sábado, 9 de marzo de 2013

Clitia y Leucótoe

Aún conservo el olor después de casi ya siete horas de estar con él y tras frotar y frotar...
Y por ello, me he decidido a compartir estos mitos con vosotros.
Bien es cierto que en todas las grandes civilizaciones se ha considerado al incienso  como el rey de los aromas. De hecho, se utiliza para numerosas ceremonias rituales y religiosas. Por eso mismo y dado que no es uno de los mitos más populares, me he decidido a contarlo...
En la mitología griega el mito del incienso toma cuerpo bajo la forma de la ninfa Leucótoe; hija del rey Órcamo de Persia y de la oceánide Euroníme. Una ninfa que fue amada por el dios Helios-Apolo.
Sin embargo, el origen de este amor proviene de una maldición de la diosa Venus; quien se vengó de Apolo porque él no toleraba la infidelidad y por ello fue el encargado de contarle a Hefesto (esposo de la susodicha) la relación extramarital de ésta con Ares.
Venus le maldijo haciendo que se enamorase de Leucótoe y durante un tiempo vivieron felices.
(Es a partir de aquí cuando empiezan varias versiones del mito. No obstante, yo solo voy a contar una)
Resulta que el rey Órcamo tenía otra hija; Clitia quien también estaba enamorada del dios.
Fue ésta quien advirtió a su padre de los amores entre su hermana y el dios, celosa de que éste ni siquiera mostrara interés en él.
Órcamo preocupado por el desastroso final que tenían todas las mujeres y/o ninfas que mantenían relaciones con los dioses tomó una drástica decisión: decidió ocultarla bajo tierra (el único lugar donde el sol no podía descubrirla)
Efectivamente, Apolo no pudo dar con ella tras varios días de incesante búsqueda y para cuando lo hizo ya era demasiado tarde: Leocótoe yacía muerta bajo tierra.
Cuando la hizo, Apolo lloró desconsolado y notó que cuando sus lágrimas tocaban el cuerpo de la joven se transformaban en una sustancia resinosa de un agradable olor. Tras darle un beso en los labios, se despidió de ella diciéndole:
- No importa que hayas muerto, tú subirás al cielo -
Al día siguiente, el cuerpo de Leucótoe había desaparecido y en su lugar había una pequeña planta verde completamente cerrada en sus hojas pero con el tallo leñoso erguido.
Cuando Apolo la tocó, las hojas de ésta se abrieron expulsando una pequeña bolsa de humo y revelando el color verde y blanco de sus hojas con un olor aromático nada desagradable.
La pequeña bolsa de humo correspondía al alma de Leucótoe quien, como Apolo profetizó subió a los cielos para reunirse con su amado.
El mito dice que desde ese momento, ambos permaneces juntos en un abrazo eterno...

No obstante, este mito tan bonito y curioso (aunque yo no soy muy fanática de esta planta todo sea dicho) tiene una contrapartida y es el punto de vista de Clitia y lo que a ella le aconteció.
Como bien he dicho antes, Clitia era la hermana de Leucótoe y fue ésta quien se chivó a su padre acerca de los amores entre Apolo y su hermana pequeña.
Clitia estaba enamorada de Apolo a su vez como parte de la venganza de Venus.
Tras la muerte de Leucotoe, Clitia pensó que tenía una oportunidad para con su amado pero éste considerándola culpable de la tragedia que había sucedido no estaba interesado en ella y la despreció.
Sin embargo, creyó que el enfado de Apolo con ella sería pasajero y se pasó nueve días seguidos en la ventana contemplando el viaje de Apolo con su carro por la bóveda celeste, olvidándose de comer y dormir.
Transcurrido ese tiempo, Clitia; perenne comenzó a fundirse con el suelo y a convertirse en planta. Aún así y pese a que se había quedado ciega de tanto mirar al Sol directamente, su amor por el dios era tan fuerte que gastaba las escasas fuerzas que le quedaban para seguir sus movimientos del alba hasta el anochecer hasta que finalmente completó su transformación y mutó en una llamativa flor de color amarillo.
Este mito se ha tomado en cuenta como referencia para explicar el origen del girasol pero no debéis olvidar que el girasol es una planta que proviene de América y o bien los romanos fueron mucho más lejos de los que nos cuentan los libros de historia y o bien Ovidio no se refería al girasol cuando pensó en esta planta, dado que no había visto nunca uno en su vida... lo cual es mucho más lógico y razonable.
Por eso yo me inclino mucho más por la posibilidad de que la flor del mito sea una Caléndula (las margaritas son una de sus ramas familiares)  pues es una flor grande y existe una variedad amarilla muy vistosa. Además, es perenne y esa sí que era conocida por los romanos.
Como última reflexión y aunque no tenga mucho que ver... Ya es mala suerte que seas el dios de la belleza masculina y que todos tus amores sean desgraciados...No me gustaría nada ser Apolo.

1 comentario:

  1. vaya q curioso si e interesante y precioso el mito jo me ha dejado asi con ganas de un achuchon xD y anda q como terminas hermana con lo de q no te gustaria ser apolo jajaja

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