CAPÍTULO
VI
Una cómplice inesperada
-
P…Pp…Pppe…Penne...Penne…Pennelll…Pppennnello…¡Penélope!
– exclamó Sarah finalmente horrorizada antes de cerrar los ojos y apretar los
párpados con fuerza.
-
No cierres los ojos y sigas la premisa
de creer que estás viviendo una alucinación y que al cerrar los ojos para
volver a abrirlos de inmediato habré desaparecido porque eso no su sucederá –
le dijo con tono amenazador y señalándola con el dedo índice (aunque esto
último no lo vio dado que tenía los ojos cerrados).
Efectivamente.
Cuando, pasado un momento, una
Sarah temerosa de su sino, comenzó a abrir lentamente uno de sus ojos,
descubrió que Penélope tenía razón; que no era un espíritu o aparición
sobrenatural estelar y que, para su desgracia, no se había movido un milímetro
del mostrador.
-
Supongo que es una pérdida de tiempo
preguntarte qué estás haciendo aquí y sobre todo comprándote ropa de tan
peculiar estilo ¿o me equivoco? – le preguntó.
Sarah Parker jamás había visto a
Penélope tan enfadada como la estaba viendo en esta ocasión. En consonancia, su
estado de pánico y pavor se incrementaba por segundos.
-
De acuerdo entonces – asintió con la
voz muy tranquila antes de salir corriendo sabiendo perfectamente adónde debía
dirigirse para conocer las respuestas a sus preguntas.
No habían transcurrido ni dos minutos cuando una Penélope
bastante sofocada reapareció en la puerta del taller de madame Crouchet para
dirigirse directamente a ésta:
-
No se preocupe – inspiró aire. –
Lavinie – y volvió a inspirar. – Volveré enseguida – concluyó, antes de
reanudar la carrera e ignorar deliberadamente la presencia del carruaje que su
marido había puesto a su entera disposición para desplazarse y de paso, tenerla
controlada y vigilada en todo momento por la ciudad.
-
¿Es que no vas a detenerla? – le
preguntó madame Crouchet a Sarah Parker clavando su mirada en ella mientras se
cruzaba de brazos; pasado ya un buen rato esperando cualquier tipo de reacción
por su parte (y entender por otra parte la estrambótica e inusual que había
sido la de la protagonista secundaria)
La mirada de reprimenda de madame Crouchet hacia ella,
sirvió de despertador y como aterrizaje en la realidad para Sarah Parker.
“¡Oh Dios mío!” exclamó mentalmente con horror. “Va a casa
de Christian” añadió, antes de a imitación de Penélope, echar a correr en
dirección a Saint James Street.
Sin embargo, y como también le sucedió a la primera, poco
duró su carrera, ya que en cuanto puso un pie en la calle, fue consciente del
aspecto y del más que seguro efecto que su nueva vestimenta tendría sobre los
hombres a partir de la próxima semana.
En otras palabras, había olvidado por completo que aún llevaba
puesto el corsé semitransparente del escote de mariposa.
Avergonzada y escandalizada a partes iguales, Sarah Parker
regresó al taller de madame Crouchet con el único propósito de encontrar algo
con lo que cubrirse la parte superior del cuerpo (puesto que la falda no era
especialmente escandalosa) Propósito conseguido cuando le arrancó a uno de los
maniquíes una estola de color amarillo (que para nada combinaba con el resto de
su atuendo) que se echó por encima antes de iniciar por segunda vez una carrera
persecutoria en muy corto espacio de tiempo.
No obstante, debía asegurarse de que su imagen no quedase
muy dañada no se produjeran malos entendidos. Por ello, utilizó como frase
definitiva de despedida para con la duela del taller; mujer pasmada en ese
momento:
-
¡Anote en mi cuenta esto también!
Sarah Parker corrió.
Corrió, corrió, corrió, corrió y corrió.
Corrió tan deprisa como no había corrido en su vida.
Sin embargo, no fue suficiente.
Ya que Penélope había partido con ventaja al haber salido
antes que ella y además, poco después del parto de Aurora (y siguiendo
indicaciones de Lord Greyford) se había estado ejercitando.
Conclusión: Llegó primero a casa de Christian en Saint James
Street y valiéndose de sus estrecha relación y su exceso de confianza con la
señora Rider, pasó directamente a su dormitorio; pues por las horas que eran,
Penélope tuvo la ligerísima intuición de que estaría durmiendo.
