miércoles, 10 de abril de 2013

Capítulo XIII Amor a palos


CAPÍTULO XIII
Segundo golpe

LISTA MENTAL DE SARAH PARKER COMENTADA DE COSAS QUE TIENE QUE HACER CON LA MAYOR BREVEDAD DE TIEMPO POSIBLE:

1.      Comprar con la mayor urgencia posible alguna hierba, remedio o producto natural de las herboristerías que te ayuden a conciliar el sueño. Pero ha de ser completamente natural, nada de mezclas o productos sintéticos en algún porcentaje porque no quiero tener visiones o alucinaciones de ningún tipo y mucho menos, estar drogada.
2.      Dormir más de cinco horas al día. Para ello necesito el o los  ingredientes del número uno ya que pese a que estoy extremadamente cansada gracias a mis múltiples trabajos, mi agotamiento es tal que soy incapaz de dormir más tiempo del mencionado de manera natural y las ojeras de mi rostro comienzan a asustarme y a preocupar a la señora Anchor.
3.      Perder la virginidad antes de cumplir los veintiocho años. En realidad, esto debería ser incluido como propósito de año nuevo permanente en mi vida, pero ahí se queda; en un propósito. Sin embargo, este es el año en el que me lo he propuesto con más ganas y ¡estoy harta de esperar! Todas mis amigas mayores (y menores que yo en un par de años, como Eden) han dejado de pertenecer a ese grupo. En realidad todas no, exceptúo a Mary Jo… (pero claro si encima de poseer un físico desagradable tampoco es simpática, agradable y buena conversadora… ¿qué se puede esperar?). Claro que soy una mujer romántica; demasiado quizás y que me encantaría que fuera muy especial, cariñosa y llena de amor pero… quiero ser madre y parece que he escogido al hombre más lento de Gran Bretaña como futuro padre de mis hijos. Tanto, que a este paso para cuando quiera convertirme en ese tipo de mujer ya estaré demasiado vieja como para tenerlos de manera natural… así que, como también me pica la curiosidad en este terreno gracias  a Eden sobre todo; está más que decidido. Antes de cumplir los veintiocho (aunque el propio día de mi cumpleaños también vale como fecha límite) debo dejar de ser virgen. Debo darme prisa por hallar a alguien adecuado y con el que tenga al menos cierta confianza para que sea mi pareja en estas lides, dado que tampoco quiero dejar de ser virgen con un completo extraño… Debo darme prisa porque mi cumpleaños es a finales de noviembres y ¡ya estamos a primeros! Antes de cumplir veintiocho he de dejar de ser virgen y sino… ¡que me parta un rayo por faltar a mi palabra!
4.      Ser despedida de mi empleo como cartera aludiendo y acudiendo a cualquier motivo de despido improcedente. Al parecer, este se ha convertido en otro de mis propósitos que no traspasan la frontera y solo se quedan ahí, como propósito incumplido. Pero al igual que con el número tres, si Dios quiere y yo tengo una imaginación lo suficiente perversa y maligna como para conseguir que me echen, dado que por mi comportamiento hasta lo de ahora y la petición que realice a Christian o al editor no va a ser escuchada básicamente porque me da demasiada vergüenza hacerlo, he de conseguir de alguna manera realizar una acción fatal por la que sea despedida. Continúo trabajando en ello…

5.      ¡¡Matar a Christian Crawford!! Y si puede ser de una manera lenta y dolorosa mejor que mejor. Es por este motivo por el cual ha quedado descartado como la primera persona con la que haré el amor (claro que por otra parte puedo actuar como una mantis religiosa y matarlo después de haberme acostado con él. Interesante y tentador…) ¿Cómo puede existir persona más despistada y desconsiderada en el mundo hacia mi persona?

Sarah Parker tenía motivos y razones específicos para la inclusión de todos y cada uno de los propósitos que conformaban su lista mental, aunque sobre todo del último.
¿Por qué?
Porque en ninguna de las numerosas visitas que realizó a su casa (y hay que recordar que éstas aumentaron considerablemente el número desde que se convirtió en la cartera personal de Christian y el editor) durante ese día fue informada de que tenía trabajo que realizar. Entendiéndose trabajo como su labor de cronista deportivo en The Chronichle, o si lo prefería, que Doble H tenía esa noche un nuevo combate.
¡Encima un combate de Doble H!
Su asistencia debía ser sí o sí segura.
En su lugar, Sarah se enteró mediante el hallazgo de una nota dentro de un sobre lacrado (con lo cual significaba que Eden no había podido leer su contenido, para su total tranquilidad)  bajo su puerta donde se le informaba de lo susodicho.
¿Tanto le había costado comunicárselo con una escueta frase en persona?
Lo cierto es que no le apetecía nada ir allí y “sufrir” nuevamente viendo cómo Doble H peleaba, preocupada porque pudieran alcanzarle nuevamente y sobre todo, porque no quería volver a vérselas con él (afortunadamente para ella, Albert aún no le había revelado dónde vivía; cosa que tenía que agradecerle. Todo fuese dicho). Por otra parte, hoy había alcanzado su propio record personal de viaje entre casas llegando a la sorprendente cifra de catorce; con las consecuentes secuelas físicas en su espalda, hombros, cuello, rabadilla y trasero y sobre todo, con el retraso que ello conllevaba en su regreso a casa.
En otras palabras, había llegado más tarde que nunca y por tanto, tenía mucho menos tiempo para arreglarse y cambiar su aspecto totalmente para dejar de ser Sarah Parker de día y convertirse en Sarah Parker de noche; el bonito, exótico y llamativo envoltorio bajo el que se escondía George Iron Pounches.
Frenética y corriendo de un lado para otro intentando hacer el menor ruido posible (aunque sonase mucho a contradicción), Sarah decidió la ropa más adecuada de debía ponerse: el pelo suelto, obvio pero con volumen, así que decidió ahuecárselo metiendo su mano y agitándoselo. En cuanto a la ropa, decidió continuar con la línea más conservadora que había iniciado días atrás y acabó decantándose por un “simple” corsé rojo sin ballenas y abotonado hacia delante con escote en forma de corazón (y por tanto, aunque bajo esta vez le cubría más de la mitad de los senos) y cuya única decoración al respecto eran dos franjas de encaje negro en forma de – S descendente, así como otras dos franjas de encaje esta vez algo más grueso en los bordes superior e inferior del corsé en cuyo centro de los mismos había un pequeño lazo negro de raso.
Remataba su conjunto una falda negra por debajo de los tobillos y esta vez sí unas botas negras de terciopelo con un tacón que sí podía manejar. En cuanto a complementos, se colocó un pasador lateral con forma de una flor hecho de lentejuelas también rojo y negro y por supuesto; dado que hoy sí que casaba con el conjunto; volvió a pintarse los labios de carmín.
Sarah esperaba que con este atuendo que le otorgaba suficiente confianza en sí misma pudiera tener una noche tranquila y sin muchos sobresaltos, pero; por supuesto, el destino tenía otros planes para ella.
Para empezar las malas noticias comenzaron justo en el mismo momento en que se montó en el carruaje y descubrió que estaba sola. Justo ahí, el cochero le comunicó que Marc estaba enfermo y que esta noche tendría que actuar en The Eye completamente sola.
