CAPÍTULO XI
Cuando
Henry Harper conoce a Sarah Parker
Cuando las miradas
de ambas mujeres se encontraron fue imposible distinguir con total claridad
cuál de las dos expresaba mayor gesto de sorpresa o de fastidio; aunque por
razones diametralmente opuestas: ya que en el caso de Rosamund controló con
precisión milimétrica las diferentes expresiones y gestos de su cara,
permaneciendo impasible ante Sarah y en el caso de esta última porque su rostro
estaba cubierto de chocolate negro. Enorme capa de protección que agradeció
momentáneamente pues si no se descubriría la verdadera expresión de horror que
su rostro manifestaba.
La balanza del
control emocional se decantó finalmente hacia el lado de Rosamund cuando
surgiendo de la nada (en realidad de detrás de ella) apareció un hombre que
provocó que Sarah diese un respingo por el susto y la sorpresa.
-
¡Hola! –
exclamó Henry especialmente sonriente mientras se elevaba. - ¡Vaya! – añadió
con gestos de disculpa al ver que la había asustado. – Lo sien… - pero no pudo
concluir la frase cuando descubrió quién le había abierto la puerta.
O mejor dicho, el
aspecto físico de quien se la había abierto.
Retrocedió apenas un
milímetro y abrió mucho los ojos bastante afectado por el impacto de la visión.
Visión que lo había dejado mudo, boquiabierto e incapaz de dejar de mirar a la
pequeña mujer que agarraba con tanta fuerza el quicio de la puerta que sus
nudillos estaban completamente blancos y que por la manera y el corte de su
vestido no se correspondía con una empleada de los Crawford. Aparte obviamente
de que no podía apartar los ojos de ella porque tenía la cara completamente
cubierta con lo que él esperaba y parecía ser (ya que no desprendía un olor
desagradable) chocolate mientras pensaba divertido que nunca jamás en su vida y
en las numerosas visitas que había realizado a casa de estilos muy diversos y
variopintos le había recibido de esta manera.
Nuevamente Rosamund
se hizo notar cuando expulsó el aire de forma sonora y muy evidente por la
nariz y enarcó una ceja, reflejando con esto su incredulidad.
-
Te
agradezco enormemente tus puestas en ridículo delante de mí – le dijo
asintiendo. – Realmente me facilitas mucho el trabajo – añadió antes de acceder
al interior de la mansión sin ser invitada y chocándose a propósito con Sarah
dejando a Henry frente a Sarah y Sarah frente a Henry.
Por segunda vez
mientras invitaba a pasar a Doble H a casa de los Crawford y empujaba
ligeramente la puerta (que parecía pesar una tonelada) para cerrarla, Sarah
agradeció el tartazo de Amanda mientras intentaba recuperarse del tremendo y
mayúsculo impacto que le suponía el haberse encontrado con Doble H en un
escenario tan distinto y diferente del anfiteatro The Eye como era la casa de
una de sus mejores amigas.
Estaba segura que
cuando posó su mirada sobe él, el color de su rostro desapareció alcanzando la
tonalidad blanquecina de la leche. Por otra parte, si no hubiera sido por esa
capa de chocolate Doble H la hubiese reconocido, tal y como ella había hecho
con él.
Aunque no estaba tan
segura de que no lo hubiera hecho ya por cómo daba vueltas a su alrededor
mirándola con bastante interés.
Un montón de
preguntas se agolpaban en su mente al verlo aparecer allí y sobre todo con
quién venía acompañado.
“¿Doble H con
Rosamund Appleton?” se preguntó. “¿Se conocen?” añadió, contrariada. “¿De
dónde?” “¿Desde cuándo?” “¿Por qué?” protestó de forma lastimera. “¿Puede
existir algo peor que mi mayor enemiga y que el hombre del que trato de
ocultarme se conozcan e incluso viendo su familiaridad fuesen buenos amigos?”
se preguntó con ironía. “¿Por qué no subes ya, Lucifer y me llevas contigo?” se
quejó elevando sus ojos al cielo, reprimiendo el gesto de elevar los brazos
también e intentando controlar y calmar sus debocados nervios por las
exhaustivas miradas que Doble H le estaba dedicando.
Como si de una
curiosidad u objeto exótico se tratara, Henry
no dejó de dar vueltas alrededor de la mujer de rostro marrón desde que
ésta le permitió el acceso al vestíbulo de la mansión mientras se fijaba en el
mayor número de detalles de su atuendo e intentaba descubrir si la conocía
personalmente.
-
Esto es
lo que llamo yo una dulce bienvenida – dijo, iniciando una nueva vuelta a su
alrededor sin dejar de asentir en ningún momento y reprimiendo las ganas que
tenía de reírse. – Eso es chocolate ¿no? – le preguntó con curiosidad acercándose
a ella hasta quedar su rostro a escasos centímetros antes de aspirar el aroma y
despejar sus dudas al respecto. Sarah contuvo el aliento ante la cercanía de él
y aunque sabía que estaba más cerca del infierno que del cielo, rezó con todas
sus fuerzas para que no la reconociese. – Lo probaría y con ello te ayudaría a
limpiarte un poco el rostro ¿sabes? – le preguntó apartándose. – Pero es que no
me gusta mucho el dulce y mi estómago tampoco lo tolera muy bien – explicó
intentando buscar su comprensión. – De hecho suelo vomitar cuando lo como –
añadió, resignado y elevando los hombros. Aunque también se sintió algo confuso
porque tras Joseph él era el rey del misterio. No entendía por qué le había
dado tantos detalles acerca de su vida nunca a una persona a la que acababa de
conocer y a la que ni siquiera le había visto la cara.
-
Lo sé –
respondió Sarah entre dientes y de manera involuntaria, enfadada por los
recuerdos de ese día; captando la atención nuevamente de Doble H; quien la miró
ceñudo cuando creyó entender las palabras “Lo sé” saliendo de la boca de la
desconocida.
