miércoles, 13 de febrero de 2013

Me robaste el corazón Capítulo 10 El retorno del señor Investive


Que Zhetta le hubiera tirado al río Clun; el cual afortunadamente para él tenía muy poco caudal al final resultó ser bastante positivo para Anthony pues con eso, ya tenía una excusa razonable para ir a visitar al médico y, con mucha suerte, éste le quitaría por fin la escayola y podría ser un hombre completo y no un mano tonta, tal y como Zhetta le llamaba.
Además, una vez allí y dado que era otro de los posibles sospechosos, aprovecharía para realizarle unas preguntas inocentes acerca del robo con las que descartarlo o incluirlo por siempre dentro del círculo de los sospechosos definitivos.
Todo eran ventajas.
Hasta que recordó qué era el médico.
O mejor dicho, recordó la condición sexual del médico.
En otras palabras: eran homosexual.
Vamos, que le gustaban los hombres.
Anthony nunca había conocido a ningún hombre homosexual; al menos que lo hubiera reconocido de forma tan “pública” (probablemente hubiera dado con un par de hombres de esta misma condición sexual a lo largo de su vida pero no se lo habían comunicado así que jamás lo había descubierto)  y entonces, no sabía cómo comportarse, qué hacer o cómo reaccionar ante la idea y perspectiva de que fuera un hombre al que le gustaban otros hombres el encargado de quitarle la escayola del brazo.
Acción para la cual tenía que quedarse a pecho descubierto frente a él.
Incómodo cuanto menos era cómo iba a sentirse.
Quizás no había sido una idea tan buena que Zhetta le hubiera tirado al río después de todo…
En cualquier caso ya era demasiado tarde porque cualquier posibilidad de fuga o escape quedó abortada cuando Taylor salió a recibirle fuera de su consulta.
Anthony entró en la consulta de Taylor tras él, no sin antes sacudir el cuerpo para deshacerse de sus nervios, respirar de forma sonora y suspirar de forma muy sonora.
-          Creo que los dos queremos deshacernos de eso – dijo, señalando y tocando la escayola del brazo; la cual pese a que se había pasado la noche en posición de escorzo junto a la chimenea, no se había secado del todo. – Así que cuanto antes comencemos, antes acabaremos – añadió. – Pero para eso antes debes quitarte la camisa – ordenó.
Una orden simple, clara y concisa.
En apariencia no presentaría muchas dificultades su realización.
No obstante….
No obstante, Anthony no la ejecutó inmediatamente y continuó de la misma manera y en la misma posición que antes de escuchar dichas palabras: sentado sobre la camilla y completamente vestido.
-          Pero ¡bueno! – exclamó Taylor enfadado provocando que Anthony diera un respingo y un bote en la camilla. - ¿Todavía estás así? – le preguntó. – Vamos, quítate la camisa – volvió a decirle.
Anthony quería decirlo.
De hecho, era muy bueno obedeciendo órdenes pero… nuevamente no movió ni uno solo de los cinco dedos de la mano que tenía completa y absolutamente disponibles de su mano. Ésta se había quedado bloqueada.
-          Tenía la impresión de que no ibas a ser un paciente especialmente bueno pero…. No pensaba que era para tanto – dijo, con los brazos en jarras sobre la cintura; adoptando una pose muy maternal. – Eres peor que un niño pequeño – le acusó. - ¡Eres incluso peor que Peter Dormer! – exclamó.
Y al nombrar a Peter Dormer en la conversación, recordó la estrategia que utilizaba con él para conseguir que permitiera auscultarle o hacerle inspecciones corporales.
-          ¿Quieres que lo haga yo? –le preguntó.
Eso sirvió de estímulo y activó el aletargado cerebro de Anthony; quien reaccionó de inmediato y mientras negaba contundentemente con la cabeza repetidas veces, comenzó a desabrocharse (no sin dificultad) los botones de su camisa dándole la espalda al médico.