Su intuición al respecto se vio confirmada cuando abrió la
puerta del dormitorio y lo encontró roncado a pleno pulmón.
Decidida a interrumpir su sueño, lo llamó.
Lo llamó una, tres, cinco y hasta ocho veces seguidas
incrementando con cada mención de su nombre la intensidad de su voz pero… nada.
Así que en contra de su voluntad, no le quedó más remedio que seguir el ejemplo
de su marido y empujarle de la cama para que cayese al suelo y se despertase.
Objetivo cumplido sobradamente porque desde el suelo, éste
le dijo con ironía:
-
¡Cuñadita! - ¡Qué placer verte! –
añadió con una sonrisa. – Sobre todo cuando me despiertas con tanto cariño –
incidió con énfasis.
-
Te llamé ocho veces pero no me hiciste
caso – se defendió ella. – Situaciones desesperadas requieren medidas
desesperadas – añadió.
-
¿Y no se te ocurrió pensar en tu
infinita sabiduría que te estaba ignorando deliberadamente y enviando
indirectas con mi apático comportamiento para informarte de que no quería que
me despertaras? – le preguntó mientras se ponía en pie bufando, ahuecaba varias
veces sus almohadas y volvía a tumbarse sobre la cama antes de cerrar los ojos.
-
Ni se te ocurra intentarlo siquiera –
le amenazó ella, siseante. – Tengo que hablar contigo – anunció.
Pero Christian la ignoró, le sacó la lengua y apretó aún más
fuerte los ojos, concentrando toda su energía en intentar volver a dormirse.
Sintiéndose burlada e ignorada, Penélope n iba a darse por
vencida. Así que, se levantó con decisión y descorrió las cortinas iluminando
el interior de la habitación; coincidiendo con el momento justo y exacto en que
Sarah Parker entró en ella corriendo como una exhalación y frenando su carrera
agarrándose con fuerza al quicio de la puerta.
-
¡Lo siento! – gritó sin apenas aire y
respirando con mucha dificultad.
-
¡Pero bueno! – exclamó Christian con
aspavientos de los brazos. - ¿Es que nadie va a dejar que duerma hasta tarde
hoy? – preguntó enfadado y furioso con ambas.
-
Lo… siento – repitió Sarah sin aire. -
¡Ay! – exclamó, antes de sentarse sobre la cama para recuperar en algo el
aliento , tranquilizar su desbocado corazón debido al esfuerzo y para evitar
que el ligero mareo que sentía en esos instantes se agravase. – Pero es que…
¡Ahhhh! – gritó, dando un salto tan grande de la cama que volvió a ponerse en
pie por inercia. - ¿Qué…qué haces? – le preguntó tapándose los ojos con una
mano. - ¿Por qué estás medio desnudo? – quiso saber, horrorizada y reprobando
la manera que tenía de dormir.
-
Mi casa, mi habitación, mis normas –
gruñó, indicándole con la mano donde estaba (o más bien, donde creía que
estaba) la puerta de salida. Hasta que fue consciente de a quién pertenecía esa
voz. Una persona que le resultaba imposible concebir que estuviese en su
dormitorio por su propia voluntad de tan puritana como era. ¿Sarah Parker?
Imposible. -¿Qué haces aquí? – le preguntó mientras se rascaba una oreja,
bastante sorprendido y se incorporaba con un bostezo.
-
Venía a impedirle que llegara a tu casa
– se explicó, mirándole a los ojos fijamente. – Pero… obviamente, fracasé –
añadió, agachando la cabeza y con ello la mirada…y por tanto, viendo nuevamente
el pecho desnudo de Christian.
-
¡Ahhhh! – volvió a gritar, tapándose
nuevamente los ojos con una mano. ¿Quieres hacer el favor de taparte? – le
preguntó irritada. - ¡Así no puedo mantener una conversación seria! – añadió,
pateando el suelo con fuerza como gesto con el que manifestar su enfado.
Demasiado vago y cansado como para moverse a horas tan
tempranas para él de la mañana, Christian improvisó una solución a la situación
utilizando su almohada a modo de escudo y situándola delante de su pecho;
cumpliendo con este hecho la exigencia de Sarah para mantener una conversación.
