domingo, 31 de marzo de 2013

Capítulo VIII


CAPÍTULO VIII
Rozando el contacto

-          ¡Levanta! – ordenó Penélope a gritos, zarandeándole de forma suave a la altura de las piernas.
Christian se había despertado sobresaltado gracias a este grito Penélope. No obstante, no se incorporó y se sentó sobresaltado sobre la cama como había hecho tantas y tantas ocasiones anteriores, despotricando cual tabernero del puerto. En su lugar comenzó a estirar las piernas muy poco a poco bajo la manta, la sábana y el edredón que el tiempo fresco de la tercera semana de octubre ofrecía con la esperanza de que ésta no fuera consciente de lo que allí debajo ocurría.
Fue en vano, pues lo vio con perfecta claridad y como si su ropa de cama fuera transparente. Por eso, tiró de éstas hacia atrás mientras le decía:
-          ¡Venga dormilón! -.
Christian tiritó de frío por el cambio tan brusco de temperaturas mientras con los ojos cerrados en señal de rebeldía, de disconformidad  y de firme oposición a despertarse a horas tan tempranas después de la redacción de un nuevo artículo de Christina Thousand Eyes mientras tanteaba su cama en busca del batín con el que cubrirse. Una prenda de ropa que no aparecía, por lo que no le quedó más remedio que acabar sentado en su cama, desperezándose mientras bostezaba y se rascaba la cabeza.
-          Cuñadita ¿esto de que seas tú quien va a despertarme se va a convertir en una costumbre? – le preguntó con ironía y evidente mal humor. – Porque si es así, no me va a quedar más remedio que ponerle un pestillo a la puerta – añadió, volviendo a bostezar.
-          Hazlo – le instó ella. – Pero te recuerdo que entre mis numerosas virtudes se encuentra la de forzar cerraduras – añadió, con orgullo. Christian resopló y ella aprovechó para lanzarle el batín antes de ordenarle desde la puerta:
-          Tienes cinco minutos para vestirte – Y añadir: - Sarah ya nos está esperando en Saint James Park -.
-          ¿Sarah? – preguntó, confundido con los ojos entrecerrados. - ¿También has despertado a Sarah? – añadió, algo más despierto y enfadado. - ¡Por el amor de Dios mujer! – exclamó. - ¿Es que no tienes ni sientes caridad o compasión cristiana por aquellos que trabajamos hasta altas horas de la noche? – le preguntó, bufando.
-          Vosotros dos me metisteis en esto y me convertisteis en vuestra cómplice de manera indeseada por mi parte, no os quejéis si siento curiosidad y me preocupo por lo que os haya podido pasar – rebatió ella, haciendo caso omiso a sus quejas y protestas.
-          Me gustabas mucho más hacía seis años – le acusó él en tono infantil.- Desde que te has convertido en madre de tres hijos te has hipersensibilizado y desarrollado en exceso tu instinto de maternidad y protección para con todo el mundo – añadió, con el batín puesto y los brazos cruzados sobre el pecho.
-          Entonces reza porque no vuelva a quedarme embarazada – le respondió, no sin cierto deje de amenaza en la voz. - ¿Quién sabe en qué tipo de monstruo podría convertirme? – le preguntó divertida, antes de abandonar la habitación definitivamente.
Quince minutos después, ambos cuñados se dirigieron hacia Saint James Park, donde como Penélope indicó, les esperaba una Sarah con los ojos hinchados y unas ojeras no excesivamente pronunciadas ante la falta de sueño y una sonrisa en el rostro.
-          Será mejor que caminemos – estableció Penélope situándose en el medio de ambos, ejerciendo de buena chaperona a ojos de los pocos transeúntes de parque y entrelazando sus codos con cada uno de ellos. – Porque mucho me temo que como nos sentemos, ambos os quedaréis dormidos – añadió mirando a uno y a otro con atención y observando su falta de energías.