Se lo hubiera preguntado él mismo para confirmarlo sino se hubiera dado
cuenta de que su hermana Rosamund apenas representaba ya un punto en la
lejanía. Una Rosamund de la cual dependía para sobrevivir y orientarse en esta
casa. Por este motivo, en vez de despejar su duda; la cual probablemente se
convertiría en eterna dado que era muy difícil que volviera a encontrarse con
ella y decidió despedirse con una sonrisa y las siguientes palabras:
-
Adiós mi
dulce mujer de chocolate -.
Acto seguido se giró en dirección a su hermana y le gritó:
-
¡Espera!
- ¡Eh! ¡Rosamund, espera! – repitió, intentando captar su atención llamándola por su nombre de
pila. - ¡Rosie! – añadió, utilizando e esta ocasión el apelativo cariñoso
fraternal. - ¡Ten compasión de tu hermano gemelo favorito! – le pidió, mientras
caminaba a paso ligero en su dirección. - ¡Sabes que no he estado nunca aquí y
que eres indispensable para que me oriente! – apostilló. - ¡Te necesito! –
concluyó, echando a correr al ver que por fin se había detenido.
“¿Existe algo peor
que mi peor enemiga pública y el hombre del que estoy tratando de ocultarme se
conozcan e incluso viendo su familiaridad fuesen buenos amigos?” volvió a
preguntarse Sarah con acritud mientras miraba, ausente de sí misma cómo Doble H
también se empequeñecía y desaparecía ante sus ojos. “¡Oh, Sarah! ¡Por supuesto
que sí!” exclamó con ironía. “Siempre cabe la posibilidad de que sean hermanos
gemelos” añadió, asombrosamente tranquila y carente de emociones. “Tengo que
encontrar a Penélope y marcharme de esta fiesta cuanto antes si quiero
garantizar mi supervivencia” declaró con firmeza y echando a correr justo en la
dirección contraria.
Finalmente resultó
que la a priori laberíntica y extremadamente confusa disposición arquitectónica
de mansión Crawford no lo era tanto gracias a unas reformas posteriores no
apreciables a simple vista y por tanto, la carrera persecutoria en pos de su hermana no quedó
más que en una excesivamente escena teatral para quedarle en ridículo. De
hecho, le resultó tan fácil orientarse que, una vez ubicados sus puntos
referenciales se atrevió a ir en busca solo de la mujer de chocolate para
descubrir quién era y sobre todo para verle el rostro limpio.
El problema vino
cuando una vez cruzado el primer bloque de esa mansión, dobló un pasillo
dividido a su vez en otros pasillos más pequeños donde cada uno de estos
pequeños pasillos tenía al menos varias bifurcaciones. Había dado con la
disposición laberíntica de la mansión, en efecto. Inseguro porque la orientación no era uno de
sus puntos fuertes vitales, al contrario que Anthony o Junior, decidió regresar
a la “seguridad” que le proporcionaba el calor del salón (y de la chimenea por
supuesto) y seguir las recomendaciones de su hermana interactuando con el resto
de los invitados.
En realidad lo que
él quería realmente era disfrutar de la lectura de su periódico. Sin embargo,
en el mismo momento en que juntos aparecieron en el salón, Rosamund se lo arrebató de las manos y lo lanzó de muy
mala manera a la mesa. Dejó muy claro por tanto con este gesto lo que era una
buena y mala idea a desarrollar allí.
“Sociabilidad Henry”
se animó antes de reaparecer en el salón.
Para su total
desolación, nadie fue consciente de su “gran entrada” ya que, durante el corto
período de tiempo que había tardado su conato de exploración independiente, los
invitados se habían dividido en dos grupos coincidentes con los sexos
situándose cada uno de esos grupos en una esquina del amplio salón.
Y lo mismo habían
hecho al parecer con su periódico.
Decidió caminar un
par de pasos hacia el interior del mismo para intentar captar el hilo de las
conversaciones que uno y otro estaban desarrollando antes de decidir finalmente
a cuál incorporarse de manera definitiva porque, puede que no fuera el mayor
experto en protocolo de toda Gran Bretaña pero hasta él sabía que era de muy
mala educación abandonar una conversación a medias.
Fue más fácil
escuchar primero la de las mujeres; las cuales estaban sobrexcitadas e imbuidas
por completo en pleno debate dialéctico acerca de qué sería lo próximo que iba
a pasar en el próximo capítulo del folletín escrito por Lauren Sunbright para
The Chronichle mientras resumían de forma excesivamente detallada lo sucedido
hasta ahora a la más reciente incorporación al numeroso grupo de lectoras
diarias, Katherine MacReed.
A Henry le resultaba
especialmente sorprendente el éxito de esa pequeña mujercita en lo que a la
publicación de su historia por entregas se refería. Sobre todo entre el público
femenino, aunque cada vez eran más los hombres que se adscribían a su club de
seguidores; aumentando su desconcierto sobre el tema dado que el género de la
historia era romántico.
Cierto que él era el
menos indicado para hablar o criticar con respecto al asunto porque también lo
había leído. Incluso podía decir con toda seguridad que se encontraba entre las
pocas personas que conocía el final (un final que se veía venir de antemano,
todo sea dicho)
¿Cómo podía saberlo?
¿Es que acaso Lauren
Sunbright era el pseudónimo que utilizaba para escribir?
No.
La razón era mucho
más simple: él conocía a la verdadera Lauren y había sido él quien la había
animado a que enviara el primer capítulo de sus historias a distintos diarios,
conocedor sin duda de la expectación que ésta provocaría. Ésta, en respuesta a
la confianza que había depositado en ella le concedió el privilegio de ser la
primera persona en leer la historia completa.
