miércoles, 20 de febrero de 2013

Me robaste el Corazón Capítulo 16 ¿Quién es el ladrón?


-          Anthony ¡el collar! – escuchó resonar en las paredes de su cabeza haciendo eco la voz de Zhetta. - ¡El collar de la alcaldesa! - añadió
Pero Anthony o se movió, se mantuvo fijo y con los pies anclados al puente de piedra.
-          ¡Al ladrón! – volvió a oír, aunque esta vez mucho más lejano.
Y la reacción de Anthony, incrédulo e incapaz de reaccionar; sintiéndose espectador de una situación que no estaba protagonizando.
Únicamente reaccionó y despertó de su estado de sueño y catatonia cuando vio cómo una figura de blanca y plata se empequeñecía a sus ojos en dirección a la orilla derecha del río, en una carrera de velocidad frenética donde era perseguidora y no perseguida.
Ahí fue realmente consciente de lo que había sucedido.
-          ¡Mierda! – exclamó, golpeándose la frente con la palma de la mano. - ¡El collar y el ladrón! – añadió; justo antes de salir tras ellos.
-          ¿Ha dicho collar? – se atrevió a preguntar Henry.
-          ¿Ha dicho ladrón? – preguntó Joseph extrañado.
-          No puede ser – dijo Rosamund boquiabierta negándose a creerlo y por tanto, con negativas de la cabeza.
Pero todos hermanos sabían y entendían a qué era exactamente a lo que se estaba refiriendo Rosamund. Por si les quedaba alguna duda, un amable (y algo cotilla por escuchar conversaciones familiares ajenas) vecino del lugar fue el encargado de relatarles el extraño asunto y caso del robo del collar de la alcaldesa y cómo gracias a una iniciativa por demanda popular, el señor investive había decidido hacerse cargo de la resolución del mismo para encontrar cuanto antes al culpable; aunque había tardado más de lo que había previsto en un principio.
Varias fueron las reacciones de los Harper al escuchar el relato de los hechos: la primera, fue el desconcierto más grande y absoluto cuando descubrieron que en pequeños pueblos donde todo el mundo se conocía y por lo que, a priori parecían tranquilos sucedían delitos de este calibre. La segunda obviamente fue un tremendo ataque de risa al escuchar la palabra investive. Curiosa palabra mezcla de investigador y detective que para nada definían a Thon. Y la tercera sin duda fue un sentimiento mitad de pesar, mitad de confirmación porque dicho relato no venía sino a dar el sí definitivo a la enigmática frase pronunciada momentos antes por Rosamund.
Podía ser.
Desde luego que podía ser.
Y de hecho, lo era.
Un robo y un caso que Anthony se empeñaba en resolver, ¿a qué sonaba eso?
Efectivamente, a Sthealthy Owl.
-          ¡Ay Dios! – exclamó Grey; o como solo su esposa lo conocía; Sthealthy Owl. - No creeréis que ha establecido similitudes con el caso de Sthealthy Owl en Londres y que se ha vuelto igual de paranoico y centrado en el asunto ¿verdad? – le preguntó mirando en dirección de Henry y Edward junior.
Edward estaba demasidado cansado y borracho como para responder con palabras, por lo que solo se limitó a asentir con la cabeza. Henry fue el representante encargado de manifestar las opiniones de la parte derecha de Grey.
-          Tiene toda la pinta – dijo mientras asentía también con la cabeza, incómodo por lo que sus ojos estaban viendo.
-          ¿Y vosotros? – preguntó mirando a su izquierda; lugar donde estaban su mujer, Joseph y sus dos hijas. – Rosamund ¿cuál es tu op…? – pero n pudo concluir la formulación de la pregunta ya que, su desobediente y demasiado independiente esposa Rosamund había aprovechado la oportunidad que la pregunta de su marido había realizado a sus dos hermanos para poco a poco y de forma sigilosa y silenciosa escabullirse antes de echar a correr siguiendo a Anthony a bastante distancia. - La madre que la p… - gruño y se contuvo de concluir la frase en presencia de sus dos hijas.
Lo que no pudo contener fue el enorme enfado para con su esposa.  Esposa a la que persiguió, por supuesto.
Y con la persecución de Grey hacia Rosamund, Anthony, Zhetta y el ladrón se abrió la veda y se planteó una competición de forma silenciosa entre los hermanos Harper a imitación de las carreras que protagonizaban cuando eran pequeños (algunas de las cuales ocurridas en el propio Clun) mediante las cuales el último en llegar a cierto sitio o en hacer cierta actividad era calificado como tonto y algunos epítetos más.
En esta ocasión el perdedor tendría claro qué era lo que tenía que hacer: encargarse del cuidado de las hijas de Rosamund. Niñas muy queridas por otra parte pero ni la mitad de interesantes que lo que podría ocurrir al otro lado del río.
Por eso todos salieron corriendo alegando mentalmente cada uno los motivos por los cuales su presencia allí podía ser requerida: Joseph, el más rápido de los tres hermanos en reaccionar alegó que su presencia allí era puramente curiosa, informativa y periodística ya que con la resolución de este caso bien podría escibir una pequeña reflexión acerca de la delincuencia en Gran Bretaña.