Le tocó el hombro para avisarla de que ya estaba presentable
y Sarah abrió los ojos… solo para mostrarse bastante disconforme con lo que sus
ojos estaban viendo. Ella esperaba que se hubiera cubierto con la bata y no con
la almohada; la cual pese a su gran tamaño le daba una visión de sus brazos
desnudos y según la posición que adquiriese para sentarse, en ocasiones también
le mostraba sus pectorales. Sin embargo, su vagancia y rebeldía a la hora de
realizar acciones tan nimias como esta revelaban que o había pasado una buena
noche. Por ello, lo dejó estar.
Otra cosa era la opinión que tenía al respecto acerca de
cómo se había despertado esa mañana.
Eso sí, no volvió a sentarse al borde de la cama y se
mantuvo de pie, al final de la misma.
-
¿Y bien? – preguntó Penélope al fin. -
¿Alguno de los dos piensa contarme qué es lo que os traéis entre manos? – añadió,
cruzándose de brazos a la espera de la respuesta.
-
¿Nosotros? – preguntó Christian
bostezando. – Naaaada – añadió, desperezándose.
Penélope miró a Sarah en busca de algún síntoma de debilidad
por su parte pero en su lugar, ésta negó con la cabeza y por tanto, confirmó la
versión de Christian.
-
Ya – dijo Penélope; quien no se lo
había creído ni por asomo. – Y yo soy estúpida – añadió entre dientes. – Y por
eso, Sarah de repente estaba comprándose ropa que no es nada acorde a su estilo
habitual en el taller de costura de madame Crouchet – explicó, llena de
sarcasmo.
-
¿Ah si? – preguntó Christian curioso
con una sonrisa pícara, incorporándose un poco hacia delante para intentar
vislumbrar su Sarah llevaba puesto debajo del chal amarillo alguna reciente
adquisición. Al no conseguir ver nada, fingió indiferencia cuando añadió: - Yo
no sé si Sarah necesitaba o no renovar su vestuario, dado que no estoy puesto
al día en las tendencias de moda femenina y en cuanto a lo del taller de madame
Crouchet…es el más cercano a su casa; es muy lógico por tanto que se compre la
ropa allí – respondió. – Tú te compras la ropa allí y nadie murmura o tienes
malos pensamientos con eso – concluyó.
-
Sería un muy buen argumento Christian –
rebatió Penélope mientras asentía. – Si no llega a ser porque estaba presente
cuando la escuché mencionar a la propia Lavinie que no debía enterarme de esto
bajo ninguna circunstancia – explicó, con autosuficiencia, sabiéndose
victoriosa en este enfrentamiento.
Christian miró disimuladamente hacia Sarah y ésta se
descubrió cuando le devolvió una mirada cuyo mensaje implícito era un lo siento
mientras se mordía el labio e intentaba disimular su fracasado intento de
ocultarle el plan a Penélope.
-
Ahora es cuando me lo contáis – dijo,
sentándose ella en la cama, pues presentía que sería una larga explicación.
-
¡Oh! – exclamó Christian elevando los
brazos al techo. - ¡Mira que intenté por todos los medios dejarte al margen y
que no te enteraras para que, si por casualidad William se enterase de tu
participación activa no me enviase a la torre al intentar poner en riesgo tu
integridad! – protestó. - ¡Pero nada! – exclamó, golpeando la cama. - ¡Eres
demasiado inteligente! – le acusó. – Y por eso ¡te odio! – concluyó, sacándole
la lengua. – pero solo por eso, mereces saberlo – dijo, cambiando rápidamente
el registro y tono de su voz hacia el orgullo. – Eso sí – le advirtió. – No
puedes decirle ni una sola palabra a nadie – añadió, intentando modular su
registro hacia ala amenaza aunque al final, lo más parecido que le salió fue un
ruego.
-
¿Perdón? – preguntó Penélope ofendida y
enarcando una ceja ante las palabras de Christian. - ¿Te atreves a cuestionar
mi lealtad o la capacidad que tengo para guardar un secreto llamándome
indiscreta de forma velada? – añadió, enfadada e incrédula. - ¿Me puedes decir
a quién le he dicho en estos seis años que tú eres Christina Thousand Eyes por
favor? – le preguntó llena de amabilidad y con mucha ironía. - ¡Ah no! –
exclamó, chasqueando los dedos. – Es imposible que me facilites un nombre
porque no se lo he dicho a nadie – le recriminó poniéndose en pie; poniendo
algo más de distancia entre ella y su cuñado ante sus súbitas ganas de
abofetearle.