Una historia que le
dejó indiferente y que no le aportó nueva información o conocimiento útil aplicable
a su vida diaria. Pero claro, era una historia romántica y aunque él no era el hombre más romántico del
mundo ¿qué podías esperar de una historia de ese tipo?
Puede que no fuera
romántico en exceso pero lo que no era desde luego era un ser estúpido y por
eso, sabía que no podía manifestar su opinión al respecto frente a tan
acérrimas y fieles seguidoras sin salir indemne. Al igual que tampoco podía
revelar una mínima parte de información sobre lo que iba a ocurrir en futuras
entregas ya que también resultaría golpeado: bien por haberlo hecho o bien
exigiendo más.
En tal caso, hiciera
lo que hiciera corría serio peligro de resultar herido si se acercaba al grupo
de mujeres y por tanto, éste quedaba descartado.
Su mirada se giró
hacia el lado opuesto del salón con renovado interés mientras captaba esbozos
de la conversación que los hombres estaban manteniendo.
Deportes era el tema
escogido por ellos.
“Un inicio
prometedor” pensó Henry. “Al menos mucho más prometedor que el de las féminas”
añadió, mirándolas por el rabillo del ojo con cierta frivolidad.
Los hombres callaron
un momento y él por fin pudo enterarse del deporte en concreto sobre el que
estaban hablando cuando escuchó al marido de Katherine; Evan creyó que se
llamaba, leer en voz alta parte del contenido del artículo que sirvió de origen
del debate.
-
Para todos aquellos hombres que maldecían,
refunfuñaban y se quejaban cual mujeres insatisfechas ante la concesión de un
capricho o la negativa a la obediencia de una orden por la retirada definitiva
de los anfiteatros y cuadriláteros el año pasado del gran Daniel Mendoza; a
todos los hombres y a esos en especial tengo que decirles…¡no desesperéis! ¡Dan
Mendoza tiene sucesor y heredero! Efectivamente, yo estoy hablando ni más ni
menos que del reciente campeón de los pesos medios londinenses: el señor ¡Skin
HH Skull! -.
En cuanto Henry
escuchó la pronunciación de su nombre “artístico” dejó de prestarle atención a
la conversación de los hombres.
“¡Genial!” exclamó
irónico. “Están hablando de mí” añadió. “Conversación descartada Henry”
concluyó.
Lo primero que le
llamó la atención al respecto es que desconocía que fuera tema recurrente de
escritura en un periódico del que por otra parte era lector habitual. ¿Desde
cuándo sucedía esto? ¿Cómo demonios leía él el periódico si llevaban mucho
tiempo haciéndolo?
Y lo segundo en lo
que pensó nuevamente al mirar a los hombres era en que no podía participar en
esa conversación e integrarse en el grupo porque, pese a que no le costaba
reconocer que era presumido y que tenía un ego bastante subido (gracias al
éxito que tenía entre las mujeres por su atractivo físico) él no era tan
frívolo como para subirse a los altares a sí mismo y realizar una encarnizada
defensa de su persona en su faceta oculta como boxeador.
Se quería mucho a sí
mismo cierto.
Pero no hasta ese
punto.
¡Dios!
¡Si resultaba
ridículo incluso pensarlo!
Y por otra parte
¿sucesor y heredero del gran Dan Mendoza? ¿Quién había escrito semejante
barbaridad?
Una cosa era que
hubiese recibido lecciones de boxeo de su propia y experta mano tras resultar
ser el más pesado de todos los seguidores que iban a buscarle para que les
enseñara todo lo que sabía al respecto de la lucha y que por tanto, le hubiera
tomado como referencia y otra muy distinta era que fuese a resultar su heredero
o sucesor.
Le faltaba bastante
experiencia que adquirir y un largo camino que recorrer si quería siquiera
hacerle sombra.
Triste, se dio
cuenta de que esos comentarios y algunos muy similares serían los que le
permitirían participar de forma activa e integrarse plenamente en la
conversación con los hombres allí presentes. Pero para realizarlos tendría que
dejar al descubierto la parte de su vida que se había ufanado tanto en mantener
separada y oculta de su familia a fin de conservar el último resquicio de honor
que le quedaba. Hecho que no iba a permitir que sucediera de ninguna manera,
devolviéndole por tanto al punto inicial de la situación.
¿Qué hacer?
Tenía dos opciones
para elegir al alcance de su mano y no podía integrarse de lleno, revelando
todo lo que sabía en ninguna de ellas sin resultar dañado de una u otra manera.
Pertenecía a dos mundos pero ninguno le daba la sensación de ser el suyo o que
le aceptase tal cual era, con sus fallos y sus aciertos, sus defectos o sus
virtudes.
“La historia de tu
vida, Henry” pensó con un suspiro.
¿Entonces?
Continuó como hasta
lo de ahora: permaneció en el medio, observando al horizonte y prestando
atención a ambos lados para participar en ocasiones puntuales en el que le era
más favorable según sus circunstancias y abandonarlo antes de que estuviese tan
implicado que le resultase doloroso salir de él.
“¡Penélope!” gritó
mentalmente Sarah Parker asomando la cabeza en una nueva habitación y agitando
la cabeza con brusquedad hacia uno y otro lado. “¡Penélope!” volvió a mentarla
mentalmente repitiendo acción en una nueva habitación; con el mismo resultado. “¡Penélope!”
volvió a exclamar por tercera vez en otra de las innumerables habitaciones
(vacías) de la mansión. “Ahora sé de quién han heredado los gemelos su don de
camuflaje” protestó Sarah enfadada a la par que nerviosa pues sabía que estaba
jugando con fuego al entrar de esa manera en las diferentes estancias ya que en
cualquiera de ellas podía producirse el reencuentro con Doble H. Más ahora que
había eliminado cualquier rastro de chocolate de su cara. “¿Dónde se ha metido
la anfitriona de la fiesta?” bufó.
-
¡Penél…!