Dos fueron los sentimientos que se apoderaron de Sarah: el primero obviamente el de preocupación por el estado de salud de Marc. Aunque más que preocupación en realidad era incredulidad porque su mente era incapaz de imaginarse al forzudo, fornido e imponente físicamente de Marc enfermo de nada. Y el segundo sentimiento que se apoderó de ella y que le provocó escalofríos y sacudidas espasmódicas de los hombros fue el miedo.
Si, era cierto. Sarah Parker tenía miedo y no era nada cobarde por reconocerlo.
Miedo a qué podría ocurrirle, a encontrarse con Doble H, a tener toda la responsabilidad ella sola… miedo a un sinfín de cosas que podrían suceder sin la presencia aterradora de Marc a su lado. Un Marc con el que no había compartido muchas conversaciones y por tanto, no le unía a él un alto grado de amistad pero aún así su mera presencia le proporcionaba seguridad y aumentaba su confianza en sí misma (algo en lo que adolecía bastante).
“Míralo por el lado positivo, las peores situaciones son las que más te ayudan a madurar como persona” se dijo antes de decidirse por fin a descender del carruaje, antes de pensarse muy bien, muy y mucho si debía hacerlo o por el contrario, regresar a su casa a descansar.
Las malas noticias estuvieron a punto de continuar para ella esa noche cuando tuvo algunos problemas para entrar en el recinto esa noche. En realidad no podría denominársele problemas sino que se notó la ausencia de Marc junto a ella considerablemente cuando no accedió sin problemas al interior de The Eye y, en contra de lo que había sucedido hasta ese momento, lo hizo solo cuando el encargado de vigilar la puerta le dio unos buenos repasos en los que no olvidó ningún punto clave de su anatomía y sobre todo, cuando ésta se tragó su orgullo femenino mientras maldecía porque no había escogido el atuendo más idóneo para esa noche, le lanzó un par de sonrisas… ¿seductoras?.
Por fin, Sarah accedió al interior del recinto y…
Se decepcionó bastante con lo que allí dentro había: faltaba más de la mitad del aforo para completar la totalidad de localidades y personas que éste tenía como número máximo permitido (otra cosa era el ilegal, siempre superando lo establecido por ley)
¿Qué pasaba? ¿Es que Doble H, el campeón de los pesos pesados ya no era el centro de interés y atención de tanta gente?
Si eso resultaba ser cierto, la mala suerte de Sarah iba en aumento esa noche ya que, con mucha menos gente en The Eye y por muchos sombreros, bufandas y abrigos o chaquetas que tomase prestados esa noche, a Doble H le resultaría mucho más fácil dar con ella.
Instintivamente, dirigió su mirada hacia el escenario y se decepcionó y receló bastante de la situación cuando no halló allí arriba a Albert.
“¿Se habrá tomado vacaciones de tan enamorado como está de Eden?” se preguntó, divertida.
Al volver a posar su mirada sobre el hombre que estaba encima del escenario, Sarah fue consciente de que era exactamente el mismo que realizó la presentación en el anterior combate y su cuerpo en respuesta a este descubrimiento, esbozó un bostezo que Sarah disimuló lo mejor que pudo.
Suspiró, concienciada de que durante al menos los siguientes cinco minutos se aburriría una barbaridad y paseó su mirada por el entorno en busca de una distracción sana y segura que la distrajese.
Pronto dio con ella.
En realidad, tampoco estaba tan lejos de ella ni su capacidad de visión en la semi penumbra había disminuido tanto como para no verla. De hecho, su distracción era perfectamente visible dadas las dimensiones que tenía.
Su distracción en este caso se encarnaba y personificaba en un orondo hombre con una peluca rubia de rizos que estaba sentado justo bajo el escenario donde solía colocarse Albert y hoy estaba el usurpador y que era el encargado de recoger las apuestas a favor de uno u otro boxeador.
Exactamente.
Su distracción de hoy serían las apuestas.
En realidad, era algo que había querido hacer desde la primera vez que vino pero estaba segura que Marc no iba a permitírselo o que si lo hiciera al día siguiente, Christian sería informado de esa actividad en particular y le reclamaría los beneficios obtenidos (si es que los hubiese, por supuesto) El segundo impedimento que le frenaba en sus buenas intenciones era que Albert era el encargado de recoger el dinero también. Un Albert que la miraba de una manera cargada de demasiada lujuria, lascivia y nada buenas intenciones en sus ojos. Al menos, así lo hacía el Albert soltero. En teoría ya no tendría que hacerlo al estar tan enamorado de Eden como parecía afirmar pero que en su opinión, aún seguía haciéndolo y no solo con ella, sino con cualquier mujer que estuviera a tiro.
No obstante, con Marc y Albert fuera de juego y de su visión esta noche, nada le impedía participar de forma activa en esa actividad que, al fin y al cabo también formaba del espectáculo. Es más, incluso dada su mala suerte en los otros dos ámbitos de su vida: de salud no andaba muy bien; sobre todo de un tiempo hacia acá cuando apenas dormía bien y era nula en lo que a fortuna en los asuntos de amor se refería; quizás la buena suerte llegara a su vida mediante el dinero.
Por probar, nada perdía. O mejor dicho, lo único que podía perder en esta ocasión era el dinero que destinase a apostar pero en ningún caso ni su integridad física o mental se verían involucrada así que… decidió intentarlo.
Se dirigió con paso a firme hacia el hombre y solo tras situarse un paso frente a él, dijo con la voz más firme que pudo salir de su boca:
-          Dos libras para Skin HH Skull – y se las tendió.
Pasado un instante, el hombre levantó la mirada hacia ella con la ceja enarcada y le dijo con una voz mucho más femenina que lo que su cuerpo daba a pensar:
-          Reina… llevas con días de adelanto – Sarah frunció el entrecejo e inclinó la cabeza a la derecha, intentando comprender la frase: - A ver cielo… - inició, hablándole como si fuera una niña pequeña. – Te has equivocado de día – explicó. – Skin HH Skull NO lu-cha hoy – concluyó, pronunciando la frase por sílabas.
-          ¿No? – preguntó Sarah decepcionada y sorprendida.
“¡Maldito Christian!” pensó enfadada. “¡Después de la prisa que me he dado y de no haber cenado para evitar llegar tarde al combate porque en teoría era de Doble H se entera mal y hoy no lucha!” gruñó.
-          ¿Quién lucha hoy? – preguntó entre dientes y bufando para intentar calmar su enfado.
-          Ben Smith y Joe Parrish – explicó él y a Sarah bien podrían haberle estado hablando en francés porque ella tampoco se habría enterado acerca de hacia quién tenía que dirigir su apuesta ahora que su candidato no luchaba esta noche.
-          Entonces… - titubeó. Y tras mucho pensarlo, incluyendo una cancioncilla con la que lo echó a suertes, añadió: - Dos libras para… Joe Parrish – añadió, entregándoselas nuevamente.
-          Muy bien – dijo el hombre asintiendo mientras anotaba y le daba su papeleta. – Dos libras para Joe Parrish – anunció.