-
Lo siento Penélope – se disculpó
Christian de inmediato. – Nunca debí haber puesto en duda tu lealtad porque tú
eres la persona más digna de mi confianza que conozco – añadió.
“Los mellizos Crawford son las personas con más capacidad
para meter la pata en cuanto abren la boca que conozco” pensó Penélope.
-
Comienza a hablar – ordenó, aún
enfadada y enfurruñada para olvidar cuanto antes las últimas frases
pronunciadas.
-
A grandes rasgos…Sarah va a convertirse
en periodista – anunció.
-
¿Periodista? – preguntó frunciendo el
entrecejo y mirándola directamente.
-
Cronista más bien – rectificó
Christian, captando nuevamente su atención.
-
¿Cronista? – preguntó repitiendo las
palabras de Chrsitian; quien confirmó con un nuevo asentimiento de cabeza. -
¿Cronista de qué? – añadió, aún más confusa que antes.
-
Deportes – le informó Sarah orgullosa.
-
¿Dep? – intentó repetir pero se
atragantó por la sorpresa. - ¿Deportes? – añadió, enarcando una ceja mientras
pensaba que le estaban mientiendo, pues era conocedora de que Sarah carecía de conocimientos en ese
ámbito y que existían numerosos deportes entre los que no se permitía el libre
acceso a las mujeres; sobre todo los que se comentaban en The Chronichle.
Por eso, plantó una sonrisa de superioridad en el rostro
antes de preguntarle a Sarah; no sin cierto rin tintín:
-
¿Y sobre qué deporte en concreto vas a
escribir, Sarah? –
Y Sarah; feliz y orgullosa por el interés que mostraba su
amiga en su futuro trabajo respondió:
-
Boxeo -.
Boxeo.
Con esa única palabra desarmó y noqueó (nunca mejor dicho) a
Penélope por completo. Una Penélope que no esperaba para nada esa escueta respuesta
y que, por lo tanto tuvo que volver a sentarse para analizarlo todo mucho más
detalladamente.
-
¿He oído bien? – preguntó, pasado un
rato como si hubiera salido del trance; aunque incapaz de creerlo aún. - ¿Has
dicho boxeo? – añadió. Sarah asintió y Christian
hizo lo propio para confirmarle la noticia. - ¡Ay madre! – exclamó, poniendo la
mano en la frente y el grito en el cielo algo mareada por el exceso de
información antes de explotar: - Pero ¿tú sabes el lío en el que te estás
metiendo? ¿Tú tienes alguna ligera idea de boxeo? – añadió. – Y entonces
recordó la manera en que había visto vestida a Sarah en el taller de madame
Crouchet. - ¡Ay madre! – repitió señalándola. – Que para hacer de cronista y
pasar desapercibida te vas a hacer pasar por una p…-
Pero Sarah fue más rápida prestando toda su atención a las
palabras de Penélope y por eso, le tapó la boca con la mano antes de que
concluyese la frase; sabiendo muy bien cuál era la palabra con la que pondría
punto y final a la misma, especialmente porque no quería que Christian supiera
la manera en la que iba a pasar inadvertida y camuflarse con el público
asistente a este tipo de eventos para realizar su trabajo.
El gesto de Sarah hacia ella ejerció de indirecta poco sutil
para que permaneciera callada a este respecto. Pero no para que procediese a
tratar otro aspecto que también le preocupaba bastante:
-
Supongo que no irá sola ¿verdad? – le
preguntó a Christian, amenazándole con la mirada.
-
Claro – respondió él, encogiéndose de
hombros sin entender muy bien a qué venía esa última pregunta.
-
¿Te has vuelto loco? – preguntó
horrorizada. ¿Cómo vas a mandarla allí sola? – añadió, con los ojos
sobresaliéndose de las órbitas.
-
¡Porque ella es del Soho! – exclamó,
como si estuviera explicándoselo a un niño de cinco años.
