sábado, 24 de noviembre de 2012

De grabados...

" ¿Dónde demonios se han metido todas?" se preguntaba Rosamund iracunda mientras se paseaba por el abarrotado salón de baile a base de empujones y miradas de muy mala manera a los asistentes. "¿Dónde está Penélope?" se exigía saber.
La necesitaba.
Necesitaba de su inteligencia para que la ayudara con el nuevo asunto que se traía entre manos.
Asunto que no era otro que atrapar al ladrón que había robado ya en un par de casas nobiliarias y de cuya existencia ella se había enterado a base de escuchar conversaciones de su hermano Anthony con los otro siete miembros de los 8 de Bow Street en el despacho de su casa.
Gracias a esto ahora sabía que dicho ladrón se llamaba Sthealthy Owl.
Pero si quería atraparlo, conocía de sobra que ella sola no podría hacerlo; puesto que ella era la práctica. Y ninguna práctica  llegaba a buen puerto sin la teoría.
Pues bien, Penélope era su teoría.
De ahí la imperante necesidad de encontrarla...
De ahí su frustración y enfado. Puesto que llevaba ya dos vueltas completas al salón y no había dado con ella.
Fue en su tercera vuelta cuando se percató de Verónica.
Correción. De la actual situación en la que se encontraba Verónica.
Una Verónica que se encontraba rodeada de hombres. De lejos parecía que el número exacto de hombres a su alrededor era de... ¿diez?
"Esto no le va a gustar nada a Katherine..." pensó.
Efectivamente.
Diez era el número de hombres que la rodeaban. De hecho había reconocido a Verónica por su vestido barroco, no porque la hubiera visto.
Diez hombres que la rodeaban y la miraban de manera muy hambrienta y de unas maneras malintencionadas que no le gustaban en absoluto.
Siguiendo la corazonada y la mala espina que le provocaba esta situación, por primera vez agradeció el gentío y se acercó de manera sigilosa hacia el círculo...
- Agradezco infinitamente el instante en que decidió abandonar su autoretiro y concedernos el honor y gracia de su presencia, señorita Rossi -
-Muchas gracias milord, es usted muy amable - respondió ella amable.
- Es en serio señorita - dijo otro.
- Es usted la visión más espectacular de todo el salón con su vestido morado - dijo un tercero.
- Muchas gracias - respondió Verónica, sonriente.
- Una visión divina y celestial -
- ¡Una Madonna! -exclamó uno,besándole la mano.
- ¿Qué Madonna? - preguntó, otro ofendido. - ¡Una Venus! - replicó.
- ¡La Venus de Botticelli! - añadió otro.
 Verónica intentó mantener la compostura, tal y como dictaban las normas de protocolo durante toda la conversación. De ahí que hasta entonces se había limitado a asentir, sonreír y ser cortés con frases de agradecimiento breves pero, al escuchar los últimos comentarios enfervorecidos hacia su persona, fue incapaz de aguantarse más y se echó a reír a carcajadas.
- Agradezco comentarios y halagos tan positivos, señores - inició Verónica - Pero no puedo compararme con la Venus de Botticelli, principalmente porque ella es una pintura del siglo XV y es pelirroja y yo soy morena y estoy viva en el siglo XIX - explicó. - Además, considero que la bella Simonetta es mucho más guapa que yo - añadió, completamente convencida de este último hecho.
- ¡Vaya, vaya, vaya! - exclamó una voz masculina al fondo, que provocó que el corro se abriera y se giraran para descubrir quién era la persona que había hablado. - Parece que tenemos una entendida en arte aquí - respondió el señor Richfull mientras se acercaba con una sonrisa en los labios.
"¿Martin Richfull?" se preguntó Rosamund molesta escondida tras una columna. "¿Qué demonios hace ahí Martin Richfull?" quiso saber con la mosca detrás de la oreja, preocupada. "¿De dónde ha salido?" se preguntó. "¡Ahí no estaba hace un momento!" exclamó.
