sábado, 4 de mayo de 2013

Amor a golpes Capítulo XXII


CAPÍTULO XXII
Una noche loca

Y por fin, el temido día del cumpleaños de Sarah llegó.
O no.
Dado que no sabía exactamente la hora a la que había nacido, Sarah no podía estar segura de si la hora y el momento exactos de su veintiocho cumpleaños había llegado.
Decidió continuar con la tónica de la noche y hacer caso a Eden; quien había establecido que pasada la medianoche, un nuevo día empezaba y como ya habían pasado esa hora sobradamente, en teoría sí que era su cumpleaños.
Lo cierto es que esos dos días transcurridos muy lentos, casi más que los pasos de una tortuga.
¿El motivo?
Que Sarah no había tenido absolutamente nada que hacer. En ninguno de sus cuatro trabajos.
·         La señora Anchor se negó rotundamente a que realizara ningún tipo de trabajo o ayudase en cualquiera de las labores (que no eran pocas) del bloque de apartamentos al estar en la semana de su cumpleaños; algo que había olvidado que ocurría cada vez que era el aniversario del nacimiento de alguna de las inquilinas.
·         No pudo ir a entregar a Tower Hamlets ninguno de los artículos de Christina Thousand Eyes al editor de The Chronichle, ya que apenas se celebraban acontecimientos o eventos entre la repentinamente apática aristocracia británica(o quizás previsora ante las próximas festividades de Navidad).
·         Algo similar sucedía con su trabajo como cronista de deportes y en especial de boxeo del mismo periódico. No se organizaban combates. Y si se organizaban, en ellos no participaba Skin HH Skull o quizás sí lo hacía y no compartían y hacían correr dicha información por el Soho y demás barrios de la ciudad de Londres, de tal modo que pudiera llegar a oídos de Christian y que éste se lo comunicara mediante una nota.
·         Y por último, lo cual era lo más preocupante de todo porque era el que más le gustaba de todos, desde hacía dos días (el mismo día en que recibió la visita de Penélope) no veía ni mantenía contacto alguno con Henry Harper.
En otras palabras, no lo había visto.
Y no podía decirse que no hubiera sido por falta de interés o empeño por su parte. Al contrario, en cuanto su amia se marchó del bloque de apartamentos de miss Anchor, se dirigió a casa de Henry para ayudarle y… se la encontró vacía.
Situación que se repitió al día siguiente.
Incapaz de soportar esta inesperada e incomprensible situación, durante el día de ayer, Sarah se dedicó a hacer guardia frente a su puerta desde que se levantó hasta que, agotada y muerta de cansancio, no le quedó más remedio que marcharse a dormir.
Decepcionada porque no había conseguido resultado alguno.
¿Sería posible que la estuviera evitando a propósito? ¿Por qué?
¿Es que acaso estaba enfadado con ella?
¿Le había hecho algo de manera involuntaria?
En tal caso, le gustaría saberlo para pedirle disculpas.
Deprimida y triste ante el imprevisto giro que había tomado su relación de amistad, una Sarah alicaída ni siquiera durmió o se alimento bien en esos días pues en lo único en lo que era capaz de concentrarse era en la búsqueda del gesto o dicho que hubiera provocado su ofensa. Y por más que lo hacía, era incapaz de hacerlo.
Y esa hubiera sido su dinámica hoy también, sino llega a ser por la intervención de su “hada madrina” Eden. En realidad, lo de hada madrina era un decir, ya que una verdadera criatura mágica perteneciente al bien, no se hubiera presentado sin avisar en la puerta de su habitación, con una botella de whisky robado y dos vasos de chupitos, para celebrar su cumpleaños. En opinión de Sarah, una criatura de ese tipo hubiera traído una tarta o, en su defecto, montones y montones de chocolates. Aunque las anchoas también eran perfectamente aceptables y válidas.
Pero no. El concepto que ambas tenían de la misma cosa distaba mucho de ser igual y el de Eden era, obviamente mucho más alcohólico que el suyo.
Cuando su amiga posó los vasos sobre la mesilla que ahora hacía las veces de improvisada mesa entre ambas, Sarah los miró con recelo y temor. Había llegado el momento de confesarle uno de sus pequeños secretos a su amiga: que nunca había probado el alcohol.
Ni siquiera en las celebraciones festivas por un motivo feliz, como una boda o un nacimiento. Siempre se las arreglaba para salir airosa y echar su bebida alcohólica (Champan francés y del caro) en la planta más cercana, por lo que probablemente hubiera matado ya más a más plantas de lo que había pensado en un principio.
Pero al parecer su dinámica de abstinencia estaba a punto de llegar a su fin porque no habría manera humana de hacer desaparecer la bebida ante los ojos de Eden, además de que nunca se le dieron bien los trucos de magia. Por tanto, no le iba a quedar más remedio que probar el whisky que llenaba el pequeño vaso que estaba justo delante de sus ojos y que le lanzaba un reto silencioso con su color ambarino.
Un reto que ella ya había aceptado, pese a no haber abierto la boca; lo cual la aterraba aún más dado que, no sabía qué podía hacer bajo los efectos del alcohol o cuáles serían sus consecuencias.
Decidió calmarse y tranquilizarse en este punto, dado que no iba a salir de su pequeña parte del bloque de apartamentos esa noche, así que si le sentaba mal, no tenía más que ir a los baños y dejarse la garganta expulsando el poco alimento que estómago había ingerido.
Por eso, cuando Eden dio la orden de que podían bebérselo, Sarah no pensó. Agarró el vaso con el dedo índice y el pulgar, lo balanceó ligeramente y de una sola vez, bebió todo su contenido en su boca primero, para ir descendiendo por su garganta después.
Lo primero que Sarah sintió mientras tragaba fue el fuerte y potente sabor del licor con alcohol. Acto seguido, decidió que no le gustaba. Y por si no le había quedado a Eden con sus contundentes negativas, se lo hizo saber cuando cerró los ojos, torció ambos labios hacia abajo y apretó tan fuerte la mandíbula que se hundió la piel del centro de su garganta y dejó a la vista y perfectamente distinguible ambas cuerdas vocales. Todo eso antes de sacar la lengua y expulsar el aire porque sentía que la garganta le quemaba.
Sin embargo, dicha acción que en un principio pudo parecer como la solución más adecuada por su simpleza, a la larga resultó ser mucho peor. Ya que, a más aire inspiraba, más fuego sentía en su garganta y por tanto, no le quedó más remedio que salir corriendo, literalmente beber agua como si estuviera deshidratada para deshacerse de tan aciago sabor. Aún así, entró en un círculo vicioso cuando fue consciente de que por mucha agua que bebiese, esa sensación de sequedad y calor en la garganta, no desaparecía.
Es más, sus sospechas se vieron confirmadas cuando al hablar a Eden para decirle que no iba a volver a probar el alcohol en su vida, brotó de su garganta la voz más grave y masculina que había escuchado jamás. Tan masculina y ronca era que no supo quien quedó más sorprendida de las dos.
Lo que sí estaba claro es quien se recuperó antes del impacto, ya que Eden rompió a reír y llenó nuevamente su vaso de whisky. Sarah, horrorizada negó repetidamente con la cabeza. Exactamente el mismo número de veces que se lo dijo con palabras. De hecho, fueron tantas que, acabó por marearse ligeramente.
Su argumento y convicción hubieran funcionado si Eden no lo hubiese desbarajustado con una frase explicativa de una costumbre que realizaban en la zona donde ella vivía antes y que consistía en que la persona que iba a cumplir años debía tomarse dos chupitos de whisky; uno para despedir el año que ya quedaba atrás y otro para recibir con alegría al que recién iniciaba. También le explicó que en realidad valía con cualquier licor que contuviese alcohol pero que ella había escogido whisky porque era la única botella que miss Anchor tenía abierta y que utilizar para echar pequeños chorritos a sus tartas y por tanto, no sospecharía de que la habían utilizado cuando la devolviese después al lugar de donde la había tomado prestada. Además, le dijo que ella misma lo había hecho durante toda su vida y que había sido su padre, el reverendo Anchor quien les dio sus dos primeros chupitos la primera vez que sangró.
“Si un reverendo lo consentía e incuso se lo proporcionaba a su propia hija siendo tan joven, entonces no sería tan malo ¿no?” pensó, mirando de reojo y con una mezcla de sentimientos al vaso con whisky.
Inspiró y suspiró hondamente, pero no habló.
No hizo falta, pues con ese nimio gesto hizo patente y partícipe a Eden de la decisión que acababa de tomar: había aceptado beberse el otro chupito, el de bienvenida a los veintiocho.
Motivo por el cual Eden dio pequeños grititos de placer antes de ponerse a imitar en el suelo a los escarabajos peloteros mientras agitaba espasmódicamente las piernas y aplaudía como si estuviese contemplando en ese momento el mejor espectáculo teatral de todos los tiempos.
Ese fue el momento que Sarah aprovechó para beberse su segundo trago vital de alcohol. Alcochol que, al contrario que, como con algunos alimentos, su sabor no mejoraba cuanto más lo probabas; pues sabía igual de desagradable que el primero. O puede incluso que el primero.
-          Hora de regalos – dijo Eden, sonriendo maliciosa y sacando un papel del bolsillo de su falda, paseando y restregándoselo varias veces por delante de su rostro.
Lo hizo hasta que una Sarah, ya un pelín harta de que todos los cumpleaños hiciera lo mismo con todos los regalos de su parte, lo agarró, lo arrugó y acabó por quitárselo de las manos.
Le había sorprendido gratamente que por fin Eden le hiciera caso y se hubiese inclinado por un regalo artesanal y simbólico (entendiéndose por simbólico como escrito, que no hecho, a mano) pues tendía en ir a lo fácil y optar por la compra de un regalo útil que Sarah necesitase en ese momento.
Para su total y completa sorpresa no era una nota de Eden, sino de Christian.
