viernes, 23 de noviembre de 2012

De cómo William Crawford decide mudarse...

- ¿Y bien?- le preguntó Christian a Penélope mientras le ofrecía asiento con la mano. - ¿Lista para comenzar? - volvió a preguntar, aunque esta vez de manera retórica ya que él mismo se respondió a lo planteado. - Porque... tenemos mucho para escribir - dijo.- Al fin y al cabo, no todos lo días tu amiga Katherine Gold se emborracha de la manera en que lo hizo la noche pasada - añadió. - ¡La pobre! - exclamó - ¡Qué mal lo va a pasar hoy...! -- dijo, compadeciéndose y sintiendo algo (una ínfima parte) de lástima por ella al pensar en la resaca que tendría.
- Sí... - dijo Penélope asintiendo con la cabeza y avergonzada hasta el extremo por el inexplicable comportamiento de Katherine de la noche anterior.

Sin más tiempo que perder (y porque Christian podría estar toda la vida regodeándose en ese hecho puntual) ambos decidieron ponerse con el nuevo artículo de Christina.
Pronto, las risas y carcajadas hicieron acto de presencia en la conversación mientras recordaban algunos otros momentos memorables de la pasada noche tales como el baño de babas al que fue sometida Cassandra Cassidy por el embajador francés o lo continuos resbalones y caídas provocados por un exceso de encerado en el suelo.
En otras palabras, hoy estaban disfrutando de lo lindo redactando el artículo.
Tan "concentrados" estaban en su trabajo que solo escucharon el sonido de unos pasos acercándose hacia el despacho de Christian cuando éstos iniciaban el pasillo que conducía hasta él.
De hecho, fue el propio Christian quien primero se dio cuenta de ello.
- ¡Shhh! - mandó callar a Penélope de manera nada autoritaria. - ¡¡Shhhhh!! - repitió de manera más fuerte esta vez, consiguiendo su objetivo y además que Penélope le mirara extrañada.
- ¿Qué? - le preguntó entre susurros.
Christian tardó en contestar porque estaba centrado única y exclusivamente en confirmar que los sonidos que acababa de escuchar eran reales y no se los había imaginado.
Y efectivamente, eran muy reales.
Dato que quedó más que confirmado cuando los escuchó otra vez.
Y Christian entró en pánico.
"No, no,no, no, no,no, no, no, no, no, no, no, no, no,no, no,no y no" pensó y maldijo.
Viendo el cambio tan radical que se había producido en el rostro de su amigo, Penélope, preocupado se atrevió a preguntarle qué le ocurría.
Pregunta que Christian ignoró deliberadamente y que fue respondida de la siguiente manera:
- Tienes que esconderte -.
-¿Qué? - preguntó Penélope creyendo no haberle escuchado bien.
- Tienes que esconderte - volvió a decir.  - ¡Tienes que esconderte! - repitió.
- Calma, calma - respondió ella. - Christian ¿qué ocurre?- quiso saber para comprender la repentinamente absurda situación.
- ¡No puedo calmarme! - gritó. - ¡El no puede verte aquí! - añadió, desesperado.
- ¿Él? -preguntó Penélope con la ceja enarcada. - ¿Quién es él? - preguntó, arrugando la nariz.
- Mi hermano William - dijo Christian. - El duque de Silversword - añadió con rin tin tín. - ¿Qué demonios hace despierto a esta hora? - se preguntó entre dientes mientras maldecía. - ¡ Si hoy no hay sesión parlamentaria! - exclamó bufando.
La primera reacción ante el exagerado comportamiento provocado por el pánico de Christian fue mirar el reloj de bolsillo que había sobre el escritorio y cerciorarse de la hora exacta que era. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que era más del mediodía.
"¿Es que duerme hasta la hora de comer?" se preguntó sorprendida. "¡Menudo lirón!" añadió.
Acto seguido intentó recordar la cara del hermano de William y descubrió que no tenía imagen alguna en su mente. En otras palabras, que nunca le había visto.
Ni siquiera en algún retrato en casa de Christian.
Algo que por otra parte, no debería extrañarle ya que, ella era una casi una paria social y él en cambio era uno de los libertinos y solteros más codiciados de todo Londres. E cuanto a lo otro, tampoco debía sorprenderse o escandalizarse dada la manifiesta antipatía y resentimiento mostrados por parte de Christian hacia su mellizo.