-          Yo solo necesito algo con azúcar y que me proporcione energías porque…no he desayunado – reconoció, avergonzada cuando le sonaron las tripas.
Solo en ese momento, Penélope sintió algo de compasión y lástima por Sarah ya que ella sí que había desayunado; un café, pero ya era algo más que la nada de ella. Por ello, decidió que en cuanto viera un puesto de almendras garrapiñadas, le daría dinero para que se comprara una bolsita. Se lo merecía al fin y al cabo.
-          ¿Cómo fue todo anoche? – le preguntó a Sarah, inspeccionándola de manera exhaustiva por todas y cada una de las pocas partes y zonas de su cuerpo que el vestido y la capa no tapaban para cerciorarse de que había salido incólume de la noche anterior.
-          Espera – dijo él, deteniendo su marcha de forma brusca; provocando a su vez que ambas mujeres detuvieran su marcha. - ¿Vas a hablar solo con ella? – preguntó, enfadado. - ¿Y entonces qué hago yo aquí? – añadió.
-          Lo mínimo que debes hacer como jefe es preocuparte de las personas que están a tu cargo ¿no te parece? – le echó en cara. – Más cuando es amiga ¿no? – añadió.
Christian calló ante la veracidad y firmeza del argumento de Penélope en este punto.
-          Fue todo perfecto y sin contratiempos graves Penélope – dijo, orgullosa. – De hecho, cuando algunos de los hombres allí presentes intentaba sobrepasarse, se detenían de inmediato gracias al tatuaje que me recomendaste encarecidamente que me pintara. E incluso, cuando el presentador y juez se puso un poco pesado, la mera presencia de Marc junto a mí le hacía desistir de sus nada buenas intenciones – explicó omitiendo a propósito su nuevo encuentro con Doble H y su descubrimiento de que en realidad era el archiconocido boxeador de altos y bajos fondos Skin HH Skull.
-          ¿Marc? – preguntó, mirando hacia Christian con la ceja enarcada.
-          Sí Marc – repitió él. – El matón que contraté y pago de mi propio bolsillo para que vele por la seguridad de Sarah – explicó, con un suspiro. – Sí, te he hecho caso – añadió inmediatamente. – Tú tenías razón y yo no. Tú lista y yo tonto ¡Alabemos a Penélope y a su sapiencia infinita! – dijo, con evidente sarcasmo.
-          Sí que tienes un pésimo despertar a primeras horas de la mañana – murmuró Sarah.
-          ¡Genial entonces! – dijo Penélope, dando una palmada. – Solo hay que esperar a que el editor dé su visto bueno y decida si te publica o no el artículo – añadió, volviendo a mirar fijamente a Christian para que utilizase su influencia e inclinase la balanza a favor de ella, después de todo el tiempo que había empleado en él y sobre todo, cómo se había puesto ella misma en peligro.
-          No tienes por qué preocuparte por eso, Lops – le aseguró ella. – Me publica – anunció.
-          ¿Cómo estás tú tan segura? – preguntó, Christian acercando mucho el rostro a Sarah con cierta envidia e incredulidad, pues a él le costó tres esbozos que Joseph le diera el visto bueno a su idea de Christina.
-          He madrugado – informó. – He ido a la capilla, he depositado mi artículo como hago con los tuyos, me lo han recogido y cuando me marchaba, un niño me ha dado la respuesta por escrito – explicó, enseñando un papel.
Papel que Christian le arrebató de las manos con brusquedad y que orientó hacia Penélope para que ambos lo leyeran.
Estimado George Iron Pounches:[1]
¡Enhorabuena! ¡Has pasado la prueba con excelentes calificaciones! ¡Bienvenido al The Chronichle! Estoy deseando recibir un nuevo artículo para comenzar a publicarte.
Continúa por ese camino y llegarás lejos.
Un saludo,
Tu editor.