-
¡Sé muy bien que Sarah Parker es del
Soho! – exclamó Penélope enfada en respuesta a su comportamiento
condescendiente con ella. – Pero una cosa es vivir y ser del Soho y otra cosa
es conocerlo y estar integrado en él – explicó ella, haciendo valer su
perfectamente válido punto de vista. Y Sarah, lamentablemente no lo está –
puntualizó. - ¡Es más de Mayfair que de allí! – exclamó, intentando hacérselo
ver a él. - ¡No sabe moverse por el Soho! – y añadió. - ¡Se la van a comer viva
porque lo notarán a la primera! – recalcó. - ¡Y más en un sitio como The Eye y
las personas que tiene como espectadores habituales de ese tipo de
espectáculos! – apostilló. – Por todo ello, necesita un acompañante – concluyó.
- Y si tiene aspecto amenazante mucho mejor – agregó como comentario final a su
argumentación.
-
¡Lo que dices es una tontería! – se
defendió Christian con aspavientos de los brazos.
-
Pues yo lo veo muy razonable – rebatió
ella a su vez.
-
¡No tenemos un presupuesto para pagarle
1 sueldo! – añadió él.
-
Págalo de tu propio bolsillo – le
ordenó Penélope como alternativa.
-
¡Sí hombre! – protestó él, ahora
bufando. – Te recuerdo que la que se ha casado con el hombre rico de la familia
eres tú – apostilló.
-
Es de Sarah y de su seguridad de lo que
estamos hablando – le recordó. - ¿No vas a pagar dinero de tu propio bolsillo
por protegerla? - le preguntó incrédula y con un tono que buscaba causar a
propósito el remordimiento de conciencia y el sentimiento de culpa en su
cuñado.
Pero no funcionó y Christian continuó negándose.
-
¿Por qué no lo haces tú mismo? – le
preguntó, proponiéndole otra solución. No era que desconfiara ni dudase de la
capacidad periodística de Sarah.
Todo lo contrario.
En ese punto estaba segura de que realizaría un excelente
trabajo; no en vano había ejercido de correctora de los artículos de Christian
en dos ocasiones y nadie había notado la diferencia entre una y otra.
El verdadero motivo por el que tenía serias dudas del éxito
del plan de Christian era por la condición de mujer de Sarah. Y no es que estuviera en contra de que las
mujeres realizasen también ese tipo de tareas; que no era así. De hecho, sería
bastante hipócrita por su parte el permitir que ella sí pudiera ejercer como
redactora y otras no.
El motivo real y único por el cual no se fiaba del resultado
positivo de esta iniciativa era porque al ser mujer y nueva, todos los hombres
pronto se percatarían de ella y sus especiales circunstancias y se convertiría
en el centro de todas sus lascivas miradas y en el objeto de su deseo (más vistiendo
como lo iba a hacer). De ahí la necesariedad de un protector que velara por
ella y la rescatase y librase de
situaciones embarazosas y no deseadas porque, o bien la actitud ruda y sin
modales o vergüenza de los hombres de Soho había cambiado mucho o mucho se
temía que Sarah no conservaría su plena integridad física en sus crónicas.
Siendo lo más triste y lo peor del caso es que ambos lo
sabían y ninguno parecía ser plenamente consciente de este punto.
En cambio, si fuera el propio Christian quien fuera allí,
nada de esto sucedería puesto que era un hombre. Quizás no el hombre más duro,
valiente, amenazador y corpulento de todos los que ella había conocido pero un
hombre al fin y al cabo.
Y como tal, no se convertiría en el centro de ninguna
mirada. Es más, le dejarían libre y a su aire. Incluso pudiera darse el caso de
que se echase a algún amigote entendido en el deporte entre los asistentes con
el que comentar el combate y que le proporcionase datos lo suficientemente
interesantes, ingeniosos o aclaratorios que incluir en el propio artículo.
Pero no.
Decidió ser un cobarde testarudo y enviar a la crédula e
inocente Sarah a que realizase tan arduo trabajo por él.
Indignante, cuanto menos.
-
Dime una cosa, si Sarah no hubiera
estado aquí para sacarte las castañas del fuego ¿a quién hubieras enviado a
realizar algo que a ti te correspondería mucho más? – le preguntó.
Christian no dijo
nada.
No hizo falta.
El mensaje quedó muy claro con la mirada y la sonrisa que le
dedicó.
-
¿Yo? – preguntó autseñalándose. - ¿Me
hubieras enviado a mí? – añadió, pasado un rato y aún impactada por la noticia.