Antipatía y resentimientos también mostrados en los artículos que escribía, donde él era siempre un protagonista habitual.
Justo en ese momento, Penélope hizo memoria y descubrió que William Crawford no era un completo desconocido para ella. De hecho, conocía bastante bien quiénes eran sus amistades y qué era lo que hacía por las noches para divertirse. Es más, según Christina creía que ambos habían coincidido (que no compartido conversación o bailes) en la boda de Jeremy y Verónica.
Pero nunca jamás le había visto de cerca.
Hasta hoy por supuesto.
Hoy sería el día en que por fin conocería en persona al archiconocido y mencionado (sobre todo por Katherine, su futura esposa)  por todos a su alrededor duque de Silversword.
Christian chasqueó los dedos y la sacó de su ensimismamiento.
- Tienes que esconderte - dijo por cuarta vez.
- ¿Qué? - preguntó parpadeando compulsivamente. - ¿Por qué? - añadió. Y entonces comprendió.
Manifestándolo en la siguiente afirmación:
- Te avergüenzas de mí ¿verdad? -.
- ¡¿Qué?! - preguntó él sorprendido e indignado a partes iguales. - ¡De ninguna manera! - negó vehemente.
- ¡Si lo digo por tu propia seguridad! - exclamó.
- Por mi prop... ¿qué tonterías dices? - preguntó sin comprender.
- Tú no conoces a mi hermano - le avisó. - Y últimamente está desatado - añadió.
-¿Desatado?- preguntó, instándole a continuar.
- Sí, no sé qué es lo que le pasa exactamente pero de un tiempo a acá está en modo libertino con toda mujer que esté cerca de él - añadió. - ¡Si incluso ha intentado seducir a la señora Rider! - protestó.- ¡A la señora Rider! - recalcó.- ¡Una señora que por edad podría haber sido nuestra madre! - exclamó escandalizado. - Por eso tienes que esconderte, para protegerte y ¡evitar que intente seducirte a ti también! - concluyó, señalándola con el dedo para intentar de eso modo hacerle ver su punto de vista.
Pero Penélope no lo entendió, sino que en su lugar rompió a reír a carcajadas.
- ¡Shhh! - ordenó por tercera vez. - ¡No puede saber que estás aquí! - añadió entre susurros.
- ¡Es... la...cosa... más...estúpida...que...te he..oído...decir...con... mucho! - exclamó Penélope entre carcajadas reprimidas y limpiándose las lágrimas que la risa le estaba produciendo. - Christian ¿tú me has visto bien? - le preguntó ahora bastante seria. - Tu hermano ni siquiera se fijaría en mí... ¿cómo va a intentar siquiera seducirme? - le preguntó, riendo ahora de manera ahogada.
- No te menosprecies Penélope - le advirtió, señalándola con el dedo. - Además ¿dado el estado de efervescencia hormonal en el que se encuentra? - le preguntó. - No tengo la más mínima duda de que lo intentaría - respondió. - Y no pararía hasta conseguirlo - añadió con firmeza. - Necesitamos esconderte - estableció. - Y rápido - concluyó.
-¿Cómo voy a esconderme? - preguntó Penélope después de haber mirado por todo el despacho en busca de un buen escondite para ella; satisfaciendo así la petición de su amigo. - No tienes armarios - añadió, señalando lo obvio.
"Tiene razón" pensó Christian con fastidio. "Y ahora ¿dónde la escondo?" se preguntó, nervioso porque los pasos de su hermano se escuchaban cada vez más cerca.
- Debajo del escritorio - ordenó, tajante.
- ¿Qué? - preguntó Penélope atragantándose  y borboteando saliva de su boca al hacerlo.
- Ya me has oído, debajo del escritorio - ordenó nuevamente y echando su silla hacia atrás para permitirle la  "entrada".
- No estás hablando en serio - dijo Penélope, negándose a creer esas palabras. - ¡No pienso esconderme ahí abajo! - exclamó, ofendida.
- A-ba-jo - silabó. - ¡Vamos! -exclamó, apremiándola tirando de la manga de su vestido.
- ¡Oh! ¡Está bien! -acabó accediendo a regañadientes. - ¡Lo haré! - recalcó antes de meterse debajo del escritorio sin dejar de protestar entre dientes.
Acción que provocó que, por nonagésima vez Christian le mandara callar. Solo que esta vez lo hizo mediante gestos. Como respuesta a esta orden, Penélope elevó la cabeza y le sacó la lengua.
En consecuencia, se dio un golpe en la cabeza.
- ¡Ouch! - se quejó.