-          ¿George? – preguntó Penélope contrariada. Sarah asintió. – ¿Te llamas George en serio? – repitió. Sarah volvió a asentir. - ¿No había otro nombre? – concluyó.
-          ¿Qué tienes en contra del nombre de George? – le preguntó ella sin entender. – Es un nombre muy común – añadió, encogiéndose de hombros.
-          Tan común como que es el nombre del actual rey – respondió Penélope. – Y del actual regente – incidió.
-          Y del estúpido, engreído y arrogante del ayudante del doctor Phillips, que es en quien me inspiré para elegirlo – respondió ella.
-          Pues has escogido un nombre pésimo para hacerlo – le informó Penélope. - ¿Sabías que hay gente que ha sido condenada y enviada a la torre por el mero hecho de utilizar y compartir el nombre del regente por darle mala imagen? – le preguntó, recordando el último caso en el que estaba trabajando su marido. Sarah se sorprendió por esa revelación y comenzó a arrepentirse por su aleatoria elección nominal.
-          Ten mucho cuidado con lo que incluyes en esos artículos – le pidió, advirtió y amenazó a la misma vez con esa frase antes de añadir: - ¡Enhorabuena Sarah! – exclamó, abrazándola.
Justo en ese momento, tanto una como otra observaron por el rabillo del ojo el pequeño puestecillo donde a diario se colocaba una familia para vender almendras garrapiñadas. Y por si no lo habían visto, de inmediato les llegó tan característico y dulzón olor.
Ambas se separaron, y Penélope le dio dinero para que se comprara una bolsa bien grande de almendras garrapiñadas de celebración y Sarah se acercó a ese puesto dando pequeños brincos de felicidad.
Había un segundo motivo por el cual Penélope había enviado a Sarah a comprar a ese puesto y con gestos desde la lejanía le indicó que podía permanecer cerca del mismo y aspirar el dulce olor que éste emanaba y que la hacía suspirar de placer mientras Christian y ella continuaban charlando: quitarla de en medio para poder tratar los asuntos que realmente le interesaban con su cuñado.
-          ¿Y bien? – le preguntó, volviéndose hacia él cuando estaban lo suficientemente lejos y fuera del alcance visual de Sarah. - ¿Cuándo se lo vas a decir? – quiso saber.
-          ¡No me has dado tiempo a felicitarla! – exclamó con aspavientos de las mismos.
-          Sabes que no me refiero a eso – le advirtió, señalándole con el dedo índice a escasos milímetros de su nariz.
-          ¿A qué es entonces? – preguntó reprimiendo un suspiro.
-          A que le digas que no estás interesado en ella – explicó. – A eso – enfatizó.
-          ¡Otra vez con la misma canción! – protestó él, airado. - ¿Cuántas veces me lo vas a repetir? – le preguntó.
-          Todas las que sean necesarias para que te entre en tu opaca cabezota – dijo, presionando con fuerza la frente de Christian con dos de sus dedos (para lo cual tuvo que perseguirle caminando de puntillas). – ¿Es que no ves lo enamorada que está esa chica de ti? – le preguntó horrorizada ante su ceguera.
-          Por última vez – inició, cansado de esta discusión. – Sarah no está enamorada de mí – añadió, muy despacio. – Eso es algo que yo sé, que tú sabes y en lo que ofendes a la inteligencia de la señorita en discordia al decir que ella no es consciente – concluyó.
-          ¡Claro! – dijo irónica. Y por eso, se jugará su pellejo de buena voluntad cada vez que vaya allí sin recibir o esperar nada a cambio – añadió. – Muy inteligente, señor matemático – concluyó, aplaudiendo.
-          ¡No lo hace por mí! – exclamó él. – Lo hace por el generoso sueldo que le pago – explicó.
Penélope enarcó una ceja antes de responderle:
-          Como tu bien has dicho, si crees eso de Sarah es que estás ofendiendo su intelecto – Maldita parte de un polígono cerrado arquimetriano – masculló entre dientes.