-
Así es – respondió él, asintiendo. –
Fíjate de la que te has librado al casarte con mi hermano – añadió. – Ha sido
un gran cambio para bien ¿verdad? – le preguntó, sonriente y satisfecho. – No te ofendas Sarah – añadió girándose hacia
ella. – Te aseguro que la experiencia valdrá la pena y será la mejor de tu vida
– concluyó, consiguiendo que ella esbozara una sonrisa.
-
No le creas ni una sola palabra, Sarah
– añadió Penélope aún furiosa con su
cuñado.
¿Quién demonios se había creído que era para presuponer una
cosa así?
¿Un ser divino y todopoderoso?
¿Tan maleable y débil la creía como para pensar que en
cuanto le ofreciera el puesto de reportera de deportes ella iba a aceptar sin
dudarlo?
Pero sobre todo ¿es que pretendía continuar engañándose a sí
misma al negárselo tan rotundamente?
Por supuesto que sí, llegado el caso se lo hubiera propuesto
¡hubiera aceptado sin dudarlo!. ¡Pero si incluso le estaba costando no
proponerse como voluntaria ahora mismo!
Penélope maldijo entre dientes al excesivamente lado curioso
de su cerebro que en numerosas ocasiones se convertía en el rector de su vida y
por ello era causa única y última de todos sus problemas.
No obstante, no podía hacerlo.
Primero porque su conciencia no se lo permitiría. De hecho,
estaba feliz de que por fin Christian la hubiese escuchado (en una pequeña
parte) y hubiese concedido una oportunidad a Sarah para que diese a conocer su
valía. Era lo único que le gustaba del plan.
Y segundo, ahora mismo no podía dedicarse a ello con todo el
esfuerzo, dedicación y la pasión que requería. Básicamente porque tenía una
familia a la que adoraba y que le robaba todo el tiempo del mundo y sus
energías y sobre todo, un marido en exceso protector y muy visiblemente a ojos
de todos, enamorado de ella que no consentiría de ninguna de las maneras.
Era el turno de Sarah.
Lo cual no quería decir que ella no luchase por su causa y
sobre todo, por su seguridad discutiendo con Christian hasta vencerle y hacerle
claudicar para que contratase un vigilante que la acompañara a los combates.
De hecho, hubiera continuado su discusión eternamente con él
sino hubiera sido por la inestimable ayuda y magistral intervención de la
propia Sarah en la conversación… a favor de Christian con las siguientes palabras.
-
No hace falta Penélope – le dijo. – Yo me
valgo por sí misma – aseguró.
Y por segunda vez en la conversación, Penélope fue noqueada
y se quedó sin argumentos con los que rebatir.
-
¿¡Qué?! – gritó incapaz de creer que
ella consintiese y diese el visto bueno a este suicidio; ofreciéndose como
mártir voluntaria de la causa. - ¡Pero qué dices! – exclamó. – No tienes idea
de donde te estás metiendo – le aseguró, señalándola con el dedo y sintiendo un
dèja vu mientras recordaba cómo fue la primera vez que ella se internó por las
calles del Soho y la cantidad de sensaciones y sentimientos bien distintos que
sintió en su cuerpo.
La primera vez que ese acontecimiento se produjo fue hace
cuatro años y lo hizo junto con Rosamund para advertir a Stealthy Owl de que
Anthony (y con él, los ocho de Bow Street) había descubierto su escondite y
como tal, debía cambiarlo y huir de allí o bien permanecer oculto e inactivo
durante algún tiempo.
Aunque a la larga esa primera incursión en los bajos fondos
tuvo unos resultados muy satisfactorios y beneficiosos en su autoestima y
confianza en sí misma, Penélope lo pasó realmente mal y literalmente, el miedo la
paralizó esa noche más de una vez.
Sarah Parker era una de las pocas personas que conocía
íntimamente con el carácter más similar al suyo y por eso mismo, conocía de
antemano y a la perfección cómo se iba a sentir la noche en que hiciese su
debut periodístico.
Era una inconsciente y como la propia palabra indicaba
parecía no darse cuenta del peligro que corría.
Todo era culpa de Christian.
De Christian y del amor ciego que sentía por él.
Un amor tan obvio a ojos de todos que le resultaba imposible
que no se hubiera dado cuenta de tan perspicaz como era con el resto de cosas.