Y eso fue lo último que Christian supo de Penélope porque en ese instante y sin llamar a la puerta, William hizo acto de entrada en el despacho con paso firme y mirando al suelo (al parecer, enfadado).
- ¿Te parece normal este escándalo a estas horas de la mañ...? - comenzó a preguntar.
No obstante, la pregunta quedó inacabada porque en ese instante levantó la vista y... casi se desmaya allí mismo ante la visión que tenía justo delante.
- Buenos días para ti también - le saludó Christian irónico.
Pero William estaba paralizado. Sin ni siquiera capacidad para parpadear.
-¡T...t...t...tú! - consiguió decir al cabo de un rato, horrorizado.
- ¡Vaya! Al fin dices algo... Te ha costado ¿eh? - le preguntó con guasa. - Qué quieres - exigió saber. - Estoy ocupado - añadió.
- ¡Ah! - gritó tapándose los ojos.
- William ¿estás bien? - le preguntó realmente preocupado. - ¿Qué bebiste anoche? - añadió poniéndose en pie y dando un rodillazo en la cara de manera fortuita a Penélope.
Penélope que le devolvió el golpe, por supuesto.
Y Christian comprendió y cayó en la cuenta de la perspectiva y visión de la que estaba "disfrutando" su hermano justo en ese momento, ya que su escritorio no era enterizo (y por tanto, se veía a Penélope agachada bajo su escritorio justo a la altura de...)
Carcajeó mentalmente.
Esto lo iba a disfrutar enormente...
- ¿Decías? - le preguntó cruzando las manos, acercándose al escritorio (con el consecuente movimiento de Penélope para echarse atrás y evitar recibir otro rodillazo) y ensanchando una sonrisa.
William puso cara de asco.
- ¿Yo? - se preguntó... - Yo... ve...ve...ve...nía a...a... - tartamudeó.
- ¿Sí? - preguntó. abriendo las piernas y emitiendo un pequeño suspiro.
- ¡Ugh! - dijo William horrorizado.
- ¡No, no, no, no,no! - exclamó Penélope. - ¡No me gusta como sabe! -dijo Penélope.
Y es que Penélope al echarse atrás para evitar el rodillazo se pinchó con uno de los afilados abrecartas que se le había caído a Christian (y que seguramente había creído perdido) y en consecuencia se había hecho un corte que había comenzado a sangrar.
Ese era el problema precisamente.
A Penélope no le gustaba la sangre.
Era capaz de soportar su visión (al contrario que a Rosamund; quien con solo verla, vomitaba) pero el sabor... el sabor era otra historia.
Esa mezcla entre óxido y salado le revolvía el estómago en cuanto su lengua entraba en contacto con ella.
Había intentado aguantarse y reprimirse porque Christian se lo había ordenado y porque realmente había llegado a creer las palabras de su amigo y temía un posible ataque e intento de seducción por parte de William (un William que era muy atractivo según había oído) pero todo el mundo tenía un límite.
El de Penélope se había rebasado justo en ese instante.
Solo esperaba arrepentida y avergonzada hasta el extremo que no hubiese sido en el momento más inoportuno (puesto que solía ser habitual).
- Cielo... la regañó suavemente. - Shhh... Te dije que te mantuvieras callada - añadió con tono de voz seductora.
"¿Me está hablando con tono de voz seductora?" se preguntó Penélope incorporándose y provocando que sonara el frufrú de su falda. "¿Me ha llamado cielo?" se preguntó desconcertada e incrédula.
- ¡Tú! - exclamó atónito, incrédulo y horrorizado a partes iguales. - ¡tú eres un pervertido! - le dijo con dedo acusador. - ¡Un pervertido, un cerdo y un degenerado! - añadió mientras pensaba que tenía que marcharse y abandonar ese despacho lo antes posible, encaminándose hacia la puerta de salida. - ¡Marrano! fue lo último que William le gritó de salir del despacho con un portazo.
Ya fuera de ese pequeño recinto, William escuchó las sonoras carcajadas de Christian y él decidió que tenía que olvidarse de la imagen que acababa de ver.
Y como bien dice el dicho, no hay nada mejor para olvidar que beber.
No obstante, había hechos que debían olvidarse más rápido que otros y por tanto, necesitaban o bien más alcohol o uno de peor calidad.
Solo había un club en todo Londres que era conocido por el pésimo alcohol que allí se consumía: Brook's.
Allí fue precisamente donde se dirigió raudo y veloz.