-          ¿Cómo? – preguntó él con el entrecejo apretado al escuchar la retahíla de palabras rimbombantes de su cuñado. - ¿Un qué? – añadió sin entender.
-          Eres como una de las partes de un maldito polígono cerrado arquimetriano – repitió esta vez, mirándole a los ojos y disfrutando enormemente el poder pronunciarle esas palabras a la cara.
-          ¿Qué demonios quieres decirme con eso? – preguntó, confuso.
Penélope gruñó de tanta exasperación como acumulaba antes de decir:
-          ¡Un cateto! – exclamó. - ¡Un cateto, imbécil! – repitió, enfadada y con enormes aspavientos de los brazos.
-          ¿Sabes? – le preguntó, con una mueca en la boca. – Tu comportamiento público de hoy no se corresponde en absoluto con el que debería tener una duquesa – le informó, intentando buscar su culpabilidad. – Me pregunto qué pensaría la gente si llegase a enterarse…- dejó caer.
-          Adelante – le respondió mordaz ella. – Cuéntaselo a Christina Thousand Eyes – le instó. – No sería lo peor que hubiera escrito sobre mí – concluyó, sabiendo que tenía la razón en este aspecto de la conversación.
Christian odió en ese momento a su cuñada porque, fue consciente de que tenía razón y de que por tanto, nuevamente había resultado ganadora en este combate dialéctico.
“Te odio” se repitió mentalmente.
No obstante, estaba claro que hoy no podría presentar batalla y hacerle frente como ella merecía debido a su evidente falta de descanso. Por ello, decidido a olvidar cuanto antes ese lamentable aspecto en su currículum de discusiones (y reservándose para coyunturas más favorables), cambió de tema lo más pronto posible.
Y solo había uno en concreto que pondría el punto y final definitivo a esa situación:
-          Está bien – concedió. – Hablaré con ella personalmente y le haré ver que mis sentimientos no van más allá de la fraternidad – añadió.
-          Promételo – ordenó.
-          Lo juro por tus hijos – rebatió, solemne.
-          ¡No jures por tus sobrinos! – exclamó ella, golpeándole el brazo.
-          De acuerdo entonces…lo juro porque me case antes de dos años y solo justo después que Sarah – dijo, cambiando de parecer.
-          Lo has jurado – le recordó ella intentando aparecer amenazante girándose en su dirección e impidiéndole continuar con la marcha con esta acción.
Podrían haber seguido discutiendo mitad en serio, mitad en broma durante Dios sabe cuánto tiempo pero…la ocasión se pospuso cuando escucharon primero unos veloces pasos a la carrera sobre el césped de Saint James (algo totalmente prohibido) antes de oír una voz que gritaba “¡Penélope!”.
Voz que provocó que la aludida se girase para identificar la procedencia y pertenencia de la voz que la llamaba. Esa misma voz cuyo dueño apareció con un enorme salto que superó a los matorrales y continuó su carrera una decena de metros más hasta detenerse justo frente a ellos de forma tan impecable y rigurosa que sus cabellos; en teoría alborotados y fuera de lugar por tan continuo movimiento no cambiaron de posición y se mantuvieron en el mismo lugar donde siempre permanecían.
-          Penélope – repitió, mucho más aliviado y sonriente mientras recuperaba el aliento.
-          ¿Henry? – preguntó ella, confusa al hallarlo allí. O más bien, a la manera y forma que él había tenido de dar con ella.
Al instante, el ambiente y el aire, puros hasta ese momento se enrarecieron. Coincidiendo justo con el momento en que ambos hombres fueron conscientes de la presencia del otro a tan escasos centímetros.
-          Henry – dijo Christian tras un instante pensando bien si debía saludarle o no  mientras apartaba el rosto hacia otro lado.
-          Pitágoras – respondió con la misma desgana, aunque con una sonrisa de satisfacción y anticipación a lo que iba a suceder.