-          Muy mala elección – dijo una voz junto a su oído que le puso todos los vellos de su cuerpo de punta. Los ojos de Sarah se desorbitaron al escuchar la pronunciación de esas palabras. Aún así, intentó parecer tranquila y serena cuando se giró y descubrió cómo, efectivamente, la voz que había escuchado pertenecía ni más ni menos al luchador ausente de la noche: Doble H, Skin HH Skull o simplemente, Henry Harper, como él prefiriese ser llamado según la ocasión. - ¡Cómo se nota que esta es la primera vez que apuestas! – dejó caer antes de saludar, mirando al hombre allí sentado: - ¡Hola Flick! –
“¿Flick?” se preguntó desconcertada. “¿Se llama Flick?” añadió, pensando que era el mote menos afortunado puesto para una persona de todas las que había conocido.
-          Hola – respondió Flick.
 “¿Parpadeando compulsivamente y poniéndole ojitos?” se preguntó Sarah alucinada. “¡No es posible!” exclamó, tragando saliva.
-          Anula la apuesta de la señorita y anótala junto a la mía. 10 libras, cinco de ella y cinco mías a que el vencedor es Ben Smith – añadió, entregándole las monedas.
-          Cinco y cinco a que gana Ben Smith – repitió, asintiendo y entregándole las nuevas papeletas. - ¡Ah! – exclamó. – Toma, te devuelvo tus dos libras – añadió, sonriente.
-          No tenías por qué hacer esto – dijo, estrujando con fuerza el papel sintiéndose frustrada, enfadada y menospreciada con los dientes muy apretados. Tanto, que le dolía la cabeza.
-          No te preocupes – dijo él, quien no fue consciente del verdadero estado de mal humor en que se hallaba. – Ya me lo devolverás cuando sepas apostar – añadió. – No sabía que lo hacías, “chica mala” – agregó burlón.
-          ¡Tú no sabes nada! – exclamó Sarah, exasperada alejándose de allí con el paso igual de firme con el que llegó.
-          ¡Estás muy equivocada! – exclamó él, poniéndose a su altura en tres zancadas. – Sé muy bien quién eres realmente – susurró junto a su oído, poniéndola nuevamente nerviosa.
-          ¿De veras? – le preguntó ella deteniendo su marcha y mirándole fijamente. - ¿Cómo me llamo? – quiso saber.
-          ¿Qué? – preguntó él, ahora nervioso. “Eh… eh… se llama… se llama…” titubeó. “No puedo creer que me esté pasando esto otra vez con ella” añadió, rascándose la cabeza para ver si ese gesto le ayudaba a pensar, aclarar ideas o recordar. “¿Cómo demonios se llamaba?” se preguntó enfadado consigo mismo.
-          Ahí lo tienes – dijo ella, muy satisfecha y orgullosa de sí misma. – No tienes idea de nada acerca de mí – añadió. - ¡Ni siquiera te acuerdas de mi nombre, “primito”! – exclamó enfadada y poniendo especial énfasis en la última palabra de la frase antes de volver a intentar alejarse de él.
-          Vuelves a equivocarte, señorita Parker – dijo Henry apareciendo ante ella de la nada.
-          ¿De dónde? – preguntó mirando a todos lados, extrañada y confusa. - ¿De dónde has salido? – añadió, con apenas un hilo de voz. - ¿Cómo has dicho? – quiso saber, incrédula ante lo que acababa de escuchar.
-          Señorita Parker… ¿cuándo te lo ha dicho Albert? – preguntó.
-          Te felicito Doble H, recuerdas a la perfección cuál es mi apellido – le dijo. – Pero te he preguntado por mi nombre, “primito” – volvió a dejar caer.
-          Yo te lo he preguntado primero – rebatió él.
-          ¡Oh no! – exclamó ella. – Ahí sí que estás muy equivocado, yo he sido quien te ha preguntado primero por mi nombre – explicó. - ¿Quieres mis respuestas? – le preguntó. – Pues contesta tú a las mías – agregó firme y sintiendo de forma brusca con la cabeza antes de girarse en dirección contraria.
-          ¿Esas son las intenciones que tienes esa noche? – le preguntó.
-          Estas son – respondió ella sin girarse.
-          ¿Sabes qué es lo que vas a conseguir con eso? – le preguntó con tono amenazante y justo detrás de ella, provocando que ella se sobresaltase de forma que aunque intentó disimularlo al máximo, Henry fue perfectamente consciente del respingo que dio.
-          ¿Q…qué? – preguntó ella desafiante aunque la voz le falló.
-          Que te prohíba la entrada al local – le amenazó.
-          ¡No eres capaz de hacer eso! – exclamó, descreída.
-          Claro que lo soy – rebatió él, ahora orgulloso.
-          Se te olvida, genio – dijo esta frase con rin tin tín. – Que no eres el dueño del anfiteatro, solo eres un luchador más – agregó, despectiva.
-           ¡Oh! – exclamó él, riendo ahora. – Ahora es cuando tú has errado encanto –le dijo él. – Puede que sea un boxeador, cierto. Pero no soy cualquiera; soy la estrella de este anfiteatro y el campeón británico de los pesos medios además de que parto con la ventaja de que Albert es mi mejor amigo y te recuerdo que él si que es el dueño de todo esto – explicó. Y añadió entre susurros acercando su rostro al de ella, por si sus palabras no habían sido lo suficientemente claras: - Así que creo que no soy nada presuntuoso cuando afirmo que si le pido que me conceda el favor que te vete la entrada, lo hará. Eso por no hablar de que también soy íntimo de Mike, quien permite la entrada y acceso al recinto – apostilló, reafirmando con cada frase su superioridad frente a ella. – Suma dos y dos…y adiós – concluyó, despidiéndose de ella con la mano y una amplia sonrisa de victoria en el rostro.
-          Gran argumentación, si señor – le concedió ella, aplaudiendo de forma suave. – Pero… - dijo, fingiendo lamentarse. – Volvéis a olvidaros algo – añadió, con fingida tristeza. – Y probablemente sea lo más importante de todo – concluyó, negando con la cabeza y abriendo mucho los ojos para captar su atención y concederle toda la importancia que el argumento merecía.
-          ¿Ah sí? – preguntó él con interés. – Y ¿qué es? – añadió, conocedor de que nada de lo que le dijese le podría sorprender.
-          Lo que se os olvida – inició ella con tono seductor. – Es… - añadió prolongando el silencio para darle más relevancia a as siguientes palabras que iba a pronunciar (y también para dejar la vergüenza y el pudor a un lado). De hecho, justo antes de hablar se agarró los senos justo por debajo, se los elevó e hizo que se elevaran tanto que le sobresalieron en buena parte de su escote imitando el soez gesto que Eden realizaba cuando estaba muy enfadada y se enfrentaba con cualquier tipo de vendedor o comerciante de género masculino que se atrevía a piropearla o decirle “palabras bonitas”. – Que cuento con estas dos – explicó, elevándoselas aún más, captando la atención de él justo hacia esa parte de su anatomía. – Y estas pueden conseguir que me abran las mismas puertas del infierno si ese es mi deseo – concluyó, con voz seductora y completamente segura de que en este enfrentamiento dialéctico sin duda que había sido ella nuevamente la vencedora.
De hecho, su razonamiento se vio más que confirmado cuando pasado un rato, Henry no despegó la mirada de ellas; lo cual enfadó a Sarah, quien no estaba acostumbrada a que sus pechos fuesen el centro de atención de los hombres.
-          ¿Quieres dejar de mirarme las tetas? – le preguntó enfadada a gritos, avergonzada al instante de lo soez que había sido la frase que acababa de pronunciar; aunque intentando disimularlo todo lo que pudo obligando a su rostro a permanecer impasible.