Taylor observó confuso la reacción y el comportamiento extraño de Anthony en su presencia a solas con él. Solo entonces cayó en la cuenta:
-          ¡Oh! – dijo con una exclamación ahogada. – Zhetta te lo ha contado – explicó provocando que Anthony se girara en su dirección, con gesto confuso ahora él.
-          Zhetta te ha contado que Michael y yo…tenemos una relación – añadió.
Anthony asintió con la cabeza.
-          Pues por mi parte no tienes por qué preocuparte – le aclaró. – No eres a mí al que le gusta – añadió, entre dientes. – Es a Michael – dijo, acercándose a él.
-          ¿Y a ti? – le preguntó.
-          ¿A mí qué? – preguntó, Anthony receloso.
-          ¿Te gustan los hombres? – le preguntó. - ¿Michael en particular? – añadió. – Porque entonces, señor investive usted y yo tendríamos un serio problema – le advirtió, serio y amenazante.
-          No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no y no – dijo Anthony mientras también lo negaba con la cabeza. – A mí me gustan las mujeres – puntualizó.
“¿Por qué todo el mundo tiene esa obsesión con que soy homosexual?” se preguntó enfadado Anthony.
-          ¿Seguro? – preguntó Taylor con la ceja enarcada.
-          Seguro – confirmó.
-          Entonces te gustan las mujeres – dijo Taylor.
-          Sí – respondió Anthony.
-          Con pechos – dijo Taylor.
-          Con pechos – repitió Anthony.
-          Morenas – dijo Taylor.
-          Morenas – confirmó Anthony.
-          Como Zhetta – dijo Taylor.
-          Como Zhetta – volvió a decir Anthony, asintiendo con la cabeza. – Espera –añadió inmediatamente con gesto contrariado.- ¡No! – gritó, negando vehemente. – Me has engañado – añadió mirándolo con los ojos entrecerrados y lleno de furia.
-          No – explicó Taylor. – Te he distraído y relajado sacándote un tema de conversación para tranquilizarte mientras te quitaba la escayola – añadió, retirándose para que Anthony viera por sí mismo cómo, efectivamente Taylor estaba en lo cierto y ahora tenía ambos brazos libres; uno más blanco que otro eso sí.
-          Felicidades – le dijo. – Estás completamente recuperado – anunció. – Ya no tienes que llevar más la escayola – le confirmó.
Acto seguido, le entregó un cuenco con agua y una esponja para que se limpiase los restos de escayola en el brazo y comenzase a ejercitar su brazo; hasta ese momento casi inútil. Tarea a lo que Anthony se puso de inmediato.
-          Entonces… - dijo con un suspiro. –Te gusta Zhetta – añadió.
-          Sí –afirmó. – No – rectificó inmediatamente. – No sé – acabó confesando frustrado.
-          Pues si no lo sabes tú… - dijo, cruzándose de brazos y ofreciéndole la camisa para que volviera a vestirse con ella.
-          No la conozco – le dijo. -¿Cómo me va a gustar si ni siquiera la conozco? – le preguntó. – Además, no puede gustarme porque es la mujer menos mujer que conozco. Además es testaruda, descarada, independiente e impulsiva – añadió, exasperado.
-          Completamente inadecuada – dijo Taylor negando con la cabeza y fingiendo desaprobación.
-          ¡No! – exclamó Anthony. – Solo es diferente al resto de mujeres que he conocido – añadió, con un deje soñador en el tono de su voz.
-          Ahí lo tienes – dijo, mostrándole lo evidente. – La defiendes. Y si la defiendes es porque al menos tienes algún sentimiento hacia ella – añadió. – Sea del tipo que sea – puntualizó. – Por otra parte, acabas de describir muy bien a nuestra Zhetta – asintió. – Todos la vamos a echar de menos de que se marche porque es una parte vital de este pueblo… - dijo, algo apesadumbrado.
-          ¿Se marcha? – preguntó Anthony confuso. - ¿Cómo que se marcha? – quiso saber, repentinamente alarmado. - ¿Cuándo? ¿Adónde? – exigió saber con una serie de preguntas seguidas e impulsivas.