O quizás, sí que lo había hecho y la ignoraba deliberadamente; en cuyo caso su
delito era doble.
¡Ojalá un día se diera cuenta de los sentimientos de Sarah
por él!
O mejor incluso ¡ojalá llegara a la vida de Sarah un hombre
que mostrara un interés real hacia ella y que le hiciera olvidar el
encaprichamiento adolescente que sentía por Christian Crawford!
Si en su mano estuviera… ¡haría ya mucho tiempo que Sarah
sería feliz y tendría suerte en el amor!
Pero al parecer ese momento no había llegado y ella aún no
había tenido la oportunidad de ejercer esa función.
-
¿Es vuestra última palabra al respecto?
– les preguntó con los brazos en jarras y mirándoles de la misma manera que
cuando regañaba a sus gemelos.
Christian miró con las cejas arqueadas y de forma interrogativa
hacia Sarah y ésta hizo lo propio hasta que ambos asintieron a la vez,
sobrecogidos por el estado de enfado alcanzado de Penélope en esta
conversación.
-
Esto es una locura – farfulló. - ¡Una
locura! – exclamó, con aspavientos en los brazos y acercándose a ellos lanzando
rayos por los ojos; motivo por el cual al unísono dieron un leve respingo y
retrocedieron espantados. – Bien dicen los sabios que no hay más ciego que el que
no quiere ver y ¡vosotros dos estáis completamente ciegos! – les acusó. – Esto va
a ser una tragedia – dijo para sí en apenas un susurro. - ¡Una tragedia! –
añadió, con tono profético. – Estoy viendo el final trágico antes de que suceda
– anunció, ya en el hueco de la puerta. – Pero os advierto una cosa – advirtió con
tono amenazante y un brillo peligroso en los ojos. – Cuando los acontecimientos
se hayan desencadenado y el trágico fin sea irrevocable, no acudáis a mí en
busca de consejo o ayuda porque no os los voy a proporcionar. En su lugar, me
volveré una repelente y una soberbia, me reiré de vuestro sufrimiento y os
repetiré hasta la saciedad que ya os lo advertí – explicó con orgullo. – Sois dueños
de vuestro destino y de vuestra elección aquí y ahora dependerá las
circunstancias, acontecimientos y la deriva que los mismos tomarán durante los próximos
meses – añadió. - ¿queréis condenaros? – les preguntó. – Adelante – les instó. –
Pero esta vez no me veré envuelta en una situación peligrosa que incluya
secretos ni me arrastraréis en vuestra caída – concluyó, dando un sonoro
portazo a la puerta de la habitación de Christian ante la estupefacción y la
boca abierta de Sarah.
Pero esa no fue la última noticia que tuvieron de Penélope,
pues también cerró de la misma manera la puerta principal de la casa; haciendo
tambalear algunos cuadros de las paredes y la jarra y el vaso de agua de la
mesita de noche de Christian Crawford; confirmando para él lo que sospechó
desde que lo había despertado de esa manera tan particular y violenta: estaba
en los días del mes.
La primera vez después de haber tenido a su sobrina Aurora.
Y esa vez siempre era especialmente difícil, según le había confesado su
hermano.
Cuando Penélope llegó a su propia casa Oxford Street pensó y
se lamentó acerca de toda la escena trágica y profética que había protagonizado
en casa de Christian.
¿Por qué?
No podía quedarse al margen de esta situación porque, como
casi siempre y de manera completamente involuntaria e indeseada…
¡Ya era una cómplice inesperada!