-          Aunque te parezca increíble, uno tiene que quedarse mirándolas fijamente durante mucho tiempo para darse cuenta de que no son apéndices postizos – rebatió, arrepintiéndose de las palabras que había dicho al instante, conocedor de que podrían haberla herido.
Efectivamente, Sarah tardó poco en hacérselo patente.
-          ¡Vete al carajo! – exclamó ella antes de huir.
O intentar hacerlo porque Henry la agarró con fuerza del brazo e impidió que se marchara.
-          Lo siento – se disculpó. – Tus tetas, aunque pequeñas son perfectamente normales – aclaró. Y Sarah relajó un poco la tensión y la fuerza que había acumulado en el momento de furia. – Eso sí, son las más curiosas dentro de la normalidad – añadió.
-          Desde luego sí que eres único dando cumplidos – le dijo ella con ironía, bufando.
-          ¿Qué quieres? – le preguntó él, desconcertado. – Uno no ve todos los días unos senos mágicos – explicó.
-          ¿Mágicos? – le preguntó ella, confusa. – Pero ¿qué tonterías estás diciendo ahora? – le preguntó enfadada.
-          Hasta lo de ahora han sido los únicos que he visto a lo largo de toda mi vida que han hecho desaparecer tatuajes – explicó divertido y fingiendo sorpresa.
-          Este hombre no hace más que decir tonterías – dijo entre dientes, aunque como Henry estaba tan cerca de ella lo escuchaba perfectamente. – Absurdo – bufó. – Es un absurdo lo que esta plante… -  añadió descendiendo lentamente la mirada hacia sus senos y maldiciendo nuevamente a la par que seguían incrementándose sus ganas de asesinas a Christian.
Por culpa de la premura e imprevisibilidad de su nueva aparición (aunque luego para nada) en The Eye, a Sarah se le había olvidado pintarse con la plantilla su tatuaje de protección que aseguraba que conocía a Stealthy Owl.
¡Ahora entendía mucho mejor por qué sin la presencia de Marc junto a ella el hombre que le daba acceso al recinto se había pensado tanto el dejarla acceder o no a él! ¡No llevaba a Marc consigo, carecía del tatuaje que le proporcionaba un acceso seguro y hoy enseñaba menos carne que nunca! ¡Así era lógico que no la hubiesen dejado entrar!
-          ¡Oye! – exclamó él con un sonrisa al ver que ella agachaba la cabeza, avergonzada por su descubrimiento. – A lo mejor no son tus pechos los que tienen la magia y en realidad es el tatuaje – añadió burlón. - ¿Dónde te los hiciste? – le preguntó curioso y regodeándose en tan embarazosa situación. – Es que de vez en cuando me aburro de ver los míos siempre en los mismos lugares y me gustarían que fueran como los tuyos, que aparecen y desaparecen ¿sabes? – añadió, conteniendo a duras penas una risita.
-          ¡Cállate! – le ladró Sarah, sabiéndose descubierta y sin levantar la vista del suelo.
-          Si te sirve de consuelo Sonia, ya me había dado cuenta antes – explicó provocando que esta vez sí ella levantara la mirada. – No he adivinado tu nombre ¿verdad? – le preguntó. Sarah negó con la cabeza. - ¡Joder! – exclamó exasperado. - ¡Si tampoco tienes un nombre tan extraño u original! – añadió. - ¿Por qué entonces no puedo recordarlo? – le preguntó. Y Sarah se encogió de hombros.
-          ¿Cómo sabías que mi tatuaje era falso? – le preguntó ella sorprendida.
-          Porque no va con la imagen real que tienes fuera de estos ambientes, por mucha sensación de mujer fatal que quieras dar con esa parafernalia de disfraz cada vez que vienes a The Eye – explicó, confundiéndola y sorprendiéndola de que la conociese tan bien pese a cruzar escasas palabras (de las cuales más de la mitad eran para pelear o intentar huir de él). – Y porque, al contrario que el resto de la gente aquí presente, yo me fijé en que cada día te lo habías pintado en un seno diferente – explicó, ahora sí dejando escapar una risita; contagiándosela a su vez a Sarah. - ¿Dónde tienes a tu hombre? – le preguntó pasado un instante.
-          ¿Cómo? – preguntó Sarah sin entender.
-          Tu alargada y voluminosa sombra ¿Dónde está esta noche? – quiso saber.
-          ¿Estás hablando de Marc? – le preguntó ella insegura.
-          Si así es como se llama el hombre que siempre te acompaña a The Eye supongo que sí – respondió él.
-          No ha podido venir – explicó ella. – Está enfermo – añadió.
-          ¿Cómo? – preguntó él frunciendo el entrecejo. - ¿Es que han dejado venir al nuevo reportero estrella y cronista deportivo de The Chronichle sola a un lugar como este? – añadió, incapaz de creer semejante insensatez por parte del editor del periódico.
-          ¿Có…Cómo? – preguntó Sarah. - ¿Cómo…te has dado… cuenta? – consiguió preguntar al fin, pues estaba boquiabierta y estaba intentando asimilar la revelación de que Doble H conociese que era ella quien se escondía tras la piel de George Iron Punches.
-          Ya te dije que sabía quién eras, pero no quisiste hacerme caso – le advirtió. – Y por otra parte, no fue tan difícil darse cuenta, Sibilla. Soy boxeador, pero no soy un ignorante - añadió, haciéndose el ofendido.
-          No, solo eres un noble – replicó ella, mordaz y como quien no quiere la cosa.
-          ¡Pero bueno! – exclamó Henry mirando desde una perspectiva completamente a Sarah y esta vez sí, sorprendido en serio. - ¿Es eso que acabo de escuchar un comentario acerca de prejuicios sociales de boca de alguien que tienes amistades íntimas y se relaciona muy a menudo con la aristocracia? – preguntó, intentando crearle remordimientos a Sarah. – Me escandaliza tu doble moral, señorita Parker – concluyó fingiendo que se le dolía el pecho llevándose la mano al corazón de una manera demasiado teatral para ser cierta.
-          ¡Mira quién está intentando clases de moral, el noble boxeador! – exclamó, burlándose de él.
-          ¡Ah! – exclamó él, asintiendo mientras comprendía. – O sea que solo te escandalizo yo y por eso me has convertido en el centro de tu universo cronístico – añadió, con una sonrisa.
-          ¿Disculpa? – preguntó ella con la ceja enarcada.
-          No pasa nada – aseguró él. – Estoy acostumbrado a causar ese efecto en las mujeres – añadió tranquilamente.
-          Estás muy equivocado en este caso – replicó ella. – Yo no tengo ningún tipo de interés en acostarme contigo y ser una más de las mujeres que conforman tu legión de seguidoras.