Una nota que, en contra de lo que pudiera parecer, no era de cumpleaños, sino que era otra de sus notas informativas donde le indicaba y le hacía patente de que Skin HH Skull boxeaba esa noche contra Ben Smith; por fin.
Indignada y bastante enfadada con su amiga por haberle ocultado tan importante información para su supervivencia y estancia allí, comenzó a buscar de manera frenética el maquillaje y el calzado que debía llevar a The Eye mientras pensaba a la vez qué ropa (más bien, corsé) debía ser la más adecuada para llevar esa noche. Todo eso sin revelarle a Eden dónde iba y sobre todo, que se encontraría con su novio el “pastor”.
Bien fuera por el alcohol, por lo repentino de la noticia o porque era perfectamente de que apenas tenía el tiempo suficiente como para arreglarse debidamente si no quería perderse el inicio del combate, pero Sarah no daba pie con bola esa noche y todos los diferentes atuendos que sacaba del armario no le gustaba o le parecían inadecuados.
Coyuntura y circunstancia que le proporcionó a Eden la excusa y manera perfecta de disculparse.
-          ¿Me dejas que sea yo hoy quien te arregle a donde tú sabes donde pero yo no tengo ni idea? – le preguntó serena y esbozando una sonrisa sincera de disculpa.
Sarah la miró con recelo y llena de desconfianza, pero eran tan grandes sus disculpas reflejadas en sus ojos y en su gesto y sobre todo, en la ausencia de tono curioso e inquisitivo en la pregunta que le formuló, que acabó claudicando y aceptó.
Se arrepintió en el mismo instante en que Eden tapó su espejo con una de sus bufandas. Iba a protestar, pero ésta la calló posando un dedo sobre sus labios.
-          Shhh – ordenó. – Tú confía en mí, vas a estar espectacular esta noche – añadió, guiñándole un ojo, cómplice.
Sarah tragó saliva y temió su destino esa noche, ya que obviamente el concepto de espectacular que ambas tenían era bastante opuesto. Aún así, despejó sus más que razonables dudas acerca del plan y dejó hacer y actuar a su amiga.
En un tiempo record incluso para ella, quien también solía tardar muy poco en arreglarse, Eden terminó su trabajo vistiéndola, peinándola y maquillándola expresamente para la ocasión.
-          ¡Oh Dios mío! – musitó Sarah boquiabierta cuando por fin pudo mirarse al espejo e incapaz que la persona que estaba allí sentada fuera ella.
De acuerdo, tenía que reconocerlo y en esta ocasión el espectacular de ambas coincidía a la perfección. Esa noche y gracias a las manos mágicas de Eden, Sarah tenía un aspecto de seducción y sofisticación como nunca antes había tenido y que era el que siempre había intentado conseguir cuando se maquillaba ella sola.
Según le explicó, llevaba los ojos perfilados con una raya inferior bastante marcada y con los párpados llenos de sombra negra que ella se había encargado en difuminar y degradar notablemente hasta conseguir que éstos brillasen y no que pareciese que acababa de recibir sendos puños en ambos ojos. Además, le había aplicado colorete color melocotón y rosado y había pintado sus labios de un color rojo intenso; el color favorito de Eden.
Además, le hizo una trenza de espiga en uno de los lados de la cual sacó a propósito varios mechones en la zona superior de su cabeza, dando la sensación a todo aquel que la mirase que estaba despeinada cuando en realidad era todo lo contrario.
Por cosas como ésta, Eden era conocida como la reina de los recogidos y Sarah creía firmemente que debía dedicarse a servir como peluquera de las grandes nobles.
Un diez al maquillaje y a su peinado.
Los problemas y discrepancia empezaron cuando observó el atuendo escogido para ella. No por la parte superior; el cual le encantaba. De hecho, no recordaba haberse comprado en la tienda de madame Brouchet aquella prenda en concreto.
“Supongo que me volví loca con las compras” pensó Sarah mientras intentaba recordar el momento exacto en que descubrió el vestido blanco encorsetado con un insinuante escote en forma de corazón y abrochado con broches (lo cual era mucho más cómodo para ella) en la espalda y con encaje negro tanto en la zona del escote como en el final del mismo. Un vestido que era mucho más corto por delante que por detrás, imitando y creando un efecto cola al tener una abertura que concluía justo por debajo de su ombligo.
-          El vestido está muy bien Eden – dijo, dando su aprobación (menos entusiasta que con el peinado y el maquillaje) – pero no sé si te has dado cuenta de que estoy en calzonas y de que obviamente no voy a salir en ropa interior a la calle – añadió.
-          ¡Tranquila! – exclamó ella, pidiendo paciencia. – Soy perfectamente consciente de ello Saritah y por eso, para la parte de abajo tienes esto – añadió, entregándole una pieza de cuero perfectamente cuadrada.
Recelosa, a la par que curiosa mientras pensaba que esa mínima porción de tela sería insuficiente para cubrir sus cuartos traseros, Sarah miraba desde todos los ángulos posibles lo que tenía en las manos.
Continuó haciéndolo durante un buen rato más hasta que Eden le golpeó en la mano en la que lo sostenía y por fin se reveló que la pieza de cuero estaba perfectamente plegada en cinco cuadrados idénticos. Tan inesperada fue la torta de Eden que a punto estuvo de caérsele. Afortunadamente, Sarah estuvo rápida de reflejos y consiguió agarrarlo justo con los mismos dedos con los que agarró los vasos de sus chupitos.
Desde esa nueva posición, por fin pudo descubrir y vislumbrar qué era exactamente lo que sus manos sostenían y cuando lo hizo los soltó y los tiró, alejándolos lo más posible de ella como si de un animal venenoso que estuviera a punto de morderla se tratasen o estuviesen malditos por alguna antigua civilización.
¿Por qué hizo esto Sarah?
Porque lo que Eden le había otorgado era ni más ni menos que… ¡unos pantalones!
¡Unos pantalones!
¡Una prenda masculina!
“Mas – cu – li -na” se repitió mentalmente, para grabarse y hacerse aún más patente lo que era tan obvio.
¡Una prenda masculina de cuero! ¡De cuero!
¡Cómo si ya de por sí la forma de los actuales pantalones no se ajustaría a las redondeadas formas de sus piernas y trasero, encima tenían que ser de cuero para apretarse mucho más!
De ninguna manera.
No iba a ponerse tan obscena prenda en el cuerpo de una mujer.
Además de que ella no había visto que ninguna mujer decente e indecente lo llevase asidua y habitualmente. De hecho, solo los había visto en una ocasión con anterioridad. A un hombre escocés. Al duque de Blairgwyn, al señor Evan MacReed en casa de los Crawford cuando éstos hicieron la presentación oficial de Aurora.
-          De ninguna manera – repitió, esta vez a viva voz.
-          Sabía que ibas a decir eso – asintió Eden. – Pero antes de que comiences a relatarme el innumerable conjunto de argumentos negativos que tienes acerca del vestido que te estoy proponiendo, déjame que te diga primero que no llevarás solo los pantalones de cuero – explicó.
-          ¿Ah no? – se preguntó Sarah confusa y, algo curiosa.
-          No – explicó ella. – Te quiero Sarah y no voy a dejar que vayas marcando todo el potorro en público – añadió. - Pero si no te los pruebas, no puedo concluir mi trabajo aquí – concluyó.
-          Está bien – aceptó poniéndose los dichosos pantalones de mala gana y refunfuñando acerca del fracaso rotundo que sería calzárselos.
-          ¡Uy, uy, uy uy, uy, uy, uy, uy, uy! – exclamó silbándola. – Pero ¡mira que piernecitas y que culito se marcan por aquí! – añadió, apretándole el trasero y provocando que Sarah; roja como un tomate, se detuviera.
Sin dejar de reír ante lo fácil que su amiga se escandalizaba y manifestaba su vergüenza en público, Eden agarró una tela de encaje gruesa de encima de la cama y la colocó justo debajo del vestido, tapándole parte de las piernas. En realidad, lo que Eden había conseguido al colocarle esta tela de la siguiente manera era prolongar el efecto y el acabado del vestido ya que el encaje llegaba hasta sus pies por detrás y se detenía a la altura de las rodillas por delante.
Sarah se miró alrededor de cincuenta veces hacia abajo y, a más lo hacía menos convencida se veía. Cuando por fin, levantó la cabeza para mirar a Eden; quien se había sentado sobre su cama, cansada de esperar su opinión para manifestarle que no le gustaba con gesto de desagrado y negativas de la cabeza.
-          No entiendo por qué no te gusta – rebatió ella. – Es sexy, sofisticado, calentito y tampoco vas enseñando mucha carne, por lo que no serás confundida fácilmente con una ramera – añadió. – Cumple con todos los requisitos y características que tu exiges en ese tipo de atuendos – recalcó. Y entonces Sarah comprendió que Eden estaba en lo cierto. – Claro que, si tanto te disgusta podemos cambiarlo – explicó. – Eso sí, te advierto de que el maquillaje que llevas puesto es expreso para ese atuendo y que si decides a cambiarlo, tendríamos que empezarlo todo desde el inicio, con el consecuente retraso que ello acarrearía – explicó.
-          ¡No! – exclamó Sarah. - ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! – añadió, mientras comenzaba a calzarse los botines de tacón afilado. – Iré así – anunció, ante el clamor de Eden.
En realidad, tampoco le disgustaba el atuendo y no podía permitirse el lujo de retrasarse y perderse el inicio del combate. Estaba decidido. Ese sería su atuendo cumpleañero.
Ya en la puerta, Eden recostada sobre su cama volvió a dirigirse a ella para exigirle:
-          Pásatelo bien, date un homenaje y flirtea un poco gracias a mi sexy vestimenta que para eso es tu cumpleaños y sobre todo, detalles. Mañana quiero muchos detalles de todo lo que has hecho esta noche -.
Y Sarah le respondió, pero iba tan apurada de tiempo, que solo pudo cruzar los dedos de su mano derecha como promesa de que así lo haría.


