miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo XI Amor a golpes


CAPÍTULO XI
Cuando Henry Harper conoce a Sarah Parker

Cuando las miradas de ambas mujeres se encontraron fue imposible distinguir con total claridad cuál de las dos expresaba mayor gesto de sorpresa o de fastidio; aunque por razones diametralmente opuestas: ya que en el caso de Rosamund controló con precisión milimétrica las diferentes expresiones y gestos de su cara, permaneciendo impasible ante Sarah y en el caso de esta última porque su rostro estaba cubierto de chocolate negro. Enorme capa de protección que agradeció momentáneamente pues si no se descubriría la verdadera expresión de horror que su rostro manifestaba.
La balanza del control emocional se decantó finalmente hacia el lado de Rosamund cuando surgiendo de la nada (en realidad de detrás de ella) apareció un hombre que provocó que Sarah diese un respingo por el susto y la sorpresa.
-          ¡Hola! – exclamó Henry especialmente sonriente mientras se elevaba. - ¡Vaya! – añadió con gestos de disculpa al ver que la había asustado. – Lo sien… - pero no pudo concluir la frase cuando descubrió quién le había abierto la puerta.
O mejor dicho, el aspecto físico de quien se la había abierto.
Retrocedió apenas un milímetro y abrió mucho los ojos bastante afectado por el impacto de la visión. Visión que lo había dejado mudo, boquiabierto e incapaz de dejar de mirar a la pequeña mujer que agarraba con tanta fuerza el quicio de la puerta que sus nudillos estaban completamente blancos y que por la manera y el corte de su vestido no se correspondía con una empleada de los Crawford. Aparte obviamente de que no podía apartar los ojos de ella porque tenía la cara completamente cubierta con lo que él esperaba y parecía ser (ya que no desprendía un olor desagradable) chocolate mientras pensaba divertido que nunca jamás en su vida y en las numerosas visitas que había realizado a casa de estilos muy diversos y variopintos le había recibido de esta manera.
Nuevamente Rosamund se hizo notar cuando expulsó el aire de forma sonora y muy evidente por la nariz y enarcó una ceja, reflejando con esto su incredulidad.
-          Te agradezco enormemente tus puestas en ridículo delante de mí – le dijo asintiendo. – Realmente me facilitas mucho el trabajo – añadió antes de acceder al interior de la mansión sin ser invitada y chocándose a propósito con Sarah dejando a Henry frente a Sarah y Sarah frente a Henry.
Por segunda vez mientras invitaba a pasar a Doble H a casa de los Crawford y empujaba ligeramente la puerta (que parecía pesar una tonelada) para cerrarla, Sarah agradeció el tartazo de Amanda mientras intentaba recuperarse del tremendo y mayúsculo impacto que le suponía el haberse encontrado con Doble H en un escenario tan distinto y diferente del anfiteatro The Eye como era la casa de una de sus mejores amigas.
Estaba segura que cuando posó su mirada sobe él, el color de su rostro desapareció alcanzando la tonalidad blanquecina de la leche. Por otra parte, si no hubiera sido por esa capa de chocolate Doble H la hubiese reconocido, tal y como ella había hecho con él.
Aunque no estaba tan segura de que no lo hubiera hecho ya por cómo daba vueltas a su alrededor mirándola con bastante interés.
Un montón de preguntas se agolpaban en su mente al verlo aparecer allí y sobre todo con quién venía acompañado.
“¿Doble H con Rosamund Appleton?” se preguntó. “¿Se conocen?” añadió, contrariada. “¿De dónde?” “¿Desde cuándo?” “¿Por qué?” protestó de forma lastimera. “¿Puede existir algo peor que mi mayor enemiga y que el hombre del que trato de ocultarme se conozcan e incluso viendo su familiaridad fuesen buenos amigos?” se preguntó con ironía. “¿Por qué no subes ya, Lucifer y me llevas contigo?” se quejó elevando sus ojos al cielo, reprimiendo el gesto de elevar los brazos también e intentando controlar y calmar sus debocados nervios por las exhaustivas miradas que Doble H le estaba dedicando.
Como si de una curiosidad u objeto exótico se tratara, Henry  no dejó de dar vueltas alrededor de la mujer de rostro marrón desde que ésta le permitió el acceso al vestíbulo de la mansión mientras se fijaba en el mayor número de detalles de su atuendo e intentaba descubrir si la conocía personalmente.
-          Esto es lo que llamo yo una dulce bienvenida – dijo, iniciando una nueva vuelta a su alrededor sin dejar de asentir en ningún momento y reprimiendo las ganas que tenía de reírse. – Eso es chocolate ¿no? – le preguntó con curiosidad acercándose a ella hasta quedar su rostro a escasos centímetros antes de aspirar el aroma y despejar sus dudas al respecto. Sarah contuvo el aliento ante la cercanía de él y aunque sabía que estaba más cerca del infierno que del cielo, rezó con todas sus fuerzas para que no la reconociese. – Lo probaría y con ello te ayudaría a limpiarte un poco el rostro ¿sabes? – le preguntó apartándose. – Pero es que no me gusta mucho el dulce y mi estómago tampoco lo tolera muy bien – explicó intentando buscar su comprensión. – De hecho suelo vomitar cuando lo como – añadió, resignado y elevando los hombros. Aunque también se sintió algo confuso porque tras Joseph él era el rey del misterio. No entendía por qué le había dado tantos detalles acerca de su vida nunca a una persona a la que acababa de conocer y a la que ni siquiera le había visto la cara.
-          Lo sé – respondió Sarah entre dientes y de manera involuntaria, enfadada por los recuerdos de ese día; captando la atención nuevamente de Doble H; quien la miró ceñudo cuando creyó entender las palabras “Lo sé” saliendo de la boca de la desconocida.