-          ¡Ah! – dijo, levantando las manos. – Si ella no te lo ha contado, yo no soy quién para hacerlo… - añadió con tono misterioso y enigmático creando preocupación en Anthony; quien sintió de forma impulsiva y repentina un marcado instinto de posesividad hacia su vecina.
Tan fuertes e inesperados fueron los sentimientos que experimentó en ese momento que tuvo que sentarse y agarrarse con las dos manos y apretar fuertemente a la camilla por lo que acababa de descubrir.
Había tenido algún indicio al besarla dos veces casi de manera seguida; siendo esta la primera vez que lo hacía en su vida con la misma mujer pero ahora, este sentimiento desconocido para él hasta ese momento había terminado por confirmárselo.
Le gustaba Zhetta Caerphilly.
Mucho, al parecer.
Ahora bien, ¿lo suficiente como para dejarla que se marchara?
Eso aún no lo sabía.
Pero estaba seguro de que, de momento, no iba a consentir que abandonara Clun.
No hasta que supiera y confirmase la naturaleza de sus sentimientos por Zhetta.
-          Creo que Eros acaba de alcanzarte con sus flechas – dijo, tocándole su hombro hasta ese momento herido y dándole un vaso de agua; que Anthony bebió de un trago.
-          No creo que sea Eros – replicó Anthony. – Pero voy a averiguarlo muy pronto – estableció, rotundo.
-          ¿Sabes? –le preguntó. – Me recordais mucho a Michael y a mí, salvando las diferencias de que ambos somos hombres – explicó.
-          Tú… ¿cómo te diste cuenta? –quiso saber.
-          ¿De que Michael era el adecuado? –preguntó Taylor. Anthony asintió.
-           Para empezar no puedo aconsejarte porque cada persona es un mundo pero en mi caso llegó de forma suave e inesperada. Discutíamos a todas horas porque éramos muy diferentes y ni siquiera sabía si  él era homosexual como yo; aunque supongo que para él sería aún peor pues yo tenía una hija recién nacida por aquel entonces. Así que un día no pensé; simplemente actué y le besé – dijo.
-          Y puedo asegurarte que jamás me olvidaré de ese día porque nuestro primer beso fue lo más maravilloso y el riesgo más acertado que  jamás he corrido – añadió. – De hecho, aún hoy, ocho años después lo recuerdo y no puedo evitar esbozar una sonrisa tonta y de enamorado adolescente – concluyó.
Bien, quizás lo último no le pasara a Anthony; pero sí lo de recordar casi continuamente los besos de Zhetta; con el consecuente retraso de su investigación. ¿Eso qué quería decir? ¿Qué estaba a mitad del proceso?
Necesitaba seguir haciendo averiguaciones.
-          Me dijiste que eras un conocido médico en Londres ¿cómo llegaste a parar en Clun? – quiso saber.
-          Pues… porque en Londres nuestra estrecha relación y compadreo comenzó a dar bastante que hablar y comenzaron a sospechar de que nuestra relación iba más allá de la pura y simple amistad – le explicó. – Así que antes de que fueran a más y ante el peligro real de que nos descubriesen decidimos que lo mejor era que Michael regresara a su pueblo natal – concluyó.
-          ¿Y tú? – preguntó Anthony. - ¿Qué hiciste mientras tanto? – añadió.
-          ¿Aparte de estar amargado y enfadado con el mundo? – le preguntó con una medio sonrisa en el rostro. – Esperar – añadió. – Esperar y rezar para tener una coyuntura más favorable para ambos – concluyó.
-          Al parecer, tuvisteis suerte – dijo Anthony.
-          Sí – dijo, asintiendo feliz. – La providencia divina en forma de la señora alcaldesa de Clun quiso que poco después del regreso de Michael a su pueblo el médico del lugar se jubilase por incapacidad. Michael le habló bien de mí a ella, vine, hice la entrevista y… a falta de más candidatos me quedé con el puesto – explicó.
-          Un momento, ¿la alcaldesa fue quien te contrató? – preguntó Anthony boquiabierto.