-          Disculpa pero… ¿me recuerdas por favor en qué momento de la conversación te he pedido que te acuestes conmigo? – le preguntó con ironía, sabiendo que la había pillado; motivo por el cual sonrió. – En cuanto a lo de antes… en ese punto tienes que darme la razón, tú misma has visto como las mujeres suspiran por mí cuando me ven sin que yo haga nada por llamar su atención – añadió. Y a Sarah no le quedó más remedio que asentir; eso sí desganada, porque ella misma había sido testigo de cómo incluso cuando las ignoraba, las prostitutas y demás mujeres asistentes se las ingeniaban para cazarle. – En cuanto a lo de tus crónicas también tienes que ser valiente y reconocer que solo has publicado artículos en los cuales yo era el protagonista  y que no te has perdido ni uno solo de mis combates más recientes – explicó. – Incluyendo en el cual intestaste camuflarte  de mí con la pantomima del sombrero y el cambio de posición – apostilló, volviendo a dejar a Sarah con la boca abierta. – No hace falta que preguntes el cómo, ya te he dicho que soy perfectamente consciente de tu presencia en The Eye – agregó, provocando que Sarah enrojeciese. – En cualquier caso, espero que la experiencia te haya resultado gratificante y que disfrutes de los pocos combates que te quedan por cubrir porque vas a ser despedida – anunció.
-          ¿Es que eres el editor del periódico con el que mantengo charlas tras una cortina disfrazado de sacerdote? – le preguntó ella, causando que Henry frunciera el entrecejo. Dicha reacción confirmó a Sarah que no lo era y solo entonces quiso preguntar: - Entonces ¿por qué estás tan seguro de que voy a ser despedida? – exigió saber.
-          Porque yo mismo voy a ser el encargado de provocar tu despido – afirmó rotundo.
-          Primero quieres impedirme la entrada a The Eye y ahora quieres conseguir que me despidan ¿por qué es tan importante para ti que yo no esté aquí mientras boxeas? – le preguntó enfadada. - ¿Es que te pongo nerviosa? – se burló, riéndose de lo estúpida e inverosímil que era esa posibilidad.
-          Lo siento señorita Humildad pero no es porque me pongas nervioso, sino porque no voy a consentir que una ignorante sea la encargada de escribir las crónicas y de que confunda a los lectores con sus propios errores – explicó.
-          Para tu información, estoy perfectamente documentada en ese campo – rebatió, dolida y enfurruñada.
-          Eso es lo que tú te crees – replicó él. – La realidad es que no sabes nada de nada porque no tienes experiencia y no tienes a nadie que te asesore y resuelva tus dudas – explicó, tajante. – Y ambos somos conscientes de que por mucho que trates de replicarme o rebatirme, tengo razón -  concluyó.
Sarah resopló, incómoda por esta situación ya que Doble H no había dejado de burlarse de ella e increparla sino que además, cuando no hacía ninguna de las dos cosas le decía verdades como los  puños con los que golpeaba a sus adversarios, que la incapacitaban para devolver la réplica. No tenía sentido continuar allí y permanecer junto a él, así que inició el camino de regreso a su apartamento; lugar que no tenía que haber abandonado esa noche.
-          Además… - inició, deteniendo su marcha y poniéndola recelosa ante la nueva situación que iba a comenzar. – No puedo boxear tranquilo y desarrollar mi técnica si tu presencia entre el público me distrae tanto como para que me golpeen – confesó, mirando directamente a Sarah; quien no pudo describir o explicar la sensación que esas palabras de Henry provocaron en la boca de su estómago y que no estaban relacionadas con que, por primera vez le diese la razón en algo.
-          Yo no tengo la culpa de que sufras una mala racha o seas un pésimo boxeador, así que no intentes cargarme a mí con la culpa de tus errores – se defendió ella. – Yo solo vengo a The Eye a cumplir con el trabajo por el cual me pagan, el cual consiste en escribir las crónicas de los combates de boxeo que aquí se desarrollen seas tú el luchador o el mismísimo príncipe regente ¿me has entendido? – le preguntó, intentando hacerle ver su punto de vista para que no la despidieran.
Henry asintió, antes de preguntar con voz muy suave:
-          ¿Quieres decir combates como el que se está desarrollando esta noche y del cual ya te has perdido tres asaltos? – le preguntó, señalando a la arena del anfiteatro con el dedo índice y una sonrisa pícara en el rostro.
Sarah siguió con la mirada el dedo indicador de Henry y… su expresión de superioridad y autosuficiencia se borró de su rostro justo en el mismo momento en que descubrió que Doble H tenía razón y el combate había comenzado a desarrollarse sin que ella fuera consciente en ningún momento.
Maldijo y salió corriendo en dirección a la arena sin ni siquiera despedirse de Doble H; recriminándose mentalmente durante toda la corta carrera su estupidez suprema por permitir que el flirteo y las discusiones con Doble H la distrajesen hasta tal punto que olvidase el motivo real por el cual se hallaba allí esa noche.
No obstante, una vez ubicada en el lugar que había escogido para visualizar el combate, se obligó a concentrar todas sus energías mentales en lo que sucedía justo delante de sus ojos y olvidar la extensa conversación que había mantenido con él.
No duró mucho su soledad.
Sarah sintió a Doble H junto a ella antes de que éste siquiera tuviera tiempo de abrir la boca. Por ello, le preguntó entre dientes y sin dejar de mirar al frente en ningún momento:
-          ¿Qué te crees que haces? –
-          Comer – respondió de manera inocente, mostrando su mano llena de frutos secos.- Los médicos lo recomiendan hacer a diario varias veces al día ¿sabes? – le preguntó. - ¡Ah! – exclamó. – Y viendo el combate – añadió, divertido sabiendo que nuevamente estaba enfadándola.
-          ¿Junto a mí? – le preguntó con la ceja enarcada y mirándole a la cara con una sonrisa falsa en el rostro.
-          Un lugar tan bueno como cualquier otro para ver el combate – respondió él, encogiéndose de hombros.
-          No te creo  nada – dijo ella. – Tú no eres tan inocente – añadió.
-          ¿Ves como no tienes ni idea de boxeo? – le preguntó él condescendiente. – Al igual que tú, yo también he venido hoy aquí con un trabajo que realizar – explicó.
-          Sacarme de quicio – interrumpió Sarah.
-          No doña Ego  - respondió él, con tono tranquilo e incapaz de no sonreír ante las reacciones de ella. – Vengo a informarme – explicó, captando su atención. – El vencedor de este combate será mi próximo rival, así que vengo a tantear el terreno – explicó.
Sarah volvió a bajar la mirada avergonzada ante la equivocación que había cometido y el haberse creído tan superior a Doble H. Como él había dicho, era una señorita Ego, pero eran situaciones como ésta la que le ponían los pies en la tierra; así que en cierto modo también lo agradecía.
-          Aunque… tampoco voy a negar que a falta de tu torre transportable he sido yo quien ha decidido ocupar su lugar – añadió.
-          ¿Cómo dices? – preguntó, alucinando y con sierto asco denotado en su tono de voz.
-          He dicho que voy a asegurarme de que esta noche no te pase nada para que regreses sana y salva a donde sea que demonios vivas, entregues tu último artículo como George Iron Pounches y no vuelvas a pisar ni un solo pie en The Eye – repitió.
-          No gracias – respondió Sarah, simplemente.
-          No es una posibilidad – explicó él armándose de paciencia. – Te estoy explicando cómo se va a desarrollar tu noche aquí simplemente – aclaró.
-          He dicho que no, gracias – repitió, enfatizando aún más las negativas de su cabeza y ensanchando y desarrollando aún más su sonrisa para que esta vez él se diera cuenta de lo rotundo de su negativa.