Se lo hubiera preguntado él mismo para confirmarlo sino se hubiera dado cuenta de que su hermana Rosamund apenas representaba ya un punto en la lejanía. Una Rosamund de la cual dependía para sobrevivir y orientarse en esta casa. Por este motivo, en vez de despejar su duda; la cual probablemente se convertiría en eterna dado que era muy difícil que volviera a encontrarse con ella y decidió despedirse con una sonrisa y las siguientes palabras:
-          Adiós mi dulce mujer de chocolate -.
Acto seguido se giró en dirección a su hermana y le gritó:
-          ¡Espera! - ¡Eh! ¡Rosamund, espera! – repitió, intentando  captar su atención llamándola por su nombre de pila. - ¡Rosie! – añadió, utilizando e esta ocasión el apelativo cariñoso fraternal. - ¡Ten compasión de tu hermano gemelo favorito! – le pidió, mientras caminaba a paso ligero en su dirección. - ¡Sabes que no he estado nunca aquí y que eres indispensable para que me oriente! – apostilló. - ¡Te necesito! – concluyó, echando a correr al ver que por fin se había detenido.
“¿Existe algo peor que mi peor enemiga pública y el hombre del que estoy tratando de ocultarme se conozcan e incluso viendo su familiaridad fuesen buenos amigos?” volvió a preguntarse Sarah con acritud mientras miraba, ausente de sí misma cómo Doble H también se empequeñecía y desaparecía ante sus ojos. “¡Oh, Sarah! ¡Por supuesto que sí!” exclamó con ironía. “Siempre cabe la posibilidad de que sean hermanos gemelos” añadió, asombrosamente tranquila y carente de emociones. “Tengo que encontrar a Penélope y marcharme de esta fiesta cuanto antes si quiero garantizar mi supervivencia” declaró con firmeza y echando a correr justo en la dirección contraria.


Finalmente resultó que la a priori laberíntica y extremadamente confusa disposición arquitectónica de mansión Crawford no lo era tanto gracias a unas reformas posteriores no apreciables a simple vista y por tanto, la  carrera persecutoria en pos de su hermana no quedó más que en una excesivamente escena teatral para quedarle en ridículo. De hecho, le resultó tan fácil orientarse que, una vez ubicados sus puntos referenciales se atrevió a ir en busca solo de la mujer de chocolate para descubrir quién era y sobre todo para verle el rostro limpio.
El problema vino cuando una vez cruzado el primer bloque de esa mansión, dobló un pasillo dividido a su vez en otros pasillos más pequeños donde cada uno de estos pequeños pasillos tenía al menos varias bifurcaciones. Había dado con la disposición laberíntica de la mansión, en efecto.  Inseguro porque la orientación no era uno de sus puntos fuertes vitales, al contrario que Anthony o Junior, decidió regresar a la “seguridad” que le proporcionaba el calor del salón (y de la chimenea por supuesto) y seguir las recomendaciones de su hermana interactuando con el resto de los invitados.
En realidad lo que él quería realmente era disfrutar de la lectura de su periódico. Sin embargo, en el mismo momento en que juntos aparecieron en el salón, Rosamund  se lo arrebató de las manos y lo lanzó de muy mala manera a la mesa. Dejó muy claro por tanto con este gesto lo que era una buena y mala idea a desarrollar allí.
“Sociabilidad Henry” se animó antes de reaparecer en el salón.
Para su total desolación, nadie fue consciente de su “gran entrada” ya que, durante el corto período de tiempo que había tardado su conato de exploración independiente, los invitados se habían dividido en dos grupos coincidentes con los sexos situándose cada uno de esos grupos en una esquina del amplio salón.
Y lo mismo habían hecho al parecer con su periódico.
Decidió caminar un par de pasos hacia el interior del mismo para intentar captar el hilo de las conversaciones que uno y otro estaban desarrollando antes de decidir finalmente a cuál incorporarse de manera definitiva porque, puede que no fuera el mayor experto en protocolo de toda Gran Bretaña pero hasta él sabía que era de muy mala educación abandonar una conversación a medias.
Fue más fácil escuchar primero la de las mujeres; las cuales estaban sobrexcitadas e imbuidas por completo en pleno debate dialéctico acerca de qué sería lo próximo que iba a pasar en el próximo capítulo del folletín escrito por Lauren Sunbright para The Chronichle mientras resumían de forma excesivamente detallada lo sucedido hasta ahora a la más reciente incorporación al numeroso grupo de lectoras diarias, Katherine MacReed.
A Henry le resultaba especialmente sorprendente el éxito de esa pequeña mujercita en lo que a la publicación de su historia por entregas se refería. Sobre todo entre el público femenino, aunque cada vez eran más los hombres que se adscribían a su club de seguidores; aumentando su desconcierto sobre el tema dado que el género de la historia era romántico.
Cierto que él era el menos indicado para hablar o criticar con respecto al asunto porque también lo había leído. Incluso podía decir con toda seguridad que se encontraba entre las pocas personas que conocía el final (un final que se veía venir de antemano, todo sea dicho)
¿Cómo podía saberlo?
¿Es que acaso Lauren Sunbright era el pseudónimo que utilizaba para escribir?
No.
La razón era mucho más simple: él conocía a la verdadera Lauren y había sido él quien la había animado a que enviara el primer capítulo de sus historias a distintos diarios, conocedor sin duda de la expectación que ésta provocaría. Ésta, en respuesta a la confianza que había depositado en ella le concedió el privilegio de ser la primera persona en leer la historia completa.