-          Te sorprendería saber quién es el que manda en esa relación – le dijo, enigmático. – Aunque el padre Holis también lo sabe muy bien – añadió.
“No te preocupes, no tardaré en averiguarlo por mí mismo” pensó Anthony.
-          Una última cosa antes de marcharme Taylor, pareces un hombre que ama su trabajo ¿no echas de menos tu vida en la gran ciudad? – le preguntó. - ¿No hay ni un solo día en el que te hayas arrepentido de haber tomado esta decisión? ¿De vivir vuestra historia en la clandestinidad?– quiso saber.
-          Ni siquiera cuando discutimos – respondió con rotundidad. – Para empezar, tendríamos que vivir nuestra relación en clandestinidad en cualquier lugar adonde fuésemos así que ¿qué más da aquí en Clun, en Birmingham o en Londres? – le preguntó. – Además, me enamoré del paisaje del pueblo en cuanto lo vi – explicó. – Y eso que no era muy halagüeño cuando llegué pues era invierno cerrado, como tú –añadió. – Pero, es curiosos de inmediato me pregunté cómo sería Clun en primavera…y una vez visto te aseguro y advierto de que caerás absolutamente de rodillas enamorado del frondoso y verde paisaje de estos parajes – añadió, señalándole con el dedo. – En cuanto a lo de mi vida en la gran ciudad… amaba mi trabajo, amo mi trabajo y probablemente amaré mi trabajo hasta el final de mis días. Me gusta tanto que hubo un tiempo en que sólo vivía por y para él- recalcó. – Pero llegó el día en que me di cuenta de lo vacía que estaba mi vida con solo un objetivo y  meta en ella y fue gracias a Michael por lo que lo hice – explicó. – Hace ocho años que estamos juntos y desde que inicié mi vida junto a él me siento rejuvenecido. Soy más feliz, más alegra más vital y sobre todo, mucho más amable y mejor persona – concluyó.
-          Y un estúpido mucho más romántico – dijo Anthony riendo a carcajadas y poniéndose en pie; listo para abandonar la consulta –
-          Ríete si quieres – le dijo.- Adelante – le instó. – Pero recuerda mis palabras investive – le dijo Taylor desde la puerta de la consulta. – Un día llegará a tu vida esa persona que ponga todo tu mundo del revés sin que lo pidas o aunque intentes evitarlo y cuando lo haga, te preguntarás y cuestionarás cómo habías vivido tu vida hasta ese momento y si merece o no la pena continuar como lo estabas haciendo y cuando eso ocurra, te acordarás de las palabras de este médico pueblerino y puede que incluso pasada tu boda vengas a darme las gracias y a decirme cuánta razón tenía – concluyó.
Anthony no dejó de asentir como cuando se le da la razón a los tontos  mientras sonreía de forma fingida mientras intentaba no escuchar las palabras del médico; pues éstas le harían reflexionar. Y reflexionar nuevamente sobre su vida privada era lo que no quería pues ahora estaba concentrado en su tarea profesional.
No obstante, no pudo evitarlo y pensó acerca de ello…
Solo para burlarse nuevamente.
“Brrr….” Pensó. “¿Una persona que te cambie la vida de tal forma?” se preguntó. “Eso es…”añadió.
Bien, quizás no era imposible pues había visto cómo sus hermanos pequeños; los gemelos Rosamund y Henry se habían visto infectados por este extraño sentimiento llamado amor y sus vidas se habían visto modificadas de forma irrefrenable para siempre.
No obstante, él no era sus hermanos.
Él era más como su padre.
Y su padre nunca se había comportado como un tonto enamorado ni se había visto afectado de esa manera por las flechas de Cupido.
Afortunadamente para todos ellos, pues su mente no concebía imágenes de su padre, el todopoderoso rígido y sempiterno serio marqués de Harper embobado y enchochado por los encantos de una mujer.
“Menos mal que es bien entrado marzo” pensó aliviado. “Cualquiera aguanta la vena romántica del doctor por San Valentín” añadió.