- ¡Quita! - exclamó enfadada dando un brusco empujón a la mujer que se estaba interponiendo entre ella y el círculo y que por tanto, le impedía ver con total claridad qué era lo que estaba sucediendo.
Al final, tuvo que acercarse aún más porque no entendía bien lo que estaba sucediendo.
¿Cómo lo hizo?
A codazos, obviamente.
- Lamento contradecirle señor Richfull pero no soy ninguna entendida en arte - dijo Verónica. - Es solo que si que tuve el placer de observar el fresco en persona durante un visita a Florencia  - explicó.
El círculo de hombres asintió a la vez, muy atentos a lo que Verónica decía.
- Aunque confieso que soy una gran interesada en el arte - añadió.
- ¿Ah sí? - preguntó Martin Richfull interesado con una sonrisa malintencionada en el rostro. -¿Os gusta el arte? - le preguntó.
Verónica asintió.
- ¿Qué tipo de arte? - quiso saber.
- Todo tipo de arte señor: arquitectura, escultura y pintura - explicó.
- Pintura ¿eh? - volvió a preguntar con la misma sonrisa siniestra de antes. Verónica volvió a asentir.
- Y decidme algo ¿también os gustan los grabados? -.
- ¿Grabados? - preguntó Verónica, frunciendo el ceño.
"¡¿Grabados?!" se preguntó Rosamund, horrorizada. "¡Di que no!" exigió Rosamund.
- Grabados - repitió el señor Richfull.- ¿Os gustan? - preguntó.
"¡No!" gritó Rosamund mentalmente mientras intentaba llegar abriéndose paso entre la multitud.
- Por supuesto milord - respondió Verónica, sonriendo. - Los grabados son una manifestación artística más y ya os he dicho que me encanta el arte - añadió.
Dicha frase provocó que los ojos de los diez hombres que la rodeaban (ahora once con la llegada de Martin Richfull) se iluminaran y que a punto estuvieran todos de babear; para total extrañeza de Ronnie.
- Fantástico - exclamó. - Fantástico - repitió en voz mucho más baja con una sonrisa en el rostro otra vez.
- ¿Sabéis milady que yo también soy un gran aficionado al arte? - le preguntó ahora.
- No - dijo negando con la cabeza. - No lo sabía - añadió.
- Pues lo soy - volvió a informarla. - Es más, los grabados son mi forma de pintura favorita - le hizo saber.
- Excelente elección señor - respondió Rosamund de manera amable.
- Poseo una extensa y completa colección en la biblioteca - le informó. - ¿Os gustaría verla?- le preguntó.
- ¿Perdón? - preguntó Verónica bastante incómoda por la manera en que los hombres la estaban mirando.
- ¿Os gustaría ver la colección de grabados que tengo en mi biblioteca? - le preguntó otra vez.
- ¿Ahora? - preguntó Verónica sorprendida. - ¿Y qué pasa con la fiesta? - le preguntó. - ¡Sois el hijo de los anfitriones milord! - le recordó.
- Precisamente por eso milady, mis padres están tan ocupados por la recepción de invitados que apenas echarán en falta mi ausencia temporal - le informó. - ¿Venís? - le preguntó pasado un rato ofreciéndole el codo.
Ronnie dudó un instante.
Había algo en el rostro y sobre todo en la manera en que la miraba y la sonreía que no acababa de convencerla. No obstante...
No obstante, hacía tanto tiempo que no observaba con sus propios ojos una obra de arte...
Lo echaba de menos.
Era una de las cosas que más echaba de menos del Piamonte: el poder ir con su tía de excursión para observar obras de arte.
Lamentablemente, la familia Gold no era muy proclive al conocimiento y disfrute de las artes.
Una verdadera lástima porque su vida en el Piamonte era plenamente artística y caracterizada por su continua asistencia a óperas, museos, ruinas, colecciones de arte y visitas a salones en las que asistía como oyente a interesantes discusiones sobre política o filosofía y a interesantes duelos poéticos.