Entonces, solo quedaban dos; la cuestión se hallaba entre Henry y Edward Júnior y de los dos quien ganó fue Henry. Un  Henry que le gritó a su hermano pequeño los motivos por los cuales era imprescindible en una situación como esa:
-          Lo siento Júnior – gritó. – Pero soy médico y va a haber situaciones con violencia – añadió. – Debo estar allí por si alguna herida es grave – concluyó mientras corría.
Y ahí estaba él.
Edward Junior Harper en el día en el que quizás tuviera la resaca más gorda y enorme de su vida al cuidado de dos niñas pequeñas.
Miró a sus sobrinas y éstas le sonrieron.
No tenía ni idea de qué hacer con ellas.
Lo cierto era que sus sobrinas eran unas niñas muy buenas y encantadoras. Tanto incluso que en ocasiones se las había llevado al parque y le habían servido de gancho y ayuda a la hora de mantener conversaciones con institutrices cuyos finales habían ido muy placenteros.
Pero hoy no era el día.
No cuando estaban siendo demasiados chillonas, embriagadas del espíritu rural de Clun y cuando cada uno de esos chillos se le clavaba en las sienes como una puerta chirriante. Chillos y gritos como los que estaban dedicándose y despotricando la una de la otra ahora mismo.
“Genial” pensó con fastidio y mirando hacia uno de los lados del puente mientras divagaba y establecía mentalmente una lista de pros y contras acerca de tirarse de él y poner punto y final a esa tortura.
Al fin y al cabo, tenía mucha sed.
Rosamund Appleton corría desbocada tras su hermano mayor como hacía tiempo que no se ejercitaba, lo cual le encantaba y por ello, era incapaz de cambiar la sonrisa que su rostro esbozaba por una expresión de preocupación; aunque debería.
Debería porque sabía que con su acción su marido estaría enfadado con ella. Corrección estaría muy enfadado con ella. Probablemente estaría persiguiéndola en estos instantes; pero no se atrevió a mirar hacia atrás para confirmar este pensamiento; segura de que era un hecho. Y por una parte no podía culparle ya que la antigua Rosamund buscalíos y siempre metida en problemas de manera voluntaria o involuntaria había regresado. El problema no era que hubiera vuelto sino el estado en el que lo había hecho: con más fuerza que nunca y… embarazada.
Cierto que no era su primer hijo; era el tercero (un niño según el infalible método del trigo y la cebada de Penélope)  y que su estado de gestación no era muy avanzado; apenas poco más de tres meses, pero estaba segura que no iban a ser excusas para Grey.
Sin embargo, ella era una mujer muy impulsiva y de actuar en el momento. Y el momento le había dicho que debía salir corriendo tras su hermano para enterarse bien de la historia del ladrón del collar de la alcaldesa y sobre todo para conocer cuál era su final. Un final el cual esperaba que fuera positivo y feliz para él, pues era perfectamente consciente del trauma que le había supuesto no haber capturado a Stealthy Owl; también conocido por ella y por los bajos fondos londinenses como Mattheus Richard Kendrick Appleton, duque de Greyford.
Y el segundo motivo que le había motivado a salir corriendo tras su hermano aparte de la impulsividad había sido la curiosidad; por qué negarlo. La curiosidad que le había producido que en un pueblo como Clun; situado en el mismo centro de ninguna parte y con un número tan pequeño de habitantes ocurrieran cosas como esa; mucho más propias de los bajos fondos de las grandes ciudades.
Desde una distancia prudencial Rosamund vio cómo  Anthony giraba a la izquierda y decidió aminorar su marcha un poco ya que no quería que fuera consciente de que había sido la primera en salir tras él y perseguirle para ganarse una segunda reprimenda por su parte (cuando una conjunta a medias entre él y su marido) y también porque si lo hacía de forma silenciosa no repararían en su presencia en la situación y ella podría enterarse de todo sin temor a confundirse.
Por fin un Anthony exhausto pudo alcanzar a Zhetta y al ladrón tras el recodo de la arboleda que crecía en torno al meandro del río Clun.
Y se quedó sin aliento con lo que vio.
Ya no solo porque la carrera le había dejado prácticamente sin fuerzas sino porque veía a Zhetta; a su Zhetta subida en la espalda del ladrón golpeándole puños y patadas mientras forcejeaba con él mientras que por sus dulces labios de melocotón salía la retahíla de improperios y palabras malsonantes y obscenas que jamás había tenido el “placer” de escuchar de boca de una señorita.
Ahora sabía de dónde había sacado Wingers la furia y la mala leche a la hora de atacar a los que consideraba como sus enemigos: imitando a su dueña.
Se sentía enormemente orgulloso de ella, de cómo se defendía y de cómo estaba manejando la situación para con el ladrón. Parecía tenerlo todo bajo control. Y por tanto, él solo tendría que acercarse lentamente para detenerlo e interrogarlo una vez estuviese en el suelo.
Sin embargo, para su total sorpresa, el ladrón (pues era un hombre) consiguió deshacerse de Zhetta con un violento y brusco movimiento y acabó tirándola al suelo.
Ahí se acabó su capacidad de raciocinio.
Una furia y un temor irracional ante la posibilidad de que Zhetta hubiera salido herida mínimamente y hubiera expuesto su vida y su integridad en peligro por su culpa al haberle perdido que le ayudara con el caso se apoderó de él y se focalizó en el ladrón quien se estaba recomponiendo del forcejeo pero que en ningún momento había sido consciente de su presencia allí.