 Continuando con sus propósitos del día, Anthony se dirigió sin dejar de agitar los brazos durante todo el trayecto disfrutando la maravillosa sensación de posesión y utilidad completa de dos manos a la iglesia o sino, iría inmediatamente después a la casa parroquial situada justo al lado.
En un principio pensó que por ser domingo, quizás la disponibilidad del sacerdote no sería la más acertada pero… lo contrario pensó justo ayer y el sacerdote había organizado el evento de las cestas así que… Además, era domingo por la tarde y aún le faltaban un par de horas para la celebración de su nueva misa.
Tiempo más que suficiente para las preguntas que él tenía que plantearle…
Efectivamente, dado que no era horario de misas y por lo que había podido leer en el cartel de la puerta de confesiones, el padre Holis no se encontraba en la iglesia de Saint George. Así que, fue a probar suerte en la casa parroquial.
“¡Premio!” exclamó con satisfacción cuando al segundo golpeo (hecho con su hasta escasos momentos brazo escayolado) le abrieron la puerta.
La sonrisa de satisfacción se le borró de un plumazo de la cara cuando descubrió quién era la persona que le había abierto la puerta; ni más ni menos que Peter Dormer.
El “angelito” de Peter Dormer, quien no iba a desaprovechar la oportunidad perdida del día pasado y con las malas intenciones reflejadas y manifestadas en el rostro se dirigió a golpearle por segunda vez. No obstante, esta vez no contó con el factor sorpresa.
Un factor sorpresa que no era otro que la capacidad de uso de las dos manos por parte de Anthony. Por eso, en esta ocasión y al contrario que la vez anterior, al señor investive no le costó ningún esfuerzo detener y repeler el intento de golpeo por parte del niño. Algo que por otra parte, disfrutó como un enano.
Agachado a su altura y mientras le susurraba una amablea palabras de advertencia acerca de qué es lo que le ocurriría si intentaba siquiera acercarse a él estando solo o mientras iba con Zhetta por el pueblo fue como los encontró el padre Holis; quien no pudo ocultar la manifestación ni gesto de sorpresa por la presencia del futuro marqués allí completamente recuperado; después del poco tiempo transcurrido desde la última vez que los vio (menos de 24 horas)
De inmediato, le invitó a pasar y le ofreció todo tipo de comidas y bebidas (alcohólicas y poco recomendables para las horas del día que eran), ambas rechazadas de forma amable por parte de Anthony.
En cuanto se sentaron, Anthony entró en materia.
Materia sentimental, para su completa vergüenza.
Anthony intentó y evitó pensar en ello con todas sus fuerzas y atenciones, pero le fue imposible evitar que la primera pregunta que saliera por su boca a la hora de preguntarle sobre el robo del collar fuera:
-          ¿Dónde se va a ir Zhetta? –Y lo más importante ¿es definitivo? – quiso saber. Acto seguido, se golpeó la frente avergonzándose de su estupidez y maldiciendo a su impulsiva y desobediente mente y acordándose mentalmente de toda la familia del médico; introductor de tan peligrosas y paranoicas ideas en su cabeza.
-          Creía que habías venido a hablar del robo del collar de la señora alcaldesa – musitó. – Pero sí, es muy probable que en un par de meses y lamentándolo horrores nuestra Zhetta abandone Clun definitivamente – explicó, apesadumbrado.
“¿POR QUÉ?” gritó su mente. Mente a la que ordenó que se serenase dado que ese no era el tema importante a tratar en esa ocasión.
-          Sí, discúlpeme – dijo, haciendo un gesto con la mano. – Tengo tantas cosas en la cabeza que me he confundido – añadió. – A ver, como persona de máxima confianza para la inmensa mayoría del pueblo dígame cuál es su opinión acerca de dicho robo y  quién cree usted que ha robado el collar; sobre todo y en el caso de que no se lo hayan confesado porque en cuyo caso le advierto que no me quedará más remedio que arrestarlo a usted por ese delito – le informó.
-          ¿Y cómo sabrá si le estoy mintiendo para no encubrir a uno de mis pocos feligreses? – le preguntó, cruzando la piernas y entrelazando los dedos de sus manos.
-          Porque mentir es pecado padre – le respondió. – Y porque tengo un talento innato para descubrir cuándo la gente me miente –añadió. – Esa fue una de las razones por las que me hice con el puesto de jefe de los ocho de Bow  Street – explicado, excesivamente pagado de sí mismo.
-          En tal caso señor investive puede estar tranquilo conmigo – le respondió el sacerdote. – Porque nadie ha venido a confesarse y explicarme que fue el autor de dicho robo – explicó. – Y en cuanto a mi opinión con respecto al robo… era algo que se veía venir desde hace tiempo – añadió.
-          ¿Qué quiere decir con eso? –preguntó, con gesto contrariado.
-          Verá señor investive usted es un recién llegado y desconoce cómo funcionan las cosas aquí pero… las cosas no son como parecen – dijo. Y viendo la cara expectante y ansiosa de más información de Anthony, no le quedó más remedio que añadir: - Es cosa sabida en Clun que aunque el señor alcalde sea un hombre quien realmente gobierna la ciudad es la señora alcaldesa; su hermana – explicó.
-          Y más desde hace un año – apostilló.
-          Un momento, un momento, un momento ¿ha dicho su hermana? – preguntó boquiabierto. - ¿No son un matrimonio? – añadió.
-          ¿Matrimonio entre hermanos? – preguntó horrorizado el sacerdote. - ¡por Dios no! – exclamó. – Ni que estuviéramos en el Antiguo Egipto – protestó.
“De acuerdo. Primera gran revelación del día: el alcalde y la alcaldesa no están casados” pensó y se grabó en la mente Anthony.