Por suerte para ella, siempre le quedaba Penélope, fuente infinita de sabiduría y conocimientos.
Sintiendo un repentino y doloroso ataque de nostalgia y añoranza de su casa, Ronnie aceptó ir con el señor Richfull a la biblioteca para observar sus grabados.
Con suerte, ¡incluso podría conseguir que le regalase uno!.
Ya se encaminaba hacia la salida del salón, cuando cerró su mano con fuerza alrededor de su muñeca y tiró de ella justo en dirección contraria.
- ¡Tú no vas a ninguna parte! - exclamó Rosamund furiosa mirando con odio a Martin Richfull.
- ¡Rosamund! - exclamó Ronnie sorprendida por la aparición. - ¿Qué tonterías dices? - le preguntó. -¡Claro que voy a ir! - replicó.
- He dicho que no vas a ir y ¡no vas a ir! - repitió enfadada, tirando más fuerte y colocándola a su lado.
- Pp..p..ppero...- inicó Verónica.
- Ni peros, ni peras ¡ni nada! - exclamó Rosamund. - Lamento informarle señor Richfull de que la señorita Rossi está muy ocupada esta noche haciéndome compañía y le va a resultar imposible acompañarle a la biblioteca - dijo, mirándole con una sonrisa irónica.
- La señorita ha manifestado en varias ocasiones su interés por el arte y su deseo de acompañarme - respondió Richfull con una sonrisa igual a la suya controlando su furia.
- ¡Eso! - exclamó Ronnie para hacerse notar en la conversación, ya que ambos se miraban como si de un duelo a muerte se tratase.
- Pues si tanto interés tenéis en que Verónica vea vuestros grabados para que os dé su opinión acerca de ellos, podía ir a la biblioteca a por ellos para que ella pueda verlos aquí sin necesidad de ausentarse del salón de baile - dijo Ronnie, sabiéndose ganadora del enfrentamiento con esta respuesta.
Verónica abrió la boca para hablar, dispuesta a replicar nuevamente, pero pronto se dio cuenta de que la idea y sugerencia que su amiga había tenido era muy buena.
La felicitó por ello.
- ¡Caramba Rosamund! - exclamó sorprendida. - ¡Es una buenísima idea! -
- Ya ves Ronnie, esto de pasar tanto tiempo con Penélope hace que se me pegue su inteligencia... - le respondió sin dejar de mirar a lord Richfull fijamente.
- Milord...¿Podríais a por vuestros grabados a la biblioteca para que pueda disfrutar de sus contemplación en el salón de baile por favor? - le pidió, inmensamente feliz ante la perspectiva.
- Eh... sí - acabó diciendo con fastidio. - Voy por ellos - anunció. - Ahora mismo vuelvo - dijo, girándose y confundiéndose entre la multitud.
- ¡Gracias Rosie! - dijo Verónica. - ¡No sabes lo feliz que me haces! - dijo, estrechándola aún con más fuerza.
Pero Rosamund se soltó enseguida de su abrazo de forma brusca y la empujó, poniendo distancia entre ambas.
- ¿Es que te has vuelto completamente loca? - le preguntó enfadada. - ¿Cómo se te ocurre decirle a ti que sí para ir a ver sus grabados a la biblioteca? - añadió.
En ese preciso instante Rosamund vio a los hermanos Gold (que parecían discutir debido a los gestos de Katherine y a la cara de Jeremy), bufó y echando humo se encaminó a grandes y sonoras zancadas hacia ellos tirando de Verónica; quien era incapaz de oponerle resistencia, dada la fuerza que poseía.
- ¡Vosotros dos! - exclamó llamándoles la atención, consiguiendo que pararan. - ¿Se puede saber que clase de anfitriones de m...? - se mordió la legua para evitar decir la barbaridad que se le estaba pasando precisamente por la mente en ese momento. Suspiró y volvió a preguntar : - ¿Se puede saber qué clase de anfitriones sois? ¿Eh? -.
Ambos hermanos se miraron sin entender muy bien a qué se refería Rosamund.