– exclamó, aunque descendió el tono de su voz de diez a cero en un segundo mientras
corría a esconderse detrás de una de las mesas con un jarrón lleno de girasoles
situadas justo al lado de la entrada del gran salón al darse cuenta de que
había estado a punto de chocarse con la espalda de Doble H.
Calmó su agitada
respiración, contó hasta treinta y cinco y asomó escasamente tres centímetros
de su cabeza (de los cuales al menos dos eran de volumen de su cabello) por el
lado derecho del jarrón para comprobar y cerciorarse de que nadie se había dado
cuenta de su presencia y aparición en el gran salón.
Y cuando decía nadie
se refería en realidad a Doble H.
Suspiró llena de un
alivio inmenso y se desinfló de todo el aire que sus pulmones habían acumulado
como consecuencia de la tensión y los nervios hasta ese momento cuando vio que
todo seguía igual.
A su vez, desde esta
misma posición se dedicó a buscar e identificar con un solo ojo a todos los
allí presentes, acudiendo nuevamente a la ayuda divina para pedir su
intervención concediéndoles la presencia de Penélope allí y sobre todo les daba
a escoger bien que estuviera cerca de la puerta del salón o bien tan fuera del
campo de visión de Doble H que éste no reparase en ella cuando fuera a
despedirse.
Deseos no concedidos
porque allí tampoco se encontraba Penélope.
“¿Pero no se supone
que el deber de una anfitriona según el protocolo es el de estar junto a sus
invitados?” se preguntó furiosa a la par que frustrada.
Cansada de su
improductiva búsqueda, se dio nuevamente ánimos para continuarla cuando, justo
antes de reemprender la marcha escuchó las carcajadas de los hombres.
Pero no fueron las
carcajadas las que provocaron que poco a poco fuese desvelando más centímetros
de su piel hasta acabar saliendo del escondite y caminar varios pasos hasta
alejarla de él y dejarla al descubierto, no. Las que provocaron su estado de
cuasi hipnosis fueron unas palabras que le sonaron sorprendentemente
familiares.
“¡Eh!” exclamó. “¡Eso
es mío!” añadió, sorprendida. “¡Me han publicado el artículo!” gritó, llena de
alegría en su cabeza. “¿Tenía que ser precisamente hoy?” se preguntó,
decepcionada y algo triste por no tener que esperar para leerlo con tranquilidad
cuando llegase a su apartamento y no ahora, tal y como era su deseo.
-
¡Lauren
Sunbright! – gritó Verónica al otro lado del salón.
“¡Claro!” exclamó
aún más enfurruñada. “¡Hoy también han publicado un nuevo capítulo!” se
recordó. “El que ocurre después de que el marqués obligue a lady Delia a que
baje del árbol al que se ha subido para salvar a su gatito. ¡Con lo interesante
que tiene que estar!” se quejó, estando a punto de golpear el suelo de madera
con el pie, siendo consciente de que con ello había estado a punto de
revelarse Doble H por segunda vez en muy
poco tiempo.
Sarah decidió no
prestar atención a las damas y concentró toda su atención en los caballeros,
recreándose y saboreando su victoria repitiendo en voz baja las palabras que en
ese momento leía Jeremy Gold; las cuales se sabía de memoria:
-
Aunque sin duda, lo más interesante sin duda
del anfiteatro The Eye, ya que el vencedor del combate estaba claro desde el
mismo momento en que se anunció la profesión del oponente; carnicero, es sin
duda su poseedor el cual mediante presentaciones y comentarios soeces es en sí
otro de los espectáculos y entretenimientos que dicho recinto ofrece y que lo
diferencia de aquellos que buscan la sangre y la excitación fácil del público
enfrentando a hombres frente a bestias, gracias sin duda también a los cuanto
menos curiosos atuendos que acostumbra a llevar… -
Cuando Jeremy se
disponía a leer la crítica al atuendo nocturno de Albert del combate anterior
en el que lo comparaba con el gitano más pobre de todos los gitanos pobres del
Imperio Británico y donde había vertido toda su mala baba contra su persona
Sarah fue consciente de que quizás, aunque estuviera hablando bajito y apenas
se la escuchase, ese tono lo era lo suficientemente bajo como para que Henry no
escuchara debido a que mientras recitaba de memoria había vuelto a acortar sin
querer la distancia que los separaba.
Al instante, decidió
separarse.
Se puso de puntillas
y dio un paso atrás.
Dio un segundo paso atrás.
Y un…
Un brazo movido a
igual velocidad que un látigo cuando restalla le agarró del brazo e impidió que
interpusiera más distancia entre ambos, cortando su marcha de raíz.
“¡Oh Dios mío!”
pensó Sarah. “Estoy muerta” añadió. “Me ha descubierto” concluyó tragando
saliva.
Primero Sarah se
puso lívida y su color imitó al blanco de las paredes. Acto seguido y fruto del
nerviosismo y de la tensa espera a la que la estaba sometiendo al no girarse
inmediatamente el rubor hizo acto de presencia instalándose también en su
rostro, especialmente en la zona de los mofletes.
Para cuando el
pánico era el sentimiento que dominaba por completo a Sarah, ésta ya no sabía
de qué color tenía el cuerpo: si verde, morado, rojo o blanco o una mezcla de
los dos últimos porque sentía frío y calor al mismo tiempo.
Henry se estaba
haciendo de rogar a propósito.
Le gustaba crear y
recrear expectativas a fin de prolongar la tensión del momento. Lo hacía cuando
salía a la arena del anfiteatro y lo estaba haciendo aquí. No obstante, estaba
comenzando a sentir y empaparse la palma de la mano con los sudores fríos de la
chica de la cara de chocolate.
Sabía que era ella a
quien había apresado.
Había sido
consciente de su presencia en el salón desde que entró y casi pronunció el
nombre completo de Penélope y acto seguido se escondió.