***
"¿Quién lo hubiera dicho?" se preguntaba William mientras apuraba su segundo vaso de coñac y comenzaba a notar en él los efectos del alcohol. "Christian con una vida sexual tan activa" pensó. "Christian con vida sexual" rectificó de inmediato mientras asentía.
- Las tornas están cambiando - le dijo al vaso ahora vacío mientras lo elevaba para pedirle otro al camarero.
- Chrissstian en cualllquier ppparte y tú... pff... a ninguna - se dijo. - ¡Qué vergüensa! - exclamó en voz alta. - Con lo que tú has sido Will... - se dijo.
Sintiendo cómo la lengua se le trababa cada vez más y le costaba cada vez más trabajo pronunciar determinadas sílabas, William decidió continuar su conversación en sus pensamientos y evitar así hacer más el ridículo.
Ahora la frase de ponerse a trabajar pronunciada por su hermano cobraba un nuevo sentido para él.
Por eso madrugaba tanto todos los días...para tener hecha la digestión para cuando llegase su amiguita la meretriz.Aún continuaba pareciéndole inexplicable e imposible: su hermano con una prostituta.
Porque tenía que ser una prostituta ¿verdad?
La únicas mujeres que él había conocido que realizaban el francés sin ningún tipo de reparos habían sido cortesanas. Bueno sí, y la maharajaní de Jaipur, pero ella era india y los indios estaban mucho más adelantados en lo que al sexo se refería. Y bastaba una ojeada por encima al Kama Sutra para reafirmarlo.
Tenía que ser una prostituta.
No cabía ni había margen u opción a otra posibilidad.
Aunque de lo poco que había atisbado del vestido por el hueco del escritorio, éste parecía de buena calidad y daba la sensación de que estaba bien confeccionado y cosido. Casi a todas luces parecía un vestido de paseo confeccionado para que lo luciese una...
No.
No podía ser.
De ninguna manera.
"¿La mujer que había debajo del escritorio era una noble?" se preguntó William incapaz de creerlo. "¿Qué demonios?" protestó."¿Qúe pasa aquí?" se quejó. "¿Es que durante el corto espacio de tiempo qe he estado inactivo las mujeres lo habían aprendido todo sobre las artes amatorias?" protestó, enfadado y cruzándose de brazos.
Después, se echó a reír.
¡Era un disparate!
¡Y una soberana tontería!
Jamás.
Jamás ninguna noble o joven debutante se mostraría así de desinhibida sexualmente en una casa que no era la suya.
La única mujer que se le ocurría a la mente a William en estos términos era...
"¡Oh Dios mío! ¡Christian es el nuevo amante de la condesa de Oxford y Mortimer" exclamó. "¡Dentro de muy poco vas a ser tío!" exclamó."¡Tío bastardo!" añadió dando un nuevo trago a su copa.
Trago que esta vez le costó bastante tragar.
"William, tienes que mudarte" pensó de repente.
Y de repente el cielo se abrió y le iluminó con toda la potencia de los rayos del Sol.
Tenía que mudarse.
Correción.
Debía mudarse.
Era un imperativo mental.
Lo cierto es que no se había mudado y poseía una casa propia en Londres acorde a su status de duque principalmente porque durante su estancia en la guerra y sobre todo, desde su regreso de la misma, la relación con su hermano había mejorado tanto que casi podía considerarse fraternal, superando ambos las críticas y las rivalidades creadas por su padre para separarlos.
Ahora que había reencontrado a su hermano quería disfrutar de él y no dejarlo solo en su casa. Casa que por otra parte no era muy grande y que contaba con un escaso personal de servicio acorde a la misma, es decir, escaso. Así que en teoría, Christian no vivía solo en su casa y éste no sería un argumento válido para su estancia permanente en ella.
Por otra parte, William debía reconocer que era extremadamente vago y perezoso y además se (y le) había acostumbrado a los cariños, comidas y cuidados de la señora Rider.
Señora Rider que jamás se iría a vivir con él a su casa, siendo bastante complicado (por no decir imposible) encontrar a una criada que se le asimilara. Añadiendo con esto otro motivo por el cual prefería quedarse junto a Christian.
Y por último (siendo también el principal) el motivo por el cual William no se habñia ido de casa de su hermano era porque aún no había dado ni encontrado con una casa que se ajustase a las enormes expectativas y requisitos a cumplir que su casa y residencia oficial londinense debía tener: no solo debía ser grande, que también, dado que él tenía muchas cosas (especialmente libros puesto que le encantaba leer, los coleccionaba y además mercadeaba con ellos), sino que también debía ser luminosa y sobre todo, debía parecer un hogar. Nada de esas lúgubres mansiones enormes más parecidas a casas de catálogos que a viviendas y residencias ocupadas de continuo.
No.
Él quería un hogar.
Y dado que no lo había encontrado, se quedaba donde estaba.