Christian gruñó ante la mención del mote con el que se burlaba de él desde sus años de universidad. Aún así, repitió:
-          Henry –
Henry por su parte, a quien no le gustó la manera en que le gruñó; como si fuera una de las abundantes ratas callejeras presentes donde vivía, se envalentonó tensando todos los músculos de su cuerpo y apretando la mandíbula  acercándose un paso más hacia él mientras repetía a su vez:
-          Pitágoras -.
Como si de un espejo se tratase, el que Henry se acercase provocó que Christian también diese un paso al frente, apretase la mandíbula y dijese por tercera vez:
-          Henry -.
-          Pitágoras – rebatió el aludido al instante.
-          Muy bien señores – dijo Penélope colocándose en el medio de ambos hombres y separándoles ligeramente con leves empujones antes de que la sangre llegara al río. – Os felicito – dijo realizando el gesto del aplauso aunque sus palmas nunca llegaron a tocarse. – Sois educados, inteligentes por haberos reconocido al momento y vuestros egos masculinos de gallos de corral y pelea son tan enormes que no caben en este parque – concluyó, a modo de advertencia y con la orden implícita de que se reubicasen y recordase dónde se hallaban en ese momento.
Pareció que las palabras de la única fémina de la conversación surtieron efecto pues ambos hombres relajaron su postura y se separaron ligeramente; tomando las posiciones de inicio de la conversación.
-          Penélope – dijo Henry, captando su atención en exclusiva.
-          Henry – respondió ella. – No pienso repetir la situación de hace un momento – le advirtió.
-          ¡Gracias a Dios que te encuentro! – exclamó, con un alivio inmenso tomándola de las manos.
-          ¿Qué haces aquí? – preguntó mirando a su alrededor extrañada. - ¿Qué te ha pasado en la cara? – añadió, preocupada.
-          ¿Esto? – le preguntó, sorprendido tocándose el golpe de la mandíbula que Gary Johnson le dio la noche anterior. – No es nada – dijo, restándole importancia porque en realidad el moratón era mucho más escandaloso que el dolor que le provocaba. – Me golpeé con una ventana al abrirla– se inventó, sin importarle lo más mínimo lo que pudiera pensar Christian  de su explicación.
-          ¿Qué haces aquí? – repitió ella también preocupada. – Tú no sueles caminar por este parque – añadió, con el ceño fruncido. - Y además, lord Harper… - concluyó en voz bajita.
-          No me preocupa mi padre – dijo él, con un encogimiento de hombros. – Vine a Saint James Park porque sabía que estarías tú aquí – explicó, causando aún más confusión en ella. – Tenemos problemas – anunció.
-          ¿Problemas? – preguntó. - ¿Qué tipo de prob…? – quiso saber. – Oh, oh – concluyó tragando saliva. Henry asintió. – ¿Hace mucho de eso? – preguntó por tercera vez.
-          Ya están todos allí – explicó, compasivo confirmando a Penélope que la situación era mucho peor de lo que se imaginaba en un principio; por lo que se puso lívida. – Mi hermana Rosamund, se ha puesto de parto – explicó dirigiéndose a Christian y hablándole como si fuera un niño pequeño.
-          Ya lo sabía – replicó él en tono infantil aunque en realidad no sabía que el estado de gestación de la hermana de Henry fuese tan avanzado.
-          ¿Estás lista para marcharnos y llegar a casa de mi hermana en un periquete? – preguntó Henry sonriéndole ignorando deliberadamente otra vez a Christian.
-           Solo si no hay que saltar setos en el trayecto – respondió ella amable, devolviéndole la sonrisa. – Piernas cortas – añadió, mostrándole los pies.
-          Tendremos que improvisar sobre la marchas entonces – suspiró entrelazando sus manos con las de ella antes de comenzar a echar a correr.