El vuelo de la falda
de su vestido color ocre la había delatado.
No obstante, había
decidido dejar que se confiara aparentando no haber visto nada hasta que
cometiera el error de acercarse demasiado a él para que, con un rápido
movimiento de sus brazos (ejercitando su talento natural de reflejos potenciado
por el boxeo) la capturase e impidiese su huida.
“Por fin voy a poder
verle la carita de porcelana a la señorita cara tarta de chocolate” pensó
sonriente.
-
Hola de
nuevo – volvió saludarla cuando se giró, conservando la sonrisa en el rostro.
Una sonrisa que
desapareció en el mismo momento en que descubrió la identidad de la señorita
cara tarta de chocolate.
Señorita cara tarta
de chocolate que no era otra que la mujer misteriosa que había ido a animarle
durante sus dos últimos combates pero vestida de una manera mucho más discreta
y justo como él la recordaba de la noche en que le salvó la vida en aquella
hedionda calle londinense y actuó como su ángel salvador.
¡Su ángel!
¡Su ángel salvador!
Henry la soltó de su
apretón y retrocedió varios pasos, actuando como si se hubiera quemado al estar
en contacto tan directo con su piel y poniendo escasa distancia entre ellos;
aprovechando para observarla directamente a los ojos y asegurarse de que no se
lo estaba imaginando tocándole el rostro; ahora sin rastro de chocolate.
-
¿Tú? –
le preguntó con un susurro y completamente alucinado por el descubrimiento.
El nudo que Sarah
tenía en la garganta era tan grande que le impedía hablar. De hecho le impedía
hacer otra cosa que no fuera mirar compulsivamente hacia todos lados y hacia
cualquier otro lugar que no fuera la cara o los ojos de Doble H, temerosa de
que sucediera exactamente lo de la vez anterior; que olvidaran todo lo demás.
Inconcebible.
Mucho menos ahora
que el público que pudiera estar observándoles era conocido y “amigo”.
Gracias a ello,
Sarah pudo certificar lo que su intuición ya le había advertido: que la mirada
de Doble la seguía allá donde ella la posase y por tanto, se había convertido en
el centro de su atención.
Fantástico.
Y entonces se dio
cuenta de que Henry había puesto algo más de distancia entre ellos; quizás
preocupado porque le faltase el aire debido a los sudores que recorrían su
cuerpo. No era mucha bien es cierto. Y mucho menos con la diferencia de altura tan
evidente entre ambos (de al menos unos veinte centímetros según había calculado
mentalmente sin mucho rigor matemático, todo fuese dicho) Pero quizás, quizás
si jugaba con el factor sorpresa a su favor…
“Huye” se ordenó.
Y fue tan vehemente
y convincente el tono que surgió en su mente que Sarah obedeció sin rechistar.
“Inteligente” pensó
Henry mientras asentía orgulloso y aplaudía su audaz gesto mentalmente. “Pero
si crees que esta vez te vas a escapar de mí estás muy equivocada” añadió,
desapareciendo sigilosamente del salón antes de iniciar su persecución.
“¡Lo he despistado!”
gritó Sarah llena de energía e inmensamente feliz cuando volteó la cabeza en
plena carrera y descubrió que Doble H no la seguía. Aún así, decidió no
alardear demasiado y continuó corriendo, aumentando la distancia que podía
separarlo con cada “poderosa” zancada que daba, ya que la suerte nunca había
estado demasiado tiempo de su parte y planteándose la posibilidad de que a lo
mejor, ahora que dar con Penélope no se había convertido en su prioridad quizás
diese con ella.
Sarah se las
prometía felices.
Demasiado felices.
Felices en exceso
porque, de la nada apareció un musculado brazo que la agarró de la cintura y se
enroscó con fuerza alrededor de ella, recordando a Sarah la ocasión en que
observó a una serpiente hacer lo mismo para asfixiar a su presa antes de
comérsela.
Lo cierto es que no
podía haber escogido un símil mejor porque en esos momentos ella era la presa a
punto de ser devorada por la furia de Doble H.
-
Pero
¿cómo? – se preguntó ella sorprendida mirando hacia todos lados intentando
ubicarse dentro de tan gigantesca mansión.
-
Sorprendida
¿eh? – le preguntó con una mueca de satisfacción. Incluso él estaba sorprendido
con su propia capacidad de orientación en un espacio que le resultaba
desconocido.
Sarah abrió los ojos
hasta que casi se le salieron de sus órbitas y se llevó la mano a los labios por
la sorpresa y para recordarse con este gesto que no debía volver a abrir la
boca en su presencia a no ser que fuera estrictamente necesario.
Con suavidad, Henry
la depositó en el suelo (sin dejar de agarrarla, eso sí) y le preguntó:
-
Tú –
volvió a decir sorprendido. - ¿Por qué huyes de mí? – le preguntó pasado un
instante de silencio. - ¿Es que te hice algo más de lo que no me acuerdo la
noche en que te vomité? – quiso saber, preocupado e intentando recordar algún
detalle que así lo certificara.
-
Te
acuerdas – respondió ella, tan sorprendida como él en la situación.
-
¡Por
fin! – exclamó él aliviado. - ¡Algo de dulzura después de tanta hostilidad! –
añadió. - ¿Por qué huyes de mí? – quiso saber nuevamente.
-
Eres un
Harper – respondió ella negándose a mirarle a la cara y con un hilo de voz.
-
Llámame
Henry – dijo ofreciéndole la mano y liberándola también con este gesto.
Sarah enarcó una
ceja mirando insegura a su mano mientras si dudaba o no en estrecharle la mano
que le ofrecía; aceptando con ese gesto tan simple cierta cercanía entre ambos.
-
Pero
¿Doble H?...-
-
Así me
llaman mis amigos – explicó otra vez. – Puedes llamarme tú también así si
quieres, aunque no me importaría que tú me llamaras Henry – añadió con tono
amable.