-          ¿Por qué no la estabais acompañando en el evento tal y como manda el protocolo? – exigió saber mirando directamente a Katherine, la experta en estos asuntos.
-          Porque estaba muy bien acompañada por esos diez hombres – respondió desafiante.
-          Y tú carcamal… dijo descargando ahora su furia con Jeremy. - ¿Cómo es que no la has instruido en las artes de la seducción? – preguntó, casi a voces.
Jeremy casi se atraganta al escuchar esta exigencia en forma de pregunta (y eso que no estaba bebiendo nada en ese momento). De hecho, le dio un golpe de tos que era incapaz de parar y por ello, se puso rojo.
“¿Tanto se me nota?” se preguntó avergonzado mientras Katherine le daba golpes en la espalda para detener la tos. “¿Acabo de escuchar lo que creo que acabo de escuchar?” se preguntó nuevamente. “¿Carrotie me ha dicho que por qué no he seducido a Ronnie? No. Imposible” negó, vehemente. “¿Me ha dado permiso para hacerlo?” pensó con gesto extraño.
-          ¿No me has oído? – le preguntó chasqueando los dedos para llamar su atención. - ¿Por qué no lo has hecho? – quiso saber. – Es tu obligación como “libertino” que eres – le acusó.
“Parece que sí que me ha dado permiso” pensó Jeremy incrédulo por la revelación.
-          ¿Es que no ves como va vestida y las reacciones que provoca a su paso en los hombres? – volvió a preguntarle señalándola y, librándola al fin de su agarre en la conversación. Gesto que Verónica agradeció enormemente pues Rosamund realmente le había hecho daño en su ahora bastante dolorida muñeca.
Jeremy se echó a reír ante la estúpida pregunta de Rosamund. No obstante, visto el grado sumo de enfado que tenía y, para evitar en serio peligro la seguridad de su persona y librarse de un más que seguro golpe por su parte, decidió disimularlo en forma de otro ataque de tos repentino.
¿Qué no la había visto?
¿Qué no la había visto?
¿Hablaba en serio?
¡Pero si no hacía otra cosa que verla!
La veía en todas partes menos donde él más quería: en su cama.
“¿Cómo no voy a verla?” se preguntó indignado. “Con ese vestido de satén. Satén que seguramente se deslice limpiamente por su piel y podría dejarla desn…” pensaba imaginándoselo mordiéndose el labio y reprimiendo los gemidos. “Basta” se ordenó. “Es sufieciente” añadió. “Lo estás volviendo a hacer y no puedes” se regañó. “Recuerda quién es. Recuerda quién eres” se recordó. “Piensa en cosas neutras para bajarte el calentón” ordenó. “Piensa en animales. En animales tranquilos. En peces” añadió. “En tus peces” rectificó.
Y eso fue precisamente lo que Jeremy hizo.
Pensó en los cuatro peces que había adquirido recientemente como método de distracción y de los que nadie aparte del servicio conocía su existencia porque estaban en su habitación.
Pronunció sus nombres mentalmente:
“Tub” (Tina)
“Andjugs” ( y jarras)
“Water” (agua)
“Frozen” (congelada)
Lo hizo una.
Luego otra.
Y así tantas veces como fueron necesarias hasta que dejó de tener imágenes de alto contenido erótico protagonizadas por Verónica y él en su cama de dosel.
Solo entonces abrió los ojos orgulloso y satisfecho de sí mismo por haber vuelto a controlar sus impulsos; sonriendo por ello.
“¡Este hombre es tonto!” exclamó Rosamund indignada.
-          ¿Para qué querías que la acompañásemos? – le preguntó Katherine con el mismo tono de desdén que antes. – Parecía que se estaba divirtiendo bastante sin nosotros – dejó caer.
-          ¡Oh sí! – exclamó Rosamund asintiendo. – Se lo estaba pasando muy bien – añadió sin dejar de asentir. – Y mejor que se lo iba a pasar en la biblioteca de lord Richfull mirando sus grabados – anunció.
Katherine contuvo un grito de horror tapándose la boca con las manos. Solo entonces preguntó: - ¿Qué?-
-          ¿Qué? – se le escapó a Jeremy en forma de grito mirado con reprobación ahora a Verónica.
-          ¿Qué? – preguntó a su vez la aludida, aún sin entender nada.
-          Efectivamente – dijo Rosamund. – Nuestra amiga Verónica estaba a punto de marcharse a la biblioteca con lord Richfull para observar su extensa colección de grabados – les informó.
Ambos hermanos estuvieron mirando a Ronnie con una mezcla de horror y enfado hasta que Katherine se giró hacia su hermano para gritarle:
-          ¿Lo ves? – le preguntó. - ¿Qué acabo de decirte? – añadió. - ¡Tienes que ser su vigilante! – le ordenó señalándole. - ¡Mira lo que ha estado a punto de hacer! – añadió ahora mirando y señalando Verónica.
