA COSA INTERESANTISIMA
HE DICHO