Aprovechando esta tesitura y coyuntura favorable para él además de poniendo en práctica la forma de caminar sigilosa y silenciosa que le enseñaron durante su breve estancia en el ejército pero que practicada y ensayada hasta la saciedad en casa debido a las órdenes de su padre en apenas unos instantes se materializó junto a Zhetta para asegurarse que estaba bien y que no había sufrido daño alguno (datos y hechos confirmados por la propia Zhetta) antes de ponerse nuevamente en pie y decir:
-          ¡Maldito bastardo, no vuelvas a ponerle un dedo encima! – antes de asestarle el puño más fuerte de todos los que había dado a lo largo de su carrera como guardia y garante de la seguridad londinense. Un puño que le impactó de lleno en el centro de todo el rostro gracias a que éste, en un alarde y arranque de remordimiento por lo que había hecho se volvió hacia Zhetta para preocuparse por su estado de salud.
-          ¡Por todos los demonios! – gritó, aullando de dolor el ladrón. - ¡Maldita sea Anthony! – añadió gruñendo y girándose en su dirección con expresión furibunda en el rostro y, obviamente con ganas de devolverle el golpe.
De lo que no había sido consciente el ladrón  era que gracias al puño de Anthony; el cual probablemente le había roto la nariz debido a la manera en que sangraba por ésta, se habían movido algunas partes de su disfraz y que por tanto, al girarse reveló su verdadero rostro.
Por eso, cuando Anthony descubrió la verdadera cara del supuesto ladrón puso verdadero gesto de horror y no pudo evitar caer al suelo como si hubiera sido golpeado o lanzado contra él, cuando la realidad es que le habían flaqueado las piernas por el impacto de su visión.
Sabía y supo, aunque en realidad, más bien le dio el pálpito de que el bigote del señor alcalde era falso. Lo que no esperaba de ninguna de las maneras era que el pelo también lo fuera.
Y sobre todo, lo que no había esperado de ninguna de las maneras era que la persona que se escondía detrás de todo ese conjunto de pelo postizo y por tanto, el ladrón del collar de la alcaldesa fuera… ¡su padre!
¿Su padre?
¿El marqués de Harper?
¿El capitán del ejército naval del ejército de su Majestad Jorge III?
No.
Era imposible.
Su padre estaba en Londres resolviendo asuntos financieros y económicos acerca de sus propiedades y entreteniéndose con su nuera Sarah y su nieto más reciente; el pequeño Víctor.
No podía estar en Clun.
Y sobre todo no podía haber estado fingiendo y  haciéndose pasar por otra persona. A menos que esa otra persona nunca hubiera existido como tal, en cuyo caso sí que tendría algo de sentido.
Pero no, lord Edward Harper, marqués de Harper no podía ser quien sus ojos estaban viendo en ese momento.
No podía ¿Verdad?
No podía le repetía una y otra vez su mente, sin embargo, no pudo evitar que la pregunta saliera de su boca cuando inquirió boquiabierto:
-          ¿Papá? -.
-          Sorpresa – le respondió con una sonrisa inocente a su vez desprendiéndose de su bigote falso sacando y revelando el no menos desdeñable en tamaño suyo propio y quitándose el peluquín que había llevado durante todo este tiempo enseñando su propia cabellera blanca.
-          ¿Se…se…se…señor mm…mmm…marqués? – preguntó Zhetta con una tartamudez causada por la sorpresa mayúscula e inesperada que acababa de recibir mientras intentaba sentarse. Eso sí, siempre protegida bajo la figura de Anthony.
La intención de Rosamund era no detenerse hasta conseguir entrar en la escena del ladrón para una vez allí, aunque algo oculta no perderse detalle de lo que pudiera suceder. No obstante sus planes se vieron interrumpidos y modificados de manera totalmente inesperada. Más bien de manera sorpresiva.
Ella no solía caerse al suelo cuando recibía noticias que le causaban un enorme impacto al contrario que su amiga Penélope. Sin embargo, esta había sido la vez que más cerca estuvo de hacerlo. No lo hizo de hecho porque mientras caía su marido la agarró e impidió con ello que su trasero tocase suelo.
Mientras la volvía a poner en pie, unos Joseph y Henry que debido a la velocidad alcanzada durante la carrera habían sido incapaces de frenarse,  lo hicieron al impactar justo contra la espalda de su cuñado. Sin embargo, al observar medio afectados aún por el golpe, que el ladrón estaba revelando su verdadera identidad al deshacerse de los artificios que llevaba puesto, asomaron sus cabezas cada uno por un lateral de la misma.
Y ellos, al igual que su hermana y su cuñado se quedaron sin aliento y perdieron la capacidad de habla momentáneamente. Al menos hasta que Rosamund se atrevió a preguntar para confirmar lo que sus ojos estaban viendo:
-          ¿Papá? - 
-          Hola Rosie – la saludó sonriente, girándose hacia ella. – Joseph, Henry, Greyford – añadió. – Habéis venido, justo como Anthony os pidió – concluyó, mientras asentía orgulloso.