Una historia que le dejó indiferente y que no le aportó nueva información o conocimiento útil aplicable a su vida diaria. Pero claro, era una historia romántica y  aunque él no era el hombre más romántico del mundo ¿qué podías esperar de una historia de ese tipo?
Puede que no fuera romántico en exceso pero lo que no era desde luego era un ser estúpido y por eso, sabía que no podía manifestar su opinión al respecto frente a tan acérrimas y fieles seguidoras sin salir indemne. Al igual que tampoco podía revelar una mínima parte de información sobre lo que iba a ocurrir en futuras entregas ya que también resultaría golpeado: bien por haberlo hecho o bien exigiendo más.
En tal caso, hiciera lo que hiciera corría serio peligro de resultar herido si se acercaba al grupo de mujeres y por tanto, éste quedaba descartado.
Su mirada se giró hacia el lado opuesto del salón con renovado interés mientras captaba esbozos de la conversación que los hombres estaban manteniendo.
Deportes era el tema escogido por ellos.
“Un inicio prometedor” pensó Henry. “Al menos mucho más prometedor que el de las féminas” añadió, mirándolas por el rabillo del ojo con cierta frivolidad.
Los hombres callaron un momento y él por fin pudo enterarse del deporte en concreto sobre el que estaban hablando cuando escuchó al marido de Katherine; Evan creyó que se llamaba, leer en voz alta parte del contenido del artículo que sirvió de origen del debate.
-          Para todos aquellos hombres que maldecían, refunfuñaban y se quejaban cual mujeres insatisfechas ante la concesión de un capricho o la negativa a la obediencia de una orden por la retirada definitiva de los anfiteatros y cuadriláteros el año pasado del gran Daniel Mendoza; a todos los hombres y a esos en especial tengo que decirles…¡no desesperéis! ¡Dan Mendoza tiene sucesor y heredero! Efectivamente, yo estoy hablando ni más ni menos que del reciente campeón de los pesos medios londinenses: el señor ¡Skin HH Skull! -.
En cuanto Henry escuchó la pronunciación de su nombre “artístico” dejó de prestarle atención a la conversación de los hombres.
“¡Genial!” exclamó irónico. “Están hablando de mí” añadió. “Conversación descartada Henry” concluyó.
Lo primero que le llamó la atención al respecto es que desconocía que fuera tema recurrente de escritura en un periódico del que por otra parte era lector habitual. ¿Desde cuándo sucedía esto? ¿Cómo demonios leía él el periódico si llevaban mucho tiempo haciéndolo?
Y lo segundo en lo que pensó nuevamente al mirar a los hombres era en que no podía participar en esa conversación e integrarse en el grupo porque, pese a que no le costaba reconocer que era presumido y que tenía un ego bastante subido (gracias al éxito que tenía entre las mujeres por su atractivo físico) él no era tan frívolo como para subirse a los altares a sí mismo y realizar una encarnizada defensa de su persona en su faceta oculta como boxeador.
Se quería mucho a sí mismo cierto.
Pero no hasta ese punto.
¡Dios!
¡Si resultaba ridículo incluso pensarlo!
Y por otra parte ¿sucesor y heredero del gran Dan Mendoza? ¿Quién había escrito semejante barbaridad?
Una cosa era que hubiese recibido lecciones de boxeo de su propia y experta mano tras resultar ser el más pesado de todos los seguidores que iban a buscarle para que les enseñara todo lo que sabía al respecto de la lucha y que por tanto, le hubiera tomado como referencia y otra muy distinta era que fuese a resultar su heredero o sucesor.
Le faltaba bastante experiencia que adquirir y un largo camino que recorrer si quería siquiera hacerle sombra.
Triste, se dio cuenta de que esos comentarios y algunos muy similares serían los que le permitirían participar de forma activa e integrarse plenamente en la conversación con los hombres allí presentes. Pero para realizarlos tendría que dejar al descubierto la parte de su vida que se había ufanado tanto en mantener separada y oculta de su familia a fin de conservar el último resquicio de honor que le quedaba. Hecho que no iba a permitir que sucediera de ninguna manera, devolviéndole por tanto al punto inicial de la situación.
¿Qué hacer?
Tenía dos opciones para elegir al alcance de su mano y no podía integrarse de lleno, revelando todo lo que sabía en ninguna de ellas sin resultar dañado de una u otra manera. Pertenecía a dos mundos pero ninguno le daba la sensación de ser el suyo o que le aceptase tal cual era, con sus fallos y sus aciertos, sus defectos o sus virtudes.
“La historia de tu vida, Henry” pensó con un suspiro.
¿Entonces?
Continuó como hasta lo de ahora: permaneció en el medio, observando al horizonte y prestando atención a ambos lados para participar en ocasiones puntuales en el que le era más favorable según sus circunstancias y abandonarlo antes de que estuviese tan implicado que le resultase doloroso salir de él.
“¡Penélope!” gritó mentalmente Sarah Parker asomando la cabeza en una nueva habitación y agitando la cabeza con brusquedad hacia uno y otro lado. “¡Penélope!” volvió a mentarla mentalmente repitiendo acción en una nueva habitación; con el mismo resultado. “¡Penélope!” volvió a exclamar por tercera vez en otra de las innumerables habitaciones (vacías) de la mansión. “Ahora sé de quién han heredado los gemelos su don de camuflaje” protestó Sarah enfadada a la par que nerviosa pues sabía que estaba jugando con fuego al entrar de esa manera en las diferentes estancias ya que en cualquiera de ellas podía producirse el reencuentro con Doble H. Más ahora que había eliminado cualquier rastro de chocolate de su cara. “¿Dónde se ha metido la anfitriona de la fiesta?” bufó.