-          Puede que hoy vengas más discreta que en ocasiones anteriores pero te aseguro que tu presencia aquí no resulta indiferente a ningún hombre – explicó, gruñendo enfadado. – Aparte de tu bonita cara y de tu curvilíneo rostro estás sana – añadió. – O das la sensación de estarlo – rectificó inmediatamente. – Y créeme cuando te digo que eso no es muy habitual por aquí – aseguró. – Es por eso por lo que debes creerme cuando te digo que ahora mismo y aunque tú no te des o no quieras darte cuenta de ello, eres el centro de atención de todos los hombres aquí presentes esta noche incluyendo a Flick, que es aún más femenina que tú – concluyó.
-          No necesito que cuides de mí, gracias – volvió a decir, cansada de repetir frases tan parecidas en un periodo de tiempo tan corto.
-          Considéralo una devolución del favor del día en que me salvaste de morir congelado – insistió Henry.
-          ¡Que no, pesado! – gritó, ejecutando aspavientos con las manos. - ¡Déjame en paz! – añadió.
-          Muy bien – comprendió él, asintiendo con la cabeza. – Te he ofrecido mi ayuda y no la has querido. Cuando te veas en apuros, no grites mi nombre en busca de auxilio porque ya te lo advertí y no quisiste hacerme caso, ¡cabezota!  - bufó, antes de marcharse de su lado.
“Por fin algo de descanso” dijo mentalmente concediéndose un período de inactividad a su extenuada mente y cerrando un momento los ojos.
-          Buenas noches – dijo una voz masculina desconocida; la cual por la perfecta manera en la que la escuchó y distinguió entre el alboroto de la multitud solo podía significar que estaba muy cerca de ella.
-          Buenas noches – respondió ella de manera educada, abriendo los ojos. - ¿Disfrutando el espectáculo? – le preguntó cortés y con una sonrisa en el rostro.
-          ¡Ya lo creo que sí! – exclamó él mostrando su descuidada y mugrienta “dentadura” lanzando una mirada llena de lascivia y malas intenciones a Sarah; quien no la vio gracias a la oscuridad. - ¿Y tú? – le preguntó el hombre a su vez.
-          Lo cierto es que no – respondió ella, de forma sincera antes de bostezar y desperezarse por lo aburrido que le estaba resultando este combate en particular sin ser muy consciente de que con esos movimientos, sus senos se hincharon, multiplicaron su tamaño y a su vez, aumentaron las miradas lascivas del desconocido en la penumbra hacia su persona.
Sin Albert como maestro de ceremonias y Doble H como uno de los combatientes, The Eye dejaba bastante que desear en cuanto a oferta de entretenimiento nocturno londinense.
-          Sé exactamente cómo podríamos hacer esta noche mucho más divertida – anunció, provocando que el gusanillo de la curiosidad picara en ella.
-          ¿Sí? – le preguntó ella realmente interesada en el giro que estaba tomando la conversación.
-          Pero tendremos que marcharnos de aquí – le explicó, fingiendo pesadumbre.
Esa frase; o más bien, la manera en que la pronunció, activó el sonido de alarma interna de Sarah; quien comenzaba a arrepentirse de haber mandado a paseo a Doble H de su lado y también a dudar de que el plan que el hombre le proponía no hacía referencia a un entretenimiento sano.
Era cierto que quería perder la virginidad antes de su próximo cumpleaños pero no hoy y desde luego, no con él, un hombre que le provocaba ganas de vomitar. Sarah sabía que podía aspirar a algo mucho mejor.
-          Creo que… no – acabó diciendo finalmente.
-          ¿Qué quieres decir que no? – preguntó él, de manera brusca.
-          Lo siento, no – repitió. – He… he venido con alguien – añadió intentando poner distancia de él; esta vez con miedo real reflejado en el rostro.
-          ¿Cuánto pides? – le preguntó él apretando con fuerza su brazo e impidiendo con este gesto su huida.
-          ¿Cómo dice? – preguntó ella, airada.
-          No te hagas la digna y la ofendida conmigo, bonita, que ambos sabemos de qué pie cojeas – agregó, incrementando la presión sobre su muñeca. - ¿Cuál es tu tarifa? – repitió, zarandeándola.
-          Yo… no tengo tarifa – consiguió decir Sarah a duras penas.
-          ¿Cómo no vas a tener tarifa si eres una puta? – le preguntó ella. - ¿O es que te colocas en la zona destinada para ellas porque te gusta hacerlo gratis? – añadió con brusquedad y dureza. – Porque en ese caso… - añadió, antes de tomarla por la cintura y llevársela con él.
Henry había hecho caso a Sarah a medias.
Se había alejado, como ella le había pedido. Pero lo suficiente como para no perderla de vista y continuar teniéndola dentro de su ámbito de control.
Llamadlo inteligencia, sexto sentido o sensación extraña, pero le daba el pálpito de que esa fuente de problemas y causa continua de distracciones en su persona cada vez que ponía un pie en The Eye llamada señorita Parker, sería la protagonista de un nuevo episodio de llamada de atención esa noche.
Su indeterminado e innombrable lo que fuese no le había fallado y su alerta se disparó en cuanto un hombre se situó junto a ella. No obstante, su “prima” todo simpatía y sonrisas parecía no haberse dado cuenta de ello y fue demasiado tarde para cuando ella quiso reaccionar.
Y él tuvo que intervenir.
Paradójicamente, el sentido del honor que le había arrebatado su familia, le instaba y le imperaba a que la protegiese, cuidase de ella y le devolviera el favor para que, de este modo le pagase la deuda que habían contraído tiempo atrás.
-          Ella ya está con alguien – anunció a pocos pasos de ambos provocando que el hombre se girara en su dirección.
-          Conmigo – afirmó, rotundo.
-          No, estaba conmigo – replicó él tranquilamente.
-          Pues yo no te he visto junto a ella mientras hablábamos – respondió el con fastidio.
-          ¿Quieres que te explique lo que ha estado saliendo de mi culo mientras no estaba? – le preguntó enfadado. – Tranquila pichona – dijo tomándola de la mano. – Ya está aquí tu hombre – anunció sobreactuando acerca de su masculinidad.
-          Te lo dije – dijo Sarah con autosuficiencia volviéndose hacia el desconocido repulsivo, sacándole la lengua y pegándole una patada en la entrepierna con la que le soltó de inmediato. Solo en el suelo y sacudiéndole la suciedad de las manos, agregó con voz amenazante y señalándole con el dedo índice: - No soy tu pichona, no te necesito y ¡desde luego que no eres mi hombre! – exclamó horrorizada.
-          ¡Acabo de salvarte el culo! – exclamó, señalando al hombre que yacía en el suelo.
-          ¿Te he pedido yo que me ayudes? – le preguntó ella, elevando el tono de voz tanto como él.
-          ¿Quieres por una vez dejar de ser tan testaruda y pedirme disculpas? – gruñó con aspavientos de los brazos, ya sin paciencia.
-          Ni muerta – replicó ella en tono infantil.
-          Tu lo has querido – afirmó, recogiendo el guante de su reto antes de atraparla nuevamente por la cintura, inclinarla cual ángulo de un triángulo obtuso y besarla de manera apasionada posando sus labios con dureza sobre los de ella y enroscando y jugueteando su lengua en cuanto la señorita Parker le dio la opción de hacerlo al abrir ligeramente su boca fruto de la sorpresa.