Debido a la fortaleza de sus piernas y a la poderosa zancada de Henry, en apenas un minuto había recorrido cien metros. Y por esto, Penélope fue consciente de la distancia que les separaba y no le quedó más remedio que despedirse de Christian a voces (acción no muy correcta para una noble) pero mucho mejor que no despedirse de una persona con la que habías planeado un encuentro; como era su caso con Sarah Parker.
-          ¡Ya hablaremos! – dijo, a modo de despedida. - ¡Recuerda lo que me has prometido! – añadió. - ¡Y despídeme de Sarah Parker! – concluyó, antes de doblar la esquina y abandonar de forma definitiva Saint James Park.
De lo que no fue consciente ella, era que con la mera mención de ese nombre algo se reactivó en la mente de Henry, quien la miró con suspicacia.
¿Sarah Parker?
¿De qué le sonaba a él ese nombre?
O incluso mejor ¿de dónde?
¿Conocía él a Sarah Parker?
Estaba claro que no, pero entonces… ¿por qué le daba la extraña sensación de que sí?
No obstante, no había tiempo para más retrasos.
Había hecho una promesa a su hermana parturienta y ya estaba tardando demasiado en cumplírsela perdiendo tiempo en la búsqueda de la huidiza y fácilmente perdible Penélope.
Ya hablaría con ella sobre esa tal Sarah Parker más tarde…



[1]  Jorge Puños de Hierro.

3 comentarios:

  1. bueno bueno bueno q ganas de leerte malota q me ties con las ganas de mas como siempre malona q me dejas a medias e insatisfecha mafelica malvada
    y despues de estos ataques taaaan gratuitos a tu persona comencemos con el comentario del capi xD
    JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ESPERA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ATAQUE DE RISA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ ME MEO ESPERA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Y MAS JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
    NO ES UN MERO CAPI DE TRANSICION SINO UN CAPITULAZO DE TRANSICION NO ME HE REIDO MAS XQ NO Q SI NO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA CREO Q
    UNO: A PENELOPE LA ADORO LA IDOLATRO UN MONUMENTO YA
    DOS: EN ESTE CASO ME HE SENTIDO PENELOPE LEVANTANDO AL TONTO CHRISTIAN XQ HA SIDO COMICO NO LO SIGUIENTE
    TRES: EL BRONCAZO MATERNAL Y LUEGO LA FELICITACION DE LOPS A SARITISIMA HA SIDO COMO DIOS Q BIPOLAR SE HA PUESTO PERO JAJAJAJ ME MEO
    CUATRO: EL MOMENTO CHRIS TONTO LOPS LISTA IDOLATREMOSLA HA SIDO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA EL INICIO DE MI ATAQUE DE RISA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
    QUINTO: EL JURAMENTO DE CHRIS HA SIDO UMM INTERESANTE INTERESANTE LO DEJO AHI
    SEXTO: MOMENTO PRESENTACION HENRY ÑAM ÑAM CON PERMISO DE MI SUPREMO WILLY ;D HA SIDO BUENISIMO CREO Q MI ATAQUE DE RISA HJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA SE HA INCREMENTADO ME MEO AUN ME ESTOY RIENDO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
    SEPTIMO: EL MOMENTO VENGA Q NOS VAMOS DE PARTO HA SIDO EN PLAN HOLA Q DISE¿?¿ JAJAJAJA ME MEO
    OCTAVO: EL MOMENTAZO SARAH DE Q ME SUENA SARAH HA SIDO EXPLOSIVO SUPREMO GENIAL MARAVILLOSO ENORMERRIMO ;D JAJAJAJA
    ME MEO CON EL CAPI DE HOY
    HE DICHO XD

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    1. O.O!
      Gracias, gracias... sabía que había algunos momentos dignos pero... no hasta tal punto...

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  2. yo tambien quiero carrapiñadas :( jaja me he reido mucho con el encuentro de: heeenryyy... pitaaaagoooraas... :P y a ver ese parto!!! lastima que HH y Sarah todavia no se hayan encontrado :/

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