-
Ah –
respondió Sarah estrechándole la mano con confianza.
-
Ah –
repitió Henry a su vez elevando las cejas, instándole a que era su turno para
que pronunciara su nombre con ese gesto. Sin embargo, como en ningún momento se
lo pidió con palabras, el apretón de manos se alargó demasiado hasta
convertirse en un momento incómodo. - ¿Tú? – le preguntó Henry poniendo fin al
mismo, retirando su mano.
-
Parker –
respondió ella.
-
Supongo
que ese Parker estará acompañado de un nombre o nombres – dejó caer.
-
Ya te lo
dije – explicó ella.
-
No me lo
dijiste – replicó él.
-
Por
supuesto que sí – afirmó ella. – Yo no tengo la culpa de que estuvieras tan
borracho y colocado de que no te acuerdes – añadió.
-
No
estaba borracho – mintió él. – Además de que mi estado aquella noche se debió a
unas circunstancias muy particulares – apostilló con suficiencia.
-
Esa es
la excusa que todos ponen en algún momento – se burló ella cruzándose de
brazos.
-
No es
ninguna excusa, lo que te estoy diciendo es completamente cierto – aseguró.
-
Pues no
te creo – respondió ella.
-
Haz lo
que quieras – le dijo él, cansado.
-
Ten por
seguro que lo haré – aseguró Sarah, elevando la cabeza.
-
¡Bien! –
exclamó él a gritos, enfadado consigo mismo por ser incapaz de recordar un
detalle tan importante para una mujer como era su nombre como por la extrema
cabezonería de la que tenía en suerte de tener delante en esos momentos.
-
¡Bien! –
exclamó ella a su vez en un tono de voz si bien no tan alto como el que Henry
empleó, al menos lo más cercano que su voz le permitió.
Henry gruñó antes de preguntarle, implorándoselo con las manos e
imaginando que exprimía naranjas con ellas
-
¿Vas a
volver a decirme cómo te llamas? -
Ella bufó, despreciando con un gesto del cuello y dándole la espalda a su
burdo intento de exhibición acerca de qué grado de enfado podía alcanzar para
atemorizarla.
-
Yo creo
que está claro que… - dijo.
-
¿Sarah? –
preguntó Penélope, causando que la aludida diese un respingo enorme y se girase
completamente de un salto en su dirección.
-
¡Penélope!
– exclamó Sarah presa de una alegría y sensación de alivio tan grandes que se
echaría a llorar.
-
¡Sarah! –
respondió Penélope en el mismo tono de voz desconcertada y sin saber muy bien
cómo debía reaccionar.
-
¡Penélope!
– repitió.
-
¡Sarah! –
respondió la anfitriona a su vez.
-
¡Lord
Greyford! – exclamó Sarah en el mismo tono de voz y felicidad con el que
pronunció el nombre de su amiga.
-
¡Sarah! –
le respondió él de la misma manera a su vez, e igual de desconcertado que
Penélope por la situación (a quien miró interrogante y recibió un encogimiento
de hombros como respuesta) pero incapaz de romper la cadena de efusividad
extrema de pronunciación de sus respectivos nombres o título que ella misma había
comenzado.
-
¿Henry? –
preguntó sorprendido parpadeando varias veces.
-
Mattheus
– respondió él, devolviéndole el saludo siendo el primero cuyo tono de voz
alcanzó los decibelios habituales que una persona empleaba.
-
¿Henry? –
repitió Penélope adelantándose un paso, tan sorprendida como Grey de su presencia
allí.
-
¿Sarah? –
preguntó Henry dirigiendo su mirada de forma fija a la mujer que tenía delante.
-
¿Henry? –
preguntó ella.
-
¿Sarah? –
repitió él.
-
Sí –
asintió ella, enfatizándolo aún más con gestos de la cabeza; causando la
sonrisa de él pues la situación y la repetición de tantos nombres la habían
confundido tanto que acabó por revelarle su nombre de manera inconsciente y
otorgándole vencedor por tanto de este enfrentamiento entre ambos. . ¡Mierda! –
maldijo Sarah poniendo especial énfasis en la pronunciación de la –r antes de
corriendo precipitadamente hacia su amiga y situándose tras ella para buscar su
protección.
Protección un tanto
relativa la que Penélope podía ofrecerle dado que medía un par de centímetros
menos que ella y por tanto, era aún más significativa y apreciable la
diferencia de estatura entre ambos.
-
Penélope
por fin te encuentro – le dijo, tocándole los hombros. – Un fiesta magnífica,
una niña preciosa y unos gemelos que son la mismísima reencarnación del demonio
– añadió, sin aire debido a la velocidad con la que pronunciaba sus palabras. –
Pero tengo que irme – agregó. – Lo siento – se disculpó. - ¡Adiós! – exclamó. -
¡Chao! – añadió. - ¡Te quiero! – concluyó tomando aire antes de iniciar una
nueva carrera.
-
Tú no
vas a ninguna parte – dijo Henry, agarrándola de nuevo por la cintura y elevándola
hasta su altura impidiendo du huida con una nueva carrera. – Tenemos que hablar
aún de muchas cosas, Serena – le amenazó.
-
Sarah –
le corrigió ella al instante. - ¡Mierda! – volvió a protestar pataleando en el
aire.
-
¿Por qué
vienes a verme? – exigió saber en esta ocasión.
Penélope observó a
la pareja con atención mirándolos alternativamente varias veces y comprendió lo
que estaba sucediendo: Henry había descubierto que era Sarah Parker quien iba a
cubrir los reportajes de deportes y le estaba exigiendo que le rindiera
cuentas; con una química sorprendente entre ambos y que a ella comenzaba a
gustarle mucho. Por eso exclamó finalmente:
-
¡Ay
Dios! - Lo sabía – añadió, convirtiéndose en el centro de la situación a
propósito mientras se tapaba la cara con la mano, se mordía el labio inferior y
negaba con la cabeza.