ADORO A LOPS LA ADORO LA ADORO LA ADORO ME ENCANTAAAAAAAAAAA LOPS ES LA MEJOR DE VERDAD UN MONUMENTO LA HAGO CUALQUIER DIA JAJA Y MENOS MAL Q TODO SE HA ACLARADO!! XQ NO QUIERO Q MUTILEN A MI WILLY WILLY AAAAAIIIISSS MI WILLY WILLY MAAADRRE Q ME LO COMO COMO QUIERE A MI LOPS DE VERDAD ME ENCANTA ES PERFECTO =) Y BUENO BUENO Q GANAS DEL COMBATE MAAADREEEE
ResponderEliminarDESDE LUEGO SARAH HAS GANADO PUNTOS EE HAS DEJADO A LOPS TUERTA A LA CUAL CASI NADIE DEJA TUERTA NUNCA PERO FELICIDADES CHICA MI TOTAL ADMIRACION HACIA TU PERSONA EE Y LOPS ME ENCANTA EN SU PAPEL DE CELESTINA ME ENCANTA Q MATERNAL ES LA CHICA AAAISS MAADRE
Y CHRISTIAN TU ERES TONTO O TE HAS CAIDO DE UN GUINDO?¿?¿ A NO ERES TONTO Y TE HAS CAIDO DE LA CAMA O MEJOR DICHO TE HAN EMPUJADO POR TONTO DESDE LUEGO VAYA LUMBRERAS Q ESTAS HECHO MOCETE DESDE LUEGO MUCHO PROPONERLE A SARAH EL TRABAJO METERLA EN LA BOCA DEL LOBO Y NO PONERLE UN GUARDAESPALDAS MU MAL MU MAL X TU PARTE DESDE LUEGO LOS HOMBRES MUCHAS VECES NO PIENSAN EN LOS BRILLANTES PLANES Q PROPONEN VAYA TELA CON EL MATEMATICO/CRONISTA DE COTILLEOS MUCHA INTELIGENCIA PA NA PA Q TENGA Q VENIR MI LOPS A SOLUCIONARLO TO Y ENCIMA EL CACHONDO DICE Q NO PAGA AL GUARDAESPALDAS DE SARAH SERAA CRETINO MU INDIGNA ESTOY CONTIGO MAJO YA TIENES Q HACER ALGO GORDO PA Q NO TE PONGA VERDE
he dicho
PD: Q GANAS DEL COMBATEEEE NO TE DEMORES MUCHO CHIN Q TOY Q ME SUBO POR LAS PAREDES XD
aa y a todo esto (momento inspirado xq se me esta cayendo la baba a y sabeis quien en ya sabeis q serie q aaais madre mia) q enpeño x dormir en bolas tienen estos niños ee no piensan en q pueden coger una pulmonia¿?¿?¡ y luego quereis q no tenga pensamientos impuros pues lo llevais claro me liais me liais me tentais malisimas con vuestros niños y sus torsos y claaaro yo comento xq no soy ciega xD
Eliminarjajajaj!! lo de Christian y su manera de dormir lo menciono en la historia de Jem pero como me bloquee pos na... en cuanto a tu Gran comentariazo!
EliminarMADRE! O.O cuando yo pienso que es un capitulo de relleno donde no haya gran chicha que sacar vas tú y¡pum! me descuadras...
A ver, era obvio que nadie iba a castrar a Will (más que ná porque aún tiene que tener dos niños más con Lops) y me gusta que te guste Lops en su faceta de madre; es que la pobre desde que tiene tres churumbeles...tiene el instinto muy desarrollado.
Christian al final, le pone guardaespaldas: Marc (que lo es por poco tiempo pero no voy a poner spoilers) lo que pasa es que no había caído el pobre, es muy muy despistado... y en el fondo es un buenazo!
¿El combate? es un capi largo... así que supongo que para Semana Santa, aunque ya habéis leído un fragmento... anda por el blog... xD
yo ya lo sabes rompiendo moldes y joe con mi willy willy un poco mas y un equipo de futbol a este paso chaaval q... potencia aunq claro esta noche me ta demostrando lo potente q es xq vaaya tela con cosima a la q odio a muerte a muerte q la arrancaba la cabeza la odio y a la culona de la marquesa/tabernera tambn por p..... y todo esto a que venia a si ya me acuerdo lo de willy willy y el equipo de futbol
Eliminary siii capi del boxeo con ganas jaja muuuchas ganas jajaja y si lops y sarah son una rara mezcla de mi persona xD y ya me he perdido comentandote xD me via a terminar el capi de il falco xD
Entiendo perfectamente que haya reaccionado así... yo si viera que un capullo (lo siento, pero christian me lo parece por mandar a los demás a hacer el trabajo sucio y a los sitios peligrosos y más sin apoyo) mandara a una amiga mía a hacer lo que quiere que haga, se aprovecha de ella y me parece muy pero que muy mal. mira que le tenía cariño, pero le estoy cogiendo manía a éste tio... y yo también deseo lo mismo que lops, menos mal que ya ha aparecido, todavía espero que llegue el día en que se lamente de perder a sarah parker!!! indignada me hayo!! :P
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