-          ¡Penél…! – exclamó, aunque descendió el tono de su voz de diez a cero en un segundo mientras corría a esconderse detrás de una de las mesas con un jarrón lleno de girasoles situadas justo al lado de la entrada del gran salón al darse cuenta de que había estado a punto de chocarse con la espalda de Doble H.
Calmó su agitada respiración, contó hasta treinta y cinco y asomó escasamente tres centímetros de su cabeza (de los cuales al menos dos eran de volumen de su cabello) por el lado derecho del jarrón para comprobar y cerciorarse de que nadie se había dado cuenta de su presencia y aparición en el gran salón.
Y cuando decía nadie se refería en realidad a Doble H.
Suspiró llena de un alivio inmenso y se desinfló de todo el aire que sus pulmones habían acumulado como consecuencia de la tensión y los nervios hasta ese momento cuando vio que todo seguía igual.
A su vez, desde esta misma posición se dedicó a buscar e identificar con un solo ojo a todos los allí presentes, acudiendo nuevamente a la ayuda divina para pedir su intervención concediéndoles la presencia de Penélope allí y sobre todo les daba a escoger bien que estuviera cerca de la puerta del salón o bien tan fuera del campo de visión de Doble H que éste no reparase en ella cuando fuera a despedirse.
Deseos no concedidos porque allí tampoco se encontraba Penélope.
“¿Pero no se supone que el deber de una anfitriona según el protocolo es el de estar junto a sus invitados?” se preguntó furiosa a la par que frustrada.
Cansada de su improductiva búsqueda, se dio nuevamente ánimos para continuarla cuando, justo antes de reemprender la marcha escuchó las carcajadas de los hombres.
Pero no fueron las carcajadas las que provocaron que poco a poco fuese desvelando más centímetros de su piel hasta acabar saliendo del escondite y caminar varios pasos hasta alejarla de él y dejarla al descubierto, no. Las que provocaron su estado de cuasi hipnosis fueron unas palabras que le sonaron sorprendentemente familiares.
“¡Eh!” exclamó. “¡Eso es mío!” añadió, sorprendida. “¡Me han publicado el artículo!” gritó, llena de alegría en su cabeza. “¿Tenía que ser precisamente hoy?” se preguntó, decepcionada y algo triste por no tener que esperar para leerlo con tranquilidad cuando llegase a su apartamento y no ahora, tal y como era su deseo.
-          ¡Lauren Sunbright! – gritó Verónica al otro lado del salón.
“¡Claro!” exclamó aún más enfurruñada. “¡Hoy también han publicado un nuevo capítulo!” se recordó. “El que ocurre después de que el marqués obligue a lady Delia a que baje del árbol al que se ha subido para salvar a su gatito. ¡Con lo interesante que tiene que estar!” se quejó, estando a punto de golpear el suelo de madera con el pie, siendo consciente de que con ello había estado a punto de revelarse  Doble H por segunda vez en muy poco tiempo.
Sarah decidió no prestar atención a las damas y concentró toda su atención en los caballeros, recreándose y saboreando su victoria repitiendo en voz baja las palabras que en ese momento leía Jeremy Gold; las cuales se sabía de memoria:
-          Aunque sin duda, lo más interesante sin duda del anfiteatro The Eye, ya que el vencedor del combate estaba claro desde el mismo momento en que se anunció la profesión del oponente; carnicero, es sin duda su poseedor el cual mediante presentaciones y comentarios soeces es en sí otro de los espectáculos y entretenimientos que dicho recinto ofrece y que lo diferencia de aquellos que buscan la sangre y la excitación fácil del público enfrentando a hombres frente a bestias, gracias sin duda también a los cuanto menos curiosos atuendos que acostumbra a llevar… -
Cuando Jeremy se disponía a leer la crítica al atuendo nocturno de Albert del combate anterior en el que lo comparaba con el gitano más pobre de todos los gitanos pobres del Imperio Británico y donde había vertido toda su mala baba contra su persona Sarah fue consciente de que quizás, aunque estuviera hablando bajito y apenas se la escuchase, ese tono lo era lo suficientemente bajo como para que Henry no escuchara debido a que mientras recitaba de memoria había vuelto a acortar sin querer la distancia que los separaba.
Al instante, decidió separarse.
Se puso de puntillas y dio un paso atrás.
Dio un segundo paso atrás.
Y un…
Un brazo movido a igual velocidad que un látigo cuando restalla le agarró del brazo e impidió que interpusiera más distancia entre ambos, cortando su marcha de raíz.
“¡Oh Dios mío!” pensó Sarah. “Estoy muerta” añadió. “Me ha descubierto” concluyó tragando saliva.
Primero Sarah se puso lívida y su color imitó al blanco de las paredes. Acto seguido y fruto del nerviosismo y de la tensa espera a la que la estaba sometiendo al no girarse inmediatamente el rubor hizo acto de presencia instalándose también en su rostro, especialmente en la zona de los mofletes.
Para cuando el pánico era el sentimiento que dominaba por completo a Sarah, ésta ya no sabía de qué color tenía el cuerpo: si verde, morado, rojo o blanco o una mezcla de los dos últimos porque sentía frío y calor al mismo tiempo.
Henry se estaba haciendo de rogar a propósito.
Le gustaba crear y recrear expectativas a fin de prolongar la tensión del momento. Lo hacía cuando salía a la arena del anfiteatro y lo estaba haciendo aquí. No obstante, estaba comenzando a sentir y empaparse la palma de la mano con los sudores fríos de la chica de la cara de chocolate.
Sabía que era ella a quien había apresado.
Había sido consciente de su presencia en el salón desde que entró y casi pronunció el nombre completo de Penélope y acto seguido se escondió.
El vuelo de la falda de su vestido color ocre la había delatado.