-          ¿Cómo no venir después de la carta que nos escribió? – preguntó Henry. – He dejado en Londres a mi esposa y a mi hija –le dijo, advirtiéndole y señalándole con el dedo. – Así que espero que el motivo para hacerlo sea muy bueno – concluyó, cruzándose de brazos a la espera de una respuesta satisfactoria.
-          Al hilo de lo que Henry ha dicho, no sé vosotros pero yo me muero por saber también por qué papá ha estado disfrazado todo este tiempo y ha robado un collar – dijo Joseph, curioso y a quien le continuaba pareciendo inverosímil la situación en la que estaba participando como actor secundario.
-          Creo que lo que papá tiene que decirnos es mucho más importante – dijo mordaz y muy enfadado con su padre; provocando que todas las mujeres se centrasen y focalizasen en él.
-          Yo… - titubeó Zhetta. – Creo que debo irme – añadió. – Esto es un asunto familiar y como no soy una Harper yo sobro – explicó intentando ponerse en pie para marcharse cuanto antes de allí.
-          Tú te quedas – dijo Anthony con firmeza agarrándola con fuerza de la muñeca impidiendo su huida. – Seguro que también estarás interesada en saber – le dijo mordaz. – Y puede que incluso tengas algo que añadir – dejó caer, provocando que Zhetta frunciese el ceño.
-          ¡Anthony! – le regañó su padre. – No hables así a Zhetta, ella no sabía nada ni tiene nada que ver – le explicó.
-          ¿En serio papá? – le preguntó Anthony irónico.- ¿Cómo esperas que te crea si has estado mintiéndome durante os últimos tres meses? – añadió.
-          Hay una buena explicación para esto – les aseguró.
-          Estoy desesperando por oírla – dijo entre dientes Anthony.
-          Estamos – le corrigió Rosamund.
-          Ilústrame papá – pidió irónico. – Ilústrales por favor y con todo lujo de detalles cómo has disfrutado y te has reído a mi costa con ayuda de no se quién exactamente de este pueblucho con la idea del robo del collar – añadió, mordiéndose la lengua para no explotar.
-          Anthony, en ningún momento nos hemos burlado de ti – dijo su padre.
-          ¿No? –preguntó sorprendido.-¿A ti te parece que inventarse el robo de una joya a imitación del único caso en el que tu hijo ha fracasado como miembro de Bow Street  no es burlarse de mí? – le preguntó.- ¡Vaya papá! ¡Discúlpame! Pero creo que tú y yo tenemos una diferente concepción de las burlas – dijo.  -¿Tienes idea de cómo me siento ahora mismo? – le preguntó acercándose a él, de forma amenazante. Y mirándole con desprecio añadió:- No. ¿Tú qué vas a saber? – le preguntó. – Hazme un favor y háznoslo a todos ¡búscate una vida! – exclamó. - ¡Haz amigos! ¡Cásate de nuevo!¡Cuida de tus nietos! Pero ¡déjanos en paz! – explotó.- ¡Déjame en paz y vivir mi propia vida, viejo amargado! – añadió, con aspavientos de los brazos.
-          Anthony…- le advirtió Henry.
-          ¿Qué? –escupió Anthony focalizando su furiosa mirada en su hermano pequeño. – No te atrevas a salir tú en su defensa cuando eres el menos indicado para hablar –le advirtió apretando la mandíbula.
Henry sabía que Anthony  tenía razón en este punto. Él no era el más adecuado defensor de su padre después de todo lo que le había hecho pasar en el pasado. Pero eso no quería decir que su hermano no se estuviera pasando tres pueblos en la manera en la que le estaba hablando.
-          No Henry- le dijo. – Déjalo hablar, es bueno que se desahogue – añadió.
-          ¡Cuánta consideración por tu parte papá! – dijo, lleno de ironía y amargura.
Edward Harper le respondió a su hijo mayor con un  asentimiento de la cabeza y el esbozo de una sonrisa.
-          Soy un estúpido – dijo en voz alta ignorando al resto de los allí presentes. - ¡Un maldito estúpido! – exclamó golpeando la capa del Hombre Verde que se le había caído debido a los numerosos aspavientos de los brazos que estaba haciendo y objeto que se convirtió en el blanco de todas sus iras. – Ahora entiendo el por qué de tu insistencia para que viniera a Clun – añadió, girándose hacia su padre mientras asentía. – Lo tenías planeado desde entonces – le acusó. - ¡Que poca vergüenza papá! – exclamó. – Me das pena. Pena y asco – explicó, resentido mirándole lleno de desprecio hacia su persona. - ¿Te das cuenta de que si no hubiera sido gracias a tu insistencia y a tu magnífica idea de que viniera a este maldito pueblo de mierda a estas alturas ya estaría en Londres y reincorporado a mi trabajo como jefe de los ocho de Bow Street que para eso es lo que me pagan y es el trabajo con el que gano dinero gracias al sudor de mi frente? – le preguntó acusador. - ¿Te das cuenta? – le dijo con un empujón leve, ya que no podía pegarle por mucho que lo estuviera deseando en ese momento; era su padre. - ¡Pero no! – exclamó con rin tin tín. – El aburrido abuelo tenía que entretenerse con algo, y ¿qué mejor cosa para matar el tiempo que burlarse de su hijo? – le preguntó, causando el silencio en el lugar. - Al menos hay algo que debo  agradecerte – dijo mucho más calmado. – Esta vez la noticia no trascenderá,  no seré el hazmerreír de todo Londres y podré caminar con la conciencia y el orgullo casi intacto por la calle – concluyó. – A no ser por supuesto que en otra de tus rachas de tedio decidas ponerte en contacto con Christina Thousand Eyes y se lo cuentes – apostilló, hiriente.