“Parece que mi mala fortuna no desaparece con los años” se lamentó Sarah. “Aumenta” añadió enfadada al ver cómo los luchadores ya estaban en la arena.
De forma milagrosa, dado que no llevaba artificios o marcas físicas de pertenencia de ninguna clase, Sarah esta vez ningún tipo de problemas de acceso al interior de The Eye.
Sarah lo achacó a dos posibles razones: a que le mostraran deferencia y respeto por su edad, perfectamente destacable en su rostro esa noche o bien, que estaban mucho más interesados atraídos en su moderno e inusual atuendo que en su propio rostro.
No estaba muy segura de eso, pero de lo que sí que tenía una total y certeza absoluta era que justo en ese momento, los dos chupitos que se había tomado con Eden estaban comenzando a hacer mella y efecto en ella pues se sentía acalorada, mareada e insegura (aún más que si no lo hubiera probado) ante los próximos pasos que tenía que dar a caminar.
Sin embargo, o estaba dispuesta a montar o ser la protagonista de un espectáculo y mucho menos esa noche. Así que, con paso firme (o eso le pareció a ella porque la realidad era que no distinguía la distancia real que había entre su tacón y el suelo y parecía un caballo en pleno ejercicio de doma cuando caminaba dando pasos) se encaminó y acercó lo más que pudo a las cuerdas de separación entre arena y graderío.
Cuando por fin pudo hacerlo, su estado físico empeoró considerablemente. Curioso, dado que tampoco había recorrido una distancia tan larga para sentirse así de cansada como se sentía en esos momentos.
Suspiró y se llevó la mano a la frente para comprobar si estaba sudando.
No lo hacía, lo cual no hacía sino aumentar su confusión acerca de por qué entonces sentía tanta calor corporal.
“Concéntrate Sarah” se ordenó, pese a que le costaba una barbaridad mantener los párpados abiertos. “¿No te quejabas de que no tenías trabajo?” se preguntó a modo de revulsivo.
Como si hubiera recibido una orden invisible, al escuchar la palabra trabajo de forma mental, una parte de su cerebro se activó y miró con interés qué era lo que estaba sucediendo allí.
De soslayo y como quien no quiere la cosa, Sarah dirigió su mirada hacia el escenario donde estaba situado Albert. Lugar privilegiado desde donde, de inmediato, le pilló in fraganti y le devolvió la mirada.
Mucho debía haberme afectado el poco alcohol que ingirió porque Sarah hubiera jurado que la mirada que Albert le dedicó expresamente no estaba cargada de buenas intenciones y era bastante ceñuda.
“¿Se ha enfadado conmigo?” se preguntó. “¿Por qué?” añadió, confusa mientras recordaba la situación en que pudiera haberle ofendido mientras devolvía su vista a la arena.
De inmediato, una persona captó irremediablemente su atención e interés; al igual que seguramente había hecho con todas las mujeres del recinto anteriormente.
Henry.
“Henry…” repitió, suspirando.
Un Henry a quien su corto tiempo de separación le había sentado bastante bien porque en su opinión, hoy estaba devastadoramente guapo.
“Aunque puede que el alcohol tenga mucho que decir al respecto a la hora de establecer tu criterio, bonita” se dijo.
No. No era el alcohol. Porque si hubiera sido el alcohol, no lo vería tan guapo y atractivo de manera tan nítida a como lo estaba viendo ahora y sobre todo, le costaría bastante focalizar y centrar su silueta; hoy en un constante movimiento. Mayor incluso al que solía tener en sus anteriores combates.
Se le notaba nervioso y desconcentrado, solo por la postura que tenía a la hora de golpear, mucho más encorvada de lo que solía estar y además, porque estaba errando y fallando muchos más golpes de los que acostumbraba.
“¿Le dolería el tobillo?” se preguntó preocupada dirigiendo su mirada ahora hacia la parte baja de sus torneadas piernas.
No sería nada descabellado que lo hiciese, pues las botas y los calcetines ejercían una presión que no debía ser sana para el tipo de herida que tenía él.
“Quizás es el color azul de sus pantalones” apostilló la parte aletargada y afectada por el alcohol de su cerebro mientras agachaba la cabeza para pensar y agarraba con fuerza la cuerda ante la sensación de otro inminente mareo.
Tampoco sería nada descabellado porque hoy, y sin que sirviera de precedentes, los dos habían coincidido para cambiar sus respectivos estilismos: ella pro primera vez en su vida estaba llevando unos pantalones y él había decidido cambiar el color de los suyo, del habitual marrón claro o tierra al azul.
“Azul….” Pensó con un suspiro. “Igual que sus ojos…” añadió, esbozando una tonta sonrisa de bobalicona.
Exactamente, Sarah no supo cuánto tiempo real transcurrió porque en su mente apenas pasaron unos segundos. Tampoco estaba segura al completo de que no se hubiera quedado dormida de pie, concediendo un descanso a sus pesados, maquillados y cansados párpados. Pero lo siguiente de lo que Sarah fue consciente resultó ser, para su total desolación, la finalización del combate con una nueva victoria que engrosaba ya su legendaria lista para Skin HH Skull.
Encima, parecía que hoy, el público asistente había decidido continuar y seguir la tónica de celebración y fiesta por su cumpleaños (aunque también era probable que como estaba ligeramente bebida, fuese un estorbo constante y por tanto, todo el mundo se chocase con ella esa noche) y se puso en marcha y movimiento frenético apenas el combate concluyó.
Ni siquiera esperaron a que Henry diese la vuelta de honor a la arena para comenzar a desocupar sus lugares o incluso, a abandonar The Eye; lo cual la enfadó sobremanera porque Henry era la estrella del lugar.
“Henry” pensó en él nuevamente antes de girarse para verlo en plena celebración de su triunfo. Sin embargo, estaba claro que esta no iba a ser su noche de buena suerte ya que, su intento de un único giro acabó convirtiéndose en un giro triple por su falta de cálculo (y a punto estuvo de caerse) y cuando terminó de rotar sobre sí misma descubrió con desolación y disgusto que Henry tampoco se encontraba ya en la arena. “¿Adónde ha ido?” se preguntó, curiosa.
Eso mismo era lo que pensaba averiguar.
Y por ello, se puso de inmediato manos a la obra.
La persona que había indicado que, tras ingerir unas copas, el dolor de pies desaparecía, sin duda no conocía a Sarah Parker ni alguna vez había calzado el tipo de zapatos de tacón que ella llevaba esa noche. No solo su dolor de pies no había desaparecido o disminuido sino que había aumentado hasta tal punto que era incapaz de hacer otra cosa que arrastrarlo por la arena de fuera de la arena de los luchadores.
Por si fuera poco, a su manera errática de andar; debían sumarse un par de chupitos de alcohol que le habían sentado espantosamente mal esa noche y que se le habían subido a la cabeza demasiado pronto; otorgándole nuevas y desconocidas habilidades habidas en su persona tales como la ausencia de equilibrio o capacidad de andar en línea recta, que sus ojos refulgieran brillantes como si fuesen espejos que reflejasen el más mínimo rastro de luz de aquel tugurio, una flojera y debilidad constantes y continuas justo en la zona de su boca, una felicidad exagerada que derivaban en múltiples carcajadas sin venir a cuento, una desarrollada desorientación y una incapacidad absoluta a la hora de pronunciar palabras y por tanto, a la hora de mantener una conversación.
Fueron esas capacidades desarrolladas temporalmente las que produjeron que tardara en encontrar con una persona honrada y decente, sin ganas de burlarse de ella, para que le orientase y le indicase cuál era el camino que debía tomar para ir a los vestuarios, camerinos (en realidad daba igual como se llamase) donde Henry se cambiaba se ropa y descansaba algo tras sus combates, porque estaba segura de poder encontrarle allí.
Era obvio e imperante que debía hablar con él.