Sarah no se esperaba de ninguna de las maneras la reacción violenta y brusca de Henry para con ella. Especialmente cuando tomó esta deriva sentimental. Aún así, no protestó ni se quejó cuando la besó, dado que era justamente el tipo de beso que esperó por parte de Christian el día de su primer beso. Por eso, no solo le dejó hacer sino que además también participó en él de forma activa echándole los brazos por detrás del cuello y abriendo más la boca e inclinando la cabeza para que éste fuera más apasionado.
Lo siguiente que recordó fue sentirse en las nubes, un montón de mariposas en el estómago y una enorme sensación de vértigo…antes de ser consciente de cómo Doble H dejaba un reguero de besos por su cuello que le encantaban y la sensación de sentir la lengua en contacto con su piel le provocó cosquillas; por lo que casi rió.
Hasta que…
Hasta que sus besos se concentraron justamente en la curva de su cuello, la lengua de Henry comenzó a trazar pequeños círculos que provocaron que pequeños gemidos escapasen de su boca y su respiración se hiciera más sonora y pesada y…Henry succionó.
¿Succionó?
Lo hizo, por increíble que parezca.
Acto seguido, Sarah sintió un pequeño mordisco nada molesto dado que no estaba hincando los dientes sobre su piel. Al menos al principio ya que, más tarde sí que lo hizo ligeramente.
“¡Reacciona Sarah!” exclamó ordenándoselo. “¡Que te está mordiendo!” añadió escandalizada.
Y le empujó de forma tan inesperada que a Henry se le cayó brevemente la baba mientras se separaban.
-          ¡Tú! – gritó iracunda, señalándole con el dedo índice. - ¿Me has…? – preguntó de forma precipitada y trastabillada. - ¿Me has…? – volvió a tartamudear de tan enfadada como estaba.  - ¿Me has mordido? – le preguntó, sorprendida e incapaz de creer que hubiera consentido y participado en un beso en el que el resultado final había sido una mordedura en su cuello.
-          Es obvio que sí – respondió, muy satisfecho mientras se limpiaba la babilla que quedaba aún alrededor de sus labios sin dejar de sonreír.
-          ¿Es que querías chuparme la sangre? – volvió a gritar enfadada e histérica. - ¡Seguro que me has dejado una marca! – añadió, intentando ver la gravedad de los daños que su cuerpo había sufrido mientras pasaba los dedos por encima de él.
-          ¡Vamos cariño! – explicó, echándose a reír de manera falsa. – Pero si sabes que te encanta… - dejó caer, mirando a su alrededor y guiñando un ojo cómplice al público que estaba allí presente.
-          ¡Tú! – volvió a gritar aún más enfadada que antes y acercándose a él con dos enormes zancadas hasta estar apenas a un paso de él.
-          ¿Yo q…? – inició su pregunta.
Pero no le dio tiempo a terminar su pregunta porque Sarah desenfundó sus cinco dedos mágicos para darle la bofetada más fuerte de todas la que había propinado en su vida; una acción que tenía oxidada ante la escasez de veces que dicho acontecimiento se había producido.
-          De acuerdo – reconoció. – Esa me la merezco por imbécil – añadió; aunque su sonrisa de regodeo no desapareció en ningún momento, incrementando el enfado de Sarah a cada instante que pasaba por este motivo.
-          No eres un imbécil – explicó. – Lo que tú eres… eres… eres – añadió. Y cada vez que pronunciaba y se atascaba con el verbo de la oración, Sarah se enfadaba más y así se constataba con los rayos de furia que salían de sus ojos y los orificios nasales; que habían triplicado por tres su tamaño y por tanto, multiplicaban el sonido de sus agitadas respiraciones. – Eres… un…. ¡impresentable! – rugió antes de darse la vuelta, roja por el nivel de enfado que había alcanzado e intentando refrenar las inmensas ganas que tenía de abofetearle de nuevo la cara en el otro carrillo a Doble H.
Henry Harper, se quedó inmóvil donde estaba y por una vez, no la persiguió. En su lugar, decidió que era mucho más seguro para su bienestar corporal quedarse donde estaba frotando y lamiéndose sus heridas; nunca mejor dicho en esta ocasión pues se estaba frotando el rostro colorado y quejándose del dolor de la bofetada de la señorita Parker.
“¿Quién iba a pensar que un pequeño ser en apariencia tan indefenso sería capaz de almacenar tanta fuerza en su interior?” se peguntó, maravillado y entusiasmado por dicho descubrimiento.
Tenía que dar con ella.
Y esta vez con más razón que nunca.
No solo porque era una mejor llena de contradicciones; las cuales le fascinaban. Y para muestra un botón ¿quién iba a pensar que la palabra con la que acabaría la frase producto de su furia extrema sería el adjetivo impresentable y no una palabra malsonante en exceso?
Nadie.
Desde luego, él no.
Además, era la única mujer a la que no le parecía atractivo y aunque la había besado ya en varias ocasiones, no se mostraba entusiasmada con sus atenciones.
Todo lo contrario.
No le gustaba en absoluto que la besaran; ni en público ni en privado según había comprobado en sus propias carnes, ahora muy doloridas (y frustradas sexualmente hablando).
Solo por eso, tenían que ser amigos sí o sí.
Sería muy interesante hacerla rabiar continuamente mientras le enseñaba un par de cosas acerca del boxeo… y de la vida en general.
Sonrió maliciosamente mientras escuchaba unas palabras que sabía que no iban a gustarle nada a su primita…
Sarah cruzó la enorme distancia que existía entre la arena y la salida de The Eye en un tiempo récord para la longitud de sus piernas (aunque también ayudo bastante la escasez de personas que se encontró a su paso) y solo ahí se detuvo a tomar un poco de aire y serenar su respiración y rebajar el nivel de su enfado hasta intentar hacerlo desaparecer.
Fracasó.
Porque justo cuando parecía que lo había conseguido, escuchó al juez del combate  anunciar a viva voz a Ben Smith como el ganador absoluto del combate de esa noche.
Ben Smith,
Justo el luchador que Doble H había previsto que sería el ganador.
-          ¡GGRRRRR! – gruñó al fin, sacando por fin el instinto animal que llevaba dentro. - ¡ODIO A HENRY HARPER! – añadió, antes de golpear de una patada la pared de madera carcomida The Eye, creando un enorme agujero con ello.
Acto seguido y de la mano del encargado de seguridad del recinto; quien la tenía agarrada con dos dedos de una mano por el borde de encaje de su corsé (lo cual significaba que la había echado del local por conducta violenta y agresiva), Sarah finalmente abandonó tan aciago lugar para ella esa noche echando maldiciones, pestes y espuma por la boca.
Y también con el firme y clarísimo convencimiento de que el conocer  a Henry Harper, Doble H, Skin HH Skull o como ella le llamase según la ocasión y su estado de ánimo le dejaría secuelas.
Lo que no tenía tan seguro era de qué tipo.