-          Tienes razón hijo – le respondió Edward Harper causando conmoción en todos sus hijos allí presentes; obviamente en desacuerdo con él. – En todo – añadió mirándoles fijamente con su mirada glaciar con la que les indicaba que no iba a permitir ningún tipo de defensa por su parte. – Yo insistí en enviarte a Clun y mía fue la idea del robo del collar – admitió. – Pero fue por tu propio bien, aunque tú no me creas – explicó. Efectivamente, Anthony mostró su desacuerdo bufando de manera considerablemente sonora. – Mírate Anthony – le pidió. – Recuerda cómo estabas antes de venir a Clun y cómo estás ahora – añadió. – Y no me refiero a tus cambios físicos y en la manera de vestir, los que por cierto prefiero pues la barba incipiente y el cabello suelto más largo de cómo lo llevabas habitualmente te favorecen –
-          Pienso afeitarme, cortarme el pelo y regresar a mi estilo de vestir habitual en cuanto me marche de aquí – respondió Anthony inmediatamente.
-          Yo hablo de los cambios psíquicos – respondió él ignorando la interrupción a propósito infantil de su hijo en su intervención. - ¿Recuerdas tu actitud y comportamiento antes de venir? – le preguntó.
Y esta vez no le dio tiempo a responder porque sus hermanos lo hicieron por él:
-          Enfadado – dijo Rosamund.
-          Aburrido hasta el extremo – añadió Grey.
-          Quejicoso – dijo Henry.
-          Sin duda, paranoico – concluyó Joseph ante las miradas asesinas de Anthony; a quien no le estaba gustando en absoluto la descripción pública que de él habían hecho.  
-          ¿Lo ves? – le hizo ver su padre. – En cambio mírate ahora: estás feliz, relajado – añadió. – Bueno, lo estabas. – Participativo, cercano, amable, dicharachero, risueño… y si encima conseguía que resolvieras el caso de un robo y con ello te quitabas el peso y el trauma que te has autoimpuesto desde hace cinco años por no resolver el caso de Sthealthy Owl todo estaría mucho mejor – le explicó. – Con toda esta retahíla de adjetivos lo que pretendo hacerte ver es que Clun en general y muy especialmente la presencia de Zhetta en particular han tenido un efecto beneficioso en ti – concluyó.
-          Henry – chisteó Rosamund entre susurros.
-          ¿Sí? – le preguntó él en el mismo tono de voz.
-          ¿Has escuchado lo mismo que yo? – le preguntó. - ¿Eso de que Zhetta ha tenido un efecto beneficioso en Thon? – añadió.
-          Sí – le respondió él.
-          Y ¿eso qué quiere decir? – le preguntó.
-          Eso quiere decir cotillas que probablemente Anthony se haya enamorado o esté sintiendo algún tipo de sentimiento romántico hacia Zhetta – les explicó Joseph.
Todos asintieron.
Y fruncieron el ceño o pusieron cara de sorpresa mayúscula al asimilar la información.
Un momento, ¿Thon enamorado?
¿Thon sintiendo sentimientos románticos por…una chica?
¿Por las mujeres en general?
Pero… ¡si era el hombre más asexual de cuántos habían conocido!
No.
Era del todo imposible.
¿O sí?
Acto seguido, todos orientaron y giraron sus cabezas en dirección hacia donde Zhetta se hallaba en ese momento. Una Zhetta que había sido perfectamente consciente de la conversación mantenida a pocos pasos de ella y la cual, al sentirse observada directamente y con bastante interés por los hermanos de Anthony no pudo hacer otra cosa que encogerse mientras le saludaba con la mano y enrojecía tras decir lo siento en un tono de voz apenas audible, lamentando enormemente que fueran éstas las circunstancias en las que habían tenido que conocerse.
Solo por estas acciones, causó una buena imagen y simpatía en el grupo.
-          Tú – dijo Anthony, mirando directamente y exigiéndole que le devolviera la mirada al instante por la actitud que había adquirido. – Que pintas tú en todo esto – exigió saber. – Y no me digas que nada porque no me lo voy a creer – le advirtió. – Ya no soy tan estúpido – apostilló en clara alusión e intención hacia su padre.
-          Yo no sabía nada Anthony – explicó ella, confusa. Aunque algo enfadada porque sospechara y se atreviera a plantearle algo así.
-          Ya – dijo él. – Y yo soy el rey de Normandía – añadió burlándose de ella.
-          Creo que deberías hacerle caso y creerla Anthony – dijo Grey saliendo en defensa de la chica, con la absoluta certeza de que a él iba a ser el único al que no iba a responder o atreverse a replicar pues conocía de sobra el efecto atemorizante que aún tenía sobre él. – No tienes más que ver la cara de estupefacción y observar atentamente su postura y movimientos corporales para concluir que ella está tan afectada y sorprendida como tú por la situación – añadió.