Y aprovecharía otras de sus habilidades especiales de esa noche; la de la pérdida absoluta de la vergüenza o la timidez para rendirle cuentas y exigirle una explicación acerca del motivo por el cual la había apartado de su lado de forma tan descarada durante los dos días anteriores.
Además de que por otra parte, y era plenamente consciente de lo interesado y aprovechado que sonaba en sus circunstancias, Henry le había prometido una noche inolvidable de cumpleaños y hoy era la noche de su cumpleaños.
Iba a exigirle su regalo, por mucho que estuvieran enfadados.
Se lo había prometido.
Y una promesa es una promesa y debe cumplirse siempre.
Con todo ese alboroto de pensamientos en la cabeza, cuando dio con un alma caritativa que no solo le orientó o indicó en la dirección correcta, sino que la giró y le dio un leve empujoncito para ayudarla a iniciar y encaminar sus pasos hacia allí, poco menos pudo hacer que agradecérselo.
El problema en este caso vino en la manera y forma tan especial que tuvo de hacerlo: nuevamente plantando una sonrisa bobalicona en el centro y dándole palmaditas justo en el centro de su calva, otorgándole con ese gesto una consideración de mascota o perrito ante sus ojos y los de los demás.
No pudo culparle Sarah en esta ocasión de que se enfadara con ella pues en sus circunstancias, sino hubiera muerto de miedo, ella también hubiera reaccionado así.
“Definitivamente, no vuelvo a probar el alcohol” pensó Sarah firme y con decisión. Bueno, todo lo firme que podía ya que estaba tan mareada y falta de equilibrio que caminaba y se sentía jorobada. Además, por temor a caerse al suelo y ensuciarse su precioso vestido de esa noche se arrastraba pegada a las paredes.
Unas paredes que, en contra de lo que pudiera parecer estaban más o menos limpias gracias a la capa de cal blanca. Y digo más o menos blancas porque, en ocasiones y zonas de las mismas algunas personas habían escrito mensajes con punta de carbón. Mensajes que Sarah no pudo ni se detuvo a leer por la ininteligibilidad de sus letras, porque éstas tampoco parecían quedarse quietas esa noche y porque además, tampoco su vista era la mejor para realizar dicha acción.
“Pero ¿este pasillo no tenía forma de  -L?” se preguntó enfadada. “Entonces ¿por qué no deja de serpentear como una –S?” añadió, mientras maldecía porque estaba chocándose continuamente con las paredes gracias a tan peculiar disposición arquitectónica del lugar.
Finalmente, su calvario y su tortura acabaron cuando por fin, dio con el “camerino” o sala reservada para Henry. En realidad, le costó algo más darse cuenta de que había dado con él pues en su estado, pasó de largo la primera vez. Solo cuando llegó al final del pasillo y se encontró con un muro de hormigón sin escalar fue consciente de que había pasado por delante de él.
El camerino de Henry, por lógica, tenía que ser aquella puerta donde justo enfrente había una mujer, la cual por el atuendo que gastaba, era una prostituta. Claro que también, por lo apartado y alejado del resto de zonas del recinto, también pudiera darse el caso de que fuera el urinario y lo más parecido a un tocador de señoras en los bajos fondos.
Decidió arriesgarse y creer que era la primera opción.
En silencio, se colocó a su lado, apoyó la espalda contra la pared con las piernas estiradas mientras se frotaba la frente con las manos y resoplaba.
La chica del vestido encorsetado blanco llamó la atención de Mary; la prostituta de Doorthmay la primera vez que caminó (por decir algo) por el pasillo destinado a los combatientes. No obstante, en ese primera ocasión creyó que estaba enferma y que había venido a esta zona, bien para pedirle consulta y ayuda médica a Doble H o bien para vomitar.
Pero cuando estuvo a su lado y al cuarto resoplido, Mary descubrió que no estaba enferma, sino borracha y que parecía no tolerar muy bien el alcohol, visto el color blanquecino de su rostro, por mucho maquillaje que llevase. En realidad, Mary se felicitó por su inteligencia ya que, su primera impresión para con ella había sido que venía a pedirle ayuda médica al doctor o a vomitar y parecía que en cualquier momento iba a realizar lo segundo. Por eso, y sin que ella fuese muy consciente, decidió poner un par de pasos más de distancia entre ambas, no fuese que la salpicase.
Mary iba a ignorarla completamente y se había prometido a sí misma negarle ayuda en caso de que la necesitase pero… parecía imposible hacerlo, cuando no dejaba de resoplar y quejarse.
Fue al cuarto resoplido cuando ella la examinó de manera más detenida. Y entonces descubrió quién era realmente. Lo cierto es que no la había reconocido de inicio con este seductor y femenino atuendo (el cual ella quiso para sí y fue el motivo por el cual la odió aún más)  y ese nuevo estilo de maquillaje y peinado pero ahora que estaba junto a ella, fue perfectamente consciente de quién era: la mujer de los corsés espectaculares de noche y los vestidos discretos de día que acompañaba a Doble H desde hacía poco tiempo cuando iba a realizar sus rondas médicas.
En otras palabras, la mujer por la que actualmente bebía los vientos.
Mary receló de ella en cuanto la vio aparecer la primera vez. Especialmente cuando Skin HH Skull fue golpeado por estar distraído mirando justo en la dirección donde ella se encontraba. Desde ese mismo instante, sintió antipatía por la desconocida. Parker creía que se llamaba, pues así se lo había oído decir a Doble H en alguna ocasión mientras los seguía, espiándolos y escuchando sus numerosas, aburridas y empalagosas conversaciones.
Aunque bueno, al parecer habían discutido últimamente porque ya hacía varios días que no los veía juntos.
Tanto mejor para ella y sus intereses porque, puede que el mundo pareciese no haberse dado cuenta de un detalle pero Doble H era suyo.
Siempre la había tratado con respeto y sin menospreciarla o despreciarla por su profesión. Había sido un amante cariñoso, atento y delicado y el único hombre con el cual se había acostado por voluntad propia sin exigirle ningún pago, precio o tarifa a cambio. Y eso en el mundo de las prostitutas de los bajos fondos era el símbolo y la demostración pública de que había elegido a su hombre.
Suyo y de nade más.
Por eso, no iba a consentir que nadie se lo quitase o intentase apartarlo de ella. Mucho menos “ésta”, que a saber de dónde había venido o qué tipo de enfermedades podía contagiarle.
“Búscate a otro reina, porque éste a está cogido” pensó mirándola de manera maliciosa y con superioridad.
Afortunadamente para ella, hoy Parker estaba borracha y eso significaba que era mucho más fácil influenciarla y confundirla que si la hubiera encontrado en otras circunstancias.
“Adiós Parker” pensó, conteniendo su risa y sin sentir remordimiento alguno por lo que estaba a punto de hacer.
-          Hola compañera – le dijo amable, por fin.
Sarah intentó erguirse al escuchar que se dirigían a ella. Cuando estuvo casi completamente recta, giró su rostro hacia ella y parpadeando compulsivamente mientras elevaba mínimamente la ceja.
-          ¿Yyyy….o? – le preguntó, autoseñalándose.
-          Sí – dijo, ensanchando su sonrisa al comprobar que estaba aún más perjudicada de lo que creía en un principio. - ¿De qué zona eres? -  quiso saber.
-          Dddd…del… Ssss Ssss…Ssssohhhho – dijo, asintiendo.
-          Eres la siguiente de la lista ¿no? – le preguntó.
-          ¿Eh? – preguntó ella sin entender y maldecir mentalmente porque se le habían taponado los oídos justo en ese crucial momento y escuchaba todo de forma atenuada. - ¿Lllisss…. Lllissta? – preguntó.
-          ¡Oh! ¡No te avergüences! – le dijo Mary riendo. - ¿Es tu primera vez? – le preguntó. Aún más confusa que antes, Sarah enarcó su ceja una mínima parte más y le indicó con ese gesto que no sabía de qué estaba hablando. - ¡Ay! – dijo Mary con un suspiro. – No tienes por qué estar nerviosa porque todas hemos pasado por esto y hemos tenido que hacerlo alguna primera vez – añadió. – Sino ¿cómo íbamos a coger experiencia para después? – le preguntó cómplice.