Esa había sido su retahíla de pensamientos hasta hace una hora más o menos
Pero tras ver lo que acababa de ver (y que era imposible de olvidar por mucho alcohol de mierda que bebiese en este espantoso sitio) sus prioridades y pensamientos acerca de buscar una casa propia habían cambiado.
Debía buscarse una y mudarse cuanto antes.
Aunque viviese solo al principio sin ningún miembro del servicio.
No importaba.
Tenía que irse.
Así podría llegar a casa borracho (como hoy nuevamente) tantas veces como quisiera sin recibir reprimendas o mensajes reprobatorios por su comportamiento.
Así podría pasearse desnudo y sin batín por su cuarto de camino al baño recién despierto.
Así podría comer lo que se le antojase sin tener que ajustarse al menú saludable preconcebido por Christian.
Así montaría juergas y escandalosas fiestas dignas de ser recordadas y mencionadas en la columna de la famosa cronista social de turno sin quejas y oposición de otras personas.
Y sobre todo, así evitaría ver a su hermano practicar preliminares y tener relaciones sexuales salvajes, espontáneas y divertidas con una prostituta (que bien podría ser como otra posibilidad la condesa de Oxford) en el despacho de su casa ¡sin el pestillo echado!


15 comentarios:

  1. jiji me meo esta genial ais mi willy lo q me hace reir el pobre con sus paranoias jajaj te debiste reir muchisimo cuando lo escribiste jijijiji xD

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  2. Voy a hacer un inciso aclaratorio e informativo: en teoría tanto William como Jeremy por ser del partido liberal deberían ir al club de caballeros acorde y correspondiente a su partido político.
    Club que no es otro que el Brook's.
    No obstante, el apellido Brook era mi primera opción para Penélope y cuando descubrí que ese era el nombre del bar me indigné.
    Me indigné tanto (porque me costó horrores encontrar un apellido que le quedase bien a los nombres de la chica) que por eso me inventé que allí se servía el peor alcohol de todo Londres jajaj
    Si, lo sé soy una malota.
    Y estoy mu loca...

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  3. jajajajaja que grande!! me imagino la cara del otro segun entra en el despacho y ve lo que cree ver, la pobre de Lops alli debajo y el otro en plan... cielo! XD que cabrito...

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  4. jajajajaja soy una malota jajajajajajajajaj frase del dia jajajajajajajaja acompañada de estoy muy loca jajajaja e interesante el inciso no lo sabia jijijij =)

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  5. pensad la que le ha caído al pobre Christian teniendo como huésped permanente a su hermano William. Un huésped nada tranquilo por otra parte...y no olvideis que aquí el chico tiene un genio de mil demonios y es bastante vengativo. Así que por eso aprovecha cualquier situación que se le presenta para burlarse de William, quien por otra parte es muy infantil en ese aspecto...

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  6. jajajajajajaja y luego es el mayor libertino de Londres??? anda que...

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  7. Era uno de los mayores libertinos de Londres (y del extranjero) pero como muy bien sabes llegó Penélope/Josephine le descolocó totalmente y de repente,no volvieron a entrarle ganas de conocer a ninguna otra mujer...
    Dicen que es amor...

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  8. ais es q es como un niño y x eso me encanta sera un brabucon a veces pero me encanta y estaaan mono =) aunq jeremy tambn lo esta petando jiji

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  9. bueno bueno, habeis conocido una parte de jeremy, pero os aseguro que pasareis por distintas fases de pensamientos y sentimientos con él durante la historia...

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  10. osea q como con willy jijij ais es q me encanta yo quiero uno por reyes jiji =)

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    1. deja de comparar a William con el resto de hombres!! Willyfóbica! jajajaj y no, realmente va a caer mal...

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  11. willyfobica¿?¿?¿?¿?¿?¡ le tengo fobia a willy¿?¿?¿?¿? o.O jajajajajajajajaja uumm jeremy en proceso de petarlo todo xD xD xD creo q me va a caer bn jajaja

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    1. sin duda que eres una hottie porque tu palabra del dia es petarlo eh??

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  12. uuuuuum si petaar jajajaja tiene algo la palabra petar q me induce a decirla xD xD xD xD

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