-          Pero es capaz de aprenderse papeles y largos textos ¿sabes? – le preguntó a su cuñado. – Como el de hoy – explicó. – No te creo nada ya Zhetta Caerphilly – dijo, frente a ella. – Eres una mentirosa –la acusó. – Yo confiaba en ti ¿lo sabías? – le preguntó. – Y pensar que he estado a punto de… - se lamentó. – Olvídalo – añadió. – Ya no merece la pena – concluyó dándole la espalda.
-          No te permito que me hables así Anthony – le respondió ella desafiante, provocando que se girara en su dirección. – No me importa que critiques y hables mal de Clun y de sus gentes, aunque no puedo decir que me guste – aclaró. – Pero como vuelvas a hablar mal de mí, te juro que lo la-men-ta-rás gilipollas de mierda y no se te ol-vi-da-rá jamás este día – concluyó, escupiendo a sus pies como muestra y prueba del juramento que acababa de pronunciar.
Anthony estuvo muy tentado, muy muy tentado de darle la réplica que la pequeña mentirosa se merecía. No obstante, decidió ignorarla a propósito a sabiendas que eso la molestaría mucho más que cualquier enfrentamiento directo y volvió a centrarse en su padre.
-          Quién más te ayudó – exigió saber. – Y habla ahora porque no quiero verme obligado a realizar acciones que puedo llegar a lamentar – le advirtió.
Edwar Harper permaneció en silencio.
-          Habla padre – le ordenó. – Habla y te juro que no tomaré acciones y medidas legales contra ti – añadió, causando horror entre sus hermanos.
Tanto, que de hecho Joseph dio un paso al frente separándose del grupo y le dijo actuando como su conciencia:
-          Anthony, tú no vas a hacer eso –
-          ¿Por qué no? – le preguntó con sonrisa maliciosa y porte superior. – Ya tomé medidas legales y encarcelé a mi hermana – le recordó. - ¿Por qué no haría lo mismo también con mi padre? – añadió. – La sociedad ya no puede tener peor opinión de mí, así que… - dijo, con un encogimiento de hombros como si nada le importara realmente. - ¿Qué más da ya? – concluyó.
Y con semejante argumentación cierta, echó por tierra el alegato de Joseph acerca de la familia unida y el amor fraternal o filial. Derrotado y con la cabeza gacha, Joseph regresó junto a sus hermanos, quienes lo abrazaron para consolarle.
-          Quién más te ayudó – repitió por tercera vez seguida rechinando los dientes y con los puños apretados.
-          ¿Edward? – preguntó una voz femenina que se unió en ese momento a la conversación y a la situación.
Una voz que no podía ser más oportuna (o inoportuna, según por donde se mirase el caso) pues pertenecía ni más ni menos que a la señora Biggle.
Una señora Biggle a la que Anthony reconoció por la voz y no tanto por su aspecto; ya que en lo que se refería al tamaño real de sus carnes y aunque seguía estando rechoncha, su volumen había descendido notablemente. Por lo cual, eso solo podía significar que también había estado disfrazada durante todo este tiempo; aumentando con este hecho el grado de indignación y de enfado de Anthony, quien dudaba realmente acerca de si iba a poder soportar algo más ese día.
-          Hombre… - inició. – Ya estamos todos – añadió, irónico. - ¡Ha llegado la que faltaba! – anunció. - ¡La doliente y afectada por el robo del collar, la señora Biggle! – añadió, aplaudiendo mientras la felicitaba por su brillante interpretación.
-          Lo sabe – estableció, mirando a lord Edward.
-          Lo sé señora, lo sé – asintió. - ¿No cree usted que ya era hora de que me enterase? – quiso saber él. – Así como también acabo de enterarme de que también usted estaba metida en el ajo, muchas gracias por la aportación – añadió. - ¿Quién más? – les preguntó. - ¿El sacerdote? ¿Su hija? ¿Marcus Dormer? – añadió. - ¡Marcus! - gritó. - ¡Louise! ¡Podeis salir! – añadió. – La broma ya se ha acabado. ¡Lo sé todo! – concluyó.
-          Anthony, no sé dónde están pero desde luego que no están escondidos en las cercanías de este sitio – le explicó ella.
-          ¡Sí claro! – exclamó con ironía. – Y ahora pretenderá que me crea que lo de fugarse a Gretna Green es real y no una de las tantas mentiras de las que se compone el plan que usted y mi queridísimo – dijo esta palabra con especial rin tin tín – han elaborado -.
-          ¿Mi inocente Louise y Marcus Dormer han huido a Gretna Green? – chilló horrorizada. - ¡Zhetta! – exclamó, mirándola.
Y Zhetta solo pudo asentir con la cabeza, provocando una nueva ola de lamentos en la señora Biggle.
-          Señora déjese de tonterías porque todos sabemos aquí que su hija es de todo menos inocente – la cortó Anthony.
-          ¡Anthony! – exclamó lord Harper, regañándole. – Modera tu leguaje – le ordenó.
-          ¿Por qué? – le preguntó encarándose con su padre. - ¿Se va a enfadar porque su hija le haya estado mentido durante tanto tiempo? – le preguntó. – Porque en cuyo caso demostraría usted el tipo de persona que es y la falsa moral que posee – añadió.