-          Nnn…nnn…nnnooo – dijo Sarah.
-          Sí, ya sé – le interrumpió Mary. – No quieres hacerlo – añadió. – Pero tranquila, solo es producto de tus nervios – le explicó. – Además, aún queda tiempo mucho tiempo para que eso suceda – la tranquilizó. – Primero tiene que terminar con Molly, luego conmigo y después vas tú antes de que nos haga llamar y pasar a las tres – concluyó.
-          ¿Qué? – gritó Sarah escandalizada y de una sola vez.
-          ¡Claro! – exclamó ella. - ¿No lo sabías? – preguntó, fingiendo sorpresa. - ¿Es que tu chulo no te lo había dicho? – añadió, fingiendo estar enfadada, poniendo los brazos en jarras y bufando como síntomas de su “exasperación” – Querida, entonces deberías cambiar de chulo – le aconsejó. – Sabiendo que el combate de esta noche contra Ben Johnson sería uno de los retos y adversarios más difíciles a los que tendrían que enfrentarse, Doble H encargó tres prostitutas con las que celebrarlo – explicó. – Molly está dentro, yo estoy aquí fuera esperando y tú… bueno, ya has llegado – agregó. – Y conociendo su apetito sexual, estoy segura que al final de la noche nos querrá a las tres a la vez – concluyó.
Sarah se horrorizó ante las imágenes que su mente estaba desarrollando por escuchar las palabras de esta prostituta.
¿Realmente podía hacerse eso?
Ella dudaba bastante de que así fuese.
“Puede que esté borracha, pero aún conserva algo de su lucidez” pensó Mary con fastidio al observar el gesto de duda que surcaba por su rostro. “No importa” añadió, con firmeza e intentando despejar su propia preocupación ante el final de su jugada maestra. “Acabaré con ella” concluyó.
-          ¿No me crees? – preguntó ella fingiendo sorpresa  y algo de ofensa. – Te diría que asomaras la cabeza pero…no le gusta ser interrumpido mientras está en esas lides – explicó, entre susurros. – Pero… puedes pegar el oído a la puerta – sugirió. – Con lo escandalosa que es Molly para todo, estoy segura que servirá para que compruebes que lo que estoy diciendo es cierto – concluyó, con una risita silenciosa.
Sarah miró con recelo y temor la puerta mientras pensaba muy y mucho qué era lo que debía o no hacer.
Por una parte, la historia de la prostituta podía ser perfectamente porque Henry tenía pinta de ser un hombre bastante sexual; bastaba con ver la reacción de las féminas a su alrededor. Pero por otra…era una prostituta. Una mujer a la que acababa de conocer. ¿Iba a concederle más credibilidad a sus palabras que a la confianza que tenía depositada en Henry?
Al parecer sí, porque antes de que fuera realmente consciente de lo que estaba haciendo, encaminó sus trastabillados e inseguros pies hacia allí y pegó el oído a la puerta de madera.
Ojalá no lo hubiera hecho nunca.
Porque la prostituta desconocida resultó ser sincera y tener razón en todo lo que le había contado. Justo en ese momento y en esa posición, la burbuja de aire que había provocado el tapón de su oído desapareció por arte de magia y pudo escuchar con perfecta claridad los gritos de la mujer mientras que Henry le decía dulces y suaves palabras para intentar calmarla y que “esa noche la recordase para siempre”
Horrorizada y conteniendo un grito, Sarah retrocedió trastabillando y esta vez sí, dio con su trasero en el suelo.
En esa posición la realidad le golpeó con toda la dureza de la situación.
Henry se estaba acostando con una mujer.
Corrección, se estaba tirando a una mujer ahí dentro.
Justo en la noche de su cumpleaños.
¿Es que se había olvidado de ella?
¿Acaso era ese el particular regalo que tenía que darle y que haría de esa noche que fuese inolvidable?
Pues desde luego, lo había conseguido. Aunque no en la forma que ella esperaba.
Inexplicablemente y sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y a descender por sus mejillas. Y se odió por ello pero más lo odió a él.
Él. Henry.
Un Henry que estaba ahí dentro y que podía acabar en cualquier momento con la primera de las mujeres que había encargado para festejar y por tanto, saldría a por la segunda; encontrándola a ella allí y de esta guisa.
Pues no pensaba consentirlo.
Eso no iba a pasar.
Henry nunca sabría que ella había ido allí esa noche para charlar con él y en busca de su regalo de cumpleaños.
De un coordinado movimiento se puso en pie y comprobó maravillada que apoyaba firmemente los pies en el suelo y que ya no estaba mareada ni sentía el pequeño martilleo en su cabeza. Luego recordó que había sido el propio Henry quien le había dicho en una de sus lecciones magistrales y particulares de medicina que cuando una persona bebida recibe una noticia o información que le causa un tremendo impacto, su estado de embriaguez desaparece de un plumazo.
Ese era su caso, al parecer.
Por eso, debía aprovechar esta circunstancia para marcharse de allí con la mayor premura posible sin volver la vista atrás. Así lo hizo.
Sarah corrió, corrió y corrió de la misma manera que corren los ladrones delante de los ocho de Savile Row para evitar que los capturen y los envíen a la Torre y no detuvo su carrera hasta que no salió de The Eye. Y hubiera continuado su carrera sin detenerse hasta llegar a su hogar en Orange Street si no hubiera sido porque se quedó sin resuello y porque el pecho comenzó a dolerle de forma intensa.
Quieta y en la calle se dio cuenta de que hacía un frío que helaba y que probablemente caería enferma al día siguiente por no haber llevado alguna prenda de abrigo que tapase la parte superior de su cuerpo y sobre todo, su delicada garganta.
Hacía tanto frío que Sarah pensaba que las lágrimas que continuaban resbalando por sus mejillas se helarían y cristalizarían para siempre, evidenciando el estado de tristeza extrema que sentía en ese instante.
“Henry” pensó otra vez.
Y esta vez ya, y sin testigos a la vista rompió a llorar desconsoladamente en mitad de la calle, descubriendo que el dolor de su pecho no era por la falta de oxígeno ante la velocidad que había alcanzado durante la carrera, sino que respondía y procedía directamente de la zona donde estaba situado su corazón.
Se sentía decepcionada, traicionada y sobre todo, tremendamente sola.
A ese primer gran conjunto de pensamientos debía añadirla la confusión, ya que no entendía ni era capaz de explicarse por qué descubrir y conocer que Henry estaba con otras mujeres la había afectado de esa manera cuando había conocido y estado a punto de ser observadora indeseada e involuntaria de una de las aventuras de Christian y su estado no pasó más allá de un enfado supremo que le duró una semana.
¿Por qué entonces le dolía tanto  que Henry la marginase frente a otras mujeres?
¿Por qué Henry sí y Christian; el hombre del que estaba enamorada no?
¿Por qué todo era tan confuso y doloroso para ella en esta fecha precisa y específica?
“Hay un hombre que está profundamente enamorado de ti y que estará dispuesto a todo por estar contigo. No te obceques en esperar la llegada del hombre equivocado cuando tienes tu felicidad al alcance de tu mano”.
Las palabras de Penélope de días atrás resonaron en su mente.
-          Ahora no, Penélope – gruñó, agitando la cabeza para borrar ese pensamiento.
Debió funcionar porque cuando Sarah detuvo los movimientos de su cabeza, fue otro hilo de pensamientos el que cruzó pos su mente. Éste de su propia cosecha y de un cariz totalmente diferente.
“Perder la virginidad antes de cumplir los veintiocho años”
El tercer punto de su lista mental comentada que incluye el relato de las cosas que debe hacer con la mayor brevedad de tiempo posible.
Un punto que, por a fecha había incumplido pues ya tenía veintiocho años.