-          En el pueblo quien vive es la señora Biggler con su hija Louise; esta mujer siempre ambicionó el poder pero no pudo hacerlo por su condición femenina así que le puso remedio llamando a su hermano para que viniera cada vez más de seguido de visita al pueblo – explicó. – Un hermano que al contrario que ella tiene un carácter mucho más afable y cercano y a quien por tanto, no le costó ningún trabajo o esfuerzo ganarse a la gente y conseguir el puesto de alcalde. Y lo hace estupendamente bien… hasta el momento en que tiene que marcharse del pueblo por motivos personales. Lo cual es mucho a menudo de lo que nos gustaría a todos – añadió apesadumbrado.
-          ¿Nunca le ha contado qué son exactamente esos motivos personales? – le preguntó. - ¿Sabe a qué se dedica por ejemplo? – preguntó.
-          Ni idea – dijo, encogiéndose de hombros. – Se dice por el pueblo que tiene grandes asuntos comerciales en Londres, pero no es nada seguro – añadió. Lo único que puedo decirle a ese respecto es que la alcaldesa aprovecha las ausencias de su hermano para hacer y deshacer a su antojo, anulado las medidas de su hermano, causando gran malestar en el pueblo. Un malestar que desaparece en el mismo momento en que regresa el alcalde y restaura la paz y el orden en el pueblo – dijo. – Así que no me sorprende que le hayan robado a esa, con perdón, mala pécora – protestó. – En mi opinión, mucho estaban tardando en darle una lección de ese tipo apuntando a su bien más preciado – añadió, con un deje de resentimiento.
-          Aunque si quiere que le sea completamente sincero, si yo tuviera que investigar bien a fondo, encaminaría mis pasos hacia los Dormer – explicó. – No me haga mucho caso si no quiere porque carezco de su instinto a la hora de captar las mentiras a la primera de cambio pero, yo también soy observador – dijo. – Y sobre todo desde el púlpito desde donde doy los sermones o desde el altar donde celebro las misas a diario tengo una visión privilegiada y diferente de lo que ocurre en el pueblo – añadió.- Mucho más clara – incidió. – Y algo me dice que hay algo que los Dormer nos están ocultando y que quizás Zhetta por cercanía a esa familia sea la única que lo sepa – explicó.
Justo en ese momento, para total fastidio de Anthony llamaron a la puerta. Y como buen deber cristiano; más en domingo, el padre Holis se dirgió presto a abrirle la puerta; no en vano, estaban en horas de confesión.
Cuando lo hizo, y como si se hubiera dado por aludida, la visitante a esas horas no era ni más ni menos que la señora Biggle. Y con su visita, cortaba de raíz cualquier posibilidad de continuación de la conversación.
Justo ahora en el momento en que parecía haberse puesto más interesante…
-          Señor Harper – le saludó con una inclinación de cabeza tras sentar y situar a duras penas su tan inmenso trasero (que sobresalía en tres cuartas partes)  en el asiento de la silla - ¿Cómo va su investigación? –le preguntó, con una sonrisa y una mirada cargada de ¿lujuria? Que inmediatamente le produjo asco y ganas de vomitar.
-          Bien – explicó. Y no mentía. – Mucho mejor de lo que creía – apostilló. – Creo que en mucho menos tiempo del que creo lo tendré resuelto; para su seguridad y la de todo el pueblo – aclaró.
-          Eso espero – le advirtió ella.
Dicho esto, y observando que la señora Biggle se había instalado de forma permanente en el asiente y que por tanto, la visita no iba a ser breve, Anthony se despidió de ambos, agradeciendo lo productivo que había sido su día y recordándose una y otra vez lo sabía y profetizadora que había sido su mente al sugerírsela como palabra del día aunque no hubiera sido precisamente hoy.
Además, tenía muchas cosas de las que pensar.
Había sacado numerosas conclusiones generales debido a su investigación hoy:
-          La primera era que el médico Taylor era un romántico empedernido; aunque eso no tenía mucha relevancia en el caso. Lo que sí que la tenía era que según su instinto policial, debía descartarlo como sospechoso pues era el hombre más inocente en el buen sentido de la palabra que había conocido. No podía decirse lo mismo de su amado Michael; quien, quizás porque había descubierto de que él le parecía atractivo o por la actitud nerviosa que mostraba cuando estaba en los alrededores de su persona, aún no le había convencido del todo de su inocencia.
-          La segunda del día era que el sacerdote sí o sí era otro de los posibles sospechosos y autores del delito. No había más que ver el desprecio reflejado en su rostro y el desdén con el que hablaba de la señora Biggle.
-          Y un tercer sospechoso de recién e inesperada incorporación de última hora había resultado ser el señor alcalde; hermano y no esposo de la alcaldesa, tal y como le habían hecho creer desde un principio y quien quizás harto de la tiranía de su hermana y de los intentos de suplantación en el poder había decidido vengarse de ella de esta manera.
“Tendré que investigar más” se recomendó a sí mismo.
Ya solo le faltaban los Dormer para cerrar de forma oficial el círculo de posibles culpables.
Pero eso sería mañana, pues su cabeza se hallaba llena y confusa de numerosas posibles ideas y teorías donde cada uno de los tres posibles sospechosos ocupaba un lugar y realizaba el robo por motivos muy distintos. Algunos incluso fantásticos o disparatados.
Tenía la cabeza llena de ideas, sí.
Pero entonces ¿por qué una era la que se alzaba victoriosa y triunfante sobre todas otras?
¿Quizás porque era la única de carácter personal?
Una pregunta que su mente gritaba y exigía por una respuesta inmediata y que no era otra que:
¿DÓNDE DEMONIOS SE VA A IR ZHETTA DE FORMA DEFINITIVA?