-          Retira lo que has dicho y lávate la boca antes de hablar  de mi futura esposa – le amenazó lord Harper dando un paso al frente.
-          ¿Ha dicho lo que creo que ha dicho? – preguntó Rosamund al grupo de hombres que iba con ella. Todos asintieron. - ¿Os molesta si me siento un momento en el suelo? – les preguntó. – Creo que tengo tal colapso y sobrecarga de noticias hoy que no  voy a poder sostenerme en pie ni un segundo más – explicó.  – Y enhorabuena papá – le felicitó, antes de sentarse y de que todos los hombres que estaban a su lado hicieran como ella.
-          ¿Enhorabuena? – le preguntó enarcando una ceja mirado a su hermana. – ¿Enhorabuena? – repitió indignado. - ¡Por favor! – exclamó indignado. – Perdonadme que discrepe y que me muestre tan maleducado pero… creo que podrás entender que no son las circunstancias ni me encuentro en el mejor momento o disposición para darte la bienvenida a la familia, futura madrasta mentirosa – explicó.
-          ¡Anthony! – gritó lord Harper golpeando el pie con fuerza  contra el suelo.
“No aguanto ni un minuto más aquí” pensó, asqueado y cansado.
-          Me marcho – anunció.
-          ¿Te marchas? – preguntó Henry poniéndose en pie, intentando detener su huida poniéndose delante de él. - ¿Cómo que te marchas? – añadió con el entrecejo fruncido. – Pero ¿adónde vas a ir? – le preguntó con un suspiro mientras elucubraba y pensaba un plan para que consiguieran hacer las paces.
-          Está muy claro Henry – le respondió él. – A Londres – le explicó. – El lugar de donde nunca tendría que haber marchado – añadió, elevando el tono de voz.
Y girándose nuevamente hacia su padre, añadió:
-          Juro ante todos los presentes que sólo regresaré a Clun cuando haya obtenido el título de marqués. – Y da gracias padre a que no puedo renunciar a mi título a favor de Joseph porque si no, con gusto lo haría en este momento para que nada ni nadie me ate aquí – añadió, mirando fijamente a Zhetta mientras pronunciaba esta última frase.
Terminada su intervención, reanudó su marcha.
-          ¡Anthony! – le gritó Zhetta saliendo a correr tras él. - ¡Anthony! – volvió a llamarle, provocando que esta vez parara y se girase para mirarla. – El collar –le informó entregándole la cadena de brillantes que le había arrancado del cuello a lord Harper mientras forcejeaban. – Y el corazón – añadió, entregándole el corazón blanco de nácar en la otra mano. – Caso cerrado – explicó de forma altiva. – Ahora sí que no hay nada ni nadie que te retenga aquí – afirmó de manera firme. – Regresa a Londres – concluyó con asco, antes de volver a chocar su hombro a propósito contra él.
Dichas estas palabras, por las cuales se sentía más que orgullosa de sí misma Zhetta  se quitó de manera brusca y con un fuerte tirón (dado que se le había enganchado en el peinado) su corona plateada de estalactitas. Acto seguido, sacudió su cabeza para soltar y dar volumen a su largo cabello castaño, se desató el cinturón de flores que llevaba en el vestido a modo de ceñidor y se lo colocó como cintillo identificador de su nuevo status de reina de mayo antes de encaminarse y caminar de regreso a Clun con paso firme y el porte más regio con el que alguna vez los lugareños la habían visto caminar.
No obstante, su forma de caminar estaba plenamente justificada.
Ella era la reina de mayo y como tal debía actuar.
Además, todo Clun la esperaba para dar inicio a la feria.

5 comentarios:

  1. bueno bueno bueno interesante giro de los acontecimientos desde luego q la sorpresa ha sido MAYUSCULA DE QUEDARME ASI O.O EN PLAN NO ME ESPERABA ESTO PARA NADA OSEA SORPRESON CON MAYUSCULAS xD
    pero por partes eddie me encanta q gracioso eres desde luego vivan tus borracheras q estas personajazo y momentazo tu te quedas con las niñas ha sido buenisimo
    rosamund me encanta embarazadisima y corriendo me meo jajaja y me imagino a ken/manzano/obtuso diciendole rossie mala no se corre preñada jaja es q me lo he imaginaddo y la reaccion de ella en plan me siento esto puede conmigo ha sido supercomica
    los hermanos son geniales desde luego viva la familia harper jaja son todos unos cuadros pintorescos cada cual mas pintoreesco aun jaja
    pero bueno yendo al meollo del asunto