No obstante, había decidido dejar que se confiara aparentando no haber visto nada hasta que cometiera el error de acercarse demasiado a él para que, con un rápido movimiento de sus brazos (ejercitando su talento natural de reflejos potenciado por el boxeo) la capturase e impidiese su huida.
“Por fin voy a poder verle la carita de porcelana a la señorita cara tarta de chocolate” pensó sonriente.
-          Hola de nuevo – volvió saludarla cuando se giró, conservando la sonrisa en el rostro.
Una sonrisa que desapareció en el mismo momento en que descubrió la identidad de la señorita cara tarta de chocolate.
Señorita cara tarta de chocolate que no era otra que la mujer misteriosa que había ido a animarle durante sus dos últimos combates pero vestida de una manera mucho más discreta y justo como él la recordaba de la noche en que le salvó la vida en aquella hedionda calle londinense y actuó como su ángel salvador.
¡Su ángel!
¡Su ángel salvador!
Henry la soltó de su apretón y retrocedió varios pasos, actuando como si se hubiera quemado al estar en contacto tan directo con su piel y poniendo escasa distancia entre ellos; aprovechando para observarla directamente a los ojos y asegurarse de que no se lo estaba imaginando tocándole el rostro; ahora sin rastro de chocolate.
-          ¿Tú? – le preguntó con un susurro y completamente alucinado por el descubrimiento.
El nudo que Sarah tenía en la garganta era tan grande que le impedía hablar. De hecho le impedía hacer otra cosa que no fuera mirar compulsivamente hacia todos lados y hacia cualquier otro lugar que no fuera la cara o los ojos de Doble H, temerosa de que sucediera exactamente lo de la vez anterior; que olvidaran todo lo demás.
Inconcebible.
Mucho menos ahora que el público que pudiera estar observándoles era conocido y “amigo”.
Gracias a ello, Sarah pudo certificar lo que su intuición ya le había advertido: que la mirada de Doble la seguía allá donde ella la posase y por tanto, se había convertido en el centro de su atención.
Fantástico.
Y entonces se dio cuenta de que Henry había puesto algo más de distancia entre ellos; quizás preocupado porque le faltase el aire debido a los sudores que recorrían su cuerpo. No era mucha bien es cierto. Y mucho menos con la diferencia de altura tan evidente entre ambos (de al menos unos veinte centímetros según había calculado mentalmente sin mucho rigor matemático, todo fuese dicho) Pero quizás, quizás si jugaba con el factor sorpresa a su favor…
“Huye” se ordenó.
Y fue tan vehemente y convincente el tono que surgió en su mente que Sarah obedeció sin rechistar.
“Inteligente” pensó Henry mientras asentía orgulloso y aplaudía su audaz gesto mentalmente. “Pero si crees que esta vez te vas a escapar de mí estás muy equivocada” añadió, desapareciendo sigilosamente del salón antes de iniciar su persecución.
“¡Lo he despistado!” gritó Sarah llena de energía e inmensamente feliz cuando volteó la cabeza en plena carrera y descubrió que Doble H no la seguía. Aún así, decidió no alardear demasiado y continuó corriendo, aumentando la distancia que podía separarlo con cada “poderosa” zancada que daba, ya que la suerte nunca había estado demasiado tiempo de su parte y planteándose la posibilidad de que a lo mejor, ahora que dar con Penélope no se había convertido en su prioridad quizás diese con ella.
Sarah se las prometía felices.
Demasiado felices.
Felices en exceso porque, de la nada apareció un musculado brazo que la agarró de la cintura y se enroscó con fuerza alrededor de ella, recordando a Sarah la ocasión en que observó a una serpiente hacer lo mismo para asfixiar a su presa antes de comérsela.
Lo cierto es que no podía haber escogido un símil mejor porque en esos momentos ella era la presa a punto de ser devorada por la furia de Doble H.
-          Pero ¿cómo? – se preguntó ella sorprendida mirando hacia todos lados intentando ubicarse dentro de tan gigantesca mansión.
-          Sorprendida ¿eh? – le preguntó con una mueca de satisfacción. Incluso él estaba sorprendido con su propia capacidad de orientación en un espacio que le resultaba desconocido.
Sarah abrió los ojos hasta que casi se le salieron de sus órbitas y se llevó la mano a los labios por la sorpresa y para recordarse con este gesto que no debía volver a abrir la boca en su presencia a no ser que fuera estrictamente necesario.
Con suavidad, Henry la depositó en el suelo (sin dejar de agarrarla, eso sí) y le preguntó:
-          Tú – volvió a decir sorprendido. - ¿Por qué huyes de mí? – le preguntó pasado un instante de silencio. - ¿Es que te hice algo más de lo que no me acuerdo la noche en que te vomité? – quiso saber, preocupado e intentando recordar algún detalle que así lo certificara.
-          Te acuerdas – respondió ella, tan sorprendida como él en la situación.
-          ¡Por fin! – exclamó él aliviado. - ¡Algo de dulzura después de tanta hostilidad! – añadió. - ¿Por qué huyes de mí? – quiso saber nuevamente.
-          Eres un Harper – respondió ella negándose a mirarle a la cara y con un hilo de voz.
-          Llámame Henry – dijo ofreciéndole la mano y liberándola también con este gesto.
Sarah enarcó una ceja mirando insegura a su mano mientras si dudaba o no en estrecharle la mano que le ofrecía; aceptando con ese gesto tan simple cierta cercanía entre ambos.
-          Pero ¿Doble H?...-
-          Así me llaman mis amigos – explicó otra vez. – Puedes llamarme tú también así si quieres, aunque no me importaría que tú me llamaras Henry – añadió con tono amable.
-          Ah – respondió Sarah estrechándole la mano con confianza.