8 comentarios:

  1. ¡AVISO A LECTORAS!
    Debo decir que no estoy orgullosa de este capítulo. Sobre todo porque es muy muy diálogado; lo cual en parte (bastante) hace mucho más fácil su lectura y le da a la escritura una apariencia de facilidad de la que carece y también, porque como podréis comprobar en él no sale Zhetta...
    No obstante, lo considero necesario porque son las averiguaciones que hace Anthony con respecto al robo, lo cual no hay que olvidar que es el motivo principal por el cual está allí y porque dichas averiguaciones al proceder de dos de los candidatos no podían resumirse en un párrafo en el siguiente capítulo.
    Un capítulo en el cual por otra parte regresaré a la normalidad... si es que en algún momento fui normal... xD
    Pero Zhetta sale de seguro.
    PD: Entramos en la cuenta atrás, solo faltan seis capítulos para el fin... =(

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  2. ¡AH! Y como viene siendo una tónica en mí... ¡ahora viene lo bueno!

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  3. uno malisimma no hagas la cuenta atras de los capis q me entristezco ee asi q... y bueno no esta tan mal al contrario ahora la cosa toma chicha q tengo ganas de saber quien ha robado el dichoso collar q tengo uno de mis candidatos en el cura aunq puede q como siempre me lleve una gran sorpresa y no ha salido zhetta pero si ha salido de forma indirecta y en los pensamientos de thon thon q aais chato romanticon q el medico tiene razon cari mio q zhetta te quita el sueño zhetta ocupa tus pensamientos y en vez de en la investigacion sr investive piensas mas en ella eso es xq ejem ejem ai q tienes ganas de tenerla pa ti solo y bueno.... esto lo dejo a vuestra imaginacion xD lo q pueden hacer y no es precisamente coser xD y bueno la charla con el medico creia q me meaba sobre todo el momento mira q te hago lo mismo q a peter dormer q crio q me cae tan bn jajaja q ha sido mencionar al diablo y actuar jajaj en realidad thon thon es como un niño chico hijo y mu simple a veces y eso q eres el sr investive de los 8 de bow street jajajajaja mu sherlock a veces pero metes la pata chato y hazle caso al medico q los gays tienen razon siempre y como eri ha dicho eesta noche en un comentario en el facebook hablando al ton de ladron de guante blanco, que dire siempre q q mal repartido e injusto esta el mundo y q desperdicio de hombre en matt bomer saben mucho de moda y consejos sentimetales y se les puede tocar el culo jajajajajaj pero en fin q me desvio como siempre me ha gustado mucho chin aunq tu no estes convencida de ello pero si interesante como el cura larga x la boca y suelta pestes y el momento enfrentamiento peter vs thon thon me he reido mucho y me he imaginado la cara de peter al verlo con las dos manos y pensando en la proxima venganza cuando se van pero bueno terminando me has dejado con ganas de maaaas malisima xD asi q a ver si en el siguiente maas y mejor como siempre =)