“O no” dejó caer la parte maliciosa de su mente.
En realidad, como ya había pensado antes, no sabía la hora exacta a la que vino al mundo y por tanto, aún existía una posibilidad bastante razonable de que continuase en la franja anual de los veintisiete.
“Veintisiete” se repitió. “Bonito número” añadió, satisfecha y resuelta.
Tan resuelta que se limpió las lágrimas (que no dejaban de fluir) de las mejillas y cambió completamente la idea acerca de cómo iba a terminar su noche.
En cuanto salió a la calle, la primera idea que se le vino a la cabeza fue irse a su casa para enterrarse bajo las mantas y las sábanas y así poder llorar desconsoladamente y a gusto durante toda la noche. Ahora y con cierta perspectiva temporal, veía que sí que a convertiría en una noche inolvidable gracias a Henry…para mal y que no era la idea más halagüeña para pasar la noche de cumpleaños.
Ahora en cambio, había decidido tomar la dirección opuesta. ¿Qué Henry quería celebrar su cumpleaños en compañía de otras mujeres con las que fornicar? se preguntó y nuevamente sintió un pinchazo en el pecho que decidió ignorar a propósito, perfecto. Que lo hiciese. Es más, esperaba que lo disfrutase. Al menos tanto como ella iba a hacerlo esa noche.
En otras palabras, iba a salir a celebrar su cumpleaños. Es más, le iba a dedicar expresamente la celebración del mismo a él; pues él había sido quien le había creado esas esperanzas e ilusiones con respecto a una fecha que ella solía odiar por naturaleza.
¿No tenía todo el mundo que conocía una noche loca de la que después arrepentirse y avergonzase el resto de su vida? Pues bien ¿qué mejor ocasión para vivirla que la fecha de tu cumpleaños?
Ella iba a tener su noche loca e iba a beber hasta olvidar.
De hecho, rompía con este pensamiento su promesa de no probar en su vida de nuevo el alcohol.
“La ocasión lo requiere” se defendió.
El planteamiento, sus ganas e intenciones estaban manifestadas de manera firme.
Ahora solo faltaba que alguien apareciese y ejerciese de guía o buen anfitrión para con ella y le indicase algún local de la noche londinense donde se permitiera la entrada a mujeres, deseosas de nuevas aventuras y experiencias motivadas por el deseo de celebración, el despecho o como era su caso, una mezcla igualitaria de ambos.
“Por favor” pidió, elevando sus ojos al cielo. “¿Sería mucho pedir que por una vez la buena suerte me sonriera?” añadió, preguntando al cielo en busca de apoyo y ayuda de sus padres, sus antepasados, su genio protector, su hada madrina o cualquier criatura mágica y sobrenatural que estuviera dispuesta a ayudarla esa noche.
Quizás fuera porque era la noche de su cumpleaños, porque estuvieran con muy poco trabajo ahí arriba o simplemente por aburrimiento o compasión hacia una persona con tan mala suerte como Sarah Parker pero, en aquella ocasión, esa noche y justo delante de la puerta de entrada de The Eye, las súplicas y peticiones de Sarah se vieron escuchadas.
-          ¿Qué hace una mujer tan atractiva como tú tan sola bajo este frío? – le preguntó una voz masculina con marcado acento norteño.
-          Recrearme en mis miserias – respondió Sarah de manera borde.
Palabras de las que se arrepintió inmediatamente su pronunciación ya que no debía hacer extensible su odio y malos pensamientos hacia el sexo masculino, motivado solo por un hombre. Mucho menos, a la única persona que se había acercado a interesarse por ella en lo que había transcurrido de noche.
-          Lo siento – se disculpó, mirándole a los ojos.
“Gracias” añadió sonriente mentalmente cuando descubrió la apariencia física de quien se le había acercado y comprobó realmente que era bastante atractivo.
El hombre en cuestión era joven, noble (así lo manifestaba la manera en la que estaban cosidas sus prendas de vestir), alto y fuerte y de pelo y ojos negros.
Sarah desde luego le dio su aprobación. Especialmente porque diametralmente opuesto a Henry; el hombre de quien debía olvidarse esa noche.
-          Pero es que he sido abandonada por un hombre que ha preferido otros placeres y trabajos más carnales e íntimos a mi compañía –explicó, con la mandíbula apretada de tan enfadada y decepcionada como estaba con él por esto y para evitar volver a llorar.
-          ¿Un hombre que debo suponer que era tu pareja? – le preguntó.
-          ¡No! – exclamó vehemente. – Somos… - titubeó.  “¿Qué somos ahora Henry y yo?” se preguntó, confusa acerca de la respuesta que debía dar acerca de la naturaleza de su relación al desconocido. - … Amigos – acabó por decir finalmente. – Éramos amigos – rectificó al momento.
-          Si yo fuera amigo tuyo, tú siempre estarías entre la primera de mis prioridades – aseguró dejando caer las palabras y sílabas de su boca con ese acento tan particularmente seductor; regalando los oídos de Sarah.
-          Encima hoy es mi cumpleaños – añadió, revelándole la penuria total que era su situación.
-          ¿Qué es tu cumpleaños? – preguntó él sorprendido. - ¡Qué desfachatez! – exclamó, enfadado y granjeándose la simpatía inmediata de Sarah por esta reacción. – Felicidades por cierto – añadió, besándola la palma de la mano; aumentando las buenas sensaciones de Sarah hacia él.
-          Muchas gracias – le respondió ella con una sonrisa enorme.
-          Y dime, ¿qué planes teníais pensado para tan especial fecha? – le preguntó con curiosidad.
-          No lo sé – confesó. – Pues en teoría él me había preparado una sorpresa, pero como me ha dado plantón, me he quedado sin nada que hacer ni ganas de celebrar – mintió, pues era más bien todo lo contrario.
-          No puedo consentir eso – respondió él. – Es tu cumpleaños – añadió. – Y todo el mundo debería celebrar su cumpleaños, especialmente cuando se va vestido para la ocasión – recalcó, recorriéndola con la mirada. – Tienes que celebrarlo – le ordenó.
-          Me gustaría – confesó. – Pero no sé muy bien dónde tengo que ir para divertirme – añadió, avergonzada ante lo aburrida que sonaba esa frase.
-          Entonces, estás en tu día de suerte natalicio, milady – dijo provocando que esbozase otra sonrisa porque ella nunca sería una lady. – Yo sí sé cuáles son esos lugares a los cuales tienes que ir y nada me gustaría más esta noche que mostrártelos – explicó. - ¿Os gustaría acompañarme? – le preguntó ofreciéndole la mano.
-          ¿Estás seguro? – le preguntó dubitativa. - ¿No tienes otro plan mejor que pasar la noche en mi compañía, pese a que no me conoces? – añadió. - ¿No temes que sea una ladrona o una asesina y me aproveche de ti? – concluyó su ronda de preguntas.
-          Absolutamente seguro – respondió él a la primera de sus preguntas. – No tengo absolutamente nada que hacer hoy y en cuanto a lo último, voy a concederte una oportunidad y a confiar en ti – explicó. – La cuestión es ¿confías tú en mí? – le preguntó.
Sarah miraba dudosa e insegura hacia la mano que el desconocido le ofrecía. Un desconocido que se había ofrecido desinteresadamente a ayudarla y había confiado en ella pese a que era la primera vez que la veía.
¿Qué menos que devolverle esa confianza aceptando su generosa propuesta?
Además, sí o sí esta noche debía tener lugar la alocada celebración de su cumpleaños.
“Perder la virginidad antes de cumplir los veintiochos años” volvió a resonar en su mente.
En cuanto a eso… bueno, lo iría decidiendo sobre la marcha. Aunque no debía negar ni hacerle ascos al tremendo atractivo que el desconocido tenía.
Sin pensarlo mucho más tiempo, Sarah aceptó la mano que este le ofrecía y comenzó a caminar junto a él en dirección al carruaje que les estaba esperando apenas cincuenta metros más adelante.
Estaba realmente interesada y curiosa por saber los misteriosos e indescifrables derroteros por los que la llevaría el destino esa noche.