-          Ah – repitió Henry a su vez elevando las cejas, instándole a que era su turno para que pronunciara su nombre con ese gesto. Sin embargo, como en ningún momento se lo pidió con palabras, el apretón de manos se alargó demasiado hasta convertirse en un momento incómodo. - ¿Tú? – le preguntó Henry poniendo fin al mismo, retirando su mano.
-          Parker – respondió ella.
-          Supongo que ese Parker estará acompañado de un nombre o nombres – dejó caer.
-          Ya te lo dije – explicó ella.
-          No me lo dijiste – replicó él.
-          Por supuesto que sí – afirmó ella. – Yo no tengo la culpa de que estuvieras tan borracho y colocado de que no te acuerdes – añadió.
-          No estaba borracho – mintió él. – Además de que mi estado aquella noche se debió a unas circunstancias muy particulares – apostilló con suficiencia.
-          Esa es la excusa que todos ponen en algún momento – se burló ella cruzándose de brazos.
-          No es ninguna excusa, lo que te estoy diciendo es completamente cierto – aseguró.
-          Pues no te creo – respondió ella.
-          Haz lo que quieras – le dijo él, cansado.
-          Ten por seguro que lo haré – aseguró Sarah, elevando la cabeza.
-          ¡Bien! – exclamó él a gritos, enfadado consigo mismo por ser incapaz de recordar un detalle tan importante para una mujer como era su nombre como por la extrema cabezonería de la que tenía en suerte de tener delante en esos momentos.
-          ¡Bien! – exclamó ella a su vez en un tono de voz si bien no tan alto como el que Henry empleó, al menos lo más cercano que su voz le permitió.
Henry gruñó antes de preguntarle, implorándoselo con las manos e imaginando que exprimía naranjas con ellas
-          ¿Vas a volver a decirme cómo te llamas? -  
Ella bufó, despreciando con un gesto del cuello y dándole la espalda a su burdo intento de exhibición acerca de  qué grado de enfado podía alcanzar para atemorizarla.
-          Yo creo que está claro que… - dijo.
-          ¿Sarah? – preguntó Penélope, causando que la aludida diese un respingo enorme y se girase completamente de un salto en su dirección.
-          ¡Penélope! – exclamó Sarah presa de una alegría y sensación de alivio tan grandes que se echaría a llorar.
-          ¡Sarah! – respondió Penélope en el mismo tono de voz desconcertada y sin saber muy bien cómo debía reaccionar.
-          ¡Penélope! – repitió.
-          ¡Sarah! – respondió la anfitriona a su vez.
-          ¡Lord Greyford! – exclamó Sarah en el mismo tono de voz y felicidad con el que pronunció el nombre de su amiga.
-          ¡Sarah! – le respondió él de la misma manera a su vez, e igual de desconcertado que Penélope por la situación (a quien miró interrogante y recibió un encogimiento de hombros como respuesta) pero incapaz de romper la cadena de efusividad extrema de pronunciación de sus respectivos nombres o título que ella misma había comenzado.
-          ¿Henry? – preguntó sorprendido parpadeando varias veces.
-          Mattheus – respondió él, devolviéndole el saludo siendo el primero cuyo tono de voz alcanzó los decibelios habituales que una persona empleaba.
-          ¿Henry? – repitió Penélope adelantándose un paso, tan sorprendida como Grey de su presencia allí.
-          ¿Sarah? – preguntó Henry dirigiendo su mirada de forma fija a la mujer que tenía delante.
-          ¿Henry? – preguntó ella.
-          ¿Sarah? – repitió él.
-          Sí – asintió ella, enfatizándolo aún más con gestos de la cabeza; causando la sonrisa de él pues la situación y la repetición de tantos nombres la habían confundido tanto que acabó por revelarle su nombre de manera inconsciente y otorgándole vencedor por tanto de este enfrentamiento entre ambos. . ¡Mierda! – maldijo Sarah poniendo especial énfasis en la pronunciación de la –r antes de corriendo precipitadamente hacia su amiga y situándose tras ella para buscar su protección.
Protección un tanto relativa la que Penélope podía ofrecerle dado que medía un par de centímetros menos que ella y por tanto, era aún más significativa y apreciable la diferencia de estatura entre ambos.
-          Penélope por fin te encuentro – le dijo, tocándole los hombros. – Un fiesta magnífica, una niña preciosa y unos gemelos que son la mismísima reencarnación del demonio – añadió, sin aire debido a la velocidad con la que pronunciaba sus palabras. – Pero tengo que irme – agregó. – Lo siento – se disculpó. - ¡Adiós! – exclamó. - ¡Chao! – añadió. - ¡Te quiero! – concluyó tomando aire antes de iniciar una nueva carrera.
-          Tú no vas a ninguna parte – dijo Henry, agarrándola de nuevo por la cintura y elevándola hasta su altura impidiendo du huida con una nueva carrera. – Tenemos que hablar aún de muchas cosas, Serena – le amenazó.
-          Sarah – le corrigió ella al instante. - ¡Mierda! – volvió a protestar pataleando en el aire.
-          ¿Por qué vienes a verme? – exigió saber en esta ocasión.
Penélope observó a la pareja con atención mirándolos alternativamente varias veces y comprendió lo que estaba sucediendo: Henry había descubierto que era Sarah Parker quien iba a cubrir los reportajes de deportes y le estaba exigiendo que le rindiera cuentas; con una química sorprendente entre ambos y que a ella comenzaba a gustarle mucho. Por eso exclamó finalmente:
-          ¡Ay Dios! - Lo sabía – añadió, convirtiéndose en el centro de la situación a propósito mientras se tapaba la cara con la mano, se mordía el labio inferior y negaba con la cabeza.