-
¿Lo
sabías? – preguntó Grey confuso. - ¿Qué sabías? – añadió con interés.
-
¿Lo
sabe? – le preguntó Henry girando a Sarah en el aire para que enfrentara su
mirada. - ¿Qué sabe? – añadió, zarandeándola incapaz de creer que Penélope
hubiese descubierto por sí sola y sin su ayuda a qué se dedicaba por las noches
y quién era realmente Skin HH Skull.
Sarah se encogió de
hombros en respuesta a lo planteado por Doble H.
-
Lo sabes
¿eh? – le preguntó Henry dejando a Sarah en el suelo y acercándose a Penélope
caminado de manera peligrosa. Penélope asintió guiñándole el ojo de forma
apenas perceptible a Sarah. - ¿Qué es lo que sabes exactamente? – exigió conocer.
-
Que es
el momento de que marche ¡idiota! – le gritó Sarah Parker, incapaz de refrenar
el ataque de risa que le provocó el conseguir haberle engañado. Ataque de risa
que cortó de raíz cuando notó la manera en que a estaba mirando y como estaba
intentando controlar su reacción. – Adiós – añadió, esta vez sí pudiendo salir corriendo.
Henry se giró de
forma repentina con la respiración muy agitada y gruñendo. Gracias a esto, la
descubrió todavía sacudiendo la mano despidiéndose de su amiga con una enorme
sonrisa en el rostro.
Gestos que
desaparecieron cuando él se situó justo delante de ella.
Pero Penélope no
tenía miedo; aunque lo viera a punto de explotar frente a ella y por muy
apretados que tuviera los puños.
Sabía que le caía
bien y que por tanto, no le haría ningún daño.
Y si resultaba estar
equivocada, a su lado tenía un hombre aún más alto y fuerte que él que estaría
más que encargado de protegerla.
Como sospechaba,
Henry no le hizo daño físico. Únicamente se detuvo frente a ella, la miró en
silencio y fijamente durante un par de minutos mientras apretaba la mandíbula y
rechinaba los dientes.
Si acaso, el único
que sufrió algún daño leve fue el cabello de Penélope cuando Henry exhaló todo
el aire de la nariz justo en su cara; tan fuerte que acabó por despeinarla.
-
La voy a
volver a encontrar – dijo con firmeza y señalándola con el dedo índice. – Ya puedes
ir informándoselo a Silvana – añadió antes de echar a caminar en dirección a la
salida tranquilamente pues era una utopía salir corriendo nuevamente tras ella.
-
¡Henry! –
exclamó Grey sorprendido. - ¿Te marchas? – le preguntó. - ¿Sin despedirte? –añadió,
incidiendo en lo poco cortés de su comportamiento lanzándole una mirada
reprobatoria.
-
Mi
querido cuñado – inició Henry. – Creo que tanto Penélope como yo sabemos y
somos conscientes de que ahora mismo tengo cosas mucho más importantes que
hacer… - añadió reanudando su marcha.
En realidad, solo
había una única cosa más importante que hacer y esa era dar con la señorita
Susannah Parker.
Una Serafina Parker
que, tras un breve período de empate volvía a llevar la delantera en su lista
de enfrentamientos particular.
Pero esto era una guerra
no una batalla y el vencedor se proclamaría al final del conflicto.
La dejaría jugar.
Él era un jugador y
le encantaba jugar. De hecho, se jugaba su integridad física y ponía en riesgo
su vida noche sí y noche también en la arena del anfiteatro.No obstante, y pese
a que nuca había participado en un juego similar a éste, le daba la sensación
de que se divertiría mucho y de que lo iba a disfrutar enormemente…
“Que continúe la
partida” pensó, sonriendo antes de abandonar definitivamente la mansión
Crawford añadiendo que había sido una idea espléndida el acompañar a Rosamund pese
a que no se había socializado con nadie, no había comido y tampoco había
bebido.
-
¿Es mi
imaginación o Henry muestra un súbito y repentino interés manifiesto de forma muy
evidente en tu amiga Sarah Parker? – le preguntó Grey a Penélope con una mirada
de evidente complicidad, solo cuando escuchó cerrarse la puerta de la entrada
principal.
-
Shhh –
le respondió ella.
Puede que os guste, os disguste o quizás esperaseis más de este encuentro pero... tenía que decir que esta pareja me trae muy buenos recuerdos y me evoca a los tiempos aquellos en los que escribía de manera frenética la historia de Lops porque al igual que con la pareja de Por un beso la química, conexión y diferentes situaciones disparatadas que les suceden me salen solas.
ResponderEliminarHe dicho.
Y Aviso, hay más...