3 comentarios:

  1. Dame maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssss!!!!!!! Ya... he sacado lo que llevaba dentro XD las otras cosas ya te las he ido comentando segun te escribia, pero bueno... segun Eden ha sacado la botella sabía que se iba a pillar la moña del siglo y así ha sido, muy divertida además XD con lo centradita que es ella XD me encanta como la maquilla, que yo me maquillo así :) y quiero foto de la ropa!! que creo que me va a encantar, en cuanto a mary.... víbora asquerosa... fijo que Henry estaba curando a la otra allí dentro o algo... cachoooo puuuuuuut....... Quien es el maromo?? que parece que esta bien bueno!! como Henry le vea se lo carga!! XD

    ResponderEliminar
  2. bueno pues despues de la lectura del capi procedo a realizar lo q viene siendo el comentario del mismo: ante todo quiero dejar claro y patente mi grado de indignacion q es el siguiente:

    MALIGNAAAAA MALVADAAAA MALEFICAAA MALOTAAAA MALEVOLAAA MALAAA MALISIMAAA COMO TE ATREVES A DEJARME A MEDIAS CON EL FINAL DEL CAPI¿? COMO TE ATREVES MALEFICENCIA MALVADA EE COMO A VER CON LO INTERESANTE Q SE ESTABA PONIENDO LA COSA Y VAS TU ALE LO DEJAS AI ALA DEJANDOME CON LA MIEL EN LOS LABIOS CON GANAS DE SABER Q PASA LUEGO
    PERO ROMPO UNA LANZA A TU FAVOR Y A FAVOR DE TUS MUSAS CONFIANDO EN Q PRONTO SABRE Q PASA PERO AHI QUEDA PLASMADA MI INDIGNACION DE HOY

    despues de indignarme y despacharme y quedarme tan pancha y ancha prosigo comentando:

    PRIMERO DECIR Q SARAH SE PARECE A MI EN LO Q AL ALCOHOL SE REFIERE Q NUNCA O CASI NUNCA BEBE COMO YO Q EN OCASIONES ESPECIALES SI Y UN POCO SALVO LO DE LA GRADUACION Q EN FIN ESE DIA ERA ESPECIAL PERO VOLVIENDO A SARAH ELLA COMO YO EL ALCOHOL LO PRUEBA Y PONE CARAS RARAS COMO YO JEJE PERO LUEGO INCONSCIENTEMENTE LE COGE EL GUSTIRRININ JAJAJA Y EDEN ESTA EDEN ME LA COMO CON PATATAS MAADRE EDEN SUPREMA ESE ES TU MOTE EDEN SUPREMA Q A POCA GENTE LA PONGO EN LA CATEGORIA DEL SUPREMO EE POCA GENTE CUENTA CON ESE HONOR Y ESE ES MI WILLY WILLY SUPREMO MARAVILLOSO GENIAL MAGNIFICO ENORMERRIMO BUENORRO NUESTRO Y DE LOPS Q QUEEREMOS HIJOS TUYOS MOCETON (uiss q desvario q me pierdo con este moceton majo pasate por cc q hay dos mujeres q te abre las puertas de su casa y de lo q ... en fin ya me entendeis jajajajajajajajajajajajajajajajaja amos chato q te estamos esperando gustosas y lustrosas jaja xD) prosiguiendo despues de este interludio babeante bobo babuino pro willy willy aaiis (corazones saliendo por los ojos) PUES ESO EDEN SUPREMA ME ENCANTA LO BUENAZA Q ES ESTA CHICA Y LO Q SUELTA POR ESA BOQUITA Q SUS COMENTARIAZOS SON MITICOS JAJA PERO EN FIN ME HA MOLADO MUCHO Q LA AYUDARA A PREPARARSE PARA IR AL COMBATE Q ME GUSTARIA TENERLA DE PELUQUERA DADO LO DESASTRE Q SOY PARA CUALQUIER TIPO DE ACCION Q IMPLIQUE ESTAR MAS BELLA DE LO NORMAL CASO COMO EL DE SARAH ESTA NOCHE QUE HE VISUALIZADO COMO HA QUEDADO Y ME ENCANTA EL RESULTADO YO QUIERO UNO ASI JIJI

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y MAS COSAS ME ENCANTA EL MOMENTAZO DE LOS PANTALONES Q ME HE REIDO UN MONTON CON EL COMENTARIO DE SARAH CHATI Q NO QUIERO Q MARQUES POTORRO ES Q ME HE QUEDADO PLANCHADA Y EN PLAN VIVA EDEN Y LA MADRE Q LA PARIO JAJAJAJAJ ME MEO CON ELLA Y SUS COMENTARIOS EDEN EDEN EDEN EDEN EDEN
      MAS COSAS BUENO SARAH ESO DEL SI BEBES NO CONDUZCAS DEBERIAS DE APLICARTELO EN EL SENTIDO DE SI BEBES NO TRABAJES XQ NO VAS A ATINAR COMO TE HA PASADO CHATINA Q NO HAS DADO NI UNA Y BUENO RARO EL COMBATE DE HOY DE MUY BUENORRO MACIZO QUIERO UN HIJO TUYO HH Q ME LO HE IMAGINADO INCREIBLEMENTE BUENORRO Y POTENTORRO CON EL CALZON AZUL COMO SUS OJOS OSEA LO HE VISUALIZADO SI SEÑOR Y AAAGGHH HH HH AAAGGGHH (como homer simpson con las rosquillas jaja)AIIS Q MONNO GUAPISIMO AAIIS

      PERO EL MOMENTO Q YO ME HE QUEDADO MAAS A CUADROS HA SIDO EL MOMENTO RETORCIDO DEL UN GRADO SUPERLATIVO DE MALIGNIDAD ABSOLUTA Y SUPREMA CON LA MARY ESTA Q ME HAN DADO GANAS DE CONVERTIRME EN ESTEBANEITOR Y AGARRARLA DEL MOÑO Y GANAS ME HAN DADO DE ARRANCARLE LOS PELOS DEL LILI PERO MUCHAS GANAS AAMOS COMO SE ATREVE A MALMETER A SARAH CONTRA HH NUESTRO HH Q NO DE MARY Q REINA COMO TU DICES ES DE LA CREADORA MIO Y DE SARAH Y DE ERI PERO TUYO NO EEE X MUCHO Q LO VIERAS ANTES CACHO GUARRA Q X SARAH NOSOTRAS MATAMOS EE MATAMOS O SI NO TE INFLAMOS A POLLO COMO LA ANDREITA LA DE LA ESTEBAN Q LA LLAMAMOS A ELLA Y A LA VENA DE LA PATIÑO Y BUENO VIVA NO SALES CHATA VIVA NO SALES
      y prosiguiendo con esta linea argumental: A CUADROS ME HE QUEDADO CUANDO LO Q LA MU GUARRA DE LA MARY LE DICE Q ESCUCHE ELLA ESCUCHA Y SE QUEDA DE PIEDRA Y DESMORONADA ANTE LO Q ESCUCHA TRAS LA PUERTA ESO LO HE SENTIDO YO EN MIS CARNES MORENAS PERO SIN Q ME COMA EL TIGRE HE SENTIDO COMO SARAH SE HACIA MAS PEQUEÑA EN EL SENTIDO SOY UNA GRAN MIERDA Q NO LE IMPORTO Y COMO LAS PALABRAS DE LOPS LE HAN VENIDO A LA MENTE Y COMO SE HA SENTIDO MISERABLE XQ HA DESCUBIERTO Q LO Q SIENTE POR EL CAB... GILIP... DEL INNOMBRABLE ERA UN ENCAPRICHAMIENTO Y Q TA PILLAINA X HH PERO NO LO RECONCE AAIIIS

      Y BUENO ESTO SE MERECE UN APARTE QUIEN ES EL MISTERIOSO DESCONOCIDO Q LA INVITA A SALIR DE FIESTA JUERGA DESPIPORRE Y CACHONDEO¿? QUIEN ES EL Y EN Q LUGAR LA HA VISTO¿? Y SOBRE TODO... Q ERA LA SORPRESA ESPECIAL Q HH LA TENIA PREPARADA XQ SI HUBIERA HABIDO CARNACA SARAH TE MATO YO MISMA TE ARRANCO LA CABEZA Q ME HAS DEJADO SIN UN MOMENTAZO EE MALISIMA ESPEREMOS Q NO SEA ASI XQ SI NO MI VENA HINCHA NO QUIERO NI SABER LO Q PASARIA

      resumiendo: fabuloso genial maravilloso enormerrimo el capi de hoy y malota maligna malefica y sus musas escribid cagando leches q quiero saber q leñes pasa luego q ahora si q q estoy q me subo por las paredes

      he dicho

      Eliminar