-          Tranquilidad – dijo Rosamund elevando las manos para llamar a la calma. – Afortunadamente para todos yo SÍ – dijo esto con especial énfasis – Estaba pendiente de Ronnie y lo impedí justo a tiempo – añadió, orgullosa.
-          ¿Dónde está? – exigió saber Jeremy, brusco. - ¿Dónde está Richfull, Carrotie? – añadió. - ¡Voy a matarlo! – exclamó. – Se le van a quitar las ganas de enseñar grabados en bibliotecas de que termine con él – dijo entre dientes apretando la mandíbula para que no lo escucharan.
Fracasó en esto último, al menos con Rosamund, pues esta le recriminó con tono burlón:
-          ¡Vaya! Ahora sí que nos interesa ser buenos anfitriones – dijo. – Pero ¿dónde estabas antes para impedir que fuera a ver los grabados? – le preguntó acercándose a él amenazante con los brazos en jarras.
-          Bueno, ¡basta! – exclamó Verónica hablando por primera vez en toda la situación. – Sabéis que no me gusta nada veros discutir – les regañó a Rosamund y Jeremy. – Además sabéis que me encanta el arte y ¡eran unos simples grabados por Dios! – dijo echándose a reír.- ¿Qué hay de malo en que fuese a ver unos grabados? – preguntó ignorante con los últimos rastros de la risa en su cara y una medio sonrisa en el rostro.
-          ¿Se lo explicas tú o se lo digo yo, Adonis? – le preguntó Rosamund irónica.
Jeremy suspiró, se acercó a Verónica, se agachó y comenzó a explicarle el significado real de los grabados.
A Verónica le hacían cosquillas tanto el aliento como la barba de Jeremy junto a su oído y por eso, reprimió el ataque de risa que amenazaba por comenzar otra vez.
“Es lo único bueno que tiene su barba” pensó distraída, riendo mentalmente. “¡Concéntrate!” se ordenó.
Y por eso, centró toda su concentración en las palabras de Jeremy.
-          Esto… - titubeó. – Verás… - añadió. – Lo que Rosamund… lo que Richfull… lo que yo quiero decir… - bufó y se giró en la dirección contraria para suspirar y pensar en la mejor manera de decírselo sin que se escandalizara (para total desesperación de Rosamund, observadora silenciosa, por increíble que parezca, de la escena) – Cuando Richfull hablaba de grabados en realidad no hablaba de grabados – dijo de una vez.
Rosamund; que había leído los labios de Jeremy (y por tanto había entendido la última de frase) hizo un gesto de desesperación e incredulidad antes de comenzar a aplaudir la estupidez que acababa de decir en su opinión.
Verónica ignoró el gesto de su amiga y continuó concentrada en la última frase.
Frase que por más que repetía, no entendía.
Por eso, con el ceño fruncido se giró y buscó la expresión de Jeremy para que la ayudara a entender. 
Con el rostro de Verónica a escasos centímetros del suyo, Jeremy rememoró inmediatamente el primer beso que se habían dado y le costó verdaderos esfuerzos refrenar a sus impulsos para repetir la acción. No obstante (dado que no estaban en el lugar indicado y tenía público, desechó ese hilo de pensamientos sacudiendo la cabeza y le dijo, mirándola a los ojos:
-          Verónica… - suspiró. – Los grabados son una de las tantas palabras que componen el lenguaje cifrado de los libertinos y que son utilizadas en el juego de la seducción – explicó. – Así que… Lo que Richfull dijo… - se rascó la frente y rectificó. – Cuando Richfull te propuso que le acompañases a la biblioteca para mostrarte sus grabados lo que realmente quería proponerte era… -
-          ¿Sí? – le preguntó asintiendo a la espera del final de la frase.
-          Lo que realmente te estaba proponiendo era… que te acostases con él – concluyó.
A Verónica le costó comprender el significado de la última frase.
La repitió mentalmente varias veces hasta que la procesó y asimiló su significado.
Entonces…
-          ¿¿¡¡QUÉ??!! – preguntó con un grito tan fuerte que llamó la atención sobre ellos. De hecho, pronunció esta frase tan corta de forma tan repentina que un pequeño escupitajo con saliva salió de su boca disparado hacia el ojo y la mejilla de Jeremy.
-          ¡Ay Dios! – exclamó avergonzada. - ¡Fue sin querer! – explicó. - ¡Lo siento! – se disculpó. - ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! – repitió mientras le limpiaba la saliva con la mano.
-          ¡Está bien! – dijo él dando un paso hacia atrás frotándose el ojo y abriéndolo  lentamente varias veces para reacomodarse a la capacidad de visionado. – Estoy bien, no te preocupes – le informó.
-          ¿Qué? – preguntó Verónica.
-          Que estoy bien – repitió Jeremy.
-          No me refiero a eso – dijo Véronica. – Lo entendí perfectamente, yo hablo de… lo otro – acabó la frase con un susurro.