Próximamente xD
SHH COMO Q SHH ESTO NO PUEDE ACABAR ASII NOOOOOOO MALAAAA MALISIMAAAA PERO COMO ME DEJAS A MEDIAS LEÑE SIEMPRE ME HACES LO MISMO EN LO MEJOR ME LO CORTAS Y ESO NO MALEFICA ESO NO MALOTA
ResponderEliminarBUENO BUENO BUENO DESDE LUEGO DE PRINCIPIO A FIN BUA CHAVAL OJOS DESORBITADOS MANDIBILA PERDIDA NO DE ÑAM ÑAM DE MAROMOS X LOS QUE BABEO NO EN ESTE CASO AUNQ.... ÑAM ÑAM TODOS LOS MAROMOS REUNIDOS EN EL SALON ENTRE ELLOS MI SUPREMO Q ME LO COMO MAADRE MI WILLY WILLY XD PERO NO EN ESTE CASO HA SIDO DE LA SORPRESA XQ CREO HE SIDO SARAH REACCIONANDO YA QUE ESTA NOCHE ME HA PASADO LO MISMO QUE A SARAH VIENDO EL CAPI DE LOST IN AUSTEN CON EL SECRETO NO SECRETAZO DE CAROLINE BINGLEY Q ME HE QUEDADO AASI O.O COMO SARAH CUANDO HA VISTO A ROSIE Y A HH Y CHICO BOTE HUBIERA DADO YO SI HUBIERA SIDO SARAH Y HE AQUI UNA PREGUNTA MIA O DERIVACION COMO QUERAIS: ¿LOPS Q VIVE EN EL PALACIO DE CNOSOS DEL LABERINTO¿?¿ XQ... PEAZO CHABOLA TIE LA SRA PERO CASOS A PARTE Q ME DESVIO Y VOLVIENDO EL MOMENTO NO NOS MIRES UNETE HA SIDO MU GRANDE EN PLAN JODER Q MALA SUERTE HABLAN DE MI OTRO YO Y YO SIN PODER OPINAR JAJA AL IGUAL Q EL MOMENTAZO HENRY SOCIALIZATE Y Q LE QUITA EL DIARIO HA SIDO MU GRANDE JOE Q SARGENTON ES LA ROSIE Q CHUNGA ROSIE ES ESA ROSIEH MALOTAH RESHULONA JAJA Q MIEDO ME DA POBRE SARAH YO TAMBN LA TENDRIA MIEDO Y UNA PREGUNTA ASI SUSTANCIAL: ¿ROSIE NO ESTABA RECIEN PARIDA¿? XQ... LEÑE Q RAPIDO SE HA RECUPERADO DEL POSTPARTO XD MAS COSAS Q ME DISPERSO Y BUENO EL MOMENTAZO YA DE MOMENTO SOCORRO LOPS SALVAME LA OTRA TO CONCENTRADA EN SUS AMIGOTAS Y EL OTRO Q LA HA VISTO Y SE HACE EL LOCO Y LUEGO LA AGARRA Y LA OTRA TIERRA TRAGAME DIABLO VEN POR MI BUENO NO ME HE REIDO MAS XQ NO Y EL MOMENTO INTENTO DE SALIDA YO QUERIA BESO BESO CARNAZA XD PERO NO HA PODIDO SER PERO PARA LA PROXIMA SERA Y EL DIALOGO DE MARIA VAS A MISA NO QUE VOY A MISA CREIA Q IBAS A MISA PUES VAMONOS A MISA HA SIDO GRANDE CON EL HENRY SARAH LOPS CUÑAAAAO HA SIDO BUENO LLORANDO DE LA RISA Y EL MOMENTO OLA Q DISE COÑO Q SABE LO HE HAGO PARA Q LA OTRA POBRE SE PUDIERA IR HA SIDO BUENISIMO HA HABIDO HASTA UN RATO Y TODO QUE ME HE PERDIDO XQ YA NO SABIA QUIEN ERA QUIEN CON ESO TE DIGO TOH JAJA A SI Q SE ME OLVIDABA POBRE SARITA LO REITERO Q MARRONACO SE HA COMIDO AL RECIBIR A LOS BROS HARPER CON TO LA CARA GUARRA DE CHOCOLATE AUNQ CLARO AQUI MI HH HOMBRETON ÑAM ÑAM SI NO FUERA XQ NO LE SIENTA BN EL DULCE CREO Y MI MENTE PERVERTIDA X VOSOTRAS LO HA PENSADO Q CREO Q EL MOZO LE HUBIERA LAMIDO LA CARA CON GUSTO Y Q REGUSTO PARA HH SI NO FUERA XQ LE SIENTA MAL EL CHOCOLATE Q ME COMERIA YO AHORA UNA TABLETA DE MILKA CON OREO Q UMM SE ME HACE LA BOCA AGUA AAAGGHHH UIS Q ME DISPERSO BUENO LO DICHO QUIERO MAAAAAAAAAS Q ME HAS DEJADO A MEDIAS Y GRAN APARICION ESTELAR DE LA GRAN LAUREN S. SOBERBIA ESPERO CON ANSIAS TU MOMENTAZO JAJA
HE DICHO
shh si, ya sabes de mi malignidad absoluta y suprema...
EliminarA ver, Rosie es Rosie en pleno esplendor... ¿tu crees que aunque estuviera recién parida iba a perderse el acontecimiento en casa de su mejor amiga? ?Es que no atisbaste aún suficientes rasgos de su personality??
En cuanto al laberinto... tienes que refrescarte con la historia de Lops eh? Recuerda que ella se pierde y que por mucho que contratase a albañiles pa hacer reformas con los gemelos toda la casa no se iba a demoler asi que sí, está inspirado en el...
En cuanto a Lauren... ya aparecerá... tanto en menciones como personalmente, ¡con lazo y todo!
chin ni q fueras un perro con el lazo jaja!! xD
EliminarPues como era un capi entero pero lo dividiste... te comento todo aqui :) Asi a grandes rasgos, me encanta que aparezca Kath con los humos bajados y en compañia de mi escoces :) El episodio de las tartas y los niños liandola es muy bueno, estoy deseando que empiecen con las palabritas... Me he reido mucho con Rose diciendo a Henry que por biende la humanidad se llevara a Thon de putas XD Luego de este me he reido muchiiiisiiiumoo con la parte de los nombres jajaja Y me encantan los intentos frustrados de Sarah Susanna Serafina jaja por intentar escapar!! Mmmm.....creo que eso es todo!! :)
ResponderEliminarSe me ha olvidado!!!! Por fin puedo leer algo de los articulos de Sarah que me estaba preguntocuando saldrian :)
ResponderEliminarTanto le cuesta a Henry recordar nombres? cuando la vuelva a encontrar ¿volvera a preguntarle el nombre? jajaja
ResponderEliminarLa proxima vez que vea a Sarah deberia atarla para que no se le escape jajajaja