    A CUADROS A CUADROS AUN ESTOY INTENTANDO REACCIONAR AL DESCUBRIMIENTO DEL LADRON DEL COLLAR NO ME ESPERABA Q HARPER PADRE SUPREMO ROBARA EL COLLAR EN COMPLORT SOLO PARA DARLE AL NENE UN ESCARMIENTO Y Q SE RELAJARA XQ THON CHATO LO NECESITABAS TANTA PRESION Y AMARGURA NO ERAN BUENAS Y BENEFICIOSAS PARA TI MOCETON OSEA MI REACCION AL DESCUBRIRLO HA SIDO VENGA YA EN SERIO ZAS EN TODA LA BOCA Y BAZINGA COMO DIRIA EL GRAN SHELDON DESPUES EN LA CONVERSACION RARA Q HAN MANTENIDO QUIEN HAYA SOLTADO LO DE ASEXUAL APARTE DE LO Q ME HE REIDO HE PENSADO EN SHERLOCK EL DE LA SERIE PORQ LO DESCRIBEN ASI JAJAJ Y ME LO HE IMAGINADO PERO COMO HE MANIFESTADO MUCHAS VECES Q THON MUCHO SHERLOCK MUCHO SHERLOCK PERO SE QUEDA EN WATSON DE PACOTILLA POR MUCHO DE LOS 8N DE BOW Q SEA JAJAJ Y ESO SI AHORA SERIA THON THON NO TE HE ARRANCADO LA CABEZA DE MILAGRO CHATO ES Q ME HAN ENTRADO UNAS GANAS DE IRA Y VENGANZA EN TU CONTRA CUAN HERA Q ME ESTA CAYENDO BN ESTA DIOSA Q NO VEAS Y ESO Q NO ERES UN ZEUS Q SI NO TE LA HUBIERA ARRANCADO DE LO LINDO
    UNO COMO LE HABLAS A SI A PADRE Q AUNQ ESTES ENFADADISIMO Q ESCUPAS FUEGO POR LA BOCA Y LAS OREJAS ES PADRE Y A PADRE UN RESPETO Y BUENO CUANDO LE HAS HABLADO MAL A ZHETTA Y LA HAS LLAMADO MENTIROSA ES Q ME HA DOLIDO HASTA A MI EN EL ALMA EEE ESO NO CHICO ESO NO QUE NO VAS A ENCONTRAR A UNA CHICA COMO ZHETTA EN LA VIDA MAJO Y COMO SIGAS ASI NOO VAS BIEN Y ENCIMA YO MISMA TE PEGARIA Y ME HA DOLIDO MUCHO COMO LA HAS TRATADO MAJETE ASI Q YA PUEDES ARREGLARLO EN EL CAPI FINAL XQ SI NO TE DEJO NENUCO MAJO NE-NU-CO A NO PERDON EUNUCO Y ME ENCANTA LA SALIDA TRIUNFAL DE ZHETTA ASI REGIA Y CON UN PAR DESPUES DE LA HUMILLACION A LA Q EL DESGRACIADO Q CREO Q LE VA A COSTAR ARREGLAR EL ASUNTO LA HA SOMETIDO
    en general el capi me ha sorprendido no me lo esperaba para nada xq me imaginaba otro sospechoso y bueno cuando han soltado el q patriarca se va a casar ha sido la repera y todo ha sido en plan venga ya en serio no me lo creo y con los ojos desorbitados y la boca en plan sorpresa jaja FELICIDADES TE HAS SUPERADO NO ME LO ESPERABA ME HAS SORPRENDIDO DE LO LINDO CHAPO CAPITULAZO DEL SIGLO UNA OLA UN MONUMENTO LO Q TU QUIERAS TE HAGO JAJAJA ME RINDO A TUS PIES LADY LARUELL =)

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    1. OTIA CARMEN!
      COMENTARIAZO EN TODA REGLA Y CON MAYUSCULAS! (y nunca mejor dicho)
      No voy a regodearme mucho en todo eso pero...
      ¡¡Te lo dije!!
      ¡¡Os dije que os ibais a sorprender y no quisisteis hacerme caso!!
      Pues bien, aquí está la prueba de que debeis hacerme caso y no esperar nunca lo evidente porque a mi mente y a mis musas no les gusta ir por ese camino.
      Por otra parte...
      ¡¡MUY BIEN!!
      ¡Esas eran las reacciones que buscaba conseguir exactamente!
      Me refiero a la sorpresa y especialmente a que Anthony os cayera mal en este capítulo. Aunque romperé una lanza a su favor diciendo que el "pobre" está superado por la situación y no sabe muy bien qué es lo que dice una vez abierta la caja de los truenos.
      Por otra parte sí, los Harper en general son una familia muy particular y hermanada.
      No te preocupes, Anthony lo arregla al final y me da en la nariz que te va a gustar cómo lo hace.
      Muchas gracias por los comentarios agradables =)
      PD: Sé que te ha causado un gran impacto el capítulo pero... ¡me has puesto mal el nombre!

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  2. como diria la gran zehtta mi culo jajaja es q me he quedado en plan venga ya y este capi no se merecia menos y es q si esa ha sido mi reaccion con ganas de arrancar cabezas y sojuzgarle x malote hacia para con zhetta xq la trata muy mal y la familia esta me gusta mucho estoy deseosa de leer mas sobre ellos y en especial sobre eddie puedo llamarle eddie o si no sin tu permiso o con el se lo llamo eddie jaja pero si me ha encantado el capi y no se merecia menos q este comentariazo jaja y espeero sorprenderme y q me guste el capi ultimo y q llore como ayer con el final jaja

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  3. Eeeeeeeeeeehhhhhhhhhhh?????????? todavia estoy en shock (¿se dice asi?), no me lo esperaba...

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    1. si si se dice así, Sarah...
      espero que te hayas quedado sorprendida pero para bien =)
      y es que suelo tener mucha imaginación. Conmigo no suele pasar lo predecible...

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