-          Si Verónica, lo que realmente quería Richfull era lo que acabo de decirte – repitió.
-          ¿Es eso cierto? – les preguntó de forma muy seria (y esperando que no fuera cierto) a sus amigas para corroborar la respuesta de Jeremy.
Rosamund aún se reía del momento escupitajo volador (por el cual felicitó mentalmente a la excelente puntería y precisión de Verónica) cuando ésta les preguntó. De inmediato buscó a Katherine con la mirada y juntas asintieron a la vez.
“¡Oh Dios mío!” exclamó horrorizada mientras retrocedía y se alejaba de sus llevándose las manos a la cara por la vergüenza.
Caminó hacia atrás con pasos pequeños y lentos porque estaba recordando la situación que había vivido muy poco y entonces, al verlo desde otro punto de vista, todo cobró sentido.
Ahora entendía las miradas de interés y las sonrisas interesadas de todos los hombres cuando aceptó gustosa y de buena gana el ofrecimiento de lord Richfull. Y también comprendió el “extraño” tono que él había utilizado a lo largo de toda la conversación con ella.
Hizo cuentas mentales y…el padre de Martin Richfull tenía la misma edad que su madre. Miró hacia donde estaban sus tías y su abuela y éstas le  sonrieron con maldad y superioridad.
“Me han engañado” pensó con pesar. “Me han engañado como a una tonta” añadió.
“¡A saber qué habrán dicho de mi madre durante todos estos años!” exclamó furiosa recordando lo sucedido hacía ocho años. “¿Realmente me ven así?” se preguntó mirándose con asco y con las lágrimas a punto de derramarse de sus ojos.
-          ¡Lo siento! – exclamó ya llorando (incumpliendo esta norma de protocolo) antes de salir corriendo hacia los jardines para evitar alguien más la viera.
Mudos, los tres observaron cómo sin venir a cuento, Verónica se echaba a llorar y desaparecía de su vista a una velocidad vertiginosa.
El instinto protector y maternal de Rosamund se disparó de inmediato y se dispuso a salir corriendo presurosa tras ella. No obstante, su carrera se vio interrumpida porque Jeremy se había puesto justo delante de ella.
-          ¿Qué dem…? – inició.
-          No – dijo con firmeza. – No – repitió mirándola a los ojos para remarcárselo. – Yo iré – informó. – Quedaos aquí- les advirtió a ambas antes de girarse y echar a caminar tranquilamente (para evitar comentarios malintencionados) exactamente en la misma dirección que Ronnie.
Su hermana y Carrotie tenían razón
Verónica estaba muy perdida y desorientada en Londres.
Bastaba el ejemplo que acababa de vivir para darse cuenta y ser consciente de ello.
Necesitaba un guía y un protector que la orientase en el Londres actual en el que vivía.
Había llegado su momento.
Esos momentos y situaciones se iban a acabar.
Y él se iba a asegurar de ello personalmente.
Justo en ese momento, se comprometía a ejercer esa función a ojos de Ronnie, sus amigas y la sociedad en general.
Se congelaría el infierno antes que permitir que fuese protagonista de un escándalo o una nueva burla en su presencia.
No importaba que tuviera que poner en riesgo su salud debido a su calenturienta mente o el número de veces al día que tuviera que mencionar mentalmente a sus peces y baños de agua fría que tuviera tomar.
Él iba a ser su protector, su guía y su amigo
 Y punto.

9 comentarios:

  1. vaya con rossie q tia es bionica jajajajaja madre mia q pollo acaba de montar al ton de los grabados¿?¿?¡ x cierto richtfull los traera¿?¿?¿?¿ xD

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  2. pero... no me habias dicho que habias escrito mas??? O.o

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  3. dios q puntazo jaja q bueno y dime q lo q le sigue al trozo este viene con un beso en los jardines pliiiiiiisss dime q acaba a asi o si no me lo imagino yo eee jijij esta genial pero genial quiero MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSS =)

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  4. me he reido mucho, ahora entiendo yo el misterio con los "grabados", espero que ahora se lien, pero conociendo a chin... nos dejara con las ganas!! :P

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    1. se lian se lian pero no de la manera que te piensas... jajaja

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  5. biiiieeen lio lio lio jijij pero pon mas no nos dejes la miel en los labios jooooooo xD

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  6. no habias anunciado el final de esto??? mmm... doneeee estaaaaa?? XD

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