-          ¿Lo sabías? – preguntó Grey confuso. - ¿Qué sabías? – añadió con interés.
-          ¿Lo sabe? – le preguntó Henry girando a Sarah en el aire para que enfrentara su mirada. - ¿Qué sabe? – añadió, zarandeándola incapaz de creer que Penélope hubiese descubierto por sí sola y sin su ayuda a qué se dedicaba por las noches y quién era realmente Skin HH Skull.
Sarah se encogió de hombros en respuesta a lo planteado por Doble H.
-          Lo sabes ¿eh? – le preguntó Henry dejando a Sarah en el suelo y acercándose a Penélope caminado de manera peligrosa. Penélope asintió guiñándole el ojo de forma apenas perceptible a Sarah. - ¿Qué es lo que sabes exactamente? – exigió conocer.
-          Que es el momento de que marche ¡idiota! – le gritó Sarah Parker, incapaz de refrenar el ataque de risa que le provocó el conseguir haberle engañado. Ataque de risa que cortó de raíz cuando notó la manera en que a estaba mirando y como estaba intentando controlar su reacción. – Adiós – añadió, esta vez sí pudiendo salir  corriendo.
Henry se giró de forma repentina con la respiración muy agitada y gruñendo. Gracias a esto, la descubrió todavía sacudiendo la mano despidiéndose de su amiga con una enorme sonrisa en el rostro.
Gestos que desaparecieron cuando él se situó justo delante de ella.
Pero Penélope no tenía miedo; aunque lo viera a punto de explotar frente a ella y por muy apretados que tuviera los puños.
Sabía que le caía bien y que por tanto, no le haría ningún daño.
Y si resultaba estar equivocada, a su lado tenía un hombre aún más alto y fuerte que él que estaría más que encargado de protegerla.
Como sospechaba, Henry no le hizo daño físico. Únicamente se detuvo frente a ella, la miró en silencio y fijamente durante un par de minutos mientras apretaba la mandíbula y rechinaba los dientes.
Si acaso, el único que sufrió algún daño leve fue el cabello de Penélope cuando Henry exhaló todo el aire de la nariz justo en su cara; tan fuerte que acabó por despeinarla.
-          La voy a volver a encontrar – dijo con firmeza y señalándola con el dedo índice. – Ya puedes ir informándoselo a Silvana – añadió antes de echar a caminar en dirección a la salida tranquilamente pues era una utopía salir corriendo nuevamente tras ella.
-          ¡Henry! – exclamó Grey sorprendido. - ¿Te marchas? – le preguntó. - ¿Sin despedirte? –añadió, incidiendo en lo poco cortés de su comportamiento lanzándole una mirada reprobatoria.
-          Mi querido cuñado – inició Henry. – Creo que tanto Penélope como yo sabemos y somos conscientes de que ahora mismo tengo cosas mucho más importantes que hacer… - añadió reanudando su marcha.
En realidad, solo había una única cosa más importante que hacer y esa era dar con la señorita Susannah Parker.
Una Serafina Parker que, tras un breve período de empate volvía a llevar la delantera en su lista de enfrentamientos particular.
Pero esto era una guerra no una batalla y el vencedor se proclamaría al final del conflicto.
La dejaría jugar.
Él era un jugador y le encantaba jugar. De hecho, se jugaba su integridad física y ponía en riesgo su vida noche sí y noche también en la arena del anfiteatro.No obstante, y pese a que nuca había participado en un juego similar a éste, le daba la sensación de que se divertiría mucho y de que lo iba a disfrutar enormemente…
“Que continúe la partida” pensó, sonriendo antes de abandonar definitivamente la mansión Crawford añadiendo que había sido una idea espléndida el acompañar a Rosamund pese a que no se había socializado con nadie, no había comido y tampoco había bebido.
-          ¿Es mi imaginación o Henry muestra un súbito y repentino interés manifiesto de forma muy evidente en tu amiga Sarah Parker? – le preguntó Grey a Penélope con una mirada de evidente complicidad, solo cuando escuchó cerrarse la puerta de la entrada principal.
-          Shhh – le respondió ella.

7 comentarios:

  1. Puede que os guste, os disguste o quizás esperaseis más de este encuentro pero... tenía que decir que esta pareja me trae muy buenos recuerdos y me evoca a los tiempos aquellos en los que escribía de manera frenética la historia de Lops porque al igual que con la pareja de Por un beso la química, conexión y diferentes situaciones disparatadas que les suceden me salen solas.
    He dicho.
    Y Aviso, hay más...