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    1. Madre Car...
      Se nota que acabamos los examenes recientemente...
      ¡Qué manera de derivar!
      Y a partir de ahora lo lamento pero... voy a hacer cuenta regresiva...
      Y si si, tranquila que en breves días más porque estoy picada conmigo misma y hasta que no lo acabe no voy a parar!!

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  4. si derivar me encanta me voy por las ramas y asi me salen los examenes como me salen jajajaj pero si es q me encanta decirle cosas o ponerle motes a thon thon siempre desde el cariño xq el tontorron es mu romantico pero no lo sabe xq es demasiado sherlock/sheldon para verlo y darse cuenta hasta q no le dan con ello en las narices xD

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  5. Me piiiiii.... en la conexión, que tengo que volver a escribir otra vez todo lo que había puesto y no se si me acordaré... ñam.... :/

    Había puesto más o menos algo así: Opino que un capítulo con diálogos no está demás y que es difícil de escribir, pq luego lo tienes que cuadrar con la historia y tienes que estar muy pendiente de lo que escribes o no y que, no se lo que te pasará a tí, pero que a mí siempre me da problemas y tengo que leer y releer para acabar de cuadrar bien lo que he dicho con el resto, pq se me olvida lo que he puesto y eso me da problemas. Luego había dicho también que estaba de acuerdo con Car, que Zhetta no aparece pero que está en los comentarios, así que éso tampoco está nada mal :) Mm.... ah, si! Que me encanta el diálogo con Teylor y que me he reído mucho, que me encanta su historia de amor con Michael. Que no me extraña que Thon le tenga ganas al niño y que yo también había pensando con él con respecto a los alcáldes, que me pensaba que me habías casado a dos hermanos jaja Y luego... había acabado diciendo que iba a seguir leyendo, que quiero ver si me entero a dónde se va Zhetta :) PD: espero que ahora si se publique...

    Por cierto Car... soy muuuyyyyy mal influencia para ti XD

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    1. síii me pasa lo que a ti, que los capítulos que son en su mayoría dialogados pese a que parecen ser los más fáciles... ¡fáciles mi culo! Un poco de dialogo no esta mal pero entero...bfff

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    2. Jajajajajaja me ha encantado, muy Zhetta XD a mí me encantan los diálogos, pero es mucho más difícil...

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