6 comentarios:

  1. Excesivamente dialogado pero... me gusta más que el anterior, eso sí.

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  2. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA CAPITULO NO CAPITULAZO CHIN TE HAS SUPERADO A TI MISMA UNA VEZ MAS ERES COMO MADONNA Q SE REINVENTA A SI MISMA PUES TU LO MISMO JAJAJAJA Q GRAN CAPITULAZO X DONDE EMPIEZO:
    -ME MOLA LA LISTA DE PROPOSITOS DE SARAH SOBRE TODO LO DE MATAR A CHRISTIAN Q YO SI QUIERES TE AYUDO Q LE TENGO GANAS Y LO DE PERDER LA VIRGINIDAD ES HA SIDO VENGA FIESTA JUERGA PITORREO ALE ASI BY THE FACE JAJA ME MEO ES Q A LA POBRE LA ENTIENDO LA TIENE COMO UN BURRO DE CARGA NORMAL Q LO QUIERA MATAR LA SOBREEXPLOTA Y YA EL MOMENTO YO MANTIS RELIGIOSA ME LO TRAGINO Y LO MATO ME HE MEADO DE LA RISA ES MUY BUENO JAJAJAJA AUN ME RIO JAJAJAJA
    -BUENO BUENO BUENO SARAH HOY ES UNO DE ESOS DIAAS NEGROS EN LOS Q NO DEBERIAS DE HABERTE LEVANTADO DE LA CAMA MAJA XQ VAYA TELA TODO HAN SIDO DESGRACIAS CHICA PERO BUENO CHICA TU PA ALANTE COMO LOS DE ALICANTE
    -ME ENCANTA EL MODELO DE SARAH DE HOY SOBRE TODO EL CORSE ROJO Y LA COMBINACION DE TODO EXPLOSIVA XD MI PIACCE MOLTISIMO
    -LLEGANDO AL PLATO FUERTE EL COMBATE YO NO ME HE REIDO MAS XQ NO DESDE LUEGO ESTOS DOS TIENEN UNAS BATALLAS DIALECTICAS GENIALES DESDE LUEGO VAYA PAR ESTAN HECHOS EL UNO PARA EL OTRO
    -HH PILLIN COMO TE FIJAS EN TODO EEE VAYA CHATO Q DE LO Q TE INTERESA COMO TE ENTERAS MAJO MENOS DE COMO SE LLAMA MUY MAL EE MUY MAL SE LLAMA SA RAH Q NO ES TAN DIFICIL Q TE 5 LETRAAS EL NOMBRE TE LO VIA TATUAR EN LA FRENTE Y CUANDO TE MIRES AL ESPEJO TE LO VERAS Y TE ACORDARAS MAJO Q TIO DE LO OTRO TE ACUERDAAS PERO DEL NOMBRE NO EE MU MAL MU MAL PERO BUENO YA VEREMOS COMO LO ARREGLAMOS
    -HOY X FIN HE ENTENDIDO EL SIGNIFICADO DE LA FRASE DOS TETAS TIRAN MAS Q DOS CARRETAS HOY SIN LUGAR A DUDAS ME HA QUEDADO CLARO EL SENTIDO DE LA FRASE DESDE LUEGO Q PARA HACER ALGO DONDE SE PONGA UN ESCOTE Q SE QUITE LO DEMAS XQ VAYA LOS TIOS COMO BABEAN LITERALMENTE VIENDO DOS TETAS Y AHORA PIENSO YO UNA DE MIS DUDAS EXISTENCIALES DE ESTAS Q TENGO: Q OS PENSAIS Q SON LOS PECHOS DE UNA MUJER Q OS PONEN BURRACOS PERDIOS¿?¿ A VER Q SON DOS GLANDULAAS MAMARIAS COMO LAS VUESTRAS SOLO Q LAS DE LAS HEMBRAS SE DESARROLLAN Q NO ENTIENDO YO ESO XQ OS PONEIS BURRACOS PERDIOS XQ VAMOS HA HECHO EL GESTO TETAS PARA ARRIBA SARAH GESTO Q ME HA ENCANTADO XQ ME LO HE IMAGINADO Y TODO Y EL OTRO Y UN POCO MAS Y SE LE SALEN LOS OJOS DE LAS ORBITAS JESUS BENDITO XD
    -Y BUENO EL MOMENTO DEL BESAAZO HA SIDO BUAAA CARNACA BIIIIEEEEN TOMA YA NO QUERIAS Q TE DIERAN UN BESO EN CONDICIONES PUES TOMA PEAZO BESAZO DE HH BIIIIIIIIIIIIIIIIEEEEEEENN YUUUUUUUUPIIIIIIIIIII X FIIIIIINN Y SARAH ADMITELO TE HA GUSTADO MUCHO RICA NO LO NIEGES Y BUENO EL MOMENTO Q ERES UN VAMPIRO HA SIDO JAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJA ME HE ACORDADO DE CREPUSCULO JAJAJAJAJJA ME HA VENIDO ESO A LA MENTE JAJAJA Y PILLA LO HAS DEJADO CON GANITAS DE MAAS Q LOS HAS DEJADO PARA Q SE DE UNA DUCHA DE AGUA FRIA Q ESE ESTA NOCHE NO DUERME YA TE LO DIGO YO HH NO DUERME JAJA
    -Y BUENO SARAH NO SARANEITOR JOE CHICA Q CHUNGA TE PONES CUANDO QUIERES JOE Q PEAZO GALLETA LE HAS DADO A HH DESDE LUEGO CHICA CUALQUIERA TE ATRACA LEÑE NO QUISIERA PEGARME NUNCA CONTIGO EEE MAADRE MIA Q MALAA BABAS SACAS CUANDO QUIERES JOIA
    -Y BUENO COMO Q VAN A DESPEDIR A SARAH XQ ESO SI Q ME HA QUEDADO BAZINGA PERDIDA COMO DIRIA EL GRAN SHELDON COOPER XD
    -RESUMEN GENERAL: ME HA ENCANTADO EL CAPI ME HE REIDO UN MONTON DESDE LUEGO TENGO GANAS DE SABER Q PASA EN EL SIGUIENTE CAPI XQ ESTE HA SIDO EXPLOSIVO COMO EL Q MAS Y CON EL BESAZO BUUUUAAA CHAVAL CARNACAAAA HOTTISMO JAJA
    HE DICHO

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    1. a se me olvidaba: VIVA TU EGO HH DI Q SI NO TIENES ABUELAS CHATO COMO SE NOTA Q ERES EL GUAPO DE LA FAMILIA RICO xD

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    2. Ya te dije que éste te iba a gustar más siguiendo mis propios parámetros xD
      Soy como Madonna o como el Ave Fénix
      Me alegro de que te haya gustado y tu hija, si largo es mi capítulo no te quedas atrás con los comentarios
      En breves sabrás qué ocurre...
      Pero como hoy me siento generosa y me ha gustado tu MAXI comentariazo... te via dejar puesta otra canción de la BSO... En este caso corresponde al tema de Sarah Parker... =) (sip, el video es un tanto... lo dejo ahí)
      http://www.youtube.com/watch?v=0P7N_vlvU8w

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    3. jajajajajajajaja prefiero Madonna mas q nada acabe un poco tupida del bicho ese jaja y si me sentia con ganas de comentar y toma comentariazo y si ganas de saber mas malota jajaj y video visionando en breves xD

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  3. XDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXDXD...... no puedo!!!! ostias que grande el punto dos!!!! Esta como yo!!!! XDXDXD no puedo!!! ENORMERRIMO!!!! Encima es escorpio como yo!!! XD Ahora entiendo pq se mete en tantos lios esta mujer sin buscarlo... gran aparición de la nada de HH, me aparecen a mi los mios y del susto me quedo en el sitio XD y... menos mal!!! se acuerda del apellido!!! :D me ha encantado lo de las tetas!!! arrrrrrr..... XD solo me sale éso lo sientoooo!!! XD quiero un doble HH en mi vida!!! XD

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