    Próximamente xD

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  2. SHH COMO Q SHH ESTO NO PUEDE ACABAR ASII NOOOOOOO MALAAAA MALISIMAAAA PERO COMO ME DEJAS A MEDIAS LEÑE SIEMPRE ME HACES LO MISMO EN LO MEJOR ME LO CORTAS Y ESO NO MALEFICA ESO NO MALOTA
    BUENO BUENO BUENO DESDE LUEGO DE PRINCIPIO A FIN BUA CHAVAL OJOS DESORBITADOS MANDIBILA PERDIDA NO DE ÑAM ÑAM DE MAROMOS X LOS QUE BABEO NO EN ESTE CASO AUNQ.... ÑAM ÑAM TODOS LOS MAROMOS REUNIDOS EN EL SALON ENTRE ELLOS MI SUPREMO Q ME LO COMO MAADRE MI WILLY WILLY XD PERO NO EN ESTE CASO HA SIDO DE LA SORPRESA XQ CREO HE SIDO SARAH REACCIONANDO YA QUE ESTA NOCHE ME HA PASADO LO MISMO QUE A SARAH VIENDO EL CAPI DE LOST IN AUSTEN CON EL SECRETO NO SECRETAZO DE CAROLINE BINGLEY Q ME HE QUEDADO AASI O.O COMO SARAH CUANDO HA VISTO A ROSIE Y A HH Y CHICO BOTE HUBIERA DADO YO SI HUBIERA SIDO SARAH Y HE AQUI UNA PREGUNTA MIA O DERIVACION COMO QUERAIS: ¿LOPS Q VIVE EN EL PALACIO DE CNOSOS DEL LABERINTO¿?¿ XQ... PEAZO CHABOLA TIE LA SRA PERO CASOS A PARTE Q ME DESVIO Y VOLVIENDO EL MOMENTO NO NOS MIRES UNETE HA SIDO MU GRANDE EN PLAN JODER Q MALA SUERTE HABLAN DE MI OTRO YO Y YO SIN PODER OPINAR JAJA AL IGUAL Q EL MOMENTAZO HENRY SOCIALIZATE Y Q LE QUITA EL DIARIO HA SIDO MU GRANDE JOE Q SARGENTON ES LA ROSIE Q CHUNGA ROSIE ES ESA ROSIEH MALOTAH RESHULONA JAJA Q MIEDO ME DA POBRE SARAH YO TAMBN LA TENDRIA MIEDO Y UNA PREGUNTA ASI SUSTANCIAL: ¿ROSIE NO ESTABA RECIEN PARIDA¿? XQ... LEÑE Q RAPIDO SE HA RECUPERADO DEL POSTPARTO XD MAS COSAS Q ME DISPERSO Y BUENO EL MOMENTAZO YA DE MOMENTO SOCORRO LOPS SALVAME LA OTRA TO CONCENTRADA EN SUS AMIGOTAS Y EL OTRO Q LA HA VISTO Y SE HACE EL LOCO Y LUEGO LA AGARRA Y LA OTRA TIERRA TRAGAME DIABLO VEN POR MI BUENO NO ME HE REIDO MAS XQ NO Y EL MOMENTO INTENTO DE SALIDA YO QUERIA BESO BESO CARNAZA XD PERO NO HA PODIDO SER PERO PARA LA PROXIMA SERA Y EL DIALOGO DE MARIA VAS A MISA NO QUE VOY A MISA CREIA Q IBAS A MISA PUES VAMONOS A MISA HA SIDO GRANDE CON EL HENRY SARAH LOPS CUÑAAAAO HA SIDO BUENO LLORANDO DE LA RISA Y EL MOMENTO OLA Q DISE COÑO Q SABE LO HE HAGO PARA Q LA OTRA POBRE SE PUDIERA IR HA SIDO BUENISIMO HA HABIDO HASTA UN RATO Y TODO QUE ME HE PERDIDO XQ YA NO SABIA QUIEN ERA QUIEN CON ESO TE DIGO TOH JAJA A SI Q SE ME OLVIDABA POBRE SARITA LO REITERO Q MARRONACO SE HA COMIDO AL RECIBIR A LOS BROS HARPER CON TO LA CARA GUARRA DE CHOCOLATE AUNQ CLARO AQUI MI HH HOMBRETON ÑAM ÑAM SI NO FUERA XQ NO LE SIENTA BN EL DULCE CREO Y MI MENTE PERVERTIDA X VOSOTRAS LO HA PENSADO Q CREO Q EL MOZO LE HUBIERA LAMIDO LA CARA CON GUSTO Y Q REGUSTO PARA HH SI NO FUERA XQ LE SIENTA MAL EL CHOCOLATE Q ME COMERIA YO AHORA UNA TABLETA DE MILKA CON OREO Q UMM SE ME HACE LA BOCA AGUA AAAGGHHH UIS Q ME DISPERSO BUENO LO DICHO QUIERO MAAAAAAAAAS Q ME HAS DEJADO A MEDIAS Y GRAN APARICION ESTELAR DE LA GRAN LAUREN S. SOBERBIA ESPERO CON ANSIAS TU MOMENTAZO JAJA
    HE DICHO

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    1. shh si, ya sabes de mi malignidad absoluta y suprema...
      A ver, Rosie es Rosie en pleno esplendor... ¿tu crees que aunque estuviera recién parida iba a perderse el acontecimiento en casa de su mejor amiga? ?Es que no atisbaste aún suficientes rasgos de su personality??
      En cuanto al laberinto... tienes que refrescarte con la historia de Lops eh? Recuerda que ella se pierde y que por mucho que contratase a albañiles pa hacer reformas con los gemelos toda la casa no se iba a demoler asi que sí, está inspirado en el...
      En cuanto a Lauren... ya aparecerá... tanto en menciones como personalmente, ¡con lazo y todo!

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    2. chin ni q fueras un perro con el lazo jaja!! xD

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  3. Pues como era un capi entero pero lo dividiste... te comento todo aqui :) Asi a grandes rasgos, me encanta que aparezca Kath con los humos bajados y en compañia de mi escoces :) El episodio de las tartas y los niños liandola es muy bueno, estoy deseando que empiecen con las palabritas... Me he reido mucho con Rose diciendo a Henry que por biende la humanidad se llevara a Thon de putas XD Luego de este me he reido muchiiiisiiiumoo con la parte de los nombres jajaja Y me encantan los intentos frustrados de Sarah Susanna Serafina jaja por intentar escapar!! Mmmm.....creo que eso es todo!! :)

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  4. Se me ha olvidado!!!! Por fin puedo leer algo de los articulos de Sarah que me estaba preguntocuando saldrian :)

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  5. Tanto le cuesta a Henry recordar nombres? cuando la vuelva a encontrar ¿volvera a preguntarle el nombre? jajaja

    La proxima vez que vea a Sarah deberia atarla para que no se